Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! Pertenecen a la mente y mano maestra de Akira Amano, la autora de este fanfic no tiene derecho sobre ninguno de estos personajes, solo la trama de este fanfic.
Archipiélago Namimori, Isla central.
El sol brillaba sobre una gran isla en medio de un mar tropical.
Niños corrían divertidos a orillas del mar, las madres y padres que los acompañaban cargaban grandes cestas llenas de los bienes que el océano les brindo sobre sus hombros y cabezas, miraban a sus retoños con sonrisas que iluminaban sus caras y en sus ojos brillaba una felicidad tal que se llevaba su cansancio. En el puerto y los muelles los pescadores bajaban su más fresca mercancía para venderla en el mercado mientras aun pudiera moverse si era posible. En los huertos más al norte de la isla se recogían frutos y verduras de la temporada con cuidado y esmero para llevarlos también al mercado. Los granjeros llevaban leche y miel frescas en vasijas de cerámica que sus mujeres horneaban y decoraban con maestría.
El mercado en sí era grande y bullicioso, lonas de colores decoraban las calles y pasillos, exhibiciones de finas telas, joyería, alimento, armas y demás insumo para los habitantes y visitantes que pasaban por el lugar, todos siendo capaces de encontrar lo que vinieron a buscar.
Más allá del mercado, antes de los huertos y las granjas, sobre la colina más alta casi al centro de la isla, construido con una cadencia tal que parecía haber sido tallado por la naturaleza misma sobre la colina, se erigía una gran villa, la liza roca de los muros exteriores ligeramente cubiertos por los arboles tropicales era de color blanco, unas amplias escaleras de aquella misma roca bajaban hasta la plaza principal, las dos enormes puertas que resguardaban la entrada a la villa se veían pesadas y robustas, eran de una madera oscura y dura, tallados en la cara exterior de las puertas había un par de leones enfrentados mutuamente, ambos de pie en sus patas traseras, las delanteras las tenían alzadas y una expresión fiera en sus rostros, pero lo más importante de esas puertas era que siempre estaban abiertas para los ciudadanos.
La blanca y gran villa era hogar de los regentes del archipiélago, la isla donde nos encontramos siendo la más grande de dicho conjunto de islas que se conectaban por medio de estrechos canales de agua salada por los cuales se podía navegar con facilidad, algunas islas estaban tan cerca la una de la otra que solo se necesitaba esperar a que la marea bajara para poder cruzar a otra isla, algunas tenían macizos puentes de la misma roca blanca por los cuales podían pasar hasta tres carretas a lo ancho, claro que cuando había aviso de tormenta o la marea era especialmente alta se prohibía el paso o navegación, son una nación pequeña pero no una nación de idiotas.
Volviendo a la villa, justo en el centro había un gran patio que era rodeado por los pasillos que se perdían bajo la sombra de gruesos pilares y techos altos, la tierra era fina y volaba con facilidad con los vientos fuertes, en el centro de dicho patio dos figuras frente a frente se encontraban, la distancia que las separaba era de unos cuantos metros. Se trata de dos jóvenes, el primero tiene un aspecto más tosco, su corto cabello negro tenía una textura explosiva y desarreglada, su ceño fruncido en concentración, sus oscuros ojos estaban enfocados únicamente en la persona frente a él, a su lado una gran espada con doble filo de aspecto pesado estaba firmemente clavada en el suelo. El otro muchacho tenía un aspecto más delicado, sus anti-gravitatorios y abundantes cabellos de color avellana tenían un aire suave y se mecían delicadamente con el susurro del viento, sus grandes ojos castaños brillaban dorados a la luz del sol, su ceño ligeramente fruncido en concentración, sus pequeñas manos enfundadas por unos guantes de cuero con los dedos al aire. Ambos tenían la piel como besada por el sol, tersa y bellamente bronceada, ambos usaban un pantalón semi-holgado de color claro, la tela ligera, en sus pies sandalias de piel amarradas a los tobillos. El más alto tenía unas contadas y pequeñas cicatrices en los brazos, el cuello y el torso, pero no es nada que no desaparecerá en los años venideros. Varios curiosos ya se habían reunido alrededor del par para ver la confrontación, ya fuera desde los pasillos de la villa o sentados sobre árboles y/o rocas, entre los curiosos había un par que resaltaba, un hombre y una mujer.
El hombre era alto, su corto y ondulado cabello de color rubio brillante, sus ojos de color chocolate con destellos dorados a la luz, su piel bronceada pero aun así tersa, usaba una túnica de tela ligera color blanco con detalles bordados en dorado en la zona del cuello y en las cortas mangas, desde el lado izquierdo de su cuello iniciaban una serie de tatuajes que descendían por el lado izquierdo de su hombro, espalda y hasta su antebrazo izquierdo, sus muñecas tenían una pulsera de oro en cada una, sus sandalias de cuero de amarraban a lo largo de sus tobillos, en su cadera evitando que la túnica se abriera estaba amarrada una tela color naranja con intrincados nudos que le daban un toque artístico, de esta tela colgaban una daga enfundada, una espada mediana y un látigo enroscado, en su mano izquierda se podía notar un grueso anillo de oro alrededor del dedo anular.
La dama era una buena cabeza más baja que su acompañante, su cabello lacio y brillante de un oscuro tono verde-azul que le llagaba al inicio de la espalda, un par de pequeñas e intrincadas trenzas iniciaban a cada lado de sus sienes y se unían en la parte trasera de su cabeza, sus ojos azules cual zafiros tenían una luz gentil, debajo del ojo izquierdo tenía una especie de marca en la forma de una pequeña flor de cinco pétalos de color naranja, ella usaba una túnica suelta de la misma tela blanca y ligera que su acompañante, bordados dorados en el cuello y al final de las anchas y largas mangas que casi le cubren por completo las manos, usaba unas zapatillas sencillas y cómodas de tela un poco más gruesa y de color naranja, en la mano izquierda también tenía una alianza a juego con la del rubio alrededor de su dedo anular, su vientre abultado, claramente a la espera de una vida nueva.
Ambos tenían la mirada en el menudo castaño, ligeras sonrisas en sus rostros.
El castaño y el más alto cerraron los ojos por un momento y con respeto inclinaron ligeramente sus cabezas en dirección del otro mientras juntaban las manos en un ademan de rezo, los dedos manteniéndose separados, la punta de los dedos pulgares tocando en medio de las cejas, duraron unos segundos en esa posición y finalmente bajaron las manos y abrieron los ojos.
De repente, en un movimiento más rápido que un parpadeo el más alto tomo el mango de su espada con ambas manos, la alzo y la abanico con fuerza en dirección del castaño, el peso de la espada jalando consigo a su portador, un movimiento planeado.
El castaño de movió con rapidez y con un golpe de la palma de su mano izquierda desvió la punta de la pesada espada. La espada se desvió pero el más alto entonces salto aprovechando el efecto de látigo de la espada y lanzo una fuerte patada, el castaño tomo la pierna que le fue lanzada y la alzo desviando la patada al cielo, el más alto entonces alzo su otra pierna y casi logra darle en la barbilla al castaño pero este lo esquivo por un milímetro, la punta de la pesada espada volvió a ser incrustada en el suelo como punto de soporte, el castaño arremetió con un golpe al abdomen de su oponente, pero el más alto aún tenía un agarre firme en el mango y lo uso para alzarse fuera del alcanza del castaño, el castaño entendió que debía deshacer el agarre del más alto en su espada si esperaba vencerlo pronto.
El castaño salto e intento patear la mano que sostenía el mango de la espada pero el más alto cambio de mano y se jalo a sí mismo en dirección del castaño con la intención de patear, el castaño uso la patada para empujarse más arriba, pero el más alto se balanceo igual de alto y con sus fuertes brazos alzo la espada y la blandió en dirección del castaño que apenas y tuvo tiempo de girar en el aire y alejarse del filo de la espada, cuando ambos contrincantes volvieron a tocar el suelo ambos tenían el sudor formándose en su frente y sus corazones latiendo impacientes.
Los ojos del castaños brillaron dorados, su entrecejo fruncido en concentración, su cuerpo agazapado y salto encarrerado contra su oponente, todo en una fracción de segundos, el más alto reacciono y uso su pesada espada como escudo, el castaño se agacho y dio un giro con su pierna izquierda mientras la derecha era estirada para patear, el más alto salto evitando la patada baja, el castaño puso su mano enguantada sobre el filo de la espada para mantenerla abajo, salto sobre ella y dio una maroma que acabo en una patada con su pierna izquierda, el más alto se cubrió con su antebrazo, la patada del castaño se convirtió en un agarre firme y le torció al más alto el brazo hacia la espalda, el castaño coloco una de sus piernas entre las del más alto haciendo que perdiera el balance, ambos cayeron al suelo, el castaño sobre la espalda del más alto, el filo de la espada apenas rosando el cuello del más alto cuya cabeza era retenida por la pequeña mano del castaño.
Una erupción de Ooos y Aaas acompañados por fuertes aplausos nació de la multitud que se detuvo a mirar, mientras, el castaño se bajaba de la espalda de su contrincante y le ayudaba a ponerse en pie, se dedicaron el mismo ceremonioso saludo que el principio de la pelea, una pequeña reverencia ligeramente pronunciada añadida al final en agradecimiento.
- En verdad ha mejorado mucho su trabajo de manos y pies, recuerdo cuando no era si quiera capaz de caminar sin tropezarse con el aire mismo. – comento burlón el más alto mientras colocaba su mano sobre la cabeza del castaño y revolvió amistosamente los castaños cabellos.
- No en vano he pasado por el desquiciado entrenamiento de mi padre y mi madre, sargento. - respondió de buen humor el castaño mientras quitaba la mano del más alto de su cabeza con delicadeza.
Entre la multitud curiosa, desde el pasillo exterior que rodeaba el área donde se llevó a cabo la pelea hacia poco, el rubio y la dama embarazada miraban ligeramente pálidos la menuda figura del castaño.
- Sí que ha mejorado en estos últimos años. – comento con una sonrisa incomoda la dama embarazada mientras entrelazaba su brazo derecho con el izquierdo del rubio, una sonrisa incomoda en su bello rostro.
- Odia levantarse temprano y entrenar ya sea con papá o mamá, odia aún más pelear, pero cuando se concentra en ello no hay fuerza en este mundo que lo detenga. – comento con un pequeño tic bajo su ojo izquierdo el rubio – Eso es bueno ¿cierto? – agrego mientras redirigía su atención a la dama embarazada.
- Bueno, considerando a quien está a punto de conocer… si… creo. – respondió la dama.
- Dudaste. – acuso el rubio, su tic acentuándose.
- ¿Cuándo y quién se lo va a decir? – cuestiono la dama dirigiendo su azul mirada al rubio.
- Esta noche en la cena, papá y mamá. – respondió el rubio - ¿Por? –
La de ojos azules suspiro aliviada.
- Mi pronto a ser bebé y yo somos demasiado jóvenes para morir, aunque yo sé que Tsunayoshi jamás me levantaría la mano en circunstancias comunes uno nunca sabe cómo reaccionara el otro ante la noticia que están a punto de darle. – dijo la dama embarazada.
- ¡¿Y qué hay de mí, Aria?! – exclamo el rubio en pánico – Se sentirá traicionado cuando descubra que yo sabía al respecto! – lloro.
- Oh, Dino, amor. – llamo la de ojos azules mientras acariciaba una de las mejillas del rubio – Tsunayoshi te adora! Eres su hermano mayor y te admira! Jamás te mataría… – El rubio sonrió aliviado ante las palabras de su esposa –… Solo te dejara horriblemente herido de manera indefinida. – aseguro Aria con una sonrisita incomoda.
- Estoy frito. – lloro Dino decaído, un tono azul apoderándose de su rostro.
- Todos los estamos. – concluyo Aria con el mismo tono azul que su marido pintándole la cara.
A lo lejos, aun recibiendo felicitaciones de los espectadores de la pelea, el castaño ahora conocido como Tsunayoshi sonreía más radiante que el sol sobre sus cabezas.
El día pasó con rapidez, un decadente sol se desvanecía lentamente en el horizonte bañando el archipiélago con tonos naranjas intensos, el cielo lentamente llenándose de estrellas y la luna, grande redonda y plateada, se hacía visible sobre el este. Antorchas comenzaban a ser encendidas en los caminos de blanca roca y hogares que cruzaban el archipiélago, el antes bullicioso y colorido mercado que ocupaba la plaza principal y la mayoría de sus alrededores se había desvanecido en cuando el sol toco el horizonte sobre el mar.
Las pesadas puertas de la gran villa seguían abiertas, dos grandes y vivaces antorchas flanqueándolas, la luz y las sombras reflejadas en los rostros de los feroces leones tallados daban la ilusión de movimiento, como si en verdad dos descomunales y fieros leones resguardaran la villa de intrusos indeseados. En las sombras de la selva que rodeaba la villa podías notar indefinidas figuras que se movían con las sombras, los guardias y soldados salían a su deber apenas se ocultaba el sol, al acecho de cualquier anomalía revisando no solo los alrededores de la villa sino también el archipiélago mismo.
La familia regente estaba sentada alrededor de una gran manta color naranja real que estaba sobre puesta de una blanca, los bordes de la manta de abajo sobresalían asimétricos de la manta superior, diferentes y abundantes platos de fruta, vegetales y carne blanca así como jarras de agua fresca estaban distribuidos a lo largo y ancho de las mantas, todos al alcance de los que pronto cenarían. La sala era iluminada en su totalidad por unos cristales colocados de manera estratégica a lo largo y ancho del salón, la luz que emanaba de los cristales era blanca y cálida, se trata de cristales de sol, una especie de cristal que se deja al sol durante el día y cuando cae la noche se mantiene iluminado por una cantidad determinada de tiempo antes de apagarse y dejarle todo el trabajo a las antorchas, los cristales son una fuente de luz únicamente usada en el interior de las viviendas para prevenir incendios y asfixia, también son una bonita decoración.
Sentados alrededor del pequeño festín estaban el rubio de ojos chocolate, Dino, a su izquierda esta su embarazada de cinco meses esposa, Aria.
A la derecha de Dino había otro rubio mayor en edad, su cabello corto y alborotado, su barba de candado esparcida por su quijada y se acumulaba en la parte baja de la barbilla, las marcas que cruzaban su rostro recuerdos de una vida llena de batallas angustiosas que culminaron en una inesperada paz y felicidad, los ojos de un tono castaño claro con apagadas luces doradas debido a la tenue sombra de sus pasadas y pesadas decisiones, sin embargo el hombre sonríe el día de hoy al verse rodeado de la familia que ama con todo su corazón, usaba una túnica similar a la de Dino, las mangas ligeramente más largas, sus piernas cruzadas en posición de loto mostraban cicatrices semi ocultas por las sandalias de cuero que se amarraban a sus pantorrillas y por las sombras de la parte baja de la túnica sobre sus piernas, sus muñecas eran decoradas por un par de brazaletes de oro que cubrían casi por completo su antebrazo, en su mano izquierda se podía apreciar una intrincada y gruesa alianza en su dedo anular, era él el que ostentaba la piel más bronceada de los presentes, en sus cadera y manteniendo en su sitio la túnica tenía una tela color naranja, colgando de la tela había una espada enfundada y una daga grande que acababa en una elegante curva, este hombre era nada más y nada menos que Iemitsu "El fiero león dorado", regente del archipiélago Namimori y padre de Dino y sus hermanos menores.
Al lado derecho de Iemitsu estaba una menuda dama de amable y feliz sonrisa, su corto y brillante cabello castaño cortado recto hasta la altura de las mejillas, un divertido fleco sobre su frente le daba un toque juvenil, sus ojos eran grandes y brillantes de un cálido tono chocolate, usaba una túnica color rosa pálido, casi blanco, con bonitos bordados dorados, sus sandalias de cuero eran sencillas y tenían un único amarre alrededor del tobillo, en su cuello se podía apreciar un collar grueso de oro con una gema del color del fuego colgando, en su mano izquierda alrededor de su delgado dedo anular se notaba una alianza a juego con la de Iemitsu, si acaso de un diseño ligeramente más delicado, su piel tersa era la menos bronceada de los presentes, esta adorable dama es Nana, esposa de Iemitsu, madre de Dino y sus hermanos menores, y, aunque muchos no lo sepan, general de las fuerzas especiales del archipiélago.
Al lado derecho de Nana estaba el castaño que gano la pelea aquella tarde, Tsunayoshi, con su antigravitatorio, alborotado y suave cabello castaño avellana enmarcando sus delicadas facciones resultado de los genes dominantes de su madre, sus grandes y brillantes ojos de un castaño claro con destellos dorados se veían con claridad ahora que la luz del sol no formaba sombras en su rostro, su pequeña boca formaba una delicada sonrisa ante la perspectiva de la deliciosa cena frente a él, ya no usaba el holgado pantalón de aquella tarde, ahora usaba una túnica de color naranja claro que le llagaba poco más arriba de las rodillas, los bordados dorados alrededor del cuello de la túnica, las mangas largas y el dobladillo eran delicados, las sandalias de cuero seguían siendo las mismas de aquella tarde, en su cuello había un aro de oro con una gema igual a la de su madre.
Finalmente al lado derecho de Tsuna había un niño de no más de nueve o diez años de edad, su corto y lacio cabello rubio perlado la combinación perfecta entre los tonos de cabello de Iemitsu y Nana, sus grandes y brillantes ojos castaños con diminutas virutas doradas tenían una forma gentil pero firme, un brillo inteligente reflejándose en ellos, el niño se parecía mucho a Nana, usaba una túnica de tono naranja pálido con detalles en dorado bordados únicamente al cuello, sus sandalias era de un diseño similar al de su madre, en sus muñecas un par de pequeños aros de oro colgaban de cada una, el pequeño era el hijo más joven de la pareja regente, Fuuta.
Nana alzo la vista a los trabajadores y guardias aun presentes, les dedico una sonrisa y con dulce voz dijo:
- Ya pueden retirarse a sus hogares, pueden dar por concluidas sus labores del día de hoy, muchas gracias por su apoyo y que tengan una buena noche. – deseo Nana mientras se ponía de pie y daba el mismo saludo ceremonioso que Tsunayoshi hubiese hecho esa tarde cuando concluyo la pelea de la cual salio victorioso.
Los trabajadores y guardias devolvieron el ademan antes de desear buenas noches en voz alta y salir de la sala en calmado orden.
- Eso fue hermoso, Nana mi amor. – felicito efusivo Iemitsu a su esposa cuando esta volvió a tomar asiento y los guardias y trabajadores no estaban a la vista.
- Es normal desear buenas noches a los que trabajan con esmero, querido. – respondió Nana con una sonrisa amorosa para su marido.
Ambos entonces se enfrascaron una serie de cuchicheos melosos mientras chocaban las frentes y rozaban sus narices con afecto, las manos entrelazadas a la altura del pecho.
Todos los presentes se sonrojaron, Tsuna cerró los ojos incomodo mientras una mueca se adueñaba de su cara, lo mismo que Dino, Aria sonrió algo avergonzada y Fuuta era el único que sonreía feliz de que sus padres se amaran tanto.
- Ahem. – aclaro Dino su garganta para llamar la atención de sus padres – La cena, por favor. –
- Eh? – reacciono Iemitsu aun embelesado por la voz de su mujer – Ah, oh, cierto. La cena. – despertó por completo, se aclaró la garganta y luego inclino la cabeza, acto que imitaron los presentes – Damos gracias a los dioses de la tierra, el cielo y el mar por los alimentos que hoy recibimos, que nuestros hermanos y hermanas tengan una cena igual de abundante junto con aquellos que aman. – rezo el mayor de los presentes.
La cena paso en calmado silencio por un rato, luego Iemitsu y Nana le preguntaron a Tsuna sobre su pelea amistosa contra el sargento Kensuke aquella tarde, ambos sonrieron orgullosos cuando Tsuna les conto de su victoria, Dino y Aria agregando detalles de la batalla, Fuuta mirando a su hermano mayor con admiración, luego hablaron del embarazo de Aria, hablaron sobre las lecciones de Fuuta, pero no fue hasta el final de la cena que tocaron el tema de la política y con este el de los matrimonios arreglados.
- ¿Mi opinión sobre los matrimonios arreglados? – cuestiono confundido Tsuna a sus padres luego de que Iemitsu y Nana le preguntaron su opinión al respecto – Pues… no lo sé. Papá y tú salieron bastante bien, no? – respondió el castaño en dirección de su madre – Pero lo de ustedes fue amor a primera vista o algo así, y Dino y Aria también son felices, pero supongo que su caso también es especial porque se conocen desde hace mucho y de hecho si se quieren de esa forma entre ellos… supongo que depende? Simplemente hay personas que no quieren su libertad arrebatada tan repentinamente y para colmo con alguien que apenas conocen o que no conocen para nada, yo me molestaría mucho si de buenas a primeras ustedes me comprometieran con un completo extraño. –
Todos los presentes, menos Fuuta y Tsuna mismo, dieron un respingo en sus lugares, un ligero tono azul decorando sus rostros, el silencio que siguió el comentario de Tsunayoshi toda una advertencia que el castaño no pasó desapercibida.
- ¿Qué hicieron? – cuestiono Tsuna con gélida voz en dirección de su padre, el filo de sus ojos acentuándose, el color castaño claro desapareciendo bajo frio dorado ambarino.
Iemitsu dio un respingo, Nana sonrió incomoda, el azul en el rostro de Dino y Aria se acentuó.
- Bueno, técnicamente no es un completo extraño. – intento salvar la situación Nana con una sonrisa pequeña e insegura.
- ¡¿Cómo pudieron hacerme esto?! – arremetió Tsuna hecho una furia en dirección de sus padres mientras se ponía en pie - ¡¿Ustedes lo sabían?! – su furiosa mirada cayendo en Dino y Aria.
Los susodichos solo atinaron a darle al castaño una sonrisa culpable.
- No puedo creer esto! – mascullo exaltado el castaño mientras salía de la sala con paso presuroso.
- Espera! Tunita! – llamo Iemitsu a su hijo mientras se apresuraba a seguirlo.
- Tsu-Tsu! Tranquilízate por favor! – pidió Nana que avanzaba presurosa detrás de su marido.
- Bueno. – suspiro Dino un aire que no sabía que retenía – Salio mejor de lo que esperábamos, no? –
El pequeño Fuuta se puso de pie y les dedico a su hermano mayor y a su cuñada una mirada desaprobatoria que hizo que ambos futuros padres se sintieran aun peor.
- Tch, tch, tch, tch. – chasqueo su lengua Fuuta mientras negaba cuatro veces con la cabeza y se retiraba con paso calmo a su habitación.
Dino y Aria se quedaron solos en la sala.
Por los vacíos pasillos de la villa, alumbrados ahora únicamente por las antorchas en las paredes, caminaba presuroso y enojado un castaño de facciones delicadas, detrás de él venían un rubio de apariencia tosca y un menuda castaña que guardaba gran parecido con el primer castaño.
Tsuna encontró la habitación que buscaba y se metió rápidamente en ella cerrando las puertas dobles de golpe antes de que sus padres le alcanzaran, Nana e Iemitsu se detuvieron justo a la entrada cerrada de la habitación de su hijo mediano, intercambiaron miradas preocupadas por un segundo, luego pusieron sus orejas sobre la puerta para ver si al menos escuchaban algo, silencio encontraron sus oídos, finalmente con suavidad tocaron a la puerta.
- Tsu-Tsu, podemos entrar? – cuestiono temerosa Nana, el miedo a ser rechazada por su hijo clavándose en su corazón como una daga de hielo.
Iemitsu tenía sus manos en los hombros de su esposa, el mismo temor que el de su señora inundando su pecho.
La puerta de la habitación entonces se abrió, detrás de la puerta Tsuna le dedicaba a su padres una mirada dolida que hizo que a ambos regentes se les achicara el corazón, pero el hecho de que la puerta se abriera era señal de que su hijo estaba dispuesto a escuchar y con algo de suerte de también aceptar el arreglo.
- ¿Cómo se llama? – fue lo primero que salio de la pequeña boca de Tsuna - ¿Al menos es de mi edad o de una edad cercana? – continuo el castaño mientras se alejaba de la puerta para que sus padres la abrieran por completo y este pudiera lanzarse miserablemente sobre su cama cayendo de cara y estomago contra las sabanas.
Nana e Iemitsu intercambiaron una mirada culpable al ver el estado triste de su hijo.
- Su nombre es Reborn. – respondió Nana al tiempo que se acercaba a la cama – es uno de los generales de la madre de Aria. –
- Aah, entonces la señora de L´Arcobaleno también esta inmiscuida en este complot. – comento mordaz y ácido el castaño contra las sabanas.
Nana se sentó en el borde de la cama de Tsuna y comenzó a jugar con los cabellos de su hijo para tranquilizarlo, Tsuna no se resistió a las caricias de su madre. Iemitsu se había quedado en la puerta y miraba la interacción de su esposa y su hijo.
- Es diez otoños* mayor que tú. – respondió la segunda pregunta Nana – Su aniversario de nacimiento un día antes que el tuyo. –
- Siguen siendo diez otoños, madre. – comento Tsuna mientras se incorporaba y tomaba asiento al lado de su madre – Es mucho tiempo. – suspiro Tsuna mientras miraba el suelo con aire derrotado.
Nana sonrió triste ante la expresión de su hijo, luego tomo su rostro entre sus pequeñas manos y lo obligo a mirarla a los ojos.
- Lamento que no fuera de la forma que esperabas, pero cuando la propuesta de Luce llego en aquel halcón zagas** sentí que esta era una oportunidad en un millón. – hablo Nana.
Tsuna alzo una ceja indicándole a su madre silenciosamente que explicara sus palabras.
Nana soltó el rostro de su hijo y lo dejo acomodarse mejor en la cama.
- Reborn es el medio hermano de Luce, se podría decir que es el príncipe de las tierras del norte y ahora que Aria está aquí son los descendientes de Reborn los que por decreto heredaran las tierras de L´Arcobaleno, claro, a menos de que Luce vuelva a casarse y tenga otro heredero. – explico Nana con una sonrisa tranquila en el rostro.
- Si te casas con Reborn. – se unió Iemitsu a la conversación – Y la señora de L´Arcobaleno no tiene más hijos, y tu como esposo de Reborn tienes a sus hijos estos serán los herederos legítimos de las tierras del norte. –
- ¿Y qué hay de Aria y el bebé? – cuestiono Tsuna preocupado de la frialdad con la que sus padres trataban el asunto.
- Aria sabía perfectamente a lo que renunciaba cuando accedió a casarse con Dino y lo acepto gustosa con tal de estar al lado de tu hermano, los herederos que nazcan del matrimonio de Aria y Dino heredaran las tierras del archipiélago como también títulos nobles en las tierras del norte, ese fue el acuerdo al que se llegó con Luce, Aria y los generales de L´Arcobaleno en el compromiso. – explico Nana.
- ¿No creen que están manejando esto con demasiada frialdad? – cuestiono Tsuna a sus padres con algo de temor.
- La política debe verse desde un ángulo frio, Tsunayoshi. – llamo Iemitsu a su hijo – Como regentes de nuestras tierras debemos ver por el bien de nuestras hermanas y hermanos, por nuestras familias y por nuestra patria. El general no solo es un buen partido por las razones que tu madre ya comento, sino porque sabemos que es alguien que te mantendrá a salvo, con un techo, comida y vestido, además significaría un respaldo militar más completo por parte de las tierras del norte para con nosotros. – explico Iemitsu.
- Y así matan varios pájaros de un tiro. – concluyo Tsuna la idea de sus padres – Que miedo. –
- Bienvenido a la política, amor. – comento Nana certera.
- ¿Y si no nos amamos? ¿Qué pasa si el intenta matarme o viceversa? – cuestiono preocupado Tsuna.
- El amor no es algo que siempre nace a primera vista, Tsu-Tsu. – comenzó Nana – Muchas veces se debe trabajar arduo para conocer poco a poco a alguien hasta encontrar el camino a su corazón, si bien tu padre y yo sentimos aquella chispa apenas nuestros ojos se encontraron y nos casamos casi de inmediato luego de eso pasamos noches enteras hablando entre nosotros, conociéndonos a fondo, cayendo lentamente aún más profundo en nuestro amor. Otro ejemplo son Dino y Aria, ellos no tuvieron el comienzo dulce que les gusta contar, la verdad es que la primera vez que se vieron se odiaron, Aria no dejaba de meterle el pie a tu hermano para que se cayera y tu hermano no dejaba de llamarla con nombres feos y jalarle el pelo, fue poco a poco que su amistad floreció y después su amor. – explico Nana.
- ¿Me tendré que ir? – cuestiono triste Tsuna ante la idea de abandonar a su familia.
Iemitsu tomo asiento al otro lado de Tsuna, paso un brazo por los hombros de su hijo y le dio un abrazo.
- Tómalo como una aventura. – intento calmar Iemitsu al joven castaño – Siempre has querido ver que hay más allá del mar claro, quizás esta es tu oportunidad. – dijo con aire acogedor el rubio mayor.
- Bien. – acepto Tsuna su destino a regañadientes – Pero no dudare en lastimarlo si hace algo indebido mientras nos conocemos. – advirtió el castaño.
Nana e Iemitsu sonrieron con el humor restaurado y le dieron un amoroso abrazo a su único hijo doncel.
L´Arcobaleno, tierras del norte.
Son principios de primavera y el nublado cielo en las tierras del norte era un constante recordatorio de lo valiosa y maravillosa que es la luz del sol cuando esta es vista a través de las densas nubes por fracciones de segundos. El cielo de un tono gris claro mantiene dicha consistencia desde principios de la segunda mitad de otoño hasta finales de la primera mitad de la primavera, luego de eso las nubes se van y solo reaparecen para una que otra esporádica lluvia que deja el cielo lleno de brillantes arcoíris que tardan horas en desaparecer hasta que el atardecer se lleva la luz del sol, en primavera los campos se llenan de flores multicolor y cientos de coli-belulas*** de brillantes colores azules, verdes, e índigos se pasean por los campos sobre las frescas flores, el aroma de la miel de la abejas reales llena los bosques donde es sabido que anidaban así como las granjas apicultoras que las crían, los animales silvestres despiertan de sus sueños invernales y regresan la vida a los densos, misteriosos y hermosos bosques del norte.
Nos posicionamos sobre el mar oscuro del norte, las heladas aguas se mecen taciturnas mientras el helado viento aúlla sobre ellas, nos acercamos a un risco que se yergue imponente, en dicho risco tallado por la naturaleza misma una enorme cueva que funge como entrada para un gran puerto y muelle, más adelante una gran escalera de piedra oscura y húmeda por el roció del mar, pescadores bajan sus grandes capturas entre dos y las suben con cuidado al mercado que esta inmediato a la salida de la cueva, tiendas formadas con pieles una cerca de la otra para evitar que los vientos se lleven la mercancía o la tienda misma, armas y artilugios para los marineros, herrerías, tiendas de pieles para ropa y zapatos, carne seca, vegetales y tubérculos de larga duración para los largos viajes, este mercado tiene todo lo necesario para los marineros y aventureros.
Saliendo del mercado nos adentramos a la ciudad, grandes muros de piedra oscura se podían ver a lo lejos, muros que durante los tiempos de guerra protegieron a los habitantes de la ciudad y que aún hoy los protegen de los fríos vientos venideros de más al norte durante el invierno.
Dos enormes corceles, uno de negro pelaje y crin, el otro de un pelaje color chocolate y crin negra, se acercan al muro a todo galope, sobre ellos dos figuras enfundadas en gruesas pieles para evitar el frio viento que aun corría por los campos primaverales, sus rostro cubiertos por mascaras de cuero y hierro con rendijas en la zona de los ojos, el jinete del primer corcel se notaba más alto que el del corcel color chocolate. La enorme entrada con sus enormes puertas dobles siempre abiertas desde el final de la guerra fue cruzada por ambos, el galope veloz de los corceles convertido en un trote rápido a través de las adoquinadas calles de la ciudad. Ambos toman el camino principal, un tramo semi-recto que los lleva directamente a un castillo de semblante chato pero fuerte sobre la montaña, la misma roca oscura es lo que da forma a la estructura que también está rodeada de altos y gruesos muros y cuyas puertas también están abiertas de par en par.
Desde una de las torres del castillo, una que da en dirección de la ciudad, dos damas miran por la ventana los dos corceles que se acercaban con sus jinetes, la primera era la más alta, su cabello de un tono de oscuro azul corto hasta las mejillas en la parte de enfrente con un fleco recto sobre su frente y largo hasta la base de la espalda por detrás, lo sujetaba en una fina coleta baja con un listón color naranja oscuro, sus ojos azules eran como los de una madre con un brillo preocupado y a la vez amoroso, su rostro era sereno y su tersa piel de un tono cremoso y casi tan blanco como la nieve misma, bajo su ojo izquierdo la pequeña marca de una flor de cinco pétalos de color naranja, sobre su cabeza un curioso sombrero de tela gruesa y blanca con la forma de un esponjoso hongo, usaba un largo y simple vestido color blanco de tela gruesa y cálida, a lo largo de la falta dos cortes verticales hasta la mitad de las piernas dejaban expuestas las botas de cuero cuatro dedos arriba de la rodilla que usaba, bajo estas un pantalón de cuero oscuro protegía la piel de la dama, las mangas eran largas, comenzaban estrechas en los hombros y en los codos comenzaban a ensancharse hasta la mitad del antebrazo, luego podías notar una especie de manga extra de gruesa tela color naranja que se pegaba al resto del antebrazo y acababa en diamante conectado al dedo medio de la mano, el cuello del vestido era alto, una gema del color del fuego, pequeña y redonda, fungía como broche para mantener el cuello cerrado, en las caderas de la dama grandes cuentas de oro, entre cada cuenta una gema similar a la del cuello, sobre los hombros tenía una piel de tono gris blanquecino, culminando su atuendo y colgando del adorno de su cadera dos espadas enfundadas, una más pequeña que la otra, ambas señal de que con esta mujer no se juega.
La otra dama era solo media cabeza más baja, su cabello de un tono azul más oscuro que el de su acompañante largo hasta la mitad de su espalda y cortado en alborotadas capaz dándole un aire indomable, fieros y hermosos ojos rojizos con un brillo decidido y una cicatriz de una especie de quemadura en la mejilla derecha mostraban que esta dama no se anda por las ramas, de su vestido lo único visible era la larga y recta falda color rojo oscuro que caía únicamente del lado derecho, por el lado izquierdo un corte recto y vertical hasta casi llegar a la cadera dejaba al descubierto un pierna enfundada en un pantalón de cuero cubierta por una armadura de hierro y cuero hecha a la medida, la pierna enfundada en un pantalón de cuero cubierta por fundas de cuero con pequeñas dagas, de la rodilla hacia abajo una armadura de hierro forjado protegían la extremidad, la parte superior era cubierta por el resto de la armadura de cuero y hierro, el abdomen era protegido por una pechera de hierro, hombreras en forma de escamas mantenían en su lugar la piel roja que cubría los hombros de la dama, los brazos, antebrazos, muñecas y manos cubiertos por armadura, se podían notar los amarres de cuero debajo del hierro, por el cuello podía notarse el chaleco de cuero que la dama usaba sobre el vestido y bajo la armadura para mantener el calor y evitar que la armadura lastime la piel, en su cadera podían verse colgando una espada y una daga.
- Sabes, Lal Mirch. – se dirigió la dama del sombrero a la de la cicatriz – Si te encuentra con tu armadura puesta sabrá que algo no anda del todo bien. –
- No me interesa, Luce. – respondió Lal a la dama del sombrero – No me le voy a acercar a ese psicópata al que llamas hermano sin mi armadura puesta. –
- Solo le vamos a decir que se va a casar, no es como si fuera a matarnos solo por eso. – dijo Luce.
- No, a ti no te puede matar solo por eso. – apunto Lal Mirch a Luce – Eres su hermana mayor y para colmo la reina, tu estas segura, nosotros no tenemos tanta suerte. Iré a decirle a los demás que se preparen. – anuncio Lal mientras se daba media vuelta – No creas que seré la única usando mi armadura. – señalo mientras caminaba por el pasillo y dejaba sola a Luce mirando por la ventana.
Luce volvió a dirigir su atención a los corceles ya a la entrada del castillo, una sonrisita divertida que se dibujó en su rostro por un segundo le dio un toque infantil a la maternal mirada de la mujer antes de que esta también diera media vuelta y avanzara por el pasillo para bajar a recibir a su hermano menor y a su acompañante.
Bajando del corcel más grande, aquel tan oscuro como la noche, un hombre erguido al máximo de su altura bajo grácilmente del caballo y se quitó la máscara que protegió su rostro mientras cabalgaba contra los fríos vientos, su cabeza es cubierta por un sombrero de ala mediana color negro que ensombrecía la mitad de su rostro pero que dejaba sus filosos ojos de ónix mostrados de manera misteriosa, su nariz recta y rostro en forma de corazón, a cada lado de su cabeza un par de patillas rizadas rebotaban con su andar, el cuello y hombros protegidos por una piel oscura sujeta con cadenas y broches de acero pulido que caía sobre su cuerpo y dejando solo sus tobillos y sus pies cubiertos de un cuero oscuro al descubierto.
Bajando del corcel con pelaje color chocolate un joven de apariencia larguirucha se quitó la máscara, el tono de su piel ligeramente bronceado, sus bonitos ojos de color castaño claro tienen una forma filosa y un brillo gentil, su corto cabello negro al descubierto, una piel de color chocolate oscuro con un estilo similar al del hombre que acompañaba le protegía del frio y dejaba al descubierto sus botas de cuero color chocolate.
- Bienvenidos de vuelta, Lord Reborn, joven Takeshi. – saludo con una ligera reverencia el sirviente que fue a recibir los corceles y llevarlos a los establos.
- Es bueno estar de vuelta, gracias. – respondió el del sombrero, Reborn, mientras le daba al sirviente las riendas del corcel – De casualidad sabes ¿Por qué mi hermana me ha pedido venir tan apuradamente? – cuestiono como no queriendo la cosa Reborn mientras el joven que le acompañaba le daba las riendas de su corcel al sirviente.
- Me temo mi Lord que desconozco los motivos de su llamada. – respondió con calma el hombre – Pero sea lo que sea debe ser muy bueno, la reina ha estado sumamente feliz estos últimos días. – informo el hombre con una sonrisa pequeña y sincera.
- Feliz ¿Cómo? – Reborn seguía su interrogatorio, una ceja alzada en contemplación.
- Bueno, siempre tiene esta pequeña sonrisa, pero no como su sonrisa habitual, no, esta es más sincera, casi infantil incluso, y salta por los pasillos mientras tararea. Quizás sea porque pronto empezarán las lluvias, ya sabe que a su hermana la encantan las praderas repletas de flores y el cielo lleno de arcoíris. – intento razonar el hombre.
- Si, tal vez sea eso. – siguió Reborn la corriente.
Espero que sea eso. Pensó el más alto mientras le dedicaba una mirada de sospecha al castillo.
- Esta pálido. – hablo Takeshi mientras se acomodaba al lado de Reborn – Haha, si no le conociera mejor diría que tiene miedo de volver a ver a su hermana. – bromeo de buena gana el muchacho mientras miraba a su compañero de viaje.
- No miedo. – respondió Reborn al tiempo que miro en dirección de Takeshi – Precaución. –
- Reborn~! – canto feliz Luce "La señora L´Arcobaleno" en cuanto el susodicho termino de hablar.
Luce salio del castillo saltando como niña jugando en la pradera, su sonrisa tan brillante como el sol y su voz tan dulce como la miel refinada. Reborn palideció aún más y disimuladamente se hizo una par de pasos hacia atrás, aun así nada de eso evito que Luce lo atrapara en un abrazo rompe huesos.
- Takeshi~! – canto Luce cuando soltó a su hermano y se dirigió hacia Takeshi quien a diferencia de Reborn aceptó gustoso el abrazo.
- Señora Luce~! – respondió con el mismo tono meloso Takeshi.
Reborn miro con ojos acusadores el abrazo entre su aprendiz y su hermana, ese abrazo era claramente menos fuerte que el que Luce le dio a él.
Par de traidores. Pensó acusador el más alto.
- Sera mejor que entremos. – propuso Luce cuando soltó a Takeshi y se dirigió a Reborn – El viento está agarrando fuerza, lo cual significa un poco más de frio, brrrr. Además, los demás nos están esperando, vamos~. – indico la señora de L´Arcobaleno mientras dando saltitos volvía a entrar a su castillo.
- Los… demás? – cuestiono para si en un susurro Reborn mientras una de sus cejas se alzaba en duda.
- Oh sí, algo trama. – dijo Takeshi con un asentimiento de cabeza y una sonrisa incomoda en su rostro.
- No me digas. – respondió Reborn con un suspiro – Sigámosla antes de que mande a Lal Mirch o Fon a que nos arrastren amarrados hacia adentro. –
Y así ambos se adentraron al castillo siguiendo a la sospechosamente entusiasmada reina.
El comedor era un cuarto amplio y con techo no muy alto, hay ventanas en las paredes a ambos lados con pequeñas puertas dobles de madera que estaban cerradas firmemente, las portezuelas de las ventanas tenían rendijas para que pasara el aire y un poco de la poca luz que se filtraba a través de las nubes en el exterior, estandartes de los territorios dentro del reino colgaban en el espacio entre las ventanas, en la parte superior del comedor justo al final de cada lado del largo comedor una bandera con el escudo del reino, un enorme triangulo de color naranja y dorado con la misma figura de flor que Luce tiene en su mejilla pero en color blanco pintado al centro.
La primera en cruzar el portal del comedor fue Luce, detrás de ella Reborn y enseguida Takeshi, los últimos dos se habían quitado las gruesas pieles que los protegían del helado viento exterior y los cargaban doblados sobre sus antebrazos dejando al descubiertos sus ropajes y armas.
Takeshi usaba una chaqueta de cuero con cuello alto de color azul oscuro con botones seis botones de plata, al final de las mangas largas se puede apreciar la camisa de lana color gris oscuro que se ajustaba alrededor de las manos como guantes sin espacio para los dedos, el pantalón es de tela oscura y gruesa, manteniéndolo en su sitio un cinturón de cuero café oscuro del cual cuelgan cuatro dagas pequeñas y dos espadas enfundadas.
Reborn trae puesta una especie de saco de cuero negro con cuello alto, la parte de atrás ligeramente más larga, ocho botones de plata en una línea recta mantenían el saco cerrado, al final de sus mangas se apreciaba una camisa de diseño similar a la de Takeshi pues la tela de lana grisácea seguía hasta formar guantes alrededor de las palmas y dejando al descubierto los dedos, su pantalón de gruesa tela negra, no hay armas a la vista, pero todos los que conocen a Reborn saben que el hecho de no ver sus armas no significaba que anduviera sin ellas.
Dato importante acerca de Reborn, el nunca esta desarmado.
El anteriormente mencionado se detuvo en seco cuando noto a los demás invitados que ocupaban las sillas en la esquina más alejada de la mesa llenando los seis espacios que estaban a los lados del asiento de honor que ocupa su hermana mayor quien apoyo sus codos sobre la mesa y recargo su barbilla sobre los dorsos de sus manos.
Del lado izquierdo de Luce están sentados tres hombres, uno de alborotado cabello color verde y ojos con mirada aparentemente desinteresada que hojeaba un libro en silencio, sobre su nariz descansaban unos anteojos redondos que ayudaban a su visión, este es Verde, el hombre más inteligente de las tierras del norte. A la izquierda de Verde se haya una persona cuya amplia y oscura capucha cubría la mitad de su rostro dejando al descubierto unos pequeños triángulos pintados en sus mejillas que contaba con esmero monedas de plata que salían sin detenerse de las amplias mangas de su chaqueta, esta persona es Viper, el gran mago de la corte, conocido en las tierras extranjeras como "Mammon" el mercader. Al lado izquierdo del encapuchado un joven adulto con alborotado cabello purpura, sus ojos ahumados con tonos purpuras, sus labios delineados con maquillaje purpura, bajo su ojo derecho pintado con purpura la figura de una lagrima, la parte derecha de su labio inferior perforado por un aro que unido a una cadena de plata llegaba hasta otro aro en la oreja izquierda del joven, este es Skull, el más joven de los generales al servicio de Luce. Skull mordía la una de su dedo pulgar derecho y su rodilla se movía de arriba hacia abajo en un ademan nervioso. Reborn alzo una de sus cejas al notar esto.
Frente a los tres antes mencionados, ocupando los tres asientos al otro lado de la mesa, justo a la derecha de Luce se encontraban la mejor amiga de Luce, Lal Mirch, al lado derecho de Lal se encuentra un hombre de corto y alborotado cabello rubio, sus brillantes ojos azules tienen una curva afilada y al mismo tiempo infantil, este es Colonello, antes aprendiz de Lal Mirch y ahora su esposo y segundo al mando. La sonrisa que Colonello le dedico a Reborn hizo que el susodicho achicara sus ojos en sospecha. Finalmente esta un hombre de largo cabello de ébano sujetado en una larga trenza que rodeaba sus hombros por completo, el hombre sonreía como un zorro que sabía un secreto en dirección de Reborn, se trata de Fon, un buen amigo de Reborn y lo más parecido que tiene a un mejor amigo.
Lo más sospechoso de todo es que los seis antes mencionados sentados alrededor de Luce traen puesto alguna clase de protección, partes de armaduras sobre las zonas vitales, Reborn podía notar que excepción de Colonello y Fon, que lo miraban con sonrisas socarronas, los demás intentaban ignorar su presencia de cualquier forma, Verde y Skull incluso sudaban disimuladamente (si es que eso es posible) mientras por el rabillo del ojo miraban a Reborn.
Reborn coloco la piel que cargaba en el brazo sobre el respaldo de la silla al otro final de la mesa, justo enfrente de su hermana, tomo asiento en dicha silla mirando a Luce directo a los ojos, la sonrisa de la señora de L´Arcobaleno se acentuó y Reborn se removió por dentro.
- Luce. – llamo Reborn con la voz más controlada que pudo para que los demás presentes no notaran su alteración – Mi reina, hermana querida, la única figura maternal decente que he tenido en mi vida. – la sonrisa en el rostro de Reborn escondía su nerviosismo - ¿Qué hiciste? –
Takeshi, que hasta ese entonces no había movido un musculo en espera de la revelación que Luce le tenía a Reborn, dio tres largos pasos hacia atrás intentado alejarse lo más posible de la posible locura que estaba a punto de soltarse en el gran comedor del castillo, la sonrisa en su rostro la perfecta mascara para el miedo que crecía en su interior.
- Takeshi. – llamo de repente Luce al protegido de su hermano haciendo que el menor diera un ligero respingo.
- S-sí, majestad. – tartamudeo un poco el muchacho ante la sonrisa de zorro de la reina.
- ¿Desde hace cuánto que el general Reborn te tomo bajo su ala? – cuestiono Luce tranquila.
- Cuatro veranos majestad. – respondió Takeshi.
- ¿Y qué me puedes decir, de estos cuatro veranos que has pasado con el general, que crees que le falta a tu maestro? – siguió su interrogación la reina.
Takeshi miro de reojo a Reborn, sopesando si responder o no la pregunta.
- Responde la pregunta muchacho. – hablo Luce con tono terminante – Frente a mi Reborn no posee ningún poder sobre ti, el será tu mentor y tu uno de sus más brillantes aprendices pero yo sigo siendo la gobernante de la tierras del norte y el general sigue siendo mi hermano menor, de cualquier manera yo mando. –
- Solo responde la pregunta, niño. – agrego Lal Mirch con aire desinteresado al tiempo que apoyaba su codo en la mesa y su barbilla en su mano.
- Necesita sentar cabeza! – soltó sin más Takeshi, sus ojos cerrados fuertemente y su postura tensa.
Reborn miro a su aprendiz como si de la nada le hubiera crecido otra cabeza.
- Vez! – exclamo Colonello desde su lugar – Tu problema es tan obvio que hasta un chiquillo de quince primaveras lo nota! –
- De que maldito problema hablas? – cuestiono Reborn ofendido en dirección del rubio.
- Tienes 25 otoños y aun soltero. – razono Lal Mirch – Eres un gran general de L´Arcobaleno, Lord Reborn "la sombra del norte" y aun no tienes herederos! –
- Lo cual es impresionante si consideramos la cantidad de amantes que has tenido. – agrego Verde todavía escribiendo – O eres realmente cuidadoso al respecto o no nos has dejado ver a ninguno de tus vástagos. –
- No tengo ningún vástago. – respondió Reborn.
- Y ese es el problema principal! – chillo Luce al tiempo que azotaba las palmas de sus manos contra la mesa haciendo que las monedas que Viper ya tenía apiladas cayeran y que el susodicho mirara mal a su reina.
De hecho todos miraron a Luce gracias a su berrinche.
- Y es por eso que te comprometí. – informo Luce mientras se cruzaba de brazos.
- Que tú qué? – Reborn miro a su hermana sin creer lo que dijo.
- Como lo oíste. – asintió Luce – Te he comprometido con el hijo doncel de Iemitsu y Nana. – informo la señora de L´Arcobaleno.
- Tienen más hijos? – cuestiono extrañado Reborn al recordar a los regentes del archipiélago de Namimori y consuegros de Luce.
- Y son adorables. – aseguro Luce – Sabrías que tienen más hijos si me hubieses acompañado a entregar a Aria el día de la boda. – reprendio Luce a su hermano.
- Perdón por quedarme y asegurarme que el reino no colapsara en tu ausencia. – señalo Reborn en tono condescendiente.
- Ese no es el punto. – abanico Luce el asunto antes de volver a tomar asiento y recuperar un poco de compostura – El punto es que te haces más viejo y yo quiero ver que tengas hijos! – azoto Luce su mano hecha puño contra la mesa – Aria está a punto de dar a luz a su primer bebé y tu aun no tienes ninguno! Tu sobrina se ha casado primero que tú, va a tener hijos primero que tú y eso me vuelve un poco loca! Así que viendo que tú… - Luce apunto acusadoramente en dirección de su hermano - … no vas a hacer nada al respecto, me toca a mí, como tu reina y hermana mayor, asegurarme de que tengas descendencia y un buen marido! Puedes agradecerme luego. –
- No recuerdo pedir tu ayuda con respecto a mi vida privada! – arremetió Reborn.
- Porque eres demasiado idiota como para notar que de hecho la necesitas! – ataco Luce.
Mientras los ataques verbales ganaban filo, metafórica y literalmente, Takeshi se fue haciendo hacia atrás en silencio, sus pasos largos y silencioso gracias a su altura y entrenamiento en combate, el muchacho en silencio cerro las puertas a las gran sala del comedor y se colocó como guardia al frente de estas. Un par de ayudantes de la cocina venían cargando lo que sería la comida del día, pero las puertas cerradas y la presencia de Takeshi al fuente de las puertas fue pista suficiente para que estos entendieran que entrar a la sala del comedor era la cosa más suicida (y probablemente la última) que harían en su vida, así que dieron media vuelta y decidieron que aguardarían hasta que su reina llamara por la comida.
El sonido de gritos, golpes y cosas rompiéndose fue ahogado por las gruesas paredes de piedra y las gruesas puertas de madera del comedor, y así duro por al menos una hora antes de que todo se sumiera en un silencio sepulcral, señal que Takeshi tomo para volver a abrir las puertas y reingresar al gran comedor. El joven aprendiz silbo por lo bajo cuando vio lo que quedo del comedor y sus decoraciones.
Cuchillos, dagas, tenedores y flechas clavadas a lo largo y ancho de las paredes y del comedor mismo, alguien volvo el comedor y lo uso como escudo, las sillas rotas, los estandartes que colgaban de las paredes destrozados o a medio quemar, marcas de explosiones y pequeñas llamaradas aun encendidas en algunos lugares, Takeshi miro detrás de las puertas y encontró aún más marcas de fuego y cosas clavadas a ellas. La apariencia de los generales y la reina de las tierras del norte también había sufrido daños, cabellos y piel chamuscados y humeantes, partes de las armaduras que usaban perdidas, probablemente terminaron siendo usadas como armas de alguna manera, el sombrero de la reina tenía una flecha clavada y marcas de quemaduras, lo mismo que el sombrero de Reborn, había marcas de cortadas en rostros y ropa, narices sangrantes y Skull tenía un tenedor enterrado en el brazo derecho, los generales y la reina respiraban con dificultad.
- Muy bien. – hablo Luce al tiempo que recuperaba la compostura, acomodo su sombrero, le quito la flecha y lo sacudió un poco – Está decidido. – asintió al tiempo que sacudía su vestido – Partirás mañana en la mañana en dirección del archipiélago de Namimori, tienes suerte de que me adelante y el barco está listo, surtido y equipado, y para asegurarme de que no te pases de listo e intentes huir a las Estepas de arena****, Fon y Colonello irán contigo a recoger al joven Tsunayoshi, por supuesto Takeshi también ira ya que es tu aprendiz y merece salir y conocer el mundo un poco más, celebraras tu compromiso en el archipiélago y para la siguiente primavera tú y el joven Tsunayoshi celebraran su boda en este mismo castillo. – explico en tono tajante Luce – Alguna duda? –
- No, majestad. – arrastro sus palabras Reborn mientras miraba a su hermana como queriendo ahorcarla.
- Bien. – la sonrisa volvió al rostro de Luce – Takeshi. – dirigió su atención la regente de las tierras del norte al joven aprendiz, el susodicho dio un respingo – Podrías por favor ir a la cocina y pedirles que traigan la comida, por favor? Todo este… - Luce miro a su alrededor admirando el destartalado aspecto del comedor - … ejercicio nos ha abierto el apetito. –
- C-claro majestad. –asintió Takeshi.
- No tengo hambre. – gruño Reborn al tiempo que daba media vuelta y salía con dramatismo del gran comedor, desapareciendo en una esquina al final del pasillo.
Takeshi miro con preocupación la dirección por la cual su maestro desapareció.
- No te preocupes. – calmo una voz al muchacho mientras una mano se posaba en uno de sus hombros, Takeshi miro a quien le consolaba, se trataba de Fon "El dragón rojo del norte".
Pero Takeshi no pudo evitar preocuparse por su maestro.
"Solo espero que quien sea este Tsunayoshi sea lo que el maestro Reborn necesita."
Pensó el aprendiz antes de dirigirse a cumplir la petición de su reina.
"Diez otoños mayor*".- Nana se refiere a que es diez años mayor y que además nacieron en la misma estación.
"Halcón sagaz**".- Una especie de ave de rapiña nativa de las tierras del norte, algunos las entrenan para enviar mensajes en distancias largas.
"Coli-belula***".- Especie pequeña de ave de brillantes colores que cambian de acuerdo a la posición geográfica, tienen dos pares de pequeñas alas que mueven a velocidades vertiginosas, son casi imposibles de atrapar, se alimentan de néctar de flores, miel y durante los tiempos de guerra se les podía encontrar alimentándose de la sangre a medio coagular de los cadáveres.
"Estepas de arena****".- Territorio ficticio usado en este fanfic situado en el gran continente (al igual que L´Arcobaleno), se trata de un territorio llano con poca vegetación similar a un desierto, los vientos, en contraste con el ardiente sol en esta zona, son fríos y filosos, la única manera de conseguir agua en este sitio es por medio de manantiales subterráneos. La única ciudad conocida en este territorio es regida por un grupo de guerreros conocidos por su brutalidad y sangre fría.
