Este FanFic lo empecé hace tiempo, cuando aún no había tanta información sobre La Leyenda de Korra; por lo que algunos detalles no coinciden con los promos. Esta es mi visión de lo que podría ser la nueva aventura del Avatar. ¡Disfrutenlo!
Prometo conspiraciones, triángulos románticos, peleas y drama, drama wuu!
Disclaimer: Avatar: la Leyenda de Korra no me pertenece. Yo hubiera hecho una secuela sobre la nación del fuego.
Tierra
Fuego
Aire…
Agua.
Mi abuela solía contarme sobre la guerra, sobre como el avatar logro recuperar el equilibrio entre el reino tierra, la tribu de agua, los nómadas aire y la nación del fuego. De cómo se reconstruyo el mundo y volvió la paz.
Solo el avatar es capaz de controlar los cuatro elementos, sólo él es capaz de guiar a los pueblos hacia un futuro digno y estable.
Han pasado 70 años desde que terminó la guerra, las naciones siguen su rumbo y los nómadas aire poco a poco somos más. De las cenizas de la guerra y los acuerdos de paz ha surgido Ciudad República, pieza clave de la unión de los pueblos; prueba de que todos pueden vivir como uno y de los problemas que esto conlleva.
Yo no conocí a mi abuelo, pero mi abuela dice que piensa en él cada vez que me ve. Yo soy una parte de él, la única nieta capaz de controlar el aire.
Una nueva avatar ha nacido en la tribu agua, una chica temeraria con ansias de probar su valía y aunque muchos piensan que sólo la paz y la tranquilidad le esperan yo sé que en más de una ocasión necesitará mi ayuda.
Avatar: La Leyenda de Korra
Capitulo 1: La chica de Ciudad
Ciudad Republica se levanta majestuosa ante los ojos de los que arriban a ella. El nucleo cosmopolita del mundo, una ciudad que no está regida por ninguna de las cuatro naciones, autóctona y autosuficiente; símbolo del progreso y la mutua cooperación. Ciudad Republica es al fin, independiente. Negro y blanco colorean la ciudad y entre su gente todo es un popurrí de colores.
En la entrada de la ciudad controlan el tráfico de gente.
- Nombre - pregunta el señor de la ventanilla
- Siaki, nómada aire – responde la tímida chica de quince años
- Nación proveniente
- Se, se lo acabo de decir…
- Nación proveniente – insiste.
- De los nómadas aire
El señor hace una pausa para voltear a ver a la chica. Bajita, blanca, de cabello castaño y corto, apenas y le cubre la cabeza. Ojos grandes. Lleva un palo de madera en su mano derecha y en la izquierda una bolsa. Vestida de naranja y amarillo, los colores propios de una maestra aire.
- Soy Siaki una de las pocas que queda – dice la niña tratando de sonar convincente.
- Bien, bien – Responde el señor sin sonar emocionado – supongo que vienes con el viejo Tianzi.
- Si, así es.
- ¿Traes equipaje contigo?
- Solo esta bolsa
- ¿Animales?
- Un lémur volador – grita emocionada mostrando al cachorro.
- Debe llevar un collar todo el tiempo y una correa al volar
- Bromea ¿verdad?
- Si no lo haces lo deportaran
- Está bien solo vuela cuando yo lo hago, es apenas un cachorro – aclara la pequeña mientras saca su pasaporte.
- ¿Primera vez en Ciudad Republica?
- Si – afirma con los ojos puestos en los altos edificios del fondo.
- Entonces no podrás volar hasta sacar tu permiso en la oficina de asuntos interiores – dijo el amargado hombrecito mientras la sonrisa de Siaki de desasía.
- ¿Permiso?
- Disfruta de Ciudad República – Dijo al fin el hombre mientras sellaba el pasaporte y se lo regresaba a Siaki junto con un pequeño collar para el lémur.
La gente detrás de Siaki la empujo hasta que estuvo dentro de las calles. Esa entrada conducía hacia uno de los transportes, líneas de tren que se extendían por toda la ciudad, cada línea tenía el nombre de un animal único y era reconocido por su icono, en cada estación convergían dos o tres líneas, así las estaciones adquirían el nombre e ícono del animal combinado. Justamente, Siaki se encontraba en la estación OsoPato.
- Bien Toto – dijo refiriéndose a su pequeña mascota, dejando la maleta en el piso y colocando el pequeño collar en el fino cuello del animal- al fin llegamos a Ciudad Republica, nos encontraremos con el tío Tianzi y le mostraremos como ha mejorado nuestro aire control y claro – respiro profundo y continuo ilusionada – conoceremos a la nueva avatar, espero que sea una persona tan genial como nuestra abuela nos lo ha contado. Tengo tantas ilusiones, esta ciudad es tan pacifica, todas las personas viven en paz y cooperan; es como el sueño de los nomadas aire, todo en equilibrio.
Aun con los ojos llenos de esperanza Siaki vio el tren llegar, la gente moverse y ella esperar. Pronto la estación se vació mientras contemplaba el espectáculo del tumulto. Bajo su mano para buscar su maleta y su mapa.
Pero no estaban.
- ¿Pero qué? – Clamo nerviosa – Toto ¿tú la viste? La deje aquí.
- ¿Todo bien señorita? – Pregunto un hombre vestido completamente de blanco, con pequeños adornos en negro y una gorra circular, el uniforme de los oficiales de Ciudad República.
- Yo, yo deje mi maleta en el suelo y después toda la gente paso para tomar el tren y cuando toda la gente se fue mi maleta ya no estaba –dijo la chica agitando sus brazos cual niña pequeña.
El sujeto la miro con esa expresión en el rostro en la que puedes ver claramente que no te creen
- Usted dejo el bolso en el suelo mientras todas las personas pasaban alrededor de usted y no se dio cuenta de que el bolso no estaba hasta que todas las personas de la estación se habían ido – repitió el guardia escéptico.
- Sip – contesto ruborizada la niña.
El guardia se froto un ojo, se acomodo la gorra y saco de su pantalón un centavo.
- Suerte pequeña – dijo poniendo el penique en las blancas manos y dando la media vuelta.
Siaki se quedo ahí, inmóvil y confundida. A sabiendas de que no podía volar y ahora tampoco confiar en extraños. La vida era más dura y mucho menos cooperativa de lo que ella pensaba. A punto estaba de llorar cuanto Toto salto de su hombro y se fue corriendo al hombro de alguien más, una silueta difusa que la había observado desde que llego.
- Descuida, no tardas mucho en acostumbrarte – Dijo la chica parada en la sombra con voz grave, pero inconfundiblemente de mujer.
Siaki volteó la vista para encontrarse con una chica alta, de brazos firmes, ropa azul, mirada profunda y tez bronceada.
- El viejo Tianzi me convenció de que no podrías llegar sola a la casa – siguió la chica mientras se acercaba y quitaba al lémur volador de su hombro- la ciudad no es amable con los recién llegados.
Siaki se quedo quieta… dos segundos.
- ¡Eres tú! ¡De verdad eres la nueva avatar! – gritaba la chiquilla mientras la abrazaba y flotaba para alcanzar su cuello-.
Korra la empujó para separarse de ella
- Sí, sí, puedes llamarme Korra.
Los ojos se Siaki eran tan grandes que apena cabían en su cara.
- El avatar – dijo con expectación - ¿Mi tío te mando para que vayamos a casa?
- Sip, eres Siaki ¿no? –dijo al tiempo que la señalaba- La casa del viejo Tianzi no está muy lejos de aquí, será más fácil ir caminando.
Korra se dio la vuelta mientras la hacía un gesto a Siaki para que la siguiera. La gente comenzaba a llenar nuevamente la estación, pasos presurosos reflejados en los pisos blancos empujaron a las dos chicas por la puerta lateral. Siaki vio la ciudad. Los edificios eran de barro y metal, altas paredes negras con ventanas blancas. Tendederos colgados, madres con bebés, negocios y vapor de máquinas inundaban la vista. Las calles anchas parecían angostas con la multitud de gente atravesándolas y las más estrechas parecían inmensas rellenadas de casas y puestos ambulantes. Siaki corrió hacia Korra, absorbió valor del ambiente y tomándola de las manos exclamo.
- Seremos las mejores amigas.
Korra no lo dudo; más su mente parecía distraída.
- ¡Ladrón! – gritaba una mujer mientras un hombre encapuchado corría por las calles con un bolso hurtado en las manos.
La gente gritaba y se quitaba al paso del que huía. Korra se deshizo de las manos de Siaki, sacó un látigo de agua de su cantimplora y derribo al ladrón. El bolso cayó justo en sus manos. La sonrisa de Siaki se clavo en su propio rostro tan rápido como una cuchilla de hielo se frenó detrás de la espalda de Korra. Un guardia vestido de negro amenazaba a la morena chica mientras otros uniformados del mismo color recogían al ladrón del piso.
- Tengo permiso para el uso del agua control en exteriores, oficial – decía Korra mientras extendía el bolso hacia la señora y mostraba una credencial sellada.
El policía reviso el documento, lo devolvió y haciendo un gesto con la gorra ordeno a todos seguir su camino. Korra disimulo la molestia y pretendió seguir las instrucciones; pero Siaki gritó.
- Permiso ¿permiso? – dijo dirigiéndose al policía - ella es el avatar puede hacer LO QUE QUIERA. Deberían agradecerle…
Korra jaló a su amiga al tiempo que la callaba con la mirada.
- El avatar sólo debe controlar lo que sucede en las cuatro naciones – contesto aquel hombre de semblante serio – y en todo caso, igual debe obedecer las leyes.
El grupo uniformado se fue.
Siaki se noto indignada y confundida; dos de los sentimientos menos favoritos de los nómadas aire, a punto estaba de armar un revuelo alrededor de Korra cuando, al voltear a verla, noto su pecho subir y bajar con intranquilidad, sus manos presionar y sus ojos azules temblar mientras maldecían el aire que acompañaba a los recién idos. No era la imagen que su abuela le había contado.
- Gracias – interrumpió la voz de la mujer salvada – muchas gracias.
Se fue junto con la pasada discusión.
Siaki y Korra siguieron caminando.
La casa de Tianzi era hermosa, hecha casi por completa de madera; des combinaba con las demás casa de metal; pintada de naranja con balcones y pasto reluciente. Un hombrecillo esperaba sentado en medio del verde campo y unas flores.
- Tío – grito Siaki mientras corría hacia el viejo Tianzi.
- Mi pequeña - respondió – ya eres toda una jovencita. ¿Cómo va tu entrenamiento?
- Muy bien, pude bajar yo sola de las montañas. Mi madre quiere saber cuándo volverás.
- Aun tengo asuntos que atender aquí – dijo mientras alzaba la vista hacia Korra – pero vamos adentro, que el viaje debe haberte cansado.
Entraron los tres a la casa. Korra dispuso el té mientras Tianzi se sentaba y Siaki los miraba a los dos ilusionada de nuevo. Tardo muy poco en descubrir que no eran muy conversadores.
- Llegué bien aquí, aunque el sujeto de la entrada es un poco antipático, dice que necesito un permiso para volar y una correa para Toto, ¿les presente a Toto? Es mi lémur volador, es muy lindo, traje bayas para que coma, mi mamá dice que no puede comer cualquier cosa. Ah, pero me robaron mi bolsa, ¿pueden creer que me robaron mi bolsa? Oh, Korra si hubieras llegado antes eso no hubiera pasado, un guardia estaba ahí pero no quiso ayudarme, creo que creyó que yo no era muy lista y él…
Siaki se sintió hablando sola.
Un momento de tensión y la risa disimulada de Korra.
- Lo siento – dijo Siaki – estoy nerviosa, mi abuela me ha contado tanto sobre ti, que yo… no sé.
- No es sobre mí de quién te ha contado – corrigió Korra.
Siaki se disculpo de nuevo.
- Seguro los aturdo.
- Sólo a mi – dijo Korra mientras terminaba de sorber el té – el viejo Tianzi tiene problemas en el oído.
Siaki volteo hacia él y vio su sonrisa complaciente. Comprendió que no la había escuchado en lo absoluto. Las dos niñas voltearon a verse y, por primera vez, rieron juntas.
- En la ciudad le dicen que le pueden poner un aparato para que escuche mejor, pero él no quiere, dice que a su pueblo no le gustan esas cosas. Que prefiere acompañarme cuando acabe mi entrenamiento a la tribu agua del norte, para que lo vea una curandera.
Tianzi se levantó y camino por el piso de madera.
- Acomodaré sus habitaciones.
Se quedaron solas en la pequeña sala.
- Y… ¿necesitas permiso para usar cualquier elemento?
- Casi siempre – respondió Korra – no son muy difíciles de sacar y hay lugares donde no los necesitas, como los parques o dojos; aunque claro, hay otros donde aunque tengas el permiso no puedes usarlos. En los restaurantes o en los hoteles sólo pueden usarlos los que te atienden, no puedes si vas de cliente.
- Eso es terrible – exclamo Siaki.
- No es tanto cuando te acostumbras y es una forma de controlar el crimen.
- ¿Hay mucho crimen en Ciudad Republica?
Korra no respondió, se levanto y dio la vuelta.
- Ya debe estar tu habitación.
Caminaron juntas por el pasillo. Tianzi las esperaba con una sonrisa al lado de una puerta, se dirigió hacia Korra y sonrió más.
- Te hará bien – dijo el viejo hombre con voz de sabio.
Siaki se asomo a la habitación mientras una gota de desencanto corría por la frente de Korra.
Una colchoneta naranja con cobijas amarillas descansaba al lado de la cama azul de la avatar.
- ¡Seremos compañeras! – grito Siaki.
La noche cayó sobre ciudad republica, más los ruidos parecían incrementarse mientras la luz del sol se disipaba de la metrópoli.
- Nunca hay tanto ruido en las montañas – dijo Siaki al notar que Korra no dormía.
- Y ¿Ya puedes controlas los cuatro elementos?
- ¿Korra?
- ¿Por qué los hombres uniformados no son amables?
- El ejerció Uki – respondió la chica al fin.
- ¿Uki?
- Es el nombre de la patrulla. Hombres y mujeres que velan por la seguridad de Ciudad Republica.
- Pero ellos deberían hacerte caso, tú deberías ser su líder Korra.
- Yo aun no aprendo los cuatro elementos
- ¿Y qué con eso? – dijo levantándose de su colchoneta- el avatar Aang enfrentaba ejércitos completos con tan solo el aire control.
Los ojos de Korra se clavaron en ella, sus ojos azules y penetrantes la miraban de la misma forma en cómo miraron antes a los hombres que se marchaban.
- Si, el avatar anterior a mí a mi edad ya había acabado una guerra y salvado al mundo y se había casado, gran cosa.
Korra cogió su cobija y se apretujo en su cama.
- Lo siento.
Ella no era, ella definitivamente no era lo que su abuela le había contado. El corazón de Siaki tembló de nuevo.
- La historia que yo cuente será más grande que la de mi abuela.
- ¿De verdad lo crees? – preguntó Korra confundida.
- Si – respondió la maestra aire sin mirarla –
- De verdad – dijo Korra – realmente seremos las mejores amigas.
Ambas se miraron al fin.
- ¿Recuerdas lo que dijo el guardia sobre que él avatar sólo gobernaba sobre las cuatro naciones? – pregunto la chica de azul-
- Si
- La gente de aquí se cree muy independiente, pero están pasando cosas extrañas en la ciudad, cosas que parece que nadie más ve.
- Este es el centro del mundo, es normal que estés aquí – dijo Siaki. Sabiendo que debía continuar tomo aire, cerró los ojos y como quien sabe que es una mala idea, continuo - mañana iré al parlamento, mi hermano trabaja ahí.
Korra se incorporó rápido.
- ¿Tienes un hermano en el parlamento? El viejo Tianzi nunca me dijo nada.
- Oficialmente vengo a verlo a él – por primera vez el rostro de Siaki mostro enfado – pero no nos llevamos muy bien y a él no le gusta decir que es descendiente directo del avatar Aang. Es, complicado.
- Conozco a la gente del parlamento, ¿cómo se llama?
- Créeme, no lo conoces, pero si algo malo ocurre en la ciudad él ha de saberlo.
Las dos chicas se miraron en medio de la noche, felices de compartir algo que nunca habían compartido con nadie.
- Gracias, Siaki
