¡Hola a todo el mundo!

Me alegro mucho de estar aquí y poder compartirles esta historia... ¿Qué más puedo decirles? Es un Astrid/Hipo, porque es mi pareja favorita desde que vi la película en el 2010. xD

Disclaimer: No soy dueña nada, DreamWorks lo es. Solo me divierto al escribir.


¡BODA!

Capitulo: El Bosque.

El bosque siempre había sido el punto de reunión de los dos. Era un lugar apartado de la tribu donde podían hablar entre ellos sin interrupciones de ningún tipo, donde no se oían más que sus propias voces y se conectaban a la naturaleza de nuevo. Astrid le gustaba el bosque, porque lo conoció gracias a Hipo.

Cuando era más joven, solamente se internaba en las partes cercanas a la tribu, donde los árboles eran frondosos y podía entrenar bien con su hacha; pero no estaba lo suficientemente lejos y podía ver a la perfección el sendero que le indicaba el camino de regreso a casa. Nunca entraba más de lo debido, primero, por temor a que la robasen los Trolls. Después, porque no le interesaba en lo más mínimo. La pequeña colina solitaria donde casi nadie iba y podía entrenar bien era más que suficiente.

Después, llegó Hipo. Ella sabía que el extraño y solitario hijo de Estoico el Vasto se la pasaba perdido entre árboles y riberas. Realmente no le importaba, hasta que, súbitamente, él se convirtió en un guerrero aún mejor que ella. Entonces comenzaron esas sesiones de espionaje en que Astrid se adentraba más a los bosques para seguirlo y, al fin, descubrir su secreto.

Concluido el drama de la Muerte Roja y cuando Hipo estuvo ya sano, volvieron a los bosques. Pero ahora veía los altos árboles con verdes vegetaciones de una manera diferente. Más como un hogar, un lugar cómodo y fresco que la abrazaba con ternura. Hipo conocía el bosque mejor que nadie, se atrevería a decir que mejor que el propio Estoico, y realmente no le sorprendía. Ella misma fue aprendiendo sus propias rutas con el pasar del tiempo.

Los años transcurren y ella estaba tan familiarizada con esos árboles, que acudía a ellos con más frecuencia de la que le gustaría admitir. Y siempre, claro, acompañada por Hipo. Él siempre vio los bosques como su refugio del salvaje e inadaptable mundo que era su propia tribu. Ahora, aunque no era ni tan salvaje ni tan diferente, seguía gustándole, porque se encontraba ahí con Astrid.

Esa tarde estaban tumbados encima de una manta, bajo la sombra de unos árboles. Chimuelo no había ido con ellos, no Torméntula. Ambos dragones prefirieron quedarse a dormir en sus respectivos establos. Así, solos al fin, los dos adolescentes veían los rayos del sol mientras charlaban de diferentes cosas.

Hipo había estado algo extraño últimamente. Se comportaba más nervioso de lo habitual y, casi podía jurar, evitaba a Astrid. Pasaba más horas de las normales en la fragua, trabajando en un proyecto que ni Bocón conocía, y por más que la rubia intentaba acercarse a él para saber la razón, él simplemente se alejaba.

Ahora tenían un tiempo para los dos y, aunque la conversación había pasado habitual y fluida, Astrid no dejaría de lado su curiosidad.

"Hipo" le dijo "Me has estado ocultando algo" no era una pregunta, era una firmación "Dime, por favor ¿Qué ocurre?"

Él la miró de reojo y después dirigió su vista hacia el cielo.

"Nada importante"

"Hipo" él conocía el tono. Era el de "No me engañas" que tanto odiaba en ella.

"Bien, te lo diré. Si me das un poco de espacio"

Ella vio cómo se ponía de pie y rebuscaba algo en los bolsillos de su chaleco. Después, le tendía la mano. Astrid se paró, aún pensando en qué estaría tramando. Él tenia una boba sonrisa que aún así no ocultaba un gran nerviosismo presente en sus dos ojos verdes. Sonrío para sí misma, le encantaba ese Hipo.

Pero, cuando se inclinó frente a ella, jadeó de sorpresa. Hipo sostenía en una mano una cajita de madera tallada-seguro por él-y un hermoso anillo de plata que tenía un diseño curioso. Conociéndolo, seguro se había pasado semanas enteras trabajando en ese anillo.

Y no se equivocaba. Hipo pensaba en los dos días que le costó encontrar la plata suficientemente pura para su trabajo; las dos semanas en que diseñó boceto tras boceto hasta dar con un modelo indicado; luego, los días de arduo trabajo colocando sus cinco sentidos en hacer bien ese anillo.

No era la primera joya que Hipo hacía, pero sí la más importante. Astrid estaba aún viendo el anillo sin saber realmente qué hacer.

"Astrid Hofferson" dijo entonces "¿Me harías el honor de casarte conmigo?"

El "¡Si!" que gritó fue prontamente opacado cuando Hipo terminó en el suelo y abrazando como podía a su efusiva novia, mientras le daba un beso llena de alegría. Se separaron para que, como marcaba la tradición, Hipo pudiera colocar el anillo en su mano.

"Esta misma noche iré y hablaré con tus padres" le dijo "Mi padre ya lo sabe, por cierto"

"Esto es… repentino" pensaba en voz alta.

Lo miró a los ojos y todo lo que pudo hace fue inclinarse, y darle otro beso.

El beso fue corto, ligero y apenas un roce. Uno que se volvió más intenso. Tanto, que las respiraciones se entremezclaron. No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a juguetear con sus lenguas en búsqueda de una competencia donde los dos iban empatando. Las manos del chico iban bajando por la cintura de Astrid, hasta posarse en sus caderas donde se mantuvieran firmes. Ella, en cambio, rodeaba los fuertes hombros de herrero que ahora tenía Hipo y jalaba ocasionalmente de su camisa, jadeando un poco contra sus propios labios por la emoción.

Buscando más dominio, Hipo fue posicionándose encima de ella. Fue lento, apenas se dieron cuenta. Pero mientras más lo iban pensando más les gustaba. De verdad les estaba encantando este juego. Sus bocas seguían completamente juntas, renuentes a separarse. Ahora, las manos de Hipo iban escalando por su abdomen, causándole una sensación de cosquillas muy placentera. Ella recorría tímidamente los brazos de su novio, deleitándose por la manera en que temblaban bajo su toque.

Pronto, el calor hizo que las ropas fueran un estorbo. Lenta y concienzudamente, Hipo fue levantando la blusa de su novia, con algo de timidez. Astrid estaba extasiada. Sintió las duras manos de Hipo, callosas por todos esos años trabajando la fragua, acariciar con delicadeza su piel. Primero sintió escalofríos, después un gran placer. Había algo en la manera de cómo la tocaba que le hacía sentir especial, aún más que querida.

No pensó más y se le unió al juego. El chaleco de piel de Hipo pronto desapareció y la camisa empezó a correr el mismo destino. Ya no era el mismo chico escuálido de antes; años trabajando en la fragua y entrenando dragones le había otorgado un cuerpo atlético y formado, no tan exagerado como el de otros vikingos, pero muy Hipo.

Pronto fue evidente la falta de aire, pues el pecho les empezaba a doler. Jadearon cuando sus labios se separaron, no por ello dejaron el abrazo. La pasión estaba actuando en Hipo de una manera que nunca antes pensó. Una que, cabe decir, Astrid empezaba a gustarle. El chico enterró su cabeza en el cuello de su novia, y depositó suaves besos encima de su pálida piel.

En respuesta Astrid gimió de placer y, después, fue bajando sus manos. Se deleitó con el duro abdomen de su novio y, antes de darse cuenta, la camisa de Hipo estaba tumbada en el césped, dejando a la vista su desnudo y fuerte pecho. Hipo sintió un poco de pena, pero pronto la olvidó cuando ella acudió a sus labios ansiosa y le acarició ciertos puntos en sus costados que le causaron una gran sensación de placer.

Estaban empezando un juego que ninguno de los dos querían dejar y, para empeorarlo, era riesgoso. Pero sus jóvenes mentes no pensaban en eso. Siguieron inclinándose más…. Y más.

Entonces, cuando la blusa de Astrid estaba por seguirle a la camisa de Hipo, una voz resonó en la mente de ambos. Una que ellos, aunque quisieran ignorar, no podían. Era simplemente más fuerte que los dos juntos.

"Wow" dijo Hipo, separándose ligeramente de ella. A pesar de seguir abrazados, sus manos ya no se movían y se miraban intensamente a los ojos "Eso si fue diferente"

Astrid se sentó, cruzando las piernas y pensando ¿Y si hubieran llegado más lejos? Definitivamente a ella no le importaba. Es decir ¡Era Hipo! Y además, se iba a casar con él.

No obstante, ese sentido de la moralidad estaba bien arraigado en el futuro heredero de Berk. Y siendo francos, en ella misma. Si había sido capaz de esperar durante ese tiempo, claro que podría soportar un par de semanas más.

¡Semanas! Por Odín, estaba a punto de casarse. Esto si que era nuevo y emocionante. Más que emocionante.

Miró a Hipo a los ojo de nuevo. Toda la emoción contenida hizo que lo abrazara, sin rastro de pasión. Fue un gesto de cariño puro e inocente.

"¡Te quiero!" le dijo de repente "Y te querré siempre"

Un corto beso en los labios.

"Bien" Hipo se puso de pie y le tendió la mano para ayudarla a levantarse "Tengo una charla pendiente con tus padres"

"Claro, señor moral"

Los dos caminaron por el sendero del bosque, nerviosos y emocionados. Sus manos seguían entrelazadas y en ningún momento se soltaron.


Ya están comprometidos. Ahora falta hablar con el padre de la novia. ¿Se imaginan a Hipo pidiendo la mano de Astrid? ¡Véanlo en el próximo episodio! :)

Y por favor, dejen comentarios.