-¡Con mi hija no, perra! -
Había gritado Molly Weasley y se enfrento, cara a cara, con Bellatrix Lestrange. Un acto de locura, que pocos abrían cometido. ¿Cuáles eran sus razones? ¿Había perdido la cordura? Bellatrix era una bruja muy poderosa, que disfrutaba con ver sufrir a los demás. Sus ojos eran negros y su mirada, ¡Su mirada! Haría estremecer hasta a la muerte. Una asesina sin escrúpulos, sin temor a nada y a nadie. Si su varita te señalaba, decidida, pocas posibilidades tenias de escapar. Su boca de serpiente, casi capaz de escupir veneno, podía pronunciar una maldición con la naturalidad de alguien que saluda. Rápida, ligera como el viento, impulsada por el odio irracional a todo aquel que osara mirarla, coronada por una mente desquiciada, perpetuo recuerdo de Azkaban. Vivía y actuaba para EL, ¡Respiraba para él! Admirada por pocos, odiada por muchos, temida por todos. Ninguna persona se atrevía siquiera a nombrarla cerca suyo, ¿Qué razones había tenido aquella mujer pelirroja para hablarle así? ¿Era valentía o estupidez? Nada más diferente que eso. Era amor, del bueno. El sentimiento más grande y poderoso de todos. Molly Weasley había actuado así por amor. Amor a sus hijos, amor a Hogwarts, amor a la vida. Cuando una persona actúa por amor, está agradeciendo el hecho de poder sentir. Bellatrix amaba a Voldemort ¿eso justifica tantas muertes? Para nada. La bruja no amaba a tan despreciable ser, solo creía hacerlo. El amor, algo tan puro y bueno, nunca causaría tanto dolor y sufrimiento. Bellatrix estaba enferma, siempre lo estuvo. Una obsesión, con algo de temor y mucha locura. Es Amor, dirán algunos. Quizá tengan razón, quizá no. En caso de ser la primera opción la correcta, son dos tipos completamente diferentes de amor. Uno puro, bello, sano. Otro, enfermo, obsesivo, negro. Molly Weasley no se equivoco al enfrentarla, porque sabía que ganaría. Su actitud fue noble. Todo esto es inexplicable con palabras, pero si con sentimientos. Molly Weasley no tenía razones para hacer lo que hiso, pero aun así, lo hiso. De todas formas, no hay que olvidar que el corazón tiene razones, que la razón, simplemente por ser lógica, no entiende
