¿Niños…Otra vez?
¡Hola! :3 me llamo Lucy y esta es mi primera historia y ojalá y la disfruten :D
DISCLAIMERS:
Negrita: susurros.
Cursiva: pensamientos.
Disfrutad la historia. :D
Capítulo 1: ¡¿Qué pasó?!
Todo pasó en un día donde cierto vampiro pelirrojo cumplía años. Ese día sus hermanos estaban inusualmente inaguantables ¡no los soportaba! Hasta Subaru, que es tranquilo. Incluso Yui estaba fastidiosa. Absolutamente el día de hoy no sería para nada tranquilo.
Para nada.
Decidió bajar las escaleras para encontrarse con una escena muy extraña.
Una guerra de comida. Entre los hermanos Sakamaki y Yui, la cual le tiró un plato de espagueti en la cara a Reiji, el cual le tiró un tomate en la cara a Kanato, el cual le tiró salsa tártara en la cara a Shuu y asi sucesivamente. E incluso voló pastel.
–¿Pastel? ¡¿MI pastel?! –se preguntó un encabronado Ayato mientras bajaba las escaleras vuelto una furia.
–¡¿Qué mierda hacen con MI pastel?! – gritó haciendo que la guerra de comida parara, menos por Raito, que le aventó un pedazo de pastel en la cara a Kanato el cual se encontraba a su lado. – ¡OJALÁ Y VUELVAN A HACER NIÑOS PARA ASÍ NO AGUANTARLOS JAMÁS! – gritó Ayato mientras se volteaba e iba muy enojado a su habitación. Decidió no levantarse hasta la noche siguiente.
…
Un castaño miraba el desastre hecho por el rubio mal teñido de su hermano mayor. Es que ¿no podían estar tranquilos ni siquiera en su cumpleaños? Pues no, Kou siempre debe hacer desastre porque él es jodido. Chasqueó la lengua enojado y fastidiado mientras bajaba las escaleras, encontrándose con Ruki regañando a Azusa y a Kou, o el dúo de idiotas como los llamaba Yuma.
–¡Por esa razón no deben meterse en el jardín de Yuma! – ¿Mi jardín? –sin dudarlo ni un segundo, el castaño se dirigió con rapidez a su querido jardín, lugar donde se encontró algo para nada lindo…
Su jardín estaba destrozado y lleno de fertilizante por doquier ¿Obra de quién? Obviamente de Kou y Azusa. Cabreadísimo se dirigió a la mansión y sin importarle nada les aventó un puñetazo en la cara a sus hermanos mayores y menor, haciendo que los tres cayeran estrepitosamente al piso.
–¡MI MAYOR DESEO ES VOLVER EN EL TIEMPO Y QUE VUELVAN A SER NIÑOS PARA NO TENER QUE AGUANTAR SUS DESASTRES NUNCA! – dicho esto subió a su habitación como alma que lleva el diablo y de un portazo dio a conocer a sus hermanos que no lo molestaran, probablemente en 5 semanas…
…
Y dicho y hecho, nuestro egocéntrico vampiro se acostó a dormir hasta la noche siguiente, la luna se asomaba para dar inicio a una noche tranquila y sin interrupciones.
O al menos eso pensó Ayato.
Del otro lado de la puerta se escuchó una risa, una risita infantil. Luego dos. Luego cuatro. Al final fueron seis risas infantiles que inundaban la habitación del vampiro. Sin embargo Ayato no les prestó atención, probablemente serían esos niños que entran a la mansión pensando que es una "mansión embrujada" o algo así, por lo tanto se acomodo nuevamente y cerró los ojos. Hasta que el chirrido de la puerta se hizo presente, seguido de otra risita infantil, solo, que esta era más "femenina."
–Etto… – sin dudarlo un segundo, Ayato volteó la cabeza rápidamente al oír esa vocecita tan dulce y suave a sus espaldas. Al hacerlo su mandíbula fue a dar al piso. Literalmente.
–C-Chinchi… ¿Chinchinashi? – es imposible, frente a él se encontraba una niña de cabellos rubios hasta los hombros y hermosos orbes rosados con una sonrisita tímida en sus labios suaves y rosados. Tenía puesta una chaqueta rosada que le dejaba descubierto los hombros, junto con un pequeño short marrón.
–¿Sabes dónde hay comida? – le pregunto tímida la niña al pelirrojo, el cual no salía de su asombro.
–C-Chinchinashi ¿eres tú? – Ayato todavía no se lo creía ¡es imposible que esta niña sea Yui! Ayer era una mujer de 17 años y ahora tiene uno añitos. El vampiro la tomó de hombros y se acercó a su cuello, embriagándose con su aroma tan inocente pero tentador al mismo tiempo.
–¡¿Qué crees que haces con Yui?! – una voz un poco más madura que la de "Yui" se hizo presente en la sala, Ayato dejo de hacer lo que hacía y al hacerlo no pudo evitar quedar boquiabierto.
Un niño de unos 10 años apareció en frente de Ayato. Este tenía cabellos rubios y ojos azules tal cual zafiros. Tenía puestos unos vaqueros marrones junto con una camiseta de vestir blanca, y miraba a Ayato como si estuviera a punto de cometer el peor pecado del mundo.
–¡¿SHUU?! – ahora su hermano mayor también era un niño, el niño rápidamente apartó a la inocente Yui, la cual estaba a punto de llorar, y la colocó detrás de él, protegiéndola.
–¡Te lo repito! ¡¿Qué crees que hacías con Yui?! – mini Shuu se veía cabreado, y Ayato se tuvo que morder el labio para evitar soltar la mejor carcajada de su vida.
–¡Shuu! ¿Qué estás haciendo? – otra voz se hizo corpórea en la habitación del vampiro pelirrojo. Esa voz fue la que colmó el vaso. Ahora sí que Ayato no se podía aguantar la risa. Detrás de Shuu y Yui se encontraba un niño pelinegro de ojos escarlatas, este tenía un trajecito de vestir así todo kawaii, con unos lentes.
–¡PFFF AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! – Ayato no se aguantó y explotó en carcajadas haciendo que a los tres niños allí presentes les salga un enorme signo de interrogación sobre las cabezas. Pero ahora que Ayato lo meditaba a fondo…
Dejo de reír.
¡Ahora tenía que cuidar a 6 críos él solo! Era como ver a Reiji vestido de pordiosero mendigando en la calle. Era algo imposible. Miro asustado y un poco enfadado a los niños allí presentes. El silencio nació, volviéndose al instante uno incómodo.
–¿Quién eres? – preguntó la inocente Yui rompiendo aquel silencio.
–¿Yo? – ahora sí que Ayato estaba jodido ¿Qué decir? ¿Qué decir…? – S-soy… un primo hermano… de C-Cordelia... ¡Sí! Eso – dijo Ayato nervioso. Los tres se miraron entre sí y le sonrieron kawaiimente a Ayato.
–Perdón por tratarte así – dijo un apenado Shuu.
–Nah, ni se preocupen – okay, eso fue raro, incluso para el propio Ayato. ¿ÉL siendo amable con alguien? ¡Por favor! ¡Ayato es la persona más antipática en la bolita del mundo! Se bajo de la cama y llevo a los tres niños a la sala, donde había tres niños más.
Uno era castaño de ojos esmeralda, con un sombrerito, una camiseta completamente negra y unos vaqueros del mismo color. Raito. Este consolaba a un niño pelimorado de ojos de similar color. Este traía un chalequito negro con bordes rojos y un osito de peluche con un parche en el ojo. Kanato. Lejos de ese dúo, en un lugar apartado se encontraba un niño de cabello rosa pálido y ojos escarlata, como los de Reiji. Este tenía una camisa blanca rasgada y un chaleco negro, igualmente, rasgado. Junto con unos vaqueros negros. Subaru. Ayato suspiró con fuerza mientras confirmaba su peor sospecha.
Sí, sus hermanos eran unos niños… de nuevo.
…
Se levantó aún sintiendo arder las venas. Tenía tanta rabia en esos momentos que por un momento le dieron ganas de tomar una pistola y dispararle a sus hermanos. Pero los vampiros no mueren así de fácil. Un amargado Yuma se levantó un poco extrañado ya que Ruki no lo llamó para desayunar. Pero, con su pie pisó algo filoso.
Un cuchillo. El cuchillo de Azusa.
–¡Azusa! – llamó a su hermano enojado, pero éste no respondió. – ¿Azusa? – extrañado fue a la habitación del menor, dónde encontró algo sorprendente.
Toda la habitación del menor de los Mukami estaba completamente desordenada, había juguetes por doquier, la cama volteada y pegada a la pared, y lo que preocupó aún más a Yuma, era que había una daga de plata (material que es capaz de lastimar o incluso matar a un vampiro) tirada en el suelo, con la sangre de su hermano.
¡Mierda Azusa!
Salió de la habitación mientras corría por la mansión gritando los nombres de sus hermanos.
–¡KOOOUUU! ¡RUUUKIIIIII! ¡AZUSAAAAA! – fue al patio trasero, al comedor, al balcón ¡no estaban en ninguna parte! se detuvo un momento a reflexionar, nuestro querido gigantón se dio cuenta de una cosa.
El único lugar donde no había buscado era en su habitación.
Subió corriendo las escaleras y la abrió de un portazo. Encontrándose con un niño de cabellos verde oscuro y ojos de igual color, hecho una bolita en la cama de Yuma. Este niño parecía tener unos 7 años.
–¡¿AZUSA?! – Yuma quedó en blanco un momento en el marco de la puerta. Pero salió de su trance cuando confirmó sus sospechas.
Uno, sí ese era Azusa. Y dos el niño tenía una herida profunda en el brazo hecha con la daga de plata en su habitación. Yuma se acercó con cautela y se arrodilló junto a mini Azusa. El cual se alejó de él con las pupilas dilatadas, obviamente asustado.
–Tranquilo Azusa, no te haré daño – dijo Yuma preocupado al recordar que, a esa edad, ellos no poseían sus poderes vampíricos. Por lo tanto la herida no se curaría por sí sola. – Eh… Eh… – Yuma no conocía nada que tenga que ver con medicina. Cargó a Azusa en brazos mientras salía de la mansión. – ¿Quién hizo esto Azusa? – le preguntó al niño el cual empezó a llorar en el pecho de Yuma. el niño musitó "Unos lobos" cosa que dijo con voz débil e inaudible (que si no fuera por el súper oído que poseía Yuma, no lo hubiera oído).
–Tsukinamis –ese fue el primer nombre que le vino a la cabeza al castaño. Yuma se teletransportó a casa de sus "primos", en medio de un suspiro cruzó la entrada y tocó la puerta de la gran mansión.
–¡Yo voy! – una vocecita muy infantil se escuchó del otro lado de la puerta, extrañando aún más a Yuma.
¿Desde cuando los Sakamakis tienen niños? Podrían ser adoptados, a menos que la cerda...
Sacudió la cabeza para sacarse la idea de que Yui haya quedado embarazada de alguno de esos pendejos.
Cuando abrió la puerta Yuma tuvo que mirar al piso, hablando literalmente. Frente a Yuma se encontraba Yui, o la "cerda" como le decía él. Solo que en versión chibi. Con las mejillas teñidas de rosado y una sonrisita tímida.
–¿Quién es usted, señor? – la ternura y la timidez a la hora de hablar de Yui derretiría a cualquiera. Pero no eran momentos para derretirse por la kawaiiedad de una niña, Yuma tenía que encontrar a sus dos hermanos mayores.
Y pronto.
–¡Shuu! – llamó al mayor de los Sakamaki, pero en vez de aparecer el típico adormilado Shuu, se encontró con una versión aniñada de este.
–¿Quién eres? – preguntó haciendo que Yuma vuelva a quedar en blanco. Pero reacciono cuando vio al único "adulto" allí.
–¿También te pasó? – le preguntó Ayato inexpresivo al Mukami.
–Sep, pero Kou y Ruki desaparecieron – respondió Yuma – ¿los has visto?
–No – luego de decir esto ambos clanes (o al menos lo que quedaba de los dos) se sumaron en un silencio incómodo, incluyendo a los siete niños allí presentes.
–¡Oh sí! – Rompió el silencio Yuma – ¿Dónde está su botiquín? – en estos momentos era cuando Ayato se dio cuenta que Yuma traía en sus brazos a un mini Azusa herido.
–¡Yo me ocupo! – Yui alzó el brazo emocionada, y dando saltitos fue por el botiquín. Cuando volvió con mucha delicadeza se dedicó a curar la herida del Mukami, el cual muy sonrojado agradeció a Yui.
–Vale… ya llamé a nuestro padre – dijo Ayato, haciendo que Yuma de un respingo.
–¡¿Qué hiciste qué?! – le preguntó sacudiendo bruscamente a Ayato.
–Que llamé a nuestro padre. ¿La altura no te deja escuchar, Titán? – le dijo burlesco Ayato al castaño.
–¡No es momento para bromear desgraciado! – Gritó un Yuma desesperado – ¡Kou y Ruki desaparecieron siendo unos niños! ¡UNOS NIÑOS MALDITO SAKAMAKI! – Ayato nunca en su vida había visto a Yuma tan desesperado. Okay, esta mañana él mismo quería matar a sus hermanos, pero era una mentira cegada por la rabia. Suspiró con fuerza para calmarse y se alejó de Ayato, el cual estaba mareado de tanto ser zarandeado.
El timbre volvió a sonar.
–¡¿Qué cojones está pasando aquí?! – preguntó un alterado Karl Heinz al ver a seis de sus hijos siendo niños de nuevo.
–¡¿Y qué mierda voy a saber yo Karl?! – le gritaron Yuma y Ayato al unísono. Todos los niños se escondieron detrás de ellos dos, asustados por el repentino grito del adulto.
–¡Subaru-kun! – una muy alterada Christa se hizo presente en medio del desmadre.
–¡Mamá! – dijo un Subaru sorprendido y un poco asustado por la "visita" de su madre.
–¡¿Qué te ha pasado hijito?! – Christa se veía muy alterada y Subaru muy asustado.
–Christa, lo mejor será dejarlo por ahora – le dijo un coqueto Karl al oído a Christa, haciéndola sonrojar. (N/A: aquí va a ver Karl x Christa. ¡Si no gustan no lean! Quedan advertidos 7-7)
–H-hai…
–Vale – dijo Karl llamando la atención del pelirrojo y del castaño. – ¿Me pueden explicar que está pasando aquí?
–Yo que voy a saber – respondió Ayato indiferente.
–¡Oye Karl! – Lo llamó Yuma – Ruki y Kou desaparecieron siendo unos niños.
–¡¿QUÉ?! – y de nuevo, Karl gritó asustando a los siete niñitos. En medio de eso, una asustada Yui se acerca a Karl y lo hala del abrigo.
–S-señor, ¿podría dejar d-de gritar? – dijo Yui sonrojada.
–¡¿EVA?! – gritó Karl chibi poniendo una cara de terror – ¡¿Porqué metieron a Eva en esto?! – con ese grito, Yui salió corriendo y se refugió en las piernas de Ayato.
–¡¿Y cómo quieres que lo sepa?! – gritó él pelirrojo.
–¡Ah pues ni sé! – respondió Karl.
–¡¿Podrían dejar de gritar?! – gritó un enojado Yuma.
–¡CÁLLATE YUMA, NO TE METAS! – gritaron Karl y Ayato al unísono en estado chibi con cabezas gigantes y miradas tenebrosas, haciendo que Yuma le salga una enorme gota de agua en la frente. En medio de la pelea entre los dos vampiros, Yui se posó en el medio del gran salón, tomó mucho aire y gritó con fuerza:
–¡YA CÁLLENSE QUE ASUSTAN! – el grito fue tanto así que hizo que hubiera silencio en toda la mansión. Ayato parpadeó varias veces, incrédulo. ¿Esa era la inocente Yui de unos momentos? Por un momento se le vino a la mente la imagen de una Yui de 17 años gritando. Y sin darse cuenta, sonrió bobaliconamente.
–¿Y ahora de que te ríes? – preguntó Karl al ver la sonrisa de idiota en su hijo.
–¿Ah? De nada, no importa – dijo Ayato serio pero con las mejillas teñidas de rosado.
Karl, Yuma, Christa, y todos los niños (incluyendo a Yui) le miraron pícaramente.
–Habla hijo – dijo Karl – ¿Quién es la chica?
–¡¿EH?! – ¡Qué repentino cambio de tema! –Pensó Ayato mientras todos le miraban de manera pícara – ¡No es nadie!
–¿Quién te gusta Ayato-nee? – le dijo de manera tierna (creo que demasiada) Yui a Ayato. Haciendo que él y Yuma se cubran con el antebrazo la nariz, para evitar explotar en un súper sangrado nasal.
–¡No se desangren! – dijo una voz burlona desde la puerta. Yuma reconoció esa voz al instante, y con velocidad inhumana lo aventó, sorpresivamente, en la pared, quedando a solo centímetros de distancia. (N/A: ¡YAOI! *-* okay no :v)
–¡¿Qué mierda te pasa conmigo Mukami?! – gritó un sorprendido rubio. Este tenía los ojos dorados, con gafas de montura azul y un parche negro en el ojo izquierdo, junto con un niño de cabellos blancos y ojos dorados, este tenía una bufanda negra que le cubría toda la boca.
Los Tsukinamis…
Continuará...
¡Tada! La verdad es que me gustaría que me dieran su opinión, ya que soy nueva en esto.
¿Review?
Lucy-chan (consta que pueden llamarme así si gustan ^^)
Ambas: BYE, BYE =3
