Era una mañana sombría cuando tres jóvenes esperaban fuera del castillo de Swanhill al resto de su grupo de expedición; ellos eran Seyren Windsor caballero de Prontera recién ordenado, su porte era arrogante mientras alisaba los extremos de su capa al lado de su peco peco.
- Están tardando demasiado en llegar - dijo mientras mesaba su platinada cabellera que solía usar mas larga de lo que lo permitían los preceptos de su orden-

- El viaje desde Gefenia es largo y lo sabes- Le replico Cecil Damon, cazadora de Payon mientras acariciaba un joven halcón de color dorado que acababa de posarse en su hombro.

- Lo podéis ver, ya se acercan- Dijo a su vez la joven sacerdotisa Magaletha descendiente de los reyes de Rune- Midjegard y heredera de la corona del reino señalando dos siluetas que se acercaban poco a poco envueltas en la bruma.

- No se si sea buena idea unirnos a este grupo Kath- susurro el joven de cabellos azules y ojos grises- No debí haber salido de Morroc-

- Tranquilo primo, estaremos bien, además prometiste cuidarme y nunca has dejado de cumplir lo que me prometes- le respondió la aun mas joven hechicera sonriente al ver a su primo tan nervioso.

- Espero no tener problemas como este en lo futuro- fue la bienvenida del caballero - me gusta la puntualidad.-

- Lo sentimos- susurro la hechicera- el viaje es largo y los caminos difíciles-

- Descuiden, Seyren suele exagerar muchas veces- replico la cazadora mientras la sacerdotisa observaba turbada los calidos ojos grises del joven que a su vez recorrían con la vista el camino que habían recorrido el y su prima - Soy Cecil, y ella es Magaletha, mucho gusto en conocerlos; a Seyren ya lo conocen-

- Yo soy Kathryn, y el es mi primo Eremes, encantados de conocerlos- sonrío la sacerdotisa al oírlos nombrar, mientras veía al joven Eremes sonrojarse mientra saludaba con una ligera inclinación de cabeza que se vio interrumpida cuando sin quererlo se abrió la capa que portaba y dejo caer algunos guanteletes de extraño aspecto.

- Lamento este incidente - susurro Eremes mientras se agachaba a recoger sus guanteletes y tanto Cecyl como Magaletha se sorprendieron de la timidez de su voz, muy distinta de la imagen que se habían formado de el al verlo.

- ¿Que son esos guanteletes?- pregunto Cecyl tomando uno de ellos lo que hizo que una hoja llameante saliera de el asustándola y dejándolo caer.

_ Con cuidado- susurro Eremes- no son guanteletes, son katares; ese es el del fuego ardiente; ¿No la lastimo?-

_ N-no, es solo que nunca antes había visto un arma como esa-

_descuida Cecyl- sonrío la hechicera- pocos conocen las armas que usan los asesinos y menos aun siguen vivos; pero Eremes aunque hábil, rara vez los ha usado-

- Así que un asesino- respondió Seyren desenfundado su arma- uno de los preceptos de mi orden es encerrar asesinos o matarlos si se resisten al arresto, así que en nombre de la autoridad que me da el reino de Rune-Midjegard os pongo bajo arresto, vendréis de buena gana o por la fuerza- dijo mientras se acercaba a Eremes con la espada en alto.

Lo sucedido después no fue posible que las tres jóvenes que los veían con ojos temerosos se percataran; solo se dieron cuenta de que Eremes pareció desaparecer en el aire y unos segundos después Seyren estaba en el suelo, su espada rota, su rostro enrojecido de rabia y humillación y con una hoja de katar a cada lado de su cuello.

- Si estos son los guardianes del reino, no me extraña que halla tantos monstruos libres en el mundo- replico Eremes mientras lo observaba con esos ojos grises antes tan calidos y que parecían dos trozos de hielo.

Kath, no podré cumplir mi promesa de cuidarte en este viaje, regresare a Morroc- susurro Eremes- espero volver a verte con bien- dejo en el piso a Seyren y empezó a alejarse.

- P-por favor, no se vaya así- susurro Magaletha alcanzándolo-

- Es verdad primo- siguió Kathryn- sabes que debes cuidarme y no puedo regresar a Geffenia sola-

-Además de que necesitamos que alguien me ayude a hacer reconocimientos, no puedo usar siempre a Wingdam- pidió Cecyl señalando a su halcón.

- En especial ahora que ha visto o dejado de ver que tres mujeres solas no pueden depender solo de un caballero- dijo Magaletha- aun cuando se trate de mi prometido- una nube paso tan rápido por los ojos de Eremes ensombreciéndolos pero fue tan rápido que ninguno de los presentes se percato de ello- además de que quiero creer que no todos los asesinos son malos-

Eremes contemplo a las tres jóvenes mientras meditaba lo que le pedían- Los asesinos tenemos una misión por demás peligrosa, vivimos entre la luz y la sombra, por eso nos ocultamos dentro de la misma oscuridad, para detenerla; pocos se atreverían a entrar a donde nosotros lo hemos hecho y a pesar de nuestras buenas intensiones- su mirada se ensombreció- muchos han elegido el camino de la oscuridad, esos son los asesinos que debes detener caballero, no a los que tratan de ayudarte, así sea desde las sombras o a plena luz del día, nuestro único deber y deseo es detener al mal, aunque a veces nos lleve a perderlo todo- la mirada de Eremes se lleno de tristeza- muchos de ellos eran mis amigos, con los que crecí y me críe- su voz tornose a la vez triste y amarga- eso incluyo a mi mejor amiga- Kathryn se sobresalto y con las manos en el pecho y los ojos llorosos se acerco a su primo.

- ¿Eremes, te... te refieres a... a Wickebine? - el joven asesino asintió con tristeza mientras una lagrima solitaria caía al suelo- debía detenerla- susurro tragando saliva, mientras los recuerdos hacían que palideciera poco a poco- llevarla a las autoridades, pero falle, en ... en mi intento por atraparla; yo... yo la mate..., la sangre de mi mejor amiga esta en mis manos- su voz y mirada se volvieron atormentadas- por mi falta de habilidad, tuve que matar a mi mejor amiga y nunca podré perdonármelo-

Las tres jóvenes lo observaban con sincera lastima al ver al asesino sufrir todavía por la muerte de su amiga, mientras el caballero se levantaba y tras observar su espada rota, recogió los trozos y dando media vuelta se alejo del lugar susurrando para si mismo

- Esto no se quedara así, nadie me humilla a mi el futuro rey de Rune, y vive para contarlo, -