Un repulsivo hedor que proviene de la negrura de la oscuridad de aquel sombrío y húmedo túnel se expande lentamente hasta llegar a sus fosas nasales.

De allí, cinco cadavéricos hombres hacen su aparición y Midoriya se contrae, demasiado asqueado y arisco como para seguir avanzando.

Todoroki advierte su pánico.

—Izuku. —susurra, llamándolo por su nombre, pues es su pareja y lo cree necesario. —Son sólo ilusiones, sólo intentan asustarnos.

Él también está asustado.

Es una persona y tiene sentimientos, tiene reacciones.

El miedo se propaga de manera lenta por todo su cuerpo y un escalofrío recorre su espina dorsal.

Midoriya sonríe débilmente. La peste nauseabunda que se huele por el lugar lo desconcierta; es demasiado intensa. Un nudo en el estómago que avecina un mal momento se hace presente.

—Sólo ilusiones. —repite, y eso logra tranquilizarlo un poco. —No pueden hacernos daño.

—Exácto. —responde Shoto, gélido, aparentemente calmado, intentando otorgarle una vaga confianza a su pareja y secretamente a él también.

Midoriya le tiende la mano y Shoto la acepta.

De repente, todas las inseguridades que yacen en sus corazones parecen apaciguarse un poco.

Las viejas paredes de aquel pobre túnel comienzan a vibrar fuertemente, sorprendiéndolos a ambos. Izuku puede jurar que pedazos de la gastada pared han caído a causa del movimiento.

—Éste viejo túnel va a caerse tarde o temprano…

—Menudo lugar en los que han decidido esconderse éstos villanos. —responde Todoroki.

Está molesto.

Lo único que desea es irse de aquel putrefacto lugar a su cálida casa junto con la persona que ama.

—Nos han tendido una buena trampa, probablemente ya hayan escapado, y si nosotros no lo hacemos dentro de poco… por como van las cosas…

—Vamos a escapar sanos y salvos, Izuku, nunca lo dudes.

A pesar de la situación, Midoriya no puede evitar darle un corto beso.

—Avancemos. —susurra Todoroki sobre los labios de Izuku.

Ambos vuelven a dirigir sus miradas hacia los falsos cadáveres y lentamente se dirigen hacia ellos.

Al atravesarlos, se desvanecen, como si sólo estuvieran hechos de humo blanco, aunque ambos pueden jurar que la sensación que dejan en el cuerpo es extraña y hasta agotadora.

Las paredes del túnel comienzan a vibrar repentinamente de manera fuerte y constante; incluso un gran pedazo de pared se ha desprendido de ella.

—Shoto…

Susurra, asustado.

La oportunidad de salir de allí con vida se va alejando lentamente. Lo único que puede hacer Todoroki es apretar la mano de Midoriya aumentando su fuerza. Ambos héroes continúan su trayecto; las pisadas de las ratas pueden escucharse a lo lejos y el ruido que hacen las cucarachas al caminar por las paredes retumba en sus oídos.

Las paredes siguen vibrando.

—Tiene que ser un quirk…—murmura para sí Midoriya y Todoroki lo observa.

La vibración aumenta.

El polvo del techo cae paulatinamente y el agua sucia y contaminada que cubre sus pies comienza a moverse y a salpicar de forma leve.

—¡Va a derrumbarse!

Shoto sostiene firmemente la mano de Izuku a la vez que comienza a correr con toda la velocidad que le es posible. No sabe hacia dónde, sólo quiere irse de allí.

Su corazón late con fuerza y la adrenalina comienza a llenar hasta los más escondidos rincones de su cuerpo.

—¡Corre!

Grandes pedazos de pared van cayendo y todo parece ir en cámara lenta.

Los gritos.

La desesperación.

Las ratas corriendo de un lado al otro a causa del nerviosismo; los chillidos que sueltan de vez en cuando.

—¡Izuku, cuidado!

Midoriya cae al agua.

Desde el suelo, puede observar como una enorme roca proveniente del techo cae sobre la cabeza de Todoroki.

—¡SHOTO!

Grita, desesperado.

Izuku se levanta, resbalándose en el acto por la rapidez del momento.

—No, no, no, no, no.

Las lágrimas comienzan a caer de sus ojos.

Éstas, casualmente caen sobre la mirada inerte de Todoroki.

El agua que anteriormente estaba de un color oscuro comienza a teñirse de un rojo carmesí.

—Por favor, no…

Y de pronto, todo se vuelve oscuro.

El viejo túnel ha caído.


Midoriya abre los ojos.

Siente frío.

Solo una fina sábana cubre su cuerpo.

Le cuesta respirar, le cuesta hablar.

Gira con dificultad su cabeza y al lado suyo se topa con otra camilla. Allí se encuentra Todoroki; sus signos vitales dan a entender que está vivo.

Sonríe.

Sus ojos comienzan a ponerse vidriosos y su vista borrosa. Levanta su brazo y con su mano toca los dedos de su pareja.

Lo único que puede hacer ahora es esperar a que ésta despierte y así, poder darle un beso.