Hola. Yo les había dicho que esta era una posibilidad, quizás para algunas el final fue el de la primera parte, pero para quienes quieran seguir, acá está la segunda parte.

No es un capricho de este intento de escritora que no es capaz de dejar ir su historia favorita, si comienzo con esta nueva aventura es porque creo que tengo un argumento para hacerlo. Uno que espero les guste tanto como el primero.

Eso. Nuevos conflictos, nuevos personajes ¿Nuevos amores?. Las ánimo a descubrirlo!

Nota: Los personajes de Glee no me pertenecen.


Capitulo Uno: Regreso

Paris, 2019.

-No me dejes- Dijo la Rubia con congoja en su voz-.

-No te estoy dejando…sólo necesitamos un tiempo separadas, para aclarar si verdaderamente queremos pasar el resto de nuestra vida juntas- Contestó la morena, intentado con todas sus fuerzas mantener su decisión-.

-¿Cuánto tiempo?- Preguntó sin abandonar el sofá donde se ubicaba con los codos en sus rodillas y las manos en su rostro-.

-No lo sé…pero estoy segura que nos hará bien-.

-¡No!...no estás segura, sólo quieres alejarte de mí…tú eres lo más importante en mi vida Santana, no puedo dejar que te vayas-La rubia se levantó y abrazó a la latina sin querer dejarla ir-Nos costó tanto estar juntas, por favor no renuncies a lo nuestro…

-Creo que no estoy segura de eso Britt…a veces me siento ajena a tú vida, y necesito este tiempo para volver a creer en nosotras, te amo, eso nadie lo cambiara…pero…-.

-¿Es por las giras?...estaré más en casa, lo prometo, pero por favor no te vayas, este es nuestro hogar, somos una familia, San…-.

-Britt…no te estoy dejando, por favor entiende eso, pero no podemos seguir así…desde hace un tiempo que es cómo si viviéramos dos vidas separadas compartiendo un mismo techo, usa también estos meses para saber si aún me amas, si me extrañas o sólo estás acostumbrada a tenerme aquí- Explicó pacientemente la morena sin soltarla-

-Sé que esto es mi culpa…pero yo nunca he dejado de amarte- Le dijo cómo último recurso para mantenerla a su lado-.

-Ni yo…-. La morena rompió el abrazo lentamente, deposito un pequeño beso en sus labios, tomó su maleta y desde la puerta le dio una última mirada a su novia, sin duda era doloroso, pero dentro de ella, sabía que era lo mejor para ambas-.


Santana despertó entre recuerdos, se sobresaltó al no reconocer el lugar, estaba desorientada y segura que no era la cálida cama que compartía con su novia en Paris. Pero al ir abriendo más los ojos, lo recordó. Iba volando de vuelta a Estados Unidos después de siete años de vivir en Europa.

Había una diferencia con los viajes que realizó a visitar a sus padres o a Quinn, este definitivamente no tenía fecha de retorno.

En sus planes estaba primero ir a Nueva York, donde la esperaba Quinn, y después tal vez iría a Lima a visitar a sus padres, pero nada estaba claro, sus pensamientos eran confusos y por supuesto guardaba una pena con la que le era difícil lidiar. No se arrepentía de su estadía en Paris, pero en ese momento no podía dejar de pensar en que el viaje de vuelta era muy diferente al que había hecho hace ya siete años.

Se fue con esperanzas que se fueron rompiendo y con un amor que el tiempo no había favorecido. Ya no era la niñita de 18 años que se fue dejando todo atrás, hoy ya era una mujer que había madurado lejos del hogar y había hecho su propio camino.

Estando en Paris, se había profundizado su amor por la moda. Se había dado cuenta que era una expresión de arte más que inundaba cada calle de esa luminosa ciudad. Por lo que no dudo en ingresar a una academia de diseño de modas, ahí descubrió que tenía un talento innato, ayudado por su carácter decidido y un impresionante buen gusto que había pulido desde su adolescencia. Sus profesores no se cansaban de decirle que tenía un futuro brillante por delante.

Y así fue, con dedicación y esfuerzo, se fue ganado un lugar, sumado a que Brittany pasaba de gira, toda su atención fue hacia su carrera. Pasó de ser una más entre tantas jovencitas con ilusiones a hacerse un nombre en Francia, a ser realmente una promesa, con exitosos diseñadores pidiéndole que trabaja con ellos, sin duda, en ese aspecto no tenía por qué quejarse, amaba su trabajo, se consideraba afortunada y exitosa por lo que a su corta edad estaba logrando.

Pero eso no fue suficiente para retenerla. Era sólo una parte de su solitaria vida en Paris. Los primeros cuatro años habían sido de ensueño, compartían un departamento pequeño pero acogedor, cerca del centro de la ciudad, Brittany iba a sus clases y Santana se dedicó a aprender el idioma a la perfección. Una que vez que ella también ingresó a la academia, la que llegaba antes preparaba la comida y juntas disfrutaban intercambiando sus experiencias del día. Eran felices, demasiado. Santana se sentía completa, pero con el pasar de los años las cosas se fueron deteriorando, Brittany pasaba cada vez más tiempo fuera de casa, primero eran días, luego semanas, y los últimos dos años, ya eran meses los que la latina debía pasar sola, mientras su novia estaba gira.

Santana nunca le reclamó, pero ese sentimiento de abandono fue calando hondo en su corazón. No era egoísmo de querer tener a la bailarina sólo para ella, era simplemente que con el pasar del tiempo se sentía cada vez más fuera de su vida. Cuando salían, no conocía ni a la mitad de los amigos de Britt, y en las fechas importantes por lo general la bailarina estaba en algún país muy lejos del hogar. Soporto en soledad un aniversario, un cumpleaños, acción de gracias, y luego dos, tres, pero cada ausencia, fue trizando su amor, cada te amo dicho por teléfono resultaba menos creíble. Cada una de sus caricias más esporádicas. Ya no la sentía suya.

Deseaba con todo su corazón que Britt cumpliera sus sueños, como lo estaba haciendo, pero ya no aguantaba la soledad. Sentía que era como estar soltera otra vez, además la rubia muchas veces se mostraba casi desinteresada por lo que era su vida o así lo sentía la latina.

Ese cúmulo de situaciones la hizo querer tomarse un tiempo, decidió que necesitaba unos meses lejos de Britt y Paris. Así que aceptó la invitación de Quinn para visitarla en Nueva York, era la única amiga que conservaba desde la escuela, la única que la había visitado en Paris y la que podría entender por todo lo que estaba pasando.

Observaba por la ventana como ya estaba sobrevolando la ciudad, "de vuelta en casa", pensó, y aquel reflexión le produjo un ataque de ansiedad, hace mucho tiempo que no pisaba suelo americano.

Su equipaje era de considerables dimensiones, sin duda era una de las ventajas de trabajar en la industria de la moda, su closet había adquirido dimensiones estratosféricas, además traía algunos regalos para Quinn. Fue a buscar sus maletas y camino lentamente, como reconociendo cada centímetro de ese aeropuerto. Los años no habían pasado en vano y aunque su imagen no había cambiado mucho, en su interior sabía que era una persona muy diferente. No era una niña, ahora era toda una mujer de veinticinco años.

No tuvo que buscar mucho, cuando entre la multitud vio a una hermosa rubia que ahora lucia el cabello corto, casi como lo tenía es su último año de secundaria, vestía un elegante traje en tonos turquesa, que hacía lucir su piel con un brillo especial y sus ojos verde esmeralda resaltaban más, le hizo un gesto de saludo y se abalanzó con alegría a los brazos de su mejor amiga.

-¡Bienvenida! ¡No sabes cuánto te he extrañado!- Exclamó una emocionada Quinn, quien no soltaba a Santana-.

-¡Yo también te extrañe!...gracias por recibirme aquí, necesitaba volver a casa-Contestó la latina abrazándola más fuerte-.

-Eres mi mejor amiga y puedes quedarte el tiempo que necesites, además tú también me recibiste en Paris- Expresó ayudando a Santana con su equipaje-.

-Gracias Q-.

-¿Qué rayos traes aquí? ¿Asaltaste a Louis Vuitton acaso?- Preguntó la rubia riendo-.

-Algo así…pero fui buena amiga y también robe algo para ti- Expresó siguiéndole el juego-.

-Que considerada me acabas de hacer cómplice de un delito, no llevas ni diez minutos en Nueva York y ya me quieres meter en problemas- Dijo Quinn no pudiendo evitar las carcajadas, extrañaba tanto eso, a su amiga, con quien podía bromear y con quien también podía llorar desconsoladamente-.

-Extrañaba tus estupideces Fabray- Expresó la latina-.

-Y yo tu amabilidad López- Respondió la chica-.

Quinn pasó su brazo por los hombros de Santana abrazándola cariñosamente, para dirigirse a su auto. De ahí iban a ir a comer algo, puesto que había sido un vuelo largo y agotador así que necesitaba recuperar fuerza con algo de comida que no viniera enlatada o con ese sabor extraño que tenían las de los aviones.

Optaron por un restaurant de comida Italiana, la rubia sabía que era una de las favoritas de su amiga.

-Entonces ¿Cómo va el trabajo?- Preguntó Santana mientras esperaban que llegaran sus órdenes-.

-Bien...ajetreado, esto de la publicidad es estresante, tienes que tratar con todo tipo de personas, me refiero a que si sólo a uno de los idiotas dueños de las cuentas no le gusta lo que haces, debes rediseñar toda la campaña y eso suele estresarme-.

-Eso me suena a que no estás muy contenta con tu trabajo- Comentó la morena-.

-Me gusta…estudie para esto, pero siento que me gustaría trabajar en algo que de verdad creyera, en dónde tuviera más libertad creativa, no tan limitado artísticamente… ¿No sé si me entiendes? - Respondió la rubia-.

-Lo entiendo…-Expresó de inmediato- A la perfección- A ella, le pasaba lo mismo en cuanto a que muchas veces quiso exponer su trabajo, sus diseños y no siempre trabajar en los de otro-.

-¿Y Britt?- Preguntó de repente Quinn- Nunca habías viajado sola antes-.

Santana había olvidado que no le explicó a Quinn los detalles de su viaje, simplemente le había dicho que necesitaba unos días de vacaciones en Nueva York.

-Mmm…- La latina comenzó a jugar nerviosamente con la servilleta, sin mirar a su amiga-.

-¿Pasa algo San?- Preguntó preocupada-.

-Las cosas no han estado bien Q…yo decidí alejarme por un tiempo- Respondió escuetamente-.

-¿Qué significa eso? ¿Acaso rompieron?- Volvió a preguntar con algo de angustia-.

-No lo sé Q…le pedí que me diera un tiempo para estar sola-.

-Pero… ¿por qué?...pasó algo, ¿te engañó? ¿O algo así? …las relaciones no terminan por qué sí- Expresó la rubia aguardando una respuesta-.

-Nadie engañó a nadie, pero las cosas ya no eran como antes, estábamos absolutamente desconectadas, era como si lo único que compartiéramos era el departamento, ya no me sentía parte de su vida Q, y fue más doloroso darme cuenta de eso, de que si me hubiese engañado…-Explicó Santana sin poder evitar que una lágrima cayera lentamente por su mejilla-.

-Lamento escuchar eso San, tú dejaste todo por irte con ella a Paris, estaban tan enamoradas…-Expresó la rubia intentando consolarla-.

-La sigo amando Q, sólo que las cosas no son tan simples, espero que este tiempo ayude…-.

-Puedes quedarte todo el tiempo que necesites conmigo, tú lo sabes, me encanta tenerte aquí, San- Dijo la rubia para levantarle el ánimo-.

-Gracias…yo…necesito de mi mejor amiga ahora-.

Las chicas comieron disfrutando de una charla llena de recuerdos, y sus experiencias del último tiempo que habían dejado de verse. Después salieron para dar un paseo por las calles de Nueva York.

-¿Y tú no debes volver al trabajo?-Preguntó la latina-.

-No, pedí el día libre- Respondió-.

-¿Me debo sentir alagada?-.

-Así es, quería pasar todo el día con mi mejor amiga que está de vuelta-.

Muy pronto Santana le pidió a Quinn que volvieran al auto para emprender rumbo al departamento que la rubia tenía en el centro de Nueva York. Cuando entraron Santana se dio cuenta que ese lugar estaba decorado exclusivamente con el gusto de su amiga, se notaba en cada detalle. Ya sea en las paredes color marfil o en los sofás oscuros que producían un contraste. Había cuadros distribuidos por el salón y algunas fotografías de su familia, y de ellas dos. Era muy diferente al último lugar en el que vivió Quinn.

-Es un bonito lugar, al parecer el salario de publicista no está mal- Expresó Santana acomodando una de sus maletas para después comenzar a recorrer el lugar-.

-Créeme, sería imposible haber pagado este lugar con mi salario- Respondió la rubia, entrando otra de las maletas de su amiga-.

-¿Entonces?- Preguntó frunciendo el ceño en señal de no entender-.

-Fue un regalo de mi padre, creo que intentaba limpiar su conciencia, y como necesitaba un lugar donde vivir después de…después…-.

A Quinn la invadieron unos nervios al sólo recordarlo. Situación de la que se dio cuenta Santana, quien ya conocía esa historia así que no la presionó con los detalles.

-Entiendo Q-Se adelantó Santana sabiendo lo que quería decir su amiga-.

-Así que lo acepte y aquí estoy, tiene una vista magnifica- Expresó para cambiar de tema y llevo a su amiga hacia una pequeña terraza que tenía-.

-Se ve increíble, aquí se nota que estamos en el piso quince- Exclamó la morena impresionada-.

-Sí y lo mejor es que tiene espacio suficiente para las dos, te arregle la habitación de invitados, para que puedas acomodar todas tus cosas, aunque si hubiese sabido las dimensiones de tu equipaje, habría mandado a botar un muro para construir un closet- Exclamó sarcásticamente-.

-No te preocupes, siempre me puedo apropiar del tuyo ó la latina con una sonrisa-.

-Eso ni lo sueñes López- Contestó de inmediato frunciendo el ceño.

Santana rio nada más, aunque habían pasado escasos minutos desde su llegada, comenzaba a sentirse un poco en casa.

-Necesito una ducha urgente-. Exclamó Santana-.

-Ven, te digo donde está todo-.

Quinn la acompaño adentro, y le mostro cuál sería su habitación. Tenía su baño propio y la rubia se había dado el tiempo de abastecerlo con todo lo que recordaba le gustaba a su amiga, lo que la hizo ganarse un abrazo de la latina.

De ahí la dejo sola y se dirigió al salón, debía revisar su mail, para ver una cosas pendientes de la oficina.

Santana, dejo correr el agua mientras se quitaba la ropa. Se deslizo con cuidado y comenzó a sentir como el agua tibia empapaba cada parte de su delicado cuerpo. Aún no lograba quitarse la imagen de Britt de su cabeza, la había destrozado ver como la rubia lloraba, pidiéndole que no se fuera. Pero había sido una decisión que tardó meses en tomar y no podía declinar en último momento, algo dentro de ella le decía que era lo correcto, o por lo menos lo que necesitaba para ver si su amor era tan fuerte como hacía tantos años.

Salió sintiéndose aliviada y fresca, comenzó a buscar algo cómodo que ponerse. Eligió una blusa en tonos grises y un jeans, secó su cabello con cuidado y volvió al salón donde la esperaba Quinn.

-Hay algo de lo que quería hablarte, algo nuevo que estaba esperando a decirte hasta que nos viéramos en persona- Expresó Quinn invitando a su amiga a sentarse a su lado-.

-Mmm…por ese tono puedo adivinar que es algo importante ¿Qué acaso tienes una nueva conquista oculta?- Preguntó con esa sonrisa perspicaz que tanto la caracterizaba-.

-Nada de eso- Contestó sin dudar- Aún no estoy preparada, además de lo quiero hablarte es realmente importante-.

-Te escuchó entonces, dime de que se trata- Se acomodó para mirar de frente a su amiga y muy curiosa-.

-Desde hace unos meses he tenido contacto con Beth, yo la busqué y Shelby aceptó que fuera parte de su vida- Confesó la rubia ante una impresionada Santana-.

-Eso es increíble Q…y ¿Cómo te recibió?, me imagino que no fue fácil- Dijo la latina aun asimilando la información-.

-Créeme aún no lo es, desde hace más de un año comencé la búsqueda y descubrí que estaban viviendo en Boston, llamé primero a Shelby y ella me dijo que siempre le habló de mi a Beth, aunque eso no facilitó las cosas en nuestro primer encuentro, ella me rechazó, y la entendí- Recordó sin poder evitar emocionarse-.

-O sea tiene su carácter la pequeña- Comentó pensando en que un carácter fuerte era el sello de una Fabray-.

-Ni te imaginas, reconocí en ella el carácter Fabray de inmediato- Dijo la rubia adivinando lo que pensaba su amiga-Lo bueno es que de a poco me fue dando una oportunidad y ahora la visito todos los meses en Boston, mi bebé ya tiene 9 años San, y es muy hermosa-. Expresó con algunas lágrimas de emoción corriendo por su rostro-.

-Entonces no heredo sólo tu carácter Fabray, debe ser igual de hermosa que la madre-Dijo la morena fundiendo en un abrazo a su amiga-.

-Ahora tengo planeado ir a Lima el fin de semana, quiero hablar con mi madre, así cuando Beth venga a Nueva York para sus vacaciones, coordinar una visita y pueda conocer a su abuela…¿Podrías acompañarme y ver a tus padres también?- Quinn noto que Santana se tensó-.

-Yo no estoy segura de ir a verlos aún- Dijo insegura-.

-¿Ellos no sabes que estás en Estados Unidos?- Preguntó-.

-No- Contestó desviando la vista algo avergonzada-.

-¿Por qué?-.

-No sé cómo explicarles la situación Quinn- Respondió jugando con sus manos-Tú sabes como reaccionó mi madre cuando me fui, verme devuelta va a ser darle la razón en todo lo que dijo-.

-No creo que tú madre deba ser una preocupación ahora, tú solo explícales como me lo has dicho a mi, esto no es definitivo, sólo diles que te tomaste unas vacaciones y que Britt tenía una gira por eso no te acompañó- Aconsejó la rubia-.

-Eso haré- Respondió-.

-Ahora llamaré pidiendo algo para la cena, mira que se nos ha pasado la hora y tú tienes que descansar, me imagino que fue un vuelo agotador-.

-Lo fue… ¿Puedes pedir Pizza?, extraño las pizzas americanas- Dijo la latina con una sonrisa-.

-Por supuesto- Respondió la rubia tomando su teléfono para pedir al delivery-.

Mientras llegaban las pizzas Quinn se fue a su habitación para cambiarse a algo más cómodo al tiempo que Santana traía platos y servicios para acomodarlos en la mesa frente al sofá.

Al llegar el repartidor fue la rubia quien abrió y le pagó la comida.

-¿Tienes cervezas?- Preguntó Santana-.

-Creo que quedan algunas- Respondió llevando al comida -.

La latina fue a la cocina y abrió el refrigerador para tomar cuatro cervezas y llevarlas donde su amiga.

-¿Qué acaso piensas emborracharte?- Preguntó la rubia medio bromeando y medio en serio-.

Santana alzó los hombros en ese gesto tan característico de ella y se sentó para abrir la primera, mientras Quinn tomaba otra.

-¿Te vas a emborrachar conmigo?- Bromeo la latina-.

-Sabes que no podría emborracharme con dos cervezas, además ya pasé esa etapa- Respondió bebiendo un sorbo-.

-¿Y en que etapa estás ahora?-.

-En la etapa de concentrarme en mi trabajo, fortalecer la relación con mi hija y beber con moderación- Contestó-.

-O sea que te has transformado en una adulta aburrida- Le comentó-.

-Aburrida y amargada- Agregó Quinn-.

Ambas soltaron una carcajada. Santana fijo su mirada en su amiga, había algo sobre lo que quería hablarle pero no estaba segura de la reacción que podía tener la rubia.

-Quinn…-.

-No lo hagas, no quiero hablar sobre eso- La interrumpió la rubia-.

-¿Eso significa que aún no lo has superado?, quizás hablar sobre ello ayude, es normal Q, fueron novias por casi seis años, son sólo unos meses los que han estado separadas y no va a ayudar negarte a…- Insistió-.

-Lo que no me ayuda es tener que ver su rostro en carteles gigantes por toda esta ciudad-Interrumpió nuevamente- Lo que no me ayuda es pensar que ella sacrificó todo, incluso lo nuestro para lograr ser una jodida estrella-Respiró profundo- Y no son unos meses, es algo más de un año-.

Santana entendió que no era un tema del que Quinn pudiera hablar con facilidad. No quería ser impertinente, pero seguía pensando que hablar iba ayudarla con su proceso.

-¿Sigue en Nueva York?-Preguntó-.

-Creo que no, por casualidad he visto en televisión que a la "Gran estrella de Broadway", le ha ofrecido protagonizar una película por lo que se ha mudado a Los Ángeles- Respondió-.

La latina no quiso seguir ahondando en ese tema, Quinn se veía muy afectada cuando hablaba de Rachel.

-Creo que es hora de ir a dormir- Cambió de tema la latina- Estoy muy cansada-.

-¿Y tus ganas de emborracharte?-Preguntó bromeando-.

-Creo que también me he transformado en una adulta aburrida-Contestó levantándose del sofá- Aunque algunas de estas noches podríamos volver a la adolescencia y salir de copas por ahí-.

-Me gusta la idea-Respondió- Hace mucho que salgo de copas-.

-Entonces debemos hacerlo- Dijo entusiasmada-Buenas noches Quinn-Se despidió-.

-Duerme bien San-.

La latina avanzó a su habitación y luego de su acostumbrada rutina nocturna antes de dormir, ya estaba preparada para ir a la cama. Se acostó despacio y de costado observando un vacío lado izquierdo, recordando inmediatamente a su rubia.

Rubia que mirando un vacío lado contrario hacía lo mismo en una ciudad muy lejana a Nueva York.


Santana despertaba sin tener idea de que hora era. Se escuchaba el ruido de una ciudad que estaba en plena acción y ella aún un tanto adormecida abría las cortinas para darle la bienvenida a un nuevo día.

Salió de la habitación y se encontró con una pequeña nota que le había dejado Quinn en la cocina. La rubia había salido temprano a trabajar y le indicaba algunos números de teléfono donde podía pedir comida. Pero Santana ya no quería estar encerrada en el departamento por lo que optó por ir a desayunar afuera.

Después de una ducha que la despejo completamente, se vistió y tomando la copia de las llaves que la rubia había dejado salió del departamento.

No conocía mucho de Nueva York, aquella ciudad nunca la había recorrido sola, los viajes se remontaban a su adolescencia, a las Nacionales con el Club Glee, después de eso sólo en contadas ocasiones había vuelto a ver a Quinn, quien aún junto a Rachel las habían recibido en lo que era su departamento en la ciudad. Por lo que cada salida era con su novia y sus amigas.

Pensaba en su amiga y no podía evitar lamentar su rompimiento, siempre creyó que el amor de Quinn y Rachel iba a ser para toda la vida. Ya se había resignado a tener en unos años más, una pequeña sobrina con el mismo carácter exasperante de Berry, tan dramática y que no respirara para hablar, pero tan hermosa como Quinn.

Al pensar en eso no pudo menos que crear en su mente la misma situación pero con ella y Brittany como protagonistas. Con su rubia siempre habían pensado en que querían varios hijos, sobretodo cuando recién llegaron a Paris, una ciudad desprejuiciada y tolerante que les ofrecía el ambiente perfecto para construir su familia sin el riesgo de la discriminación.

Santana suspiró pesadamente y entró al Starbucks que había encontrado a unas cuantas calles del departamento de Quinn.

Bebió su café y comió el trozo de pastel que había pedido, con su vista fija por la ventana. Estaba haciendo un repaso mental de los últimos siete años de su vida. Desde que tomó el avión a Paris junto con Britt, lo que dejó por ir con ella, lo que fueron las primeras experiencias de su vida adulta con la bailarina a su lado, aquel tiempo en que acostarse en el sofá a ver una película, apoyada en el pecho de su novia, era el mejor de los panoramas.

La extrañaba, la extrañaba como cada vez que hacía el mismo repaso sentada en soledad en su departamento en Paris.

El día lo pasó entre recorridos por el Central Park, Broadway en donde se contuvo de lanzar alguna piedra al aún puesto cartel con la cara de Rachel Berry. Y luego fue de compras para preparar la cena.

Llegó al departamento y abriendo la puerta con dificultad, haciendo equilibrio para que no se cayera ninguna bolsa logró entrar. Las colocó en la cocina y se dirigió a su habitación para tomar una ducha.

Al salir comenzó a sacar los alimentos que traía, buscó el equipo de música y sin darse cuenta estaba tarareando mientras cocinaba. Esa escena al verse desde afuera parecía de lo más cotidiana, no como si la latina recién el día anterior se hubiese bajado de un avión desde Paris.

Quinn llegaba a su casa sin esperar que el aroma que sintió desde el pasillo proviniera de ahí. Abrió y llamó a Santana pero por el volumen de la música la latina no la escuchó. Se fue acercando a la cocina y se apoyó en el umbral de la puerta.

Ver a su mejor amiga la ponía sumamente feliz, más escucharla cantar y realizar alocados pasos de baile, sin embargo, esa situación la hacía recordar el tiempo en que vivía con Rachel y la encontraba en casa preparando la cena.

Miles de recuerdos golpearon la mente de la rubia, tantos que le oprimieron el pecho en cuestión de segundos. La extrañaba tanto aún. La amaba tanto aún.

-¡Dios Fabray!-Gritó Santana llevándose la mano al pecho- ¡Cómo se te ocurre aparecer así!- Le reclamó-.

Quinn se reincorporó y giro su cabeza para sacar esos pensamientos.

-Te hable pero no me escuchaste, estabas demasiado ocupada cantando y bailando o por lo menos lo intentabas, porque debo decir que ahora noté que los años no han pasado en vano-Bromeo-.

-Mi voz sigue igual de perfecta y este cuerpazo ya te gustaría tenerlo Fabray-Contestó con las manos en su cintura y ese gesto arrogante- Y ahora mejor has lo que tengas que hacer porque la cena está casi lista-.

-Ok, me doy una ducha rápida y vuelvo-Dijo sonriente-.

Mientras la latina colocaba dos puestos en la mesa, Quinn ya estaba lista con un pantalón de ejercicio y una amplia sudadera de Columbia.

-Muy sexy tú pijama Fabray-La molestó-.

-No quiero impresionar a nadie, además he tenido un día de mierda lo único que quiero es usar algo cómodo, comer y dormir-Le respondió sentándose-.

-Pues entonces que bueno que he comprado esto-Dijo mostrándole una botella de vino-.

-Veo que Paris te ha vuelto alcohólica, anoche las cervezas y hoy el vino, pero lo agradezco-.

Santana rio y llevo ambos platos para comenzar a comer.

-¿Qué has hecho en el día?-Le preguntó la rubia degustando la comida que había hecho su amiga-.

Ese sabor a comida casera fue un manjar en el paladar de la rubia que ya se había acostumbrado a la comida enlatada o del delivery.

-Salí a desayunar afuera, caminé, recorrí el Central Park, almorcé, fui de compras porque en esa despensa ni en el refrigerador tenías absolutamente nada decente que no viniera enlatado y odio la comida enlata-Respondió llevándose el tenedor a la boca-

-Generalmente pido al delivery, llego demasiado cansada para cocinar algo-Se defendió-.

-Además no digamos que la cocina se te da muy bien, eres un completo desastre yo no comería algo hecho por ti aunque estuviera muriendo de hambre-Bromeo-.

-También es verdad, era Rachel quien se…-Quinn se interrumpió a si misma lo que provoco un silencio entre ambas-.

Santana lamentó haber comenzado aquello, pero no esperaba que su amiga llevara la conversación hacia su ex novia.

-Me dijiste que habías tenido un mal día ¿Qué pasó?-Preguntó la morena para cambiar el tema-.

-Lo normal, imbéciles ignorantes que no saben de arte, que quieren venir a cambiar toda la campaña que diseñé- Bufó sonoramente-Pero ya no quiero hablar de eso, tengo algo que decirte-.

-¿Qué?-.

-Ya compré los pasajes para ir a Lima, conseguí salir más temprano el viernes así que viajamos a mediodía-Expresó sonriente-.

-Sólo a ti te pone feliz volver a ese pueblo-Masculló malhumorada-.

-Ya te dije para que quiero ir a Lima, es importante para mí-.

-Lo sé y sólo por eso iré, porque para escuchar el sermón de mi madre no lo haría-Expresó sarcástica-.

-Gracias San-Dijo la rubia-.

Esas cenas se repitieron por todo lo que quedaba de semana, algunos días Santana salía temprano para dar vueltas por la ciudad, ya que sentía que Nueva York era imposible de conocer completamente y otras, se quedaba en el departamento porque la inspiración le llegaba y trabaja en nuevos diseños. Hiciera lo que hiciera siempre esperaba a Quinn con la cena hecha y ambas hablaban sobre su día.


-¡Joder Santana! ¡Es sólo un fin de semana por el amor de dios!-Exclamó Quinn al ver el equipaje de su amiga-.

-Debo estar preparada, no sé como va a estar el clima en Lima, además, sabes que me gusta lucir bien en cualquier ocasión-Contestó-.

Quinn, quien estaba cruzada de brazos rodo los ojos con un gesto de fastidio, tomó su pequeña maleta y caminó hacia la puerta.

Una vez en el aeropuerto y luego de registrar el equipaje sin mayores dificultades, ya estaban en sus asientos esperando que despegara.

-Estoy algo nerviosa-Rompió le silencio la morena-.

-¿Ahora tienes miedo a volar?-.

-No seas idiota-Expresó con fastidio- Es por Lima, hace mucho que no voy, la última vez fue hace más de un año-.

-Lo sé, estuvimos ahí juntas, pero tranquila todo saldrá bien-Dijo con ánimo la rubia-.

Las horas siguientes Quinn se concentró en un libro de arte que llevaba y Santana se puso sus audífonos para escuchar algo de música, eso solía relajarla.

Nadie fue a esperarlas al aeropuerto porque nadie sabía de su arribo a la ciudad. Fueron a reconocer sus maletas. Quinn tardó mucho menos que Santana ya que su equipaje era pequeño. Caminó hacía la salida y lo que vio ahí no pudo menos que dejarla entre impresionada y frustrada.

-Me están jodiendo-Dijo no tan bajo como había pensado-.

-¿De que estás hablando?-Preguntó la latina quien llegaba a su lado-.

Pero no tuvo respuesta así que siguió la línea de visión de su amiga y se encontró con lo que había causado aquella reacción. Era nada menos que un cartel gigante con una fotografía de Rachel Barbra Berry, acompañado de unas líneas que decían "Bienvenido a Lima, ciudad natal de la estrella de Broadway Rachel Berry".

-Q, ya vámonos-La tomó del brazo para hacerla caminar-.

La rubia reaccionó y siguió a su amiga hasta la parada de los taxis, acomodaron el equipaje y subieron dando las indicaciones hacia la residencia Fabray.

-¿Te vas a quedar conmigo?-Preguntó la rubia-.

-Creo que por el momento es lo mejor, no sé como van a estar las cosas en mi casa-Contestó-.

-Han pasado siete años San, tú madre no puede estar aún enojada porque te fuiste a Paris con Britt en vez de ir a la Universidad-.

-Las mujeres López suelen ser obstinadas, cada vez que he venido de visita se encarga de hacer algún comentario respecto a como sería mi vida si en vez de irme a Paris hubiese ido a la Universidad, ella no cree que ser diseñadora de modas sea una carrera estable-Comentó con fastidio-.

-Las madres son seres extraños, recuerda que la mía quería que fuera a Stanford en vez de Columbia, pero se les pasa, tú no tienes la obligación de defender la vida que has elegido, es tuya de nadie más-Expresó Quinn-.

Santana perdió su vista en la ventana, cada calle de esa pequeña ciudad le traía recuerdos de su adolescencia, sobretodo de los dos últimos años antes de graduarse. Personas en las que había evitado pensar, que ahora de golpe volvían a entrar en su mente. Lima, era mucho más que su antigua ciudad, Lima era aquel lugar que le traía sentimientos totalmente encontrados.

-¿Te has arrepentido alguna vez?-Preguntó insegura Santana-.

Quinn puso toda su atención en su amiga.

-¿De que?-.

-De haber elegido irte con Rachel en vez de a Los Ángeles-Dijo girándose para verla a los ojos-.

La rubia no tuvo que pensar demasiado para responder aquello.

-No, en ese momento sentí que era lo que tenía que hacer, independiente de que no haya resultado nuestra relación, fueron años que no podría elegir no haber vivido-Contestó sincera-.

La preguntaba quedó en el aire. Porque Quinn no alcanzó a preguntar el ¿Y tú?. La residencia Fabray estaba tal cuál Santana la recordaba, Judy siempre mantenía un precioso jardín, con flores de distintos colores que perfectamente podadas daban la impresión de estar salidas de un cuadro de arte.

Quinn utilizó la llave que aún guardaba de su antiguo hogar para entrar.

-¡Mamá! ¿Estás?-Comenzó a llamar-.

Judy quien revisaba unos documentos se sorprendió cuando escuchó la voz de su hija.

-¿Quinnie?-.

La mujer se levantó enseguida para correr hacia la entrada, hacía varios meses que no la veía y la extrañaba mucho. Apenas las vio en el umbral que separaba la entrada del salón la tomó en un cariñoso abrazo.

-Hija porque no me has dicho que vendrías, te habría ido a buscar al aeropuerto-.

-No era necesario mamá, con Santana tomamos un taxi-.

-¡Santana!-Exclamó abrazándola con igual cariño-Tanto tiempo sin verte por acá, estás muy guapa, el aire Europeo te ha sentado realmente bien-.

-Gracias señora Fabray-.

-Mamá subiremos el equipaje y luego bajamos- Le dijo Quinn-.

-Yo comenzaré a hacer la cena, haré tu preferido Quinnie-Señaló totalmente emocionada de tener a su hija en casa-.

-Ojala mi madre me recibiera así-Murmuró Santana-.

Acomodaron las maletas en la antigua habitación de Quinn.

-¿Le dirás ahora?-Preguntó Santana-.

-Creo que es lo mejor, es un viaje rápido, tenemos que volvernos el domingo por la mañana-.

-Ok, entonces creo que iré a mi casa, es algo que debes hablar a solas con tú madre y yo debo enfrentar a la mía-.

-San no me molesta que te quedes-.

-Lo sé, pero yo prefiero irme, además entre más rápido vea a mi madre y vuelva, mejor-Dijo sonriendo-.

-Está bien, pero te llevas el auto, está desde la secundaria pero funciona perfecto-.

-Gracias Q-.

Bajaron y Santana le explicó a Judy que iría a ver a sus padres. La mujer estuvo de acuerdo porque encontraba totalmente razonable que la latina extrañara a sus padres.

Santana recordaba a la perfección el recorrido, podían pasar años pero ahí había vivido por dieciocho años, ahí se crío, ahí tomó probablemente la decisión más importante de su vida.

Al llegar al frente de su casa respiró profundo, puso ambas manos en el volante dándose fuerza y esperando que su padre estuviera ahí.

Salió y caminó hasta la puerta que se conservaba igual que la última vez que había estado ahí. Tocó el timbre y esperó.

-Santana-Dijo su madre sorprendida-.

-Hola-Saludó-.

Sofía sonrió al ver a su hija en la puerta, independiente de todo verla otra vez la ponía contenta. Así que la estrechó entre sus brazos, con cariño.

-Que sorpresa tenerte aquí-Expresó sin soltarla-.

-Créeme no eres la única sorprendida-Murmuró Santana-.

-Pasa, estoy sola pero tú padre debe llegar en una hora si es que no antes ¿Por qué no avisaste? ¿Y tú equipaje?-.

-Está en casa de Quinn, llegamos allá primero-.

En esa frase Sofía pudo entrever las intensiones de su hija, por lo que se apuró para aclarar el asunto.

-¿Supongo que te quedaras acá?-Preguntó pero eso se escuchaba más a una orden-.

-Yo…-.

-Vienes una vez por año con suerte y piensas quedarte en otro lugar, ¿Vienes con Brittany?-Preguntó-.

-No, he viajado sola-.

-Con mayor razón, esta no ha dejado de ser tú casa Santana, no hay razón para que te quedes en otro lugar-.

Santana giro la cabeza en un gesto de afirmación, tenía absolutamente claro que sería una perdida de tiempo intentar convencer a su madre de lo contrario.

-¿Te ayudo con la cena?-Preguntó Santana-.

-Está casi lista, pero siéntate ahí y cuéntame como te ha ido, seguro que hay muchas cosas que por teléfono no me has dicho-Le indicó la mujer mientras veía los últimos detalles-

La latina por un segundo se sintió como la adolescente que solía sentarse a mirar a su madre mientras cocinaba, a hablarle sobre su día en la escuela y sus entrenamientos con las Cheerios, mientras la mujer mayor le sonreía orgullosa por sus logros, como cuando fue capitana o nominada reina de graduación.

Ahora la miraba y en el rostro de aquella mujer se notaban los años, conservaba esa belleza prácticamente intacta, belleza que ella misma había heredado pero en su mirada se notaban los años. Y por supuesto en ella también.

-¿Y?-Preguntó Sofía otra vez al notar que su hija se había perdido en sus pensamientos-.

-Todo bien, ya sabes con bastante trabajo, varios diseñadores me habían pedido trabajar con ellos antes de que viajara de vuelta a Estados Unidos-Le comentó superficialmente-.

-Me alegra-Expresó- ¿Y Brittany? ¿Otra vez de gira?-Interrogó enfatizando la última parte-.

-Sí, otra vez de gira, su trabajo es así, ella es muy talentosa y se ha hecho un buen nombre así que viaja mucho-Justificó de inmediato-.

-Claro que sí-Ironizó su madre.

Y ahí estaba de nuevo ese tono que tan bien conocía Santana, ese tono que le decía que su madre seguía sin estar totalmente convencida, de que seguía dudando pese a todos los años que habían pasado. Y cuando estaba a punto de responderle escuchó la voz de su padre.

Saltó como nena pequeña de la silla y se fue a recibirlo. El doctor López que venía hablando por teléfono, se quedó estático viendo a su hija, con una sonrisa gigantesca. Santana no dudó en saltarle a los brazos, su padre aún tenía esa capacidad de hacerla sentir protegida, de calmarla y convencerla de que todo estaría bien.

-Mi niña-Susurró el doctor levantándola por los aires-.

-Papi-Respondió-.

-Te he extrañado mucho, ¿Por qué no nos avisaste? Habría pedido el día en el Hospital para esperarte como se debe-Expresó sonriente-.

-Viajé con Quinn, no lo creí necesario, además quería darles una sorpresa-.

-Y lo has logrado, mira que me quedé pasmado pensando que era un espejismo-Comentó-.

Marcos saludó a su mujer cariñosamente como siempre, estaba tan feliz de tener a su pequeña en casa, Santana era su niña, su debilidad, quería a sus dos hijos pero con la morena siempre han tenido una relación especial.

-Voy a abrir una botella de vino, que estés aquí merece de algo especial- Dijo Marcos-.

Santana sonrió agradecida, sabía que su padre estaría muy feliz de verla. En un par de minutos ya se sentaron a la mesa.

-¿Y Brittany?-Preguntó su padre-.

-Esta de gira…otra vez-Respondió Sofía-.

Marcos notó de inmediato la incomodidad de Santana, pero no quiso ahondar, lo mejor sería hablar con su hija cuando estuvieran a solas.

-¿Y cuanto piensas quedarte?-Preguntó para cambiar de tema-.

-Acá en Lima hasta el domingo, ese día volvemos a Nueva York con Quinn-Respondió-.

-¿Nueva York?-.

-Si, pienso quedarme algunas semanas de vacaciones y que mejor que pasarlas con Quinn-.

-Me parece una excelente idea siempre y cuando te pases por Lima antes de volver a Paris, mira que dos días no son suficientes para este padre que te extraña mucho-Comentó-.

-Lo haré, no te preocupes, además quiero tomarme este tiempo para trabajar en un proyecto propio, tengo algunos ahorros y quisiera invertirlos en mis diseños-Le contó emocionada-.

-Tienes todo el talento para hacerlo hija, creo que es momento de que te arriesgues por lo tuyo y bueno, a mi no me molestaría ser el primero de los muchos inversionistas que se vendrán- Expresó haciéndole un guiño-.

-Si es que los hay, ya sabes con esto de la economía- Dijo su madre-.

Quien se ganó una mirada reprobatoria de Marcos.

-Los habrá, tú sólo tienes que trabajar duro y seguro que impresionaras con tu talento, eres una López y cuando nos proponemos algo siempre lo conseguimos- Expresó convencido el doctor-.

Santana le sonrió agradecida.


En la residencia Fabray dos mujeres cenaban conversando sobre todo un poco. Judy se mostraba totalmente interesada en el trabajo de Quinn, evitando temas más personales.

-Mamá, hay algo de lo que quiero hablarte, de hecho he venido a Lima para eso-Comenzó nerviosa la rubia-.

-Dime Quinnie-.

-Yo…-Quinn dudaba, no sabía como iba a reaccionar su madre ante la información-.

-¿Qué sucede?-Interrogó preocupada-.

-Tengo contacto con Beth-Dijo sin más rodeos y viéndola a los ojos-.

Judy se quedó congelada sin terminar el transito del tenedor en donde llevaba comida a su boca. Abrió los ojos, sin saber que decir.

-Necesitaba saber como estaba, verla, que supiera que no la di en adopción porque no la quisiera, al contrario, que yo sólo quise que tuviera una vida mejor de la que yo podía ofrecerle en ese momento-Explicó-.

Judy seguía sin decir palabra.

-Con sólo verla te das cuenta que es una Fabray, y cuando la conoces lo compruebas porque ese carácter que tiene es lamentablemente parecido al mío-Le contó emocionada intentando bromear-.

Vio en el gesto de su madre la misma emoción, en esos ojos que se estaban volviendo cristalinos.

-¿Puedo…conocerla?-Preguntó tímida arrastrando las palabras-.

Quinn sonrió con sus ojos igual de aguados.

-Claro que si, Beth pasará parte de sus vacaciones escolares conmigo en Nueva York, así que podrías viajar para verla-Contestó-.

Judy se levantó de la silla y abrazo fuertemente a su hija, ya sin poder controlar las lágrimas, conocer a su única nieta era algo que la llenaba de emoción. Era algo que siempre le había pesado, el hecho de no apoyar a Quinn cuando supo que estaba embarazada.

Quinn sintió el apoyo de su madre y eso le dio la fuerza para seguir peleando por el cariño de su hija.


Santana ya estaba en su antigua habitación. Buscó algo para dormir y le envió un mensaje a Quinn de que se quedaría en su casa y que al día siguiente iría por su equipaje. La rubia respondió diciendo que ella se lo llevaba y así aprovechaba de ir a buscar el auto, ya que la latina usaría el propio.

La habitación de Santana prácticamente no había cambiado, sus padres se habían encargado de mantenerla como ella la dejó, aquella vez cuando tomó un sorpresivo rumbo. En sus anteriores viajes con Britt habían optado siempre por alojarse en el hotel para tener más privacidad y que ninguna de las dos familias se sintiera por no alojarse con ellas, por lo que era primera vez que se daba el tiempo de ver lo que allí había.

En uno de los estantes abundaban las fotografías desde casi su primer día en secundaria hasta el último, toda su metamorfosis tan típica de la adolescencia.

Tomó una en particular entre sus manos, la que se habían tomado con el trofeo cuando ganaron las Nacionales en Los Ángeles. Todos tenían sonrisas inmensas, todos irradiaban alegría. Uno a uno, los fue viendo ¿Qué será de sus vidas?, se preguntó.

Lo cierto es que no había permanecido ese tan preciado contacto que se prometieron como grupo tantas veces. Cada uno había tomado caminos sumamente diferentes y con el pasar de algunos meses la nueva rutina y las exigencias de ella los había llevado a ya no verse como hubiesen querido.

Sabía muy poco de algunos, sólo comentarios de sus padres o de Quinn que por casualidad había visto a alguno en Nueva York o en sus viajes a Lima, pero de verlos, no, ella tenía a Quinn y a Brittany. Los demás habían pasado a ser un recuerdo más.

Enfocó su mirada en alguien en particular, en alguien de quien no había sabido absolutamente nada en siete años, ni siquiera un comentario al aire, una coincidencia que la hubiese llevado a saber que había sido de su vida. ¿Dónde fue?, eso era algo que aún no tenía una respuesta para Santana, quien la única información que tenía era que no había ido a Columbia, ya que Quinn al estudiar ahí lo averiguó.

-Kay-Murmuró la latina con nostalgia-.

Tenía claro que no merecía algún tipo de consideración por parte de Kayle, de un llamado para su cumpleaños o un saludo navideño amable de ex novia. Pero una parte de ella esperaba por lo menos algo que le dijera que estaba bien. Entendía que haberla dejado un par de horas antes de irse juntas no había sido el mejor de los rompimientos, que eso no había sido lo que la chica se merecía pero así fueron las cosas y como resultado, sabía que Kayle se había ido destrozada de Lima.

No quiso seguir ahondando en esos pensamientos, su vida estaba demasiado complicada en ese momento como para atormentarse con fantasmas del pasado. Porque quisiera o no, junto con todos aquellos chicos, Kayle también era parte de su pasado.


Las chicas habían decidido que después de un almuerzo familiar en sus respectivas casas, iban ir a dar alguna vuelta por Lima. Así que Quinn fue a la casa de Santana a dejarle su equipaje.

Santana estaba muy agradecida ya que su día no comenzaba sin su rutina de belleza que no había podido llevar a cabo por que estaban todos los implementos en su equipaje. Por lo que Quinn antes de salir tuvo que esperar casi una hora para que su amiga estuviera lista.

-¿Sabes que esto es Lima y no Paris, cierto?-Interrogó aburrida la rubia-.

-Si ya estoy lista-Expresó rodando sus ojos y tomando su pequeño bolso-.

-Ya era tiempo, estuve a punto de dejarte acá e ir sola-.

Santana le dio una mirada y caminó hacia la salida.

-¿Y a donde vamos?-Preguntó la latina abriendo la puerta del auto-.

-Al Lima Bean- Respondió Quinn alzando los hombros-.

Ambas en el auto, sólo con el sonido de la música de fondo, insertas cada una en sus pensamientos. Estacionaron y entraron al local.

-Esto no cambia-Comentó la latina-.

-Nada en Lima lo hace-Expresó Quinn-.

Pidieron y se ubicaron en una de las mesas.

-¿Cómo te fue con tu madre?-Preguntó la morena-.

-Bien, mucho mejor de lo que creí, está tan emocionada de conocer a Beth, de hecho dijo algo de comenzar a habilitar una habitación para ella en casa para cuando quisiera visitar Lima-Respondió sonriente-.

-Eso es impresionante, seguro Judy será una abuela muy consentidora-Comentó bebiendo de su café-.

-¿Y a ti como te fue?-.

-Mejor de lo que pensaba, mamá estaba contenta de verme y papá como siempre feliz-Respondió-.

-Si es la niña de papá-Se burló-.

-También me dijo que podría ayudarme con lo de mi proyecto para comenzar con mis nuevos diseños, aunque a mamá no le pareció mucho-.

-Si tú madre viera tú trabajo sabría que es una gran inversión, estoy segura que en unos años más tus diseños estarán por todos lados, quizás seas la próxima Coco Chanel-

Santana rio ante la ocurrencia de su mejor amiga, esa era un proyección en extremo ambiciosa.

-¿Quinn? ¿Santana?-Escuchó que las llamaban-.

A ninguna de las dos les hizo gracia escuchar esa voz, incluso después del tiempo que había pasado.

-Finn-Dijeron casi al unísono-.

El chico que seguía teniendo el mismo caminar y esa sonrisa estúpida, se fue acercando hasta estar al frente de la mesa donde estaban ubicadas las chicas.

-¿Qué tal? Hace mucho que no las veía, creo que desde que nos graduamos-Expresó extrañamente amable-.

-No hemos venido muchas veces a Lima-Contestó cortante Santana-.

Quinn fijaba su atención en cualquier otro punto, enviándole una señal clarísima a Finn de que no tenía intensión de hablar con él, pero el chico parecía no darse por enterado.

-Ya lo creo, yo vivo acá-Comentó sin que le preguntara-.

-No me imagino que pudiera haber sido de otra manera-Expresó sarcástica la morena-.

-Me hice maestro y enseño en Mckinley, soy el profesor de música y también llevo el Glee Club ahora que el señor Shue tiene un puesto en la dirección del Estado con relación a las artes-Ahondó aunque a nadie parecía importarle-.

En eso el celular de Santana comenzó a sonar, al ver la pantalla reconoció de inmediato el numero por lo que haciéndole una seña a Quinn quien se veía incomoda al tener que soportar a Finn sola, aceptó que se fuera.

Hudson aprovechó de sentarse en la silla que había dejado desocupada la latina.

-Aún me odias-Dijo el chico como afirmación-.

-¿Aún eres un imbécil?-Preguntó sarcástica fijando su mirada en él-.

-En realidad creo que ya no lo soy, estos años me han servido para madurar y darme cuenta lo imbécil que fui contigo y Rachel, mi comportamiento en ese tiempo no tiene justificación, era un crio que…-.

-Eras un egoísta-Interrumpió Quinn- Pero ciertamente ya no me interesa tener esta conversación, fue hace demasiado tiempo y tú no eres parte de mi vida ahora, así que dejémoslo así-.

El tono y cada palabra pronunciada por la rubia eran de una dureza total. Y es que más allá de estar frente al chico que había sido ex suyo y de Rachel, toda esa conversación le estaba trayendo recuerdos de los que había luchado por deshacerse. Recuerdos de unos años muy felices con la que ahora se había transformado en su ex novia.

-Lo sé-Aceptó Finn-Pero me gustaría dar eso por cerrado y la única forma es disculpándome, yo aunque no lo creas lo lamento mucho Quinn y sé que no soy parte de tú vida, pero me gustaría alguna vez que estés por acá, beber una cerveza como buenos ex compañeros- Expresó sincero-.

Quinn se dio cuenta que estaba descargando con él, la rabia que tenía acumulada desde su rompimiento con Rachel. Por lo que intentó bajar sus niveles de agresividad.

-Está bien Finn, aceptó tus disculpas y la próxima vez que venga beberemos una cerveza como buenos ex compañeros-.

Fin le dio una sonrisa agradecida.

-Tengo una idea que me gustaría comentarte-Habló-.

-Te escucho-.

Mientras Santana había salido del Lima Bean para contestar la llamada con más privacidad.

-Hola-Dijo al contestar-.

-Hola San-Se escuchó por el otro lado de la línea una voz totalmente desgarrada-.

Santana con sólo oírla se daba cuenta que a Brittany le estaba siendo muy difícil hablar y esa sensación de ser la culpable de que su rubia estuviera tan triste le apretaba el pecho.

-¿Cómo estás?-Preguntó la latina rompiendo ese insipiente silencio-.

-¿Cómo quieres que esté?-Respondió-Te has ido, me dejaste sola-Le reprochó-.

-Britt…-.

-Porqué no terminamos con esto y vuelves, puedo arreglar mi agenda para estar más tiempo en casa, haré todo por arreglar lo nuestro pero vuelve, esta situación me está matando-Le pidió la rubia acongojada-.

-Brittany, por favor entiende, yo lo necesito, pasó mucho tiempo en que yo te pedí que dejaras algo de tiempo para mi y no lo hiciste, ahora necesito que respetes mi decisión-

-¡Joder Santana que estar separadas no es la solución!-Exclamó la rubia exasperada-.

Para la latina aquello estaba siendo sumamente egoísta de parte de su novia.

-¿Y que yo vuelva a Paris para pasar 10 meses al año sola lo es?-Preguntó molesta- Porque a eso se remitía nuestra relación en los últimos años Brittany, a estar totalmente sola mientras tú cumplías tus sueños y no es que no me alegre que los estés cumpliendo, pero creo que yo ya deje de ser importante para ti…-.

Santana tenía un nudo en su garganta, estar diciendo en voz alta lo que pensaba cada fecha importante que pasaba en soledad le hacía mucho daño.

-San eso no es cierto, tú eres por quien yo tengo la fuerza para querer cumplir mis sueños…-.

-No Britt, quizás eso fue cierto en algún momento, pero tú y yo sabemos que eso ya no es así…-Se lamentó la latina-.

-San, vuelve…-Le rogó con la voz ahogada por un insipiente llanto-.

-Aún no Britt, necesito esto-Respondió-.

La brisa fría que comenzaba a sentirse en Lima, era típica de las primeras semanas de Noviembre. La calidez de las lágrimas que bajaban por las mejillas de Santana se enfriaban antes de llegar a los pliegues de su boca, esa en la que ahora sólo cabía el silencio.

-Ahora debo irme Britt-Se despidió-.

-¿Puedo seguir llamándote?-Preguntó con timidez-.

-Claro, si a algo estoy acostumbrada a hacer contigo es hablar por teléfono-Respondió-

Esas palabras sin quererlo sonaron a reproche, a la herida abierta de un corazón dañado, a la vociferación de las palabras que debieron haber sido pronunciadas hace mucho tiempo.

-San…¿No hay nadie más, cierto?-Preguntó con evidente preocupación-.

-No Britt, no hay nadie más-Respondió segura-.

-¿Si hay alguien más en algún momento, me lo dirás?-.

-Yo te amo Britt, pese a todo te amo y no quiero que haya alguien más, sólo necesito algo de tiempo para pensar en nosotras-.

-Yo también te amo San, eres el amor de mi vida y lucharé porque que vuelvas conmigo, tú y yo nunca podemos estar separadas mucho tiempo ¿Recuerdas eso?-.

-Lo recuerdo Britt-.

-Te llamaré-Se despidió la rubia-.

-Hablamos-Respondió la latina-.

Santana respiró profundo y buscó un pañuelo en su cartera para secar las lágrimas que habían quedado en evidencia con su corrido maquillaje.

-¡Santana Joder! Que me has dejado sola con Finn y me ha contado toda su vida, ¿Por qué carajos te has demorada tanto?-Le preguntó Quinn saliendo-.

La latina no respondió simplemente se volteo y con sólo ver sus ojos Quinn se dio cuenta que algo había pasado por lo que se tranquilizó y la abrazó con cariño. No preguntó nada, esos ojos ámbar decían todo sin necesidad de pronunciar palabra.

Dieron un silencioso paseo por las calles de Lima antes de devolverse a buscar el auto donde lo habían estacionado.

-¿Hablaste con Britt?-Preguntó suavemente-.

-Si-Respondió-.

-¿Discutieron?-.

-No-.

-¿Entonces?-.

-Britt no lo entiende, la conozco tanto que sé que piensa que esto es un capricho mío, que lo estoy haciendo para hacerla sentir mal-Expresó ampliando más sus respuestas-.

-¿Le explicaste?-.

-Claro que sí, le dije que la amo pero que necesitamos esto, además siendo sincera, no es como si estando en Paris la viera más, es sólo que ella sabe que estoy allá, esperándola en casa, como siempre-.

Quinn captó el reclamo en el tono de voz de su amiga y sabía que ese dolor que se iba acumulando en el corazón de Santana era peligroso para una relación. Ella lo sabía porque así habían comenzado sus problemas con Rachel, con los reproches.

-Es todo muy reciente, pero estoy segura que Britt lo entenderá y este tiempo les hará bien-.

Santana fue a dejar a su amiga a su casa y luego se fue a la propia, la tarde había dado paso a una fría noche y ella quería descansar, la conversación con Britt no la había dejado bien.

De igual manera tuvo que cenar con sus padres, ya que al otro día partía a Nueva York y Marcos estaba muy entusiasmado con pasar la mayor cantidad de tiempo con su hija. Durante la cena no habló demasiado y así lo notó su padre quien prefirió darle su espacio.

-Mañana yo te iré a dejar al aeropuerto-Dijo el doctor cuando fue a darle las buenas noches-.

-Gracias-Respondió buscando sus cosas para la rutina nocturna-.

-¿Hay algo de lo que quieras hablar?-Interrogó-.

-Ahora no, mañana hablamos, ahora sólo quiero cerrar los ojos y dormir-Contestó mirándolo-.

-Está bien, descansa pequeña-Se despidió dándole un cariñoso besos en la frente-.

-Buenas noches-.

Santana hizo lo que le había dicho a su padre y trato de conciliar el sueño lo más rápido que pudo para despertar despejada y con energía para regresar a Nueva York, pero le costaba, sobretodo porque esa habitación estaba llena de recuerdos que la hacían ver lo que fueron una vez con Brittany y comparar con lo que eran ahora.


Quinn tomaba su café matutino mientras veía televisión, se había acostumbrado a madrugar, así que aprovechó el tiempo y arreglo todo su equipaje para el vuelo que tenía en un par de horas.

No había querido despertar a su madre así que prendió la televisión para entretenerse un poco. Cambiaba los canales buscando algo interesante pero la programación de un domingo por la mañana no parecía satisfacer a Quinn, quien optó por finalmente dejarla en un canal al azar.

-¿Quinnie porqué no me has despertado?-Preguntó Judy quien aparecía con el pelo aún húmedo-.

-Es domingo, debes aprovechar de dormir hasta tarde-Respondió alzando sus hombros-.

-Puedo dormir el próximo domingo, estás aquí y quiero aprovechar de pasarlo contigo, te vas en unas horas más-.

-Aún estoy acá, vamos a la cocina para que desayunemos juntas-.

Cuando la rubia iba a levantarse del sofá una noticia que comenzaba a ser desarrollada en la televisión captó totalmente su atención.

"Así como lo ven, las dos promisorias estrellas de Hollywood estarían traspasando su romance de la pantalla grande a la vida real, porque fuentes cercanas aseguran que la actriz nacida en broadway Rachel Berry tendría una relación con su co-protagonista Brody Weston a quien conoció en el rodaje de su última película"

Mientras la conductora lanzaba lo que anunciaba como la noticia del año, la apoyaban una serie de imágenes tomadas en distintas situación con Rachel y ese tipo de quien Quinn no había escuchado hablar. Cada una era más comprometedora que la anterior, tanto que a la rubia no le quedaban demasiadas dudas de que aquello de verdad estuviese ocurriendo.

Judy se quedó atenta a la reacción de su hija, quien se congeló completamente sin saber a ciencia cierta que hacer, aquello la había tomado por total sorpresa. ¿Tan rápido la había olvidado Rachel? ¿Tan poco le había importado su amor?. Lo cierto es que quisiera o no aceptarlo ya había pasado más de un año ¿Eso era suficiente?. No, cuando es al amor de tú vida a quien pierdes, se respondió la rubia.

-Quinn…-.

-Debo subir a buscar algo a mi habitación, bajo en unos minutos-Mintió y corrió a encerrarse-.

Quinn empujó la puerta con violencia sin tener aún la certeza de como reaccionar, sentía con aquel último pedazo de amor que tenía guardado con recelo dentro de su pecho se rompía. Tal y como se rompía aquella fotografía enmarcada de ambas que aún conservaba al estrellarla contra la pared.

Como si eso hubiese servido para canalizar su dolor, se vio al espejo y secó sus lágrimas con dignidad, con lo último de orgullo que le quedaba.

Bajo como le había dicho a su madre que lo haría. Judy no preguntó que había sido ese ruido, simplemente intento distraerla hasta que llegó la hora de despedirse.


Santana se mantenía en silencio mientras su padre conducía hacía el aeropuerto. Marcos la miraba de manera intermitente esperando que fuera ella quien rompiera el silencio. Pero eso se veía muy lejano.

-¿Me vas a decir que te sucede?-Interrogó el médico-.

-Papá-.

-¿Se trata de Brittany no es verdad?-.

Santana lo miró y no preguntó como es que lo sabía, no era necesario.

-Si, hay algunas cosas que yo no te he dicho sobre este repentino viaje-Confesó-.

-¿Y que esperas para decírmelas? …Sabes que yo no te voy a juzgar-.

-Lo sé, no lo omití por ti, fue por mamá, sabes como es ella-Comenzó-La verdad es que estás no son unas vacaciones, o sea si pero también estoy de regreso en Estados Unidos por otro motivo…-.

-Santana, ve al asunto-Expresó el hombre-.

-Le pedí a Brittany que nos diéramos un tiempo, lo necesito y creí que lo mejor era volver, nuestra relación no ha estado muy bien en el último tiempo…-.

-Entiendo…-.

-Tú sabes que ella viaja mucho, demasiado y ya casi no la veía, me sentía sola y que ya no me necesitaba allá, que nuestra relación se estaba rompiendo y no podía hacer nada para evitarlo, y antes que se rompiera completamente decidí que darnos un tiempo para ver si nuestro amor es tan fuerte como lo fue años atrás, era lo mejor…-.

Marcos estacionó, ya habían llegado al aeropuerto.

-Creo que ha sido muy maduro de tu parte Santana, ustedes se fueron siendo aún un par de adolescentes y aunque no dudo de su mutuo amor, creo que se enfrentaron de lleno a una vida adulta para la que tal vez no estaban preparadas, es difícil mantener una relación hija, porque si bien el amor es fundamental hay muchas otras cosas que pueden influir para que funcione o no-.

-Lo sé, yo nunca he dejado de amarla-.

-Date este tiempo para pensar en ti, aunque suene egoísta siento que tú te has saltado esa etapa de crecimiento individual para pasar directo al de pareja y eso les ha jugado en contra, a ambas, así que aprovecha este tiempo, extráñala, que te extrañe y así cuando se vuelvan a ver estarán ambas dispuestas a mantener una relación sana y llena de amor-Aconsejo su padre-.

-Gracias, es lo que necesitaba escuchar-Dijo abrazándolo-.

-Para eso estamos los padres cariño, y confía en mi si, cualquier cosa que pase quiero que me lo digas-Le pidió el hombre-.

-Lo haré-.

Santana se mantuvo abrazada a su padre llenándose de nuevas esperanzas. Luego salieron y se encontraron con Quinn y Judy quienes ya estaban en el aeropuerto. Santana al ver a Quinn se dio cuenta que algo había ocurrido, pero le preguntaría en el avión.

La despedida fue emotiva pero breve, con la promesa de las chicas que volverían apenas tuvieran un fin de semana libre. Abrazos apretados marcaron un nuevo adiós a Lima.

Hicieron el mismo procedimiento que habían hecho en Nueva York y abordaron el avión. Quinn no había dicho nada más que algunos monosílabos, lo que le parecía más sospechoso a la latina. Una vez ubicadas en los asientos ya no se contuvo más.

-¿Qué pasa?-Preguntó directa-.

-Nada-.

-Dime la verdad-.

-No quiero hablar sobre eso, ya es pasado-.

-¿Y porque es pasado tienes esa cara? ¿Viste otro cartel gigante de Berry?-.

-No, la vi por televisión de la mano de un imbécil que seguro es el galán de moda, confirmando su nuevo romance-Contestó girando la cabeza para mirarla-.

Santana claramente no se esperaba aquella respuesta.

-Q…-.

-¿Sabes lo que realmente me duele? Que conmigo estuvo más de 5 años y jamás me aceptó públicamente, entre más subía su fama más me escondía a mí… ¿y cuanto llevara con él? ¿Algunos meses? Y se deja fotografiar de lo más feliz, porque de eso estoy segura, aquellas fotos no la han tomado por sorpresa- Decía con impotencia-.

-Q, ya no vale la pena, tú también debes intentar rehacer tú vida, tienes que dejar a Rachel como parte de tú pasado-Aconsejó la latina-.

-Eso haré San, aunque me cueste enterraré a Rachel Berry en mi pasado-Contestó con convicción-.

Ambas habían dormido poco por lo que no demoran mucho en caer rendidas. Despertaron cuando la azafata les avisó que ya estaban en el JFK de Nueva York. En la ciudad de los rascacielos estaba más frío que en Lima y aunque aún era temprano el cielo gris hacía parecer que ya casi estuviera por oscurecer.

Un día triste, pensó Quinn, quien tenía de pronto una extraña sensación, algo que le apretaba el corazón y le impedía respirar con normalidad. Aspiró más fuerte e intentó olvidarlo porque seguro era por lo que había visto en la mañana. Aunque eso era diferente, sentía que esta vez no era por Rachel.

Tuvieron suerte en encontrar un taxi y en un par de minutos ya estaban camino al departamento. La rubia seguía ida y Santana no quiso presionarla para que hablaran, ella le daría su espacio y cuando quisiera hablar estaba segura que la buscaría para hacerlo.

Unos pasos antes de llegar a la puerta #1567 que era el departamento de Quinn, escuchaban como el teléfono sonaba, una y otra vez.

-Debe ser de la oficina-Comentó Quinn-.

-¿Un domingo?-Interrogó Santana- Es algo extraño si fuera importante te llamarían al móvil-.

Quinn se apresuró en abrir la puerta y antes que sonara el último tono ella lo alzó. Era una voz que no reconocía, que le decía cosas que le eran aún más irreconocibles. No, por supuesto que aquello no estaba pasando, seguro eso era una macabra broma de alguien que la odiaba. No, no iba a aceptar aquello.

Lágrimas corrían mientras seguía escuchando aquella voz al teléfono. Santana se alertó y le hablaba para que le explicara pero ninguna palabra salía de los labios de la rubia. Terminó la llamada y seguía sin hablar. Estaba en shock. Estaba bajando al mismísimo infierno.

-¡Quinn respóndeme!-Le gritó una alterada latina-¡Que sucede!-.

-Shelby ha tenido un accidente en auto-Contestó con la vista perdida-.

-¿Qué?-.

-Y Beth iba con ella-.


Sé que algunas comenzaran desde este primer capitulo odiándome. A mi favor digo que los capitulos que llevo escritos están intensos. Aclarar que saldrán todos los personajes de la primera parte y habrán algunas sorpresas.

Un voto de confianza, prometo no defraudar.

Saludos y espero muy ansiosa sus opiniones!

twitter: ffdany05