Para los que lo leyeron antes es solo para mencionarles mi terrible error al haber publicado los drabbles juntos (Saku), por lo que decidimos separarlos y subirlos periódicamente.
Disclaimer: Inazuma Eleven no nos pertenece y tampoco sus personajes.
Extra: Lamento haberlo publicado mal desde el principio, por lo que decidí esperar un tiempo para que olviden la historia y vuelvan a dejar reviews. Ok no.
Fic dedicado a Kim Natsuyaki.
Chicos y chicas
A Minaho le gustan los chicos. Y las chicas.
Son dos misterios que hay que saber interpretar por separado si uno es lo bastante curioso para querer comprenderlos y lo suficientemente íntegro para no posicionarse a favor de ninguno.
Minaho entiende el silencio de los chicos porque él también se calla gran parte de las cosas que piensa. La mayoría son notas y post-its mentales y aunque las chicas defienden la sinceridad a capa y espada, a veces ser sincero no lleva a ninguna parte. Comentar que ha visto bonsáis más grandes que Konoha y que Tsurugi usa rulos para el pelo son detalles tan evidentes y tan insignificantes que ¿para qué hablar de ellos? A los chicos les gusta pasar lista a las cosas que saben y les gusta hacerlo en silencio, eso es todo.
A las chicas les gusta recitar la misma lista en voz alta, como cantándola. Les gusta quejarse y que les den la razón.
—¿Y tú qué opinas?
Minaho opina que de donde no hay, no se puede sacar. Tetsukado tiene el boxeo demasiado fresco en el cuerpo y está acostumbrado a comunicarse por medio de él, y Sakura es una gimnasta que cuando tiene miedo se abre y cuando es feliz salta, y esperaba que Tetsukado se bajara del ring un momento para hablar con ella de lo que siente cada uno.
—Que a él también le gustas.
—Si le gustase se notaría ¿no? Es que míralo, Minaho, no me hace ni caso. Prefiere mirarse la mano todo el santo día a mirarme a mí. Es como si no existiera para él, y cuando le gustas a alguien… yo qué sé, se nota. Y yo no noto nada.
Sakura sí que lo nota, pero ha acudido a él para asegurarse de que no es la única. Normalmente, cuando empiezas a ver cosas que los demás no ven tienes un pie puesto en el psiquiátrico, así que siempre es bueno cerciorarse de que a Tetsukado le gusta de verdad, y no que una parte de ella quiera creerlo porque en fin, le gusta y sería fantástico que fuera recíproco.
—No notas nada porque no te fijas bien.
Sakura parece indignada.
—Que no me…
—Cuando mi padre tuvo su primer caso de asesinato soñaba con encontrar las pistas adecuadas. Ya sabes, de esas que se le pasan por alto a todo el mundo pero que son decisivas, y al final vas y las encuentras y las lees y las relacionas todas en el orden preciso, y resuelves el caso tú solo.
Sakura sigue indignada, pero ahora también está desconcertada.
—¿Y qué tiene que ver eso con Tetsukado?
Manabe friega los dos últimos platos junto a la mesa en la que están sentados.
—Pues que cada caso es diferente. Uno acepta resolverlo, pero nunca sabe las pistas que se va a encontrar en el proceso. Tal vez estés esperando algo de él sin darte cuenta y te estés olvidando de que lo que puede darte sea un poco distinto a lo que puedes pedirle.
Manabe termina de secar los vasos y cuando levanta la vista ve a Tetsukado al otro lado de la ventana, a lo lejos, hablando solo y con la mano lesionada abierta encima del corazón.
