12 días para enamorarte.

Capítulo uno.

Primera noche.

Akane se yacía caminando con rumbo a su hogar con su futuro esposo de lado, claro, cada uno caminando en lugares diferentes. Desde que se vieron y ella pensó que se trataba de un malentendido y que Ranma era una mujer, no se llevaban muy bien.

Una vez ambos llegados a casa, luego de llegar a su habitación, ella abrió el libro que su madre le dejó de herencia y, poniendo la página donde había finalizado la noche anterior su lectura, se dispuso a contemplar de la historias que la escritora hizo y el mundo que el libro la transportaba.

Al mirar su reloj-despertador y darse cuenta de la hora que era (alrededor de las tres de la mañana) no hizo nada más ni nada menos que ponerse su piyama y dejar la página marcada para otra ocasión.

Habían pasado un par de minutos cuando escucho-sobre su cabeza- el ruido del techo.

Al asomarse por la ventana no vio nada, sin embargo, la curiosidad la mataba por saber si era alguna nobiesita del afeminado de su compañero de escuela.

-¿Hola?-preguntó sin tener esperanza de una respuesta.

-¿Akane?-respondió Ranma al fin y al cabo de un par de minutos.

-¿Qué estás haciendo?

-Bueno es que…

-¿No podías dormir?-preguntó sin más vueltas.

-SÍ.

Los silencios eran cada vez más abundantes. La chica metió su cuerpo y cara hacia adentro de la habitación, dejándolo suspirar.

-Ayúdame-dijo reestableciendo la conversación extendiendo una mano desde su dormitorio con su abrigo puesto-no quiero pescar un resfriado.

Una vez ambos arriba el silencio apareció nuevamente.

-¿Por qué no puedes dormir?-preguntó muy ingenuamente.

-Estoy algo tenso…

Nuevamente, silencio.

Vaciló por un momento, ¿Qué podía hacer ella? Fue entonces cuando los recuerdos llegaron a su cabeza: recuerdos de cuando no podía dormir y, entonces, su madre le contaba historias de princesas o aventuras.

Sonrió al recordar eso. Lo miró por unos segundos hasta saber qué hacer.

-¿Qué tal si te cuento una historia?-dijo volviendo la cabeza hacia la noche.

Cuando le dijo eso, Ranma hizo un click. Su madre, actualmente apartada de él, de pequeño le contaba historias de piratas o ladrones.

-No creo que haga mal una de vez en cuando-respondió mostrando una sonrisa.

-Muy bien. Esta la saqué de mi libro.

Se limitó a mostrar una sonrisa.

-Hace miles de años existió un joven de negras cabelleras y con rasgos hermosos. Aquel indio, que vivía en una tribu en guerra, un día tuvo que verse obligado por pelear el también. Una noche de batalla, el indiecito, despertó en una cama con un trapo mojado en la cabeza y sus heridas curadas. Entonces apareció una bella muchacha, que lo había curado.

-¿Qué paso después?-preguntó entusiasmado.

-Te lo diría pero hoy me siento muy cansada ¿sabes Ranma?-dijo levantándose y bostezando.

-Per…o…

-Buenas noches.

-Buenas noches.

Él, tratando de ser audaz, imaginaba un final para esa historia pero nada le llegaba a la mente.

-Me pregunto, ¿Por qué todos en la escuela quieren estar en mi lugar.

Ese fue el comienzo, la primera noche, la primera pregunta, la primera vez que a Ranma casi le explota la cabeza por culpa de ella: el marimacho más grande en la historia de Japón.

¿Por qué le había contado eso? Por el simple hecho de que era un amigo para ella… por ahora…

Na:

Bueno, mil doscientas cuarenta y ocho disculpas por ser tan corto pero creo que lo que cuenta es la historia (¿?)

Todos los comentarios (buenos y malos) son bienvenidos y no olviden dejar sus

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Luly