Hola lectores!

Perdonadme por tanto tiempo de silencio, pero es que entre el lío del cambio de ordenador y que en este maldito hotel donde ando de vacaciones no hay wifi, no he podido publicar. Intentaré continuar el Fic de "Ángeles o demonios" y mientras veré si puedo ir publicando algún One-Shoot.

Y para dejaros con buen sabor de boca, publico este Fic que tenía escrito hace un tiempo, a ver qué os parece.

Nos vemos por aquí.


Ella era como el fuego. Aparentemente bello e inocente, con un soplo de viento se alzaba rabiosamente y quemaba a todo aquel que, fiándose de las apariencias, se hubiera acercado demasiado.

También era como el mar. Muchas veces fiero, con gran oleaje que provocaba chillidos de angustia; pero otras veces sereno y melancólico, creando sonidos semejantes a un lamento lloroso.

Ella tenía veneno en su interior, y no era la ponzoña que la había recorrido siglos atrás, sino un veneno mucho más doloroso que habitaba en su corazón y la corroía por dentro, eliminando cualquier sentimiento. Un veneno que no era capaz de expulsar de su cuerpo por más que lo intentara.

Ella no era más que una niña, una adolescente en todo caso, al menos en su aspecto, pero todos se estremecían al oír su nombre. Porque ella era Jane Volturi.

Todas las noches se escapaba al cuarto de su hermano para hablar. Nunca le hablaba de aquel veneno, porque él ya lo conocía, lo conocía y lo maldecía por hacer sufrir a su amada hermana.

Por ello, él llevaba siglos pensando en una solución para hacer desaparecer aquel veneno, y no se le ocurría ninguna que no comprometiera su integridad personal, física y moral. Y su don poco podía hacer. Él era Alec Volturi.

Pero aquella noche, Jane explotó. No podría decir qué suceso la había llevado a aquella situación, tal vez fuese el tiempo. Jane gritó que ojalá todos murieran, incluido su hermano, y la dejaran sola de una vez. Entonces fue cuando Alec se dio cuenta de que, si no actuaba ahora y eliminaba aquel odioso veneno, pronto no podría salvarla, y la perdería. Por eso la besó.

Con aquel beso se aseguró de extraer cada gota del veneno que amargaba a Jane. Y sólo una vez que hubo terminado, se apartó. Jane sonreía como hacía tiempo que no lo hacía.

Y fue entonces cuando Alec se dio cuenta de que aquella era la solución definitiva, que Jane estuvo esperando y deseando durante siglos, y que no sólo había expulsado todo rastro de veneno de su cuerpo, sino que ya nunca volvería.