A la hora de siempre cada uno llegaría por su cuenta y se sentaría a espaldas del otro sin realmente mucho que decir.

Tom leyendo el periódico y Namie con esos gruesos libros de autoayuda, que aunque una mujer fuerte como ella no los necesitase, le parecía una excusa menos patética que tan solo salir a tomar aire porque le era insoportable trabajar para su jefe, Izaya.

"Y, ¿te ha aumentado el sueldo?" Namie no sabía si tomárselo a broma.

"¿lo has hecho tú?"

"No me lo ha pedido. Y no creo que lo haga, Shizuo es muy conformista y suele ser feliz con lo que tiene"

"no como otros"

Tom sonrió casi le hacía gracia "no me parece que Orihara sea una persona codiciosa; es más, hasta minimalista parece ser el hombre"

"¿Bromeas? vive en un penthouse con la mitad de las paredes de vidrio. Es un exhibicionista con complejo voyerista" concluyo la mujer en rabieta, agitando la cuchara de su café "No me importaría si un día de estos le cayera en serio una de esas máquinas expendedoras" y dicho esto una señaletica los sobrevoló a ambos cayendo metros màs lejos.

"Quedarías sin empleo"

"Bueno fuera, para eso Heiwajima tendría que mejorar su puntería"

Dijo algo fastidiada a lo que junto a ella Tom se levantaba y pagaba la cuenta de ambos "siempre puedo conseguir otro trabajo" concluyó escuchando las enfermizas risas de fondo y el típico gruñido al que todos menos Namie estaban acostumbrados.

"Hoy me toca" aviso, haciendo que Tom desviara la mirada simulando no haberle visto el trasero; asintiendo en el acuerdo mutuo que tenían:

Hoy Shinra atendería a Izaya y a él le tocaría ensuciarse el traje de la sangre de Shizuo; apenas era medio día, aún había trabajo que hacer.