Ryoma se despertó exaltado. Puso una mano sobre su frente y limpió la transpiración que caía por ella. Miró hacia la ventana y pudo ver como el amanecer se avecinaba sobre las colinas.

–Una pesadilla más- pensó asustado, antes de levantarse y dirigirse al baño. Mojó su rostro con abundante agua y vio su reflejo en el espejo: el golpe en la mejilla se había puesto un poco rojo, pero nada de qué preocuparse. Lo mismo con la pequeña cicatriz que había en su hombro, producto de la pelea del día anterior. Repasó con su mano izquierda la última, para luego fijar su atención en la más grande: una línea recta que cruzaba por el medio de su pecho hasta la altura del ombligo. Luego de unos segundos, decidió dejar de perder el tiempo recordando hechos y situaciones que no traían nada más que dolor, y saliendo de su habitación, caminó por el estrecho pasillo que terminaba en una escalera igual de angosta, para llegar a la cocina. Tomó un viejo tiesto de greda y sacó un poco de agua de los bidones de reserva que le quedaban. Pronto tendría que ir por más. Bebió tranquilamente, notando la presencia que lo acompañaba.

¿Un mal sueño?- preguntó una voz femenina proveniente del otro lado de la pequeña cocina, dándole la espalda a Ryoma y así observar el amanecer.

Hn- contestó casi con un gruñido- ¿no has dormido?

Sabes que no lo hago- dijo ella con una pequeña sonrisa, observando a su hermano, quien se sonrojó ante la situación. Ryoma sabía que él era la causa de por qué Ren no conciliaba el sueño.- De todas formas- continuó la chica de la misma edad- no puedo dejar de pensar en…

El día de la Conmemoración- dijeron al unísono. Ren sonrió nuevamente y asintió. Ryoma solía terminar sus frases y saber siempre qué es lo que pensaba o sentía. Más que mal, era su hermano gemelo. Compartían todo, incluso el físico: tenían el cabello castaño oscuro, tez blanca y eran altos. Él no era corpulento ni macizo, a pesar de lo hábil que era para las luchas; y ella no se quedaba atrás. La única diferencia entre ambos era el color de los ojos. Ren los tenía de un color azul profundo, como el océano, mientras que los de Ryoma eran celestes, como los fue alguna vez el cielo.

Crees que algo ocurrirá- continuó el chico. Ella se quedó en silencio. En aquel día, el llamado "de la Conmemoración", se hacía un pequeño recuerdo en memoria de todos los que habían caído hasta la fecha. No podían realizar grandes discursos, celebraciones o manifestaciones públicas, ya que no tenían permiso para reunirse libremente en las calles, sin que una escuadra de soldados del Rey llegara a dispersarlos. Por ello, la conmemoración se realizaba de manera privada entre las familias, para luego depositar en distintos horarios del día, flores en las aguas del lago rojo. Una flor por cada miembro de la familia que se había marchado.

Faltaba solo un día para esa fecha, pero Ren llevaba cerca de dos semanas sin poder descansar. Tenía un presentimiento sobre la celebración de este año que le impedía estar tranquila. Aquel sentimiento era compartido por su hermano, manifestándose en las pesadillas que lo habían atormentado últimamente.

Ya va a salir el sol- dijo Ren- hoy iré al bosque a conseguir algunas flores…

Iré contigo- la interrumpió Ryoma- es peligroso…

Ryoma, he ido sola toda mi vida- agregó ella mirándolo con arrogancia- puedo cuidar de mi. No como "otros" que lo único que saben hacer es meterse en problemas…- sugirió con una sonrisa, haciendo alusión a la pelea del día anterior. Ryoma bajó la cabeza.

No había sido un gran incidente, el chico se encontró con alguno de los guardias reales, cuando iba a comprar frutas al mercado. Los soldados estaban obligando a una mujer a entregar a su hijo de 8 años para convertirlo en uno de ellos. La mujer lloraba desconsoladamente, mientras el niño era arrebatado de sus brazos, por lo que Ryoma se acercó a ellos, recordándole que aún no era periodo de "cosecha" (como los guardias solían llamarle). Sin embargo, eso no le causó gracia al joven y arrogante soldado que lideraba la escuadrilla y caminando hacia él lo golpeó con su puño y lo arrojó al suelo sucio del pueblo. Todos se quedaron en silencio, esperando la reacción de Ryoma…y es que atacar a un guardia real era una condena a muerte. Pero el joven se levantó, sin rastro alguno del golpe en su cara y exclamó: "todos han sido testigos que este hombre ha querido llevarse a un niño fuera del periodo correspondiente. Ha roto, por lo tanto, las reglas del reino. Y por último, todos han visto como él ha lanzado el primer golpe"- finalizó antes de correr hacia él y golpearlo rápidamente. Lo dejó inconsciente con un solo movimiento. Los otros dos que lo acompañaban, se abalanzaron contra Ryoma, quien los esquivó con facilidad y los inhabilitó al igual que a su líder. Cuando los soldados despertaron, estaban desnudos, en un bosque a más de 20 kilómetros del pueblo.

No iba a permitir que se llevaran a ese niño- dijo Ryoma a su hermana, excusando su conducta- se han llevado a diez de nuestro pueblo…

Y se llevarán más- dijo una voz detrás de los hermanos. Ambos se voltearon y vieron al anciano que vivía con ellos- No puede seguir insultando a la guardia real, hijo- continuó- algunos de estos días vendrán por ti.

Ryoma se quedó en silencio. No sabía si realmente quería seguir el consejo del anciano para que los soldados vinieran por él. De esta forma, tendría la oportunidad de volver a luchar con el tirano que gobernaba el universo y finalizar de una vez por todas con el Régimen.

No podrás acabar con él ni aunque tuvieras mil hombres- le dijo Ren leyéndole la mente- ahora el Rey es inaccesible –

La chica tenía razón. La guardia Real estaba conformada por un gran número de soldados, tanto viejos como jóvenes que habían sido entrenados toda su vida para eso. Además, el Rey contaba con espías y asesinos en todos los puntos de la Tierra, sin considerar a su guardia personal, integrada por los mejores soldados de su casta. Por último, el Rey mismo era un soldado altamente entrenado y capaz de matar a cualquiera, como lo había demostrado exactamente hace un año, al enfrentarse a los gemelos.

Ryoma suspiró resignado.

Vengan, vamos a desayunar- dijo el anciano Albert- he comprado un cerdo en el mercado. Podremos comer jamón- sonrió a los niños. Los gemelos le sonrieron de vuelta y ayudaron al viejo.

La operación ha llegado a la etapa 3. Los transbordadores ya están en rumbo, camino a la Tierra. Todo preparado, comandante- dijo el soldado a un anciano sobre una silla de ruedas- aterrizarán en menos de 18 horas.-

Bien- respondió el comandante aludido. Era una persona muy mayor, notoriamente desgastado y afligido por los años, se movía únicamente con la silla electrónica, siempre acompañado por su cuidador, Willer Dust, quien actualmente le preparaba una taza de té.

Caerán en la zona 5, como usted lo ha ordenado Lord Reowen, desarmados y desorientados. Algunos creen que han perdido la cordura…

Y si no lo han hecho, lo harán ahora- recalcó Reowen con ira en sus ojos- Notifícale a mi hijo. Dile que envíe guardias a la zona, pronto aterrizarán los pilotos y serán recibidos por los pocos amigos que les quedan. Esa será nuestra oportunidad para hallar su escondite…y luego de que vean en lo que se ha convertido la Tierra y sean testigos de nuestro poder, acabaremos con todos ellos- finalizó riendo fuertemente. Sin embargo, la tos lo invadió y Willer tuvo que acudir a su ayuda.

Tenga cuidado, señor- le dijo al anciano ofreciéndole un pañuelo- debe mantenerse saludable para el próximo tratamiento.

Lo sé, lo sé- dijo Reowen poniéndose una mascarilla de oxígeno que salía desde su silla- he esperado este momento por muchos años, Dust… ¡por fin me vengaré de los pilotos Gundams y su inmundo Consejo!

Más tarde ese día, Ren había emprendido camino hacia el frondoso bosque que se encontraba a las afueras del pueblo. Era sin duda un lugar peligroso para caminar sola, pero como le había recordado con orgullo previamente a su hermano, ella podía cuidarse. Es por eso que le molestó sentir la presencia de alguien que seguía sus pasos.

¡Es un bruto testarudo!- exclamó- ¡Yo soy la mayor!

Solo por tres minutos- intervino su sombra. El joven de ojos verdes y cabello castaño rojizo salió a su encuentro de entre los árboles, y caminó hacia la chica que la esperaba con ambos brazos apoyado en su cintura.

¡3 minutos que se han manifestado en años de madurez!- puntualizó- ¿qué haces aquí, John?

He venido por flores- respondió inocentemente el muchacho de 17 años, sosteniendo un ejemplar en su mano, que luego ofreció a Ren.

Sí, claro- respondió con sarcasmo la chica, tomando con sus manos cubiertas con guantes largos, la flor que John le ofreció. Ambos caminaron en silencio por unas horas, tratando de encontrar la mayor cantidad de flores posibles para ellos y sus amigos, pero era una tarea difícil en ese bosque. Sólo los árboles lograban sobrevivir, pero todo lo bello, lo hermoso de aquel lugar se fue desvaneciendo a la largo de los años por la ausencia de sol y agua. Muchas veces la chica pensaba que la Tierra se estaba muriendo, lo que causaba un escalofrío en todo su cuerpo.

Ryoma me ha dicho que estás preocupada- dijo John. Ren asintió- Y él también lo está…

Los guardias reales han venido mucho a nuestra zona- comentó la chica- y hemos encontrado a más de un "cuervo" revoloteando- dijo refiriéndose a los espías del Rey.- ¿Qué querrá ese hombre de nuestro pueblo? Si viniera por nosotros…

No lo hará- interrumpió John mirándola- si nos buscara a nosotros, hace mucho tiempo nos habría capturado.

Entonces, ¿qué es?- preguntó nuevamente. John pensó por unos momentos, pero sabía que no tenía una respuesta clara a esa pregunta.

Sea lo que sea, estaremos preparados- dijo - no hay nada que el Rey William Cross pueda hacer para detenernos- finalizó, sacando otra flor que extrajo entre las rocas.