Hace casi seis años, Téa me autorizó traducir Simply Unspoken al español. Han pasado varios años desde que lo hice, se necesitaba una edición urgente que no se hizo nunca y a pesar de ello muchas personas vieron la historia. Con un poco de suerte ahora que la edición pulió desperfectos mejorables, la historia siga teniendo tráfico. En mi perfil y también en mis favoritos, encontrarán los links correspondientes.
No puedo explicar cómo hice esta traducción cuando no sabía inglés como lo sé ahora.
Corregido, entre otras cosas, el tiempo verbal que me hicieron notar en los comentarios, muchas gracias.
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Notas de la autora: Escrito en el formato de "Las 20 verdades" de dicha comunidad en Live Journal, aunque en realidad estoy esperando que se apruebe esta pretensión antes de que esto se publique allá. Mientras tanto, pensé en compartir esto aquí pues hace algún tiempo que lo terminé (y conociéndome, si espero demasiado, el fanfic comenzará a disgustarme).
Un one-shot de Kiba/Hanabi. Una pareja rara, sí, pero la idea surgió en mi cabeza y se fue aferrando ahí con firmeza. Todas las 20 verdades se conectan para formar una historia.
Simply Unspoken
Téa
01.
La primera vez que Hanabi lo vio, estaba parada detrás de un pilar observando en silencio mientras que él y otro chico vinieron llamando a su hermana a la casa principal de los Hyūga. El perro del chico saltó a los brazos de su hermana, y Hanabi no pudo evitar darse cuenta de la forma en que el muchacho sonrió estúpidamente al tiempo que decía algo que hizo que las mejillas de Hinata se sonrojaran. Por razones que nunca se molestó en descifrar, la escena le provocó fruncir el entrecejo, al tiempo que se deslizaba de vuelta hacia las sombras.
En ese momento, Hanabi decidió que lo odiaba.
02.
La primera vez que Kiba la vio, el sudor le rodaba por el costado del rostro mientras peleaba contra el intimidante líder del clan Hyūga. Cuando de pronto tropezó y cayó de rodillas por un golpe particularmente espantoso, Kiba dio un paso para acercarse hasta que percibió la mirada fulminante que ella le lanzó tras la larga cortina de pelo que pendía lánguida alrededor del rostro de su rostro. Le tomó completamente por desprevenido, pero antes de que pudiera reaccionar ella ya había se había puesto en pie y atacado a su oponente de una manera tan feroz que lo único que él pudo hacer fue observar.
Kiba supo después que era la hermana menor de Hinata, y se preguntó por qué nunca la había visto antes.
03.
Después del breve encuentro, a Kiba no le tomó mucho tiempo caer cuenta que era ella la que siempre estaba en las sombras cuando él y Shino iban a recoger a Hinata en la casa de los Hyūga. Siempre supo que había alguien ahí, y le satisfizo finalmente averiguar quién era.
Kiba se preguntaba qué diría ella si le dijera que reconocía su aroma. Más aun, se preguntaba si sabría que olía como el bosque, cuando una tormenta está apunto de desatarse.
04.
Por un largo tiempo, Hanabi odió la forma en que la cara de su hermana se iluminaba en el momento en que sus compañeros de equipo aparecían en casa. Odiaba la ruidosa manera en que él siempre parecía hacerse presente, sin importarle en lo absoluto el hecho de que estaba perturbando la paz y tranquilidad de la casa siempre que venía al complejo. Por encima de todo, Hanabi odiaba la forma en que su corazón se apretaba con fuerza siempre que los veía desde su lugar en las sombras al tiempo que ellos dejaban los territorios Hyūga, charlando animosamente entre sí.
A Hanabi le tomó incluso más tiempo admitir que la única paz y tranquilidad que Kiba perturbaba era la suya. Que de alguna manera, con su actitud despreocupada e irresponsable, había logrado dejarle una aflicción por algo que nunca supo que no tenía. Hanabi siempre estaba feliz antes de que él viniera, y por eso, se sentía justificada en odiarlo aún más.
05.
Honestamente Kiba no pretendió asustarla en la forma en que lo hizo. Eso fue, después de todo, una decisión que hizo por capricho mientras él y Shino se quedaban esperando a Hinata en los campos del complejo Hyūga. Rectificándolo un poco, pensaba que fue quizá demasiado imprudente al acercarse a ella cuando asomó la cabeza de pronto alrededor del pilar y le sonrió de oreja a oreja. Y sin embargo el remordimiento por haberla asustado se negaba a quedarse, cuando recordaba la manera en que ella dio un gritito y se tropezó con su propio pie.
Por supuesto, Kiba nunca olvidaría las palabras que le espetó cuando extendió el brazo para ayudarla a ponerse en equilibrio: "¡Quita tus inmundas manos de mí!"
Fue realmente desagradable, ese tono de voz, pero pensó que el leve rubor que le espolvoreó las mejillas mientras se sacudía el pelo apuradamente y huía de ahí a toda prisa hizo que todo valiera la pena.
06.
A su favor, Kiba sí se arrepintió de sus acciones durante los seis largos meses que inmediatamente siguieron al incidente. Solo le había tomado un momento notar su ausencia cuando llegó a la casa de los Hyūga de nuevo, aunque la sensación de que faltaba algo siempre se prolongaba mucho después de su partida.
El día que captó su esencia una vez más, no pudo evitar sonreírle a la sombra en el lejano rincón del patio, al tiempo que su arrepentimiento finalmente se esfumaba. Y cuando Akamaru dio un ladrido rápido, agitando la cola de pura alegría, Kiba solo pudo mirar a su perro, sorprendido.
07.
La siguiente vez que Kiba visitó la casa de los Hyūga tomó otra decisión. La primera vez que lo hizo, Hinata le preguntó a quién le estaba agitando la mano y Shino lo miró arqueando una ceja. Kiba, a su vez, solo respondió con una sonrisa perruna.
Fue cuestión de tres visitas más para que sus amigos lo dejaran de ver con extrañeza las veces en que levantaba un brazo en el casual saludo, de espalda a ellos mientras los tres se alejaban del jardín.
08.
La primera vez que Hanabi vio su saludo, sus pálidos ojos se agrandaron en shock antes de que la sorpresa se transformara abruptamente en una fría furia. ¿Cómo se atrevía a burlarse de ella?
Tres saludos más, Hanabi consideró que burlarse podría no haber sido su motivo.
Diez saludos más, Hanabi se preguntó por qué hacía todo aquello.
Veinte saludos más, Hanabi se dio cuenta que no iba a detenerse.
Y sin embargo, después de treinta saludos, Hanabi comenzó a temer que así fuera.
09.
Akamaru fue el que la encontró en el festival de Año Nuevo de la Aldea, aunque era Kiba quien recordaría siempre la expresión de su cara cuando ella miró fijamente al perro que insistía en ponerle sus enormes patas en las caderas.
Años después Hanabi todavía diría que eso era un ceño fruncido. Kiba, por otra parte, siempre pensó que esa era su sonrisa favorita. Se lo dijo, y entonces ella sí frunció el ceño —pero con un aire dubitativo.
10.
Cuando Kiba pensaba seriamente en ello, se dio cuenta que no debió sorprenderse cuando Akamaru empezó a ladrar al tiempo que él saludaba. Un hombre conoce a su mejor amigo después de todo, y Akamaru siempre había ido por las chicas lindas.
En esos momentos, Kiba se sintió extrañamente orgulloso de su perro.
11.
Una tarde, cuando el Equipo 8 tomó un corto descanso después de una mañana de entrenamiento riguroso, Kiba le preguntó a Hinata algo que siempre le había estado molestando. Aquel día supo que Hanabi raramente salía de la casa porque Hiashi había insistido en entrenarla él mismo, no fuera a ser que se volviera demasiado blanda como Hinata.
Fue entonces cuando Kiba decidió que Neji estaba loco al pensar que él era el pájaro enjaulado.
Kiba no lo supo en aquel momento, pero también fue cuando juró que destruiría su jaula en pedazos para poder verla volar.
12.
Sería difícil decir quién estaba más sorprendido cuando un día, Hinata de repente se detuvo y levantó una mano vacilante al tiempo que el Equipo 8 salía del complejo de los Hyūga. Cuando Kiba la miró interrogante Hinata solo le esbozó una sonrisa tímida pero eso lo hizo mucho más feliz de lo que podría haber imaginado. Kiba esperó que eso también hiciera feliz a Hanabi.
Dos meses después, Shino se unió a los saludos sin la más mínima advertencia, y Kiba descubrió que no estaba preparado para la repentina oleada posesiva que le crepitó por el estómago. Él insistía en que no eran celos. Aun así, Kiba esperaba que eso hiciera feliz a Hanabi.
Sin embargo un mes más tarde, Hanabi finalmente salió de las sombras y honró los saludos con su presencia. Aunque si alguien observara minuciosamente, notaría la tenue sonrisa que se le dibujaba en los labios cada vez que Kiba le sonreía abiertamente y Akamaru daba otro de sus felices ladridos.
13.
El día que Hanabi fue liberada de su jaula, Kiba no tuvo nada que ver con aquello. Más bien, vino con el anuncio de que Hinata sería proclamada heredera oficial del clan Hyūga. Como resultado, Hinata fue incapaz de unirse a muchas de las sesiones de entrenamiento del Equipo 8 y tampoco se le permitió ir a algunas de las misiones más peligrosas que les fueron asignadas. En su lugar, Hanabi y su Byakugan fueron ofrecidos como reemplazo en aquellas ocasiones.
Hinata fue encerrada mientras que Hanabi se volvió imprescindible y Kiba pasó momentos en los que se dividía entre la culpa, la ira y el egoísmo. Sorpresivamente, fue Shino quien le ayudó a encontrar un balance entre sus conflictivas emociones, comentando sutilmente que el Equipo 8 ahora operaba como un pelotón de cinco integrantes.
Después de que Kiba tuviera tiempo de reflexionar sobre aquellas palabras, hizo dos juramentos más. Hinata siempre sería considerada parte del Equipo 8, y dispensable o no, Kiba se aseguraría que Hanabi nunca se volviera prescindible.
También fue ampliamente conocido que a Kiba le encantaba presumirle, a cualquiera que lo escuchara, de los dos usuarios del Byakugan que tenía su equipo.
14.
Cuando el tiempo y las circunstancias lo permitían, Hinata todavía entrenaba con el Equipo 8, ahora con la adición Hanabi. En esos días, Hanabi a menudo observaba con espanto cómo su hermana miraba furtivamente a Shino, y frunciría el ceño por la manera en que Hinata se veía tan tonta con su cara adquiriendo varios tonos de rojo en el proceso. Algunas veces, sentía el temperamento demasiado delicado, frunciría el entrecejo y criticaría a su hermana por ser tan ridícula.
Aquello hizo que las personas pensaran que Hanabi seguía siendo la frígida e insensible kunoichi que se llegó a conocer. Nadie sabía que observar las obvias reacciones de Hinata hizo que se asustara de mirar a Kiba.
15.
Hubo un tiempo en el que Hanabi estuvo convencida que odiaba la sonrisa estúpida de Kiba. Demasiado arrogante e imprudente, pensó. Demasiado juguetona y demasiado obvia.
Pero también hubo un tiempo en que Kiba perdió su sonrisa por varios días, cuando Akamaru tuvo que ser hospitalizado por las heridas críticas que sufrió en una misión fallida. Ella lo había observado vagar por las calles, nunca demasiado lejos del hospital, ofreciendo a sus amigos la clase de sonrisa que se veía demasiado humilde para estar en la cara orgullosa de Kiba. Incluso su voz apenas se elevaba por encima de murmullos compungidos.
Al final, Hanabi decidió que odiaba a este Kiba aún más. Para corregir el problema le zampó un duro golpe en su cara y se complació bastante con la manera él le gritó una sarta de obscenidades, muy alto e indignando.
Le dio un minuto entero para que se desahogara con ella. Luego se dio la vuelta y caminó, diciéndole por encima de su hombro lo que le quería decir desde el primer día en que Akamaru fue ingresado en el hospital.
—Si no puedes sonreír bien, entonces no sonrías.
Cinco minutos después que se fuera, mientras sus palabras todavía le hacían eco en la consciencia, Kiba sonrió por primera vez en días. Hanabi no lo pudo ver, pero un par de amigos de Kiba sí. Shikamaru fue el único que lo comprendió, pero pensó que era demasiado problemático explicar algo que de cualquier forma pronto se haría público.
16.
Después de que Akamaru se recuperara por completo, Kiba lo llevó a los usuales terrenos de entrenamiento del Equipo 8 donde sus amigos estaban esperándolo. Hanabi fue la primera persona a la que Akamaru corrió a saludar. El can había abordado a la joven y le lamió la cara felizmente, Kiba comenzó a reír entre dientes.
Eso fue hasta que Shino dijo, con esa inexpresiva voz suya, "Tu perro se mueve más rápido que tú, Kiba".
Por un breve momento, Kiba solo pudo mirar a su compañero con expresión estúpida, hasta que, lentamente, sus ojos se abrieron como platos. Sacudiendo su cabeza alrededor, señaló a Akamaru y gritó:
—¡Oe, Akamaru, te estás robando mi beso, maldito bastardo con suerte!
Sobra decir, que Kiba realmente no quería que sonara de esa manera, aunque pretendió todas y cada una de las palabras que dijo.
Ese día entraría en la historia como el primer día de entrenamiento del Equipo 8 en el que era la cara de Hanabi, y no la de Hinata, la que se había coloreado asemejando un tomate.
17.
Hyūga Hiashi no prestó especial atención cuando, una tarde, encontró al chico Inuzuka en frente de su puerta preguntando por su hija menor. Horas más tarde, cuando se encontrara con la habitación vacía, vería por lo menos diez cambios de ropa diferentes regados por la cama —ninguna apropiada para entrenar. Entonces, Hiashi de repente recordaría que el desordenado cabello del chico se veía sospechosamente adiestrado cuando había venido más temprano.
Y a diez cuadras de la casa Hyūga, mientras Hiashi se quedó pensando en la habitación vacía de su hija con un perturbador ceño fruncido en su rostro, Kiba reuniría el valor suficiente para moverse más rápido que su perro.
Akamaru no se vería por ningún lado.
18.
Siete meses después, Haruno Sakura les prohibió a Kiba y Akamaru poner un pie en el hospital luego de que Kiba destrozara una puerta y Akamaru mordiera a uno de los ninja médicos en la pierna. El par se convirtió en una escultura permanente de la entrada del Hospital de Konoha durante seis días; el tiempo que Hanabi yacía inconsciente en una habitación del tercer piso mientras los ninja médicos trabajaban duro tratando sus heridas.
Kiba no intentó sonreír, y sus amigos finalmente entendieron lo que Shikamaru no se había molestado en explicar esos meses atrás. Decir que estaban sorprendidos era un eufemismo.
Pero la sorpresa palidecía al lado de la que causó Hyūga Hiashi cuando llevó al dúo hombre-perro al hospital, ignorando olímpicamente la prohibición impuesta.
19.
La mejor parte de las semanas siguientes luego de que Hanabi fue dada de alta del hospital, fue que los amigos de Kiba observaban como halcones a la nueva pareja descubierta. Habiendo encontrado nada significativo, la mayoría de los hombres se rindieron espiándolos y en lugar de eso se preguntaron si Shikamaru estaba fumando algo más que cigarrillos. La población femenina, por otra parte, tenía que coincidir con el perezoso ninja: era absolutamente demasiado problemático explicar algo así. Pero entre ellas murmuraban, "¿Quién lo habría pensado?"
Naturalmente, fueron las mujeres también quienes notaron primero el sencillo anillo de plata colgando de una delicada cadenita alrededor del cuello de Hanabi, resplandeciente bajo la luz del sol.
20.
Unos años más tarde, sus amigos todavía esperaban por el anuncio de matrimonio. Pero para el tiempo en que fue el turno de su generación tomar un equipo de genin, nadie recordaría que la formidable mujer de ojos blancos y el hombre con un perro siempre fiel nunca estuvieron oficialmente casados. Y aquellos que lo recordaban nunca corrigieron a los más jóvenes que asumieron lo contrario.
De cualquier forma, aquello no importaba.
Inuzuka Kiba y Hyūga Hanabi solo eran, y mirarlos era lo único que cualquiera necesitaría para verlo.
Notas de la autora: Sé que Kiba/Hanabi es una pareja casi inexistente en el fandom de Naruto, pero espero que al menos algunos de ustedes hayan encontrado agradable este fic. No pude resistirme a darles una oportunidad. :) Los reviews y feedback son bienvenidos. ¡Gracias!
Terminado: 11 de diciembre del 2006 (2332 palabras)
Notas de la traductora: La cantidad de palabras a las que la autora hace referencia es en la versión en inglés.
Editado al 3 de enero de 2016.
