Disclaimer el universo, así como los personajes, pertenecen a George Martin.
Arya era muy diferente a ella, tan diferente que se preguntaba si en realidad eran hermanas.
Ella era hosca, irritable, chillona y malcriada, jugaba a tener el rol que no le tocaba, y eso no sólo la perjudicaba a sí misma, si no también le salpicaba a Sansa, como cuando hirió a Joffrey y Ned tuvo que sacrificar a Dama.
Porque Arya sólo pensaba en sí misma, era egoísta, no entendía que sus actos acarrearían consecuencias, o si lo entendía, parecía no preocuparle.
Y Sansa decía odiarla, decía avergonzarla, decía que era el mayor de sus males, pero mentía, porque sí, tal vez cuando Arya le llamaba mentirosa una y otra vez frente a todos tenía razón.
Sansa no odiaba a Arya, al menos, no siempre.
La envidiaba, envidiaba que Arya fuese valiente, aventurera, que se pareciera tanto a padre y que le importara tan poco la opinión de los demás, también admiraba que supiera manejarse con la espada, como cuando desarmó a Joffrey con un palo, Sansa no sería capaz de hacerlo.
Por eso cuando Sansa veía a su hermana brillar por si sola sentía admiración, aunque no lo dijera en voz alta, le alegraba que su hermana fuera así, tan especial, tan única. La quería en secreto, quería cada pequeño detalle de ella y a la vez decía odiarlos, porque así es como debía ser, siempre había sido así.
Y por eso la extrañaba tanto que comenzaba a doler, un dolor constante y frío, tan frío como Arya.
Estaba sola, en aquel castillo que una vez le pareció su sueño hecho realidad, y lo único que podía pensar era donde estaba Arya, en cómo había sido capaz de abandonarla en un momento como ese, en cómo debía odiarla para no querer irse con ella.
Le lastimaba tanto, tal vez había sido su culpa, quizá ella le hizo pensar, erróneamente, que la odiaba y por eso había huido sin ella, se había escapado dejándola ahí, tirada, hundida y condenada a una vida que no quería, y pese a todo no podía odiarla.
La buscaba en todas partes, en el sonido metálico de dos espadas chocando, tras las puertas al abrirse, en cada frase que articulaban… pero nunca aparecía, y eso estaba bien, o al menos debería, pues significaba que los Lannister no le harían daño, tal vez había llegado a Invernalia y se encontraba con madre y Robb, tal vez.
Por eso cuando el recién proclamado Rey Joffrey abrió la puerta y la sacó de la cama arrastras Sansa quiso parecerse un poco más a Arya.
Así que sí, si alguien alguna vez dudó entre el amor que Sansa profesaba a Arya entonces que los Dioses se lo lleven, porque la última cosa que Sansa podría hacer era odiar a Arya, por muy fácil que eso le pusiera las cosas, porque Arya era sangre de su sangre, era su contraparte, era todo aquello que soñaba ser a escondidas, era quién hacía de su vida más interesante, y siempre la querría aunque eso significaba proclamar lo contrario.
