Wuoooou! Hola! Hace muchísimo que no venía por aquí. Ni siquiera sé si este fandom sigue tan activo como antes, pero espero que sí. La verdad es que llevo escribiendo este fic más de dos años, pero recién ahora me atrevo a publicarlo. La historia es realmente cursi y algo lenta, pero espero que les parezca mínimamente interesante. Disfrútenla!
Salió del lugar con paso tranquilo. Sus clases habían terminado y tenía el resto del día libre. Planeaba pasar a algún conbini en el camino, comprar algo de comer e irse a casa. Como siempre, se despidió de sus amigos y se encaminó hacia el centro de la ciudad.
Era un bello día soleado y las calles aún estaban despejadas. Algunas personas transitaban, con calma, por el lugar. Pronto sería la hora del almuerzo. El pelicrema se metió al primer local que encontró abierto, decidido a tomarse su tiempo para ver qué comería.
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El pequeño de cabellos pálidos miró preocupado como ambos chicos se daban la espalda y comenzaban a caminar en direcciones opuestas. Sus intentos por aplacar la discusión no habían servido de nada. Dudó unos segundos antes de seguir al menor, trotando para alcanzarlo.
_ ¡Atsuya!
El otro pareció ignorarlo y siguió su camino, apurando el paso. Shirou aceleró también, tratando de no perder de vista a su hermano entre la gente que comenzaba a llenar las calles, a medida que se alejaban de los terrenos de la Universidad. Su rostro reflejaba completa tristeza.
_ ¡Atsuya, espera!
Su gritó alertó al otro, que comenzó a correr para escapar. Shirou corrió detrás de él, esquivando a los transeúntes sin quitar sus ojos de la figura que se alejaba. Justo cuando conseguía alcanzarlo, el otro se detuvo unos segundos, para respirar agitado y gritarle, tratando de ocultar el temblor en la voz.
_ ¡Déjame, Shirou! ¡No es tu problema!
El mayor sintió humedecerse sus ojos al oír su voz quebrada. Iba a contestarle, cuando el pelirrosa volvió a correr.
_ ¡Espera!
Por desgracia, justo en ese momento la puerta de uno de los locales se abrió, y un despreocupado chico salió al exterior.
Shirou no tuvo tiempo de verlo antes de estrellarse contra él.
_ ¡Ah!
Cerró los ojos por el impacto, y cuando volvió a abrirlos, alcanzó a vislumbrar la silueta de Atsuya perdiéndose en la lejanía.
El chico con el que había chocado lo miraba, algo preocupado.
_ Oye… ¿Estás bien?
El peliplata levantó el rostro, y, sin poder evitarlo, estalló en llanto.
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Goenji se acercó a la banca de madera, observando la figura cabizbaja de su acompañante. Con un suave movimiento, puso frente a él uno de los jugos que había sacado de la máquina expendedora.
El otro la cogió agradeciéndole en voz baja, y el pelicrema se sentó a su lado.
_ ¿Te encuentras mejor?
Shirou asintió en silencio, abriendo el jugo para darle un sorbo.
Goenji desvió su mirada hacia el parque. A lo lejos divisaba algunas parejas y niños correteando. Volvió su mirada hacia su lado cuando escuchó la suave voz del menor.
_… Lo siento.
No supo en específico a qué se refería, pero se apresuró a contestar.
_ No te preocupes.
Estuvieron unos minutos más en silencio, hasta que el mayor lo rompió.
_… ¿Quieres hablar?
Shirou pareció sorprendido, pero se enderezó levemente, con la vista fija en el suelo.
_ Yo…
Hubo una pausa y el pelicrema habló.
_ Digo, si quieres…
El otro asintió en silencio y Goenji sólo esperó.
Fubuki tomo aire, y comenzó.
_ Es… Fue una pelea… Yo…Mi hermano y su novio discutieron, y yo… yo… -el peliplata no pudo continuar y Shuuya observó alarmado como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.
_ ¡Ah!, pero, tranquilo… -trató de calmarlo mientras el pequeño secaba sus ojos.
Estuvieron unos momentos más, esperando a que el llanto desapareciera por completo. Sólo cuando Shirou notó que ya no sentía el nudo en la garganta, pudo continuar.
_ Esto… Puede parecer algo extraño. Digamos que… no es un problema específicamente mío. –Suspiró – Así que quizás no tenga mucho sentido.
El otro asintió en silencio, alentándolo a continuar.
_ Supongo que es mejor que lo explique desde el principio.
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Estudio en la Universidad G. Estoy en mi segundo año. La verdad es que… no soy muy sociable, así que tengo un círculo bastante reducido de amigos. Pero en fin…
Un día, mis amigos organizaron una fiesta, una especie de celebración por pasar un examen excepcionalmente difícil. No suelo asistir, pero esta vez lograron convencerme. Decidí ir, y, de paso, llevar a mi hermano.
Atsuya es mi hermano gemelo. La gente suele decir que nos parecemos muchísimo, físicamente. Supongo que será verdad. Él había estado algo deprimido últimamente, pues acababa de terminar una relación en la que llevaba bastante tiempo y esfuerzo, y aún no lo superaba del todo. Por esa razón, decidí llevarlo.
Me costó, pero logré convencerlo. Y terminó acompañándome, conociendo a mis amigos y emborrachándose, de paso. Cuando descubrí lo tarde que era y el estado de mi hermano, tomé la inteligente determinación de llevarlo a casa, pero se había convertido en un bulto de mi estatura. El único de mis amigos que estaba libre y se ofreció a ayudarme fue Afuro-san.
Afuro-san era un amigo bastante reciente. Lo había conocido a través de mi círculo y nos llevábamos realmente bien, pues los dos cursamos carreras relacionadas con el arte, y nuestros gustos son similares. Así que acepté agradecido.
Me ayudó a cargar a Atsuya hasta nuestro hogar, y al día siguiente me llamó para saber cómo seguía. Al parecer habían conversado bastante por la noche y Atsuya, entre copa y copa, le había confesado algunos de sus problemas y se había desahogado con él. Y Afuro-san parecía realmente preocupado. Le agradecí su apoyo y le hice saber que, aparte de la resaca, Atsuya estaba bien.
Desde ese día, comenzaron a tratarse a menudo. Afuro-san hacía constantes visitas a nuestro hogar, y la relación que mantenía con Atsuya se hacía cada vez más cercana. Mi hermano no tiene muy buen carácter, pero yo me daba cuenta de que estaba mejorando poco a poco, y no podía estar más feliz por ello.
Como era de esperarse, Afuro-san estaba genuinamente interesado en mi hermano, y no tardó demasiado en contármelo. Yo estaba feliz. Me limité a darle algunos consejos, pues era bastante obvio que iba bien encaminado. Y un "feliz" incidente aceleró las cosas entre ambos.
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El salón estaba en completo silencio. Un pequeño chico de cabellos rosas y ojos dorados miraba absorto a los ojos carmesí de su compañero. Un pequeño sonrojo avanzaba, lento pero implacable, sobre sus mejillas.
_ ¿…Qu…Que acabas de…? –tartamudeó, mirándolo incrédulo.
El rubio tomo aire, firme, y soltó.
_Lo que escuchaste. Te quiero, Atsuya.
El rostro del menor permaneció pasmado, hasta que el sonrojo fue más fuerte y agachó la mirada, sintiendo sus mejillas hervir.
_ Ah…Yo…Esto… -Comenzó a tartamudear, nervioso.
Aphrodi lo observó en silencio unos segundos, componiendo luego una dulce sonrisa. Con delicadeza, cogió las temblorosas manos y las llevó a sus labios, haciendo que Atsuya lo mirara.
_ Está bien. –le susurró, mirándolo fijamente. – No tienes que responderme ahora. Solo piénsalo, si?
El pelirosa no supo que decir. Justo en ese momento, la puerta de la entrada se abrió y una suave voz retumbó por la casa.
_ ¡Ya llegué!
Se escuchó el ruido de unos pasos entrando a la cocina, y ajetreo de bolsas y demases. Aphrodi se levantó, soltando las manos de Atsuya, y se dispuso a marcharse.
_ Nos vemos. –dijo simplemente.
Camino algunos pasos hacia la salida, y enseguida se devolvió al sofá, en donde el menor aún miraba hacia el suelo. Con sumo cuidado, cogió su rostro y lo besó en la frente.
_ Cuídate.
Shirou hizo acto de presencia en el momento en que Terumi volteaba nuevamente.
_ Afuro-san!
_ Buenas tardes, Shirou-kun.
_ ¡No sabía que estabas aquí! –exclamó el mayor de los Fubuki, acercándose. - ¿Te quedarás a cenar?
_ No te preocupes, ya me iba.
_ ¿Eh? ¿De verdad? Es una lástima.
El peliplata acompaño al mayor hasta la puerta principal, despidiéndolo con su acostumbrada amabilidad. Cuando volvió al salón, le sorprendió ver a Atsuya todavía en la misma pose.
_ ¿Atsuya? ¿Estás bien?
Sólo cuando se acercó pudo notar lo extremadamente rojo que se encontraba. El menor levantó la vista, lo miró por fracciones de segundo y luego se lanzó de cabeza contra uno de los cojines, apretándolo desesperado.
_ ¡Atsuya!
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El pequeño pelirosa caminaba por la calle, con la bolsa de la compra colgando graciosamente de su brazo. La tarde avanzaba, tranquila, y apenas algunas personas deambulaban por el lugar.
Iba mirando el piso, distraído, pensando en todas las cosas que habían sucedido. Estaba realmente confundido. Hacía más de una semana de la declaración de Terumi, y aún no le había dado su respuesta. Es más… ni siquiera lo había visto.
Tan concentrado iba en sus pensamientos que no se fijó en la persona que cruzaba la acera para encontrarse de frente con él.
_ Vaya, vaya… ¡Pero si es Fubuki Atsuya! Pensé que habías desaparecido.
El pelirrosa, alarmado, levantó la vista, encontrándose de golpe con unos refulgentes ojos rojos.
_ ¡Terumi-san! Ah, yo… - su rostro adoptó una mueca incómoda mientras lo observaba. Rápidamente, pasó por su lado, caminando hacia su casa.
_ ¡Que tarde es! Shirou debe estar esperándome.
_ ¡Hey! – Afuro apresuró el paso, poniéndose casi a su lado. - ¡No te escapes, Atsuya!
_ Pero que dices, Terumi-san… ¿escapar?... si es que debo irme ya…
_ Me has estado evitando, ¿verdad? ¡No tienes que hacerlo! ¡Dije que te esperaría, o no?!
_ No entiendo de que-
Justo cuando la discusión (y la carrera) comenzaba a acelerarse, Atsuya chocó contra alguien. Se disculpó, e iba a continuar su camino cuando una voz lo detuvo.
_ ¿Atsuya?
Lo reconoció al instante, y levantó los ojos con temor.
Un rostro moreno lo escrutaba.
Afuro llegó a su lado, observando sin entender. Hasta que escuchó aquel nombre salir de los labios de Atsuya.
_ Someoka…san.
Su ceño se frunció enseguida, mientras observaba como el pelirrosa miraba al otro confuso y casi tembloroso.
_ Atsuya, yo… Qué bien que te encuentro. Necesitamos hablar.
Su mano trató de alcanzar el delgado brazo del menor, pero éste se apartó al instante.
_ No… Nosotros no tenemos nada de qué hablar. –le contestó, poniéndose a la defensiva. El otro trató de suavizar su expresión, insistiendo.
_ Atsuya, por favor, sólo… déjame explicarte.
_ ¡No!
El moreno dio un paso hacia él, alcanzando a rozar su mejilla con la punta de los dedos, antes de que el brazo derecho de Terumi rodeara la delgada cintura de Atsuya, atrayéndolo hacia él y alejándolo de Someoka.
_ Ha dicho que no. –le habló, con furia contenida en la voz. El Fubuki lo miró sorprendido, mientras que Someoka no se dejó amedrentar.
_ ¿Quién eres tú?
_ Eso no te importa.
_ Pues entonces a ti tampoco te importan nuestros problemas. –Respondió Ryuugo, acercándose a Atsuya una vez más.
_ ¡Suficiente! ¡Déjame en paz! –exclamó el menor, acercándose levemente para encararlo. - ¡Ya te dije que no quería volver a verte!
_ Pero…
_ ¡No! ¡Aléjate!
_ Por favor…
_ ¡No!
_ ¡Por favor, Shi…!
La palabra se cortó en su boca, mientras sus ojos se abrían al darse cuenta de su error. Los ojos dorados de Atsuya se ampliaron, segundos antes de que su mano impactara en el rostro del otro.
Con los ojos llenos de lágrimas, dio media vuelta y echó a correr.
Ryuugo se quedó parado unos segundos, procesando todo y sintiendo el ardor en su mejilla, pero cuando fue a dar el primer paso en su dirección una figura se cruzó en su camino.
_ Tú no vas a ningún lado.
Sus ojos enfocaron directamente a los furiosos orbes carmesí, que se afilaron al mirarlo.
_ Él es mío.
Terumi divisó enseguida al pequeño Atsuya, sentado en una solitaria fuente en el parque. Su rostro estaba oculto contra sus rodillas, que abrazaba con fuerza. El día comenzaba a oscurecerse.
Lo miró, sentándose con suavidad a su lado, y lo rodeó con su brazo, atrayéndolo hacia su cuerpo. Atsuya apenas se resistió. Afuro acercó los labios a su oído, sintiendo sus leves sollozos.
_ No lo entiendo…
El rostro de Atsuya, bañando en lágrimas, se alzó levemente para mirarlo. Sus ojos lo recibieron, intensos.
_ No entiendo como un idiota como ése logro tenerte.
Atsuya siguió mirándolo, antes de que el llanto le acometiera de nuevo. Tembló, recibiendo una leve sonrisa de su compañero, y le lanzó los brazos al cuello.
_ ¡Terumi!
El otro lo rodeó con fuerza, acomodándolo sobre sus piernas, mientras acariciaba su cabello con suavidad. Su pequeño cuerpo se estremecía.
_ Shhh… Tranquilo… - susurró el mayor, acunándolo dulcemente para calmarlo.
Ya había oscurecido del todo, y ambos caminaban tranquilamente hacia el hogar de los Fubuki. Atsuya iba en silencio, con la vista en el suelo, y Terumi lo miraba cada cierto tiempo, evaluándolo. De pronto, el teléfono de Atsuya comenzó a sonar. El pequeño rebuscó en su bolsillo hasta sacarlo y ver el nombre en la pantalla.
_ Es Shirou… -susurró, su voz aún algo ronca por el llanto. Se le notaba en la cara que no deseaba contestar. Afuro alargó una mano, quitándole el aparato con suavidad.
_ Déjame a mí. –le sonrió. Presionó la tecla y contestó. - ¿Diga? ¿Shirou-kun? Soy yo, Terumi. Si .Me encontré a Atsuya de casualidad y lo retuve demasiado. Sí, no te preocupes, lo llevaré a casa. Nos vemos, entonces.
Cortó y le devolvió el teléfono al menor, que se lo quedó mirando. Terumi amplió su sonrisa y Atsuya se sonrojó, bajando la vista.
Siguieron caminando en silencio, hasta llegar a la puerta de casa.
_ ¿Vas a pasar? –preguntó el pelirrosa. Terumi negó con la cabeza.
_ Es muy tarde.
Ninguno supo que decir. Afuro le entregó a Atsuya la bolsa de la compra, que había cargado, y se dispuso a marcharse.
_ Saluda a Shirou-kun de mi parte. –le dijo, y al ver su silencio agregó. – Y trata de animarte, ¿sí?
El pequeño asintió en silencio. El rubio acercó su mano y le acarició la cabeza. Atsuya se sonrojó aún más, mientras hablaba.
_… Terumi…Gracias.
Afuro se inclinó hasta estar a su altura, mirándolo a los ojos.
_ De nada. Ya sabes que estoy aquí. – hubo un pequeño silencio. – Llámame si me necesitas, ok?
Atsuya volvió a asentir, mientras Aphrodi le besaba la frente para despedirse, y se marchaba. Lo vio alejarse, aún con las mejillas encendidas, y, suspirando, entró.
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Habían pasado ya varios días. Atsuya se encontraba solo en casa, ordenando su habitación, y pensando nuevamente en todo. En cómo se habían dado las cosas desde que conociera a Someoka.
Igual que a Terumi, lo había conocido a través de Shirou. E igual que él, se le había declarado un tiempo después de conocerse. Pero ahí se detenía el parecido.
Someoka no era una mala persona. Nunca lo trató mal, no fue brusco, ni molesto, ni lo engaño. No, no fue nada de eso.
Su único error fue no amarlo.
Atsuya lo sabía, desde el principio. Pero tuvo la pequeña esperanza de poder cambiarlo, de hacer algo por arreglar el amor no correspondido que ambos cargaban.
No funcionó. Aún después de todos los intentos, de todo el tiempo que pasaron juntos.
Someoka siempre estuvo enamorado de Shirou. Y Atsuya no podía soportar ser el reemplazo de su propio hermano. No tuvo más remedio que terminar lo que tenían, aun cuando Someoka se esforzara por negar lo evidente.
Y entonces, cuando sentía que su mundo se caía a pedazos… conoció a Terumi.
Su primera impresión no fue muy buena. Parecía popular y algo vanidoso, justo el tipo de chicos cuya coqueta personalidad molestaba a Atsuya. Trató de evitarlo, pero unas horas después ya había cedido al alcohol y se descubrió conversando amenamente con él, y viendo con sorpresa como Terumi echaba abajo todos sus prejuicios con una sola sonrisa.
Era amable, preocupado, simpático, divertido, atractivo… en una palabra; Cálido.
Era todo lo que Atsuya buscaba en una persona, y mucho más de lo que nunca esperó encontrar.
Y era esa calidez la que lo atraía inevitablemente hacia Terumi. Sentía que sólo él podría ayudarlo, que sólo él conseguiría que olvidara todo aquel revoltijo de tristeza y rabia. Nunca, nunca en todos sus 19 años de vida, se había sentido tan cobijado como se sintió aquella tarde en sus brazos.
Se sentó en su cama con un suspiro. Sentía las mejillas arder de sólo pensarlo. ¿Cómo era posible? Hace apenas unos días en lo único que podía pensar era en Someoka y las punzadas en su pecho, y ahora… Ahora todo lo que tenía en la cabeza era a aquel agradable chico de cabellos rubios.
Terumi lo había curado, sólo con aparecer en su vida. Y aun así, no era suficiente.
Cogió su teléfono móvil, y buscó el número de Aphrodi. Con un nuevo suspiro, se dejó caer de espaldas en la cama, con la vista fija en el móvil y la cara enrojecida. ¿De verdad iba a hacerlo…?
Apretó los ojos y dejó el aparato a un lado. ¡Era tan vergonzoso! Se tocó las mejillas notando lo calientes que estaban. ¡No podía! Pero…
Con un resuelto movimiento, se sentó de nuevo y cogió el teléfono. Afuro le sonreía desde la pequeña fotografía que había dejado en su móvil, junto a su número. Tomó aire, y pulsó el botón de llamada.
Enseguida hizo contacto, y comenzó a marcar. Al segundo tono toda su valentía había desaparecido, y a punto estuvo de cortar, si no fuese por la voz que respondió en ese momento.
_ ¿Diga?
Tosió un poco, y se acercó de nuevo el teléfono a la oreja.
_ Eh…
_ ¿Atsuya? ¿Qué sucede?
El pequeño cogió aire de nuevo, completamente nervioso.
_ Terumi…
_ ¿Sí?
_ Yo… -hubo un momento de silencio, mientras Atsuya buscaba el valor y las palabras para continuar- … yo…
_ ¿Sí? –volvió a preguntar el rubio, sonriendo levemente.
_… te necesito. –fue todo lo que pudo decir.
La sonrisa de Afuro se ensanchó al escucharlo, y sintió su pecho inflarse.
_ Sí. –contestó. – Está bien.
Hubo un momento más de silencio mientras ambos procesaban lo que acababa de pasar. Justo cuando Atsuya iba a decir algo, la voz de Terumi lo cortó.
_ ¿Dónde estás ahora?
_ ¿Eh?
_ ¿Estás en casa?
_ S-Sí… ¿Por qué…?
_ Estaré ahí en 20 minutos. No tardo. – Y cortó.
Atsuya se quedó unos segundos embobado, con el teléfono aún pegado a la cara, y el tono de colgado sonando. Luego, con la cara hirviendo, se dejó caer de costado sobre las mantas.
No podía creerlo. ¡Lo había hecho! Terumi sonaba tan…feliz. Sus mejillas se tornaron aún más rojas. Y dijo que vendría…
Tres segundos…
¡Dijo que vendría! ¡Terumi iba hacia allá en ese momento, y él aún no terminaba del todo el aseo y vestía ropa de andar por casa! De un salto estuvo de pie y, frenético, se puso a rebuscar entre la ropa de su armario.
Terumi caminaba, apresurado, en dirección a la casa de los Fubuki. Había encargado a un amigo tomar apuntes en la clase siguiente, y se había marchado casi corriendo. No podía esperar.
Llegó, por fin, y se detuvo unos momentos frente a la puerta antes de tocar el timbre. Se sentía ansioso.
Después de unos momentos de esperar, volvió a tocar, extrañado, y escucho un grito.
_ ¡Ya voy!
Segundos después, la puerta se abrió, permitiéndole ver al pequeño Atsuya, con el cabello algo desordenado y las mejillas sonrojadas, y evitando su mirada. Llevaba una camiseta blanca, bastante holgada, con un estampado al frente en tonos rosas, y un corto pantalón rojo de tela. En una sola palabra; estaba adorable.
_ Hola. –le saludó el rubio, la sonrisa pegada en la cara.
_ Ho-Hola. –contestó Atsuya, sin mirarlo.
Se hizo a un lado en un movimiento casi mecánico.
_ Pasa.
Terumi entró, curioso, y mientras se quitaba los zapatos Atsuya pasó al frente, dándole la espalda.
_ Atsuya…
_ ah! Eh… ¿Tienes sed? Te traeré algo de beber, espera, por favor. – el pequeño pelirrosa se dirigió a la cocina. Terumi suspiró. ¿Qué le pasaba ahora? –Puedes esperar en la sala.
_ Preferiría esperarte en tu habitación, si no te importa…
_ Eh… Está bien.
El rubio se dirigió a las escaleras. Atsuya, algo más tranquilo, se disponía a entrar a la cocina cuando recordó algo. ¡No había ordenado su habitación! Aterrado, corrió escaleras arriba gritando.
_ ¡Espera, Terumi…!
Demasiado tarde. Llegó justo a tiempo para ver cómo el rubio abría la puerta, mirando con sorpresa el interior. Atsuya se paró tras él, mientras el rubio paseaba la vista sobre los montones de ropa esparcidos por el cuarto. El rostro del menor comenzó a encenderse.
_ Eh…. Atsuya, ¿Por qué…?
_ ¡Kyaa! ¡No mires! – el pequeño se lanzó contra la puerta, cerrándole y quedando atrapado entre ésta y Terumi. El rubio lo miró, sonriendo pícaramente mientras Atsuya apretaba la espalda contra la puerta y se sonrojaba.
_ Ara… ¿Qué fue eso? ¿Por qué tanto problema por la ropa?- preguntó.
El pelirrosa se tensó, sin saber qué hacer. Al final, optó por el escape.
_ ¡Ca-Cállate, Baka! –gritó, y bajó corriendo.
_ ¡Hey! – el rubio se lanzó tras él, persiguiéndolo hasta la sala.
_ ¡Kya! ¡Aléjate!
_ ¡Ven acá!
Alargó el brazo, cogiéndolo de una manga, y haciendo que ambos cayeran sobre el sillón. Atsuya, al verse atrapado bajo su cuerpo, se quedó completamente quieto y su cara se tornó en un encendido color rojo.
Terumi levantó el rostro del cuello del menor, sonriendo. Se acercó a él, mirándolo fijamente a los ojos.
_ No tenías que molestarte. –le susurró. – De cualquier forma estás precioso.
Atsuya sintió los latidos de su corazón acelerarse cuando los labios de Terumi se acercaron a los suyos. Sus profundos ojos rojos atrapando su mirada. Sintió que acariciaba su mejilla y elevó sus manos para aferrarlas a la camisa del mayor, cerrando los párpados con fuerza.
Afuro rió quedito, terminando de acercarse.
_ Verdaderamente precioso.
El menor de los Fubuki sintió el cálido aliento sobre su piel, antes de que la boca del mayor lo atrapara. Sus dulces labios presionaron suavemente, humedeciendo los suyos. La punta de su lengua delineó las comisuras, con experta delicadeza. Atsuya jadeó, entreabriendo la boca, y la lengua de Terumi entró, rozándose lenta con la suya propia, en un sensual y lento movimiento que contrastaba completamente con la apasionada fuerza que demostraba. Las manos del rubio cogieron sus mejillas, mientras su lengua se hundía aún más en su boca. Un escalofrío le recorrió. Entreabrió sus ojos dorados, encontrándose con la mirada del rubio fija en él. Su corazón latía desbocado.
El mayor se separó unos segundos, mirándolo con ternura. Atsuya le correspondía la mirada, sonrojado, con la respiración agitada y los cabellos desordenados. Terumi cogió su cabeza para acercarse y besar su frente, antes de apoyarla contra la propia.
_ Te quiero, Atsuya. –le susurró. Besó juguetonamente su nariz y continuó. – Gracias por llamar.
El pelirosa sólo enredó los brazos en su cuello, acercándolo. Sus ojos empañados sobre sus mejillas ardientes. Terumi volvió a besarlo, cerrando los ojos esta vez para disfrutar de su sabor. Rodeó su cintura con ambos brazos y se sentó, reclinándose luego sobre el lado contrario del sillón y acomodando a Atsuya sobre él. Profundizó el beso, sintiéndolo estremecerse, hasta que el menor se separó, jadeando para recuperar el aliento. Aphrodi sonreía complacido.
_ Parece que no tienes mucha experiencia, ¿eh? – le dijo acomodándole los cabellos tras la oreja. Atsuya lo miró avergonzado.
_ ¿Qu-Qué hay con eso? –replicó altanero.
_ No, así es mejor aún. –contestó el mayor, enredando sus dedos en el cabello del otro y hundiendo el rostro en su cuello. – Quiero que aprendas conmigo.
_ Terumi… -susurró Atsuya, sintiendo como los brazos alrededor de su cintura se estrechaban.
_ Todo lo que pasó antes… haré que lo olvides. Sólo tienes que concentrarte en mí.
Atsuya deslizó sus brazos suavemente hasta rodear el cuello del otro, encogiéndose sobre él para corresponder su abrazo.
_ Sí. – Fue todo lo que dijo. – Está bien.
Terumi sólo se apartó lo suficiente para volver a besarlo.
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Entonces comenzaron a salir. Me entere ese mismo día, cuando entré y los descubrí abrazados sobré el sofá. Atsuya me regañó por llorar, pero no pude evitarlo. No podía explicar cómo me tranquilizaba el saberlo feliz.
Luego, todo era alegría. Yo lo supe en cuanto los vi, pero después se hizo aún más evidente que estaban hechos el uno para el otro. Se complementaban tan bien que hasta ellos mismos se sorprendían.
Pero… los problemas tenían que venir. Y fue peor de lo que yo temía.
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Atsuya caminaba alegremente, iluminado por la brillante luz de mediodía. Sus pasos resonaban alegres en el pasillo casi vacío de la universidad. Iba camino a encontrarse con su novio y su hermano, y había llegado temprano, por lo que la mayoría de los estudiantes aún estaban en clases.
En el preciso momento en que cruzaba de un edificio a otro, escuchó su nombre desde lejos.
_ ¡Atsuya!
Al instante reconoció la voz y se tensó mientras volteaba, viendo como Someoka corría a su encuentro. Por unos segundos, la idea de salir corriendo pasó por su mente, pero la descartó de inmediato. Sí tenía que afrontarlo, que fuese lo antes posible.
_ Someoka-san.
El moreno se detuvo frente a él, recuperando el aliento.
_ Qué bueno… que te encuentro. – le dijo entre jadeos. – Quería hablar contigo.
_ ¿De qué? – Optó por hacerse el inocente.
_ ¿Es verdad? – Preguntó a su vez el mayor, algo ansioso. Atsuya alzó una ceja. - ¿Es verdad que estás con Afuro?
La sonrisa que se formó en los labios del menor parecía sarcástica, pero esa no era su intención. Sólo no podía evitar sonreír al escucharlo. Sonaba tan bien.
_ Sí. –contestó, aun sonriendo. – Es verdad.
Su mirada estaba perdida, junto con su mente, en algún agradable recuerdo, y no fue capaz de ver el ceño fruncido del mayor. Sólo reaccionó cuando sintió el agarre sobre su muñeca.
_ ¿Podemos hablar en otro sitio? – preguntó el moreno acercándose. Atsuya retrocedió por reflejo. Aquella actitud lo asustaba.
_ ¿De qué quieres hablar? Eso es todo. – contestó intentando soltarse sin ser demasiado brusco. Someoka se percató de su miedo y lo liberó, relajando su postura.
_ Por favor… solo un momento.
Atsuya dudó al ver los ojos de cachorro arrepentido de su compañero, pero apartó la vista.
_ No, no quiero hablar. Debo irme.
Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, pero la voz de Someoka lo detuvo.
_ Atsuya, por favor, yo… solo quiero que terminemos bien…
_ ¿Terminar bien? – la voz de Atsuya sonó extraña y fría, mientras volteaba de nuevo. - ¿Después de las mentiras? ¿De las estúpidas ilusiones? ¡¿Después de que me usaste como reemplazo de mi hermano?! ¡¿Quieres terminar bien?!
Someoka se quedó sin habla, mientras algunas personas alrededor los miraban curiosos por los gritos. Atsuya temblaba ligeramente por la rabia. El moreno intentó cogerlo del brazo para ir a otro lugar, pero el menor se resistió al instante.
_ ¡Déjame!
_ ¡Atsuya, por favor!
_ ¡Qué pesado! ¡Ya déjame en paz!
_ ¡Atsu-!
De pronto, el pelirrosa sintió cómo era apartado de Someoka, el que retrocedió, víctima de un violento empujón. Cuando los ojos de ambos lograron enfocarse, Atsuya se encontró con el largo cabello rubio que reconoció al instante.
_ ¡Terumi!
_ ¡Te advertí que no te acercaras a él, Someoka! – gritó el rubio, furioso, abalanzándose sobre el otro para cogerlo del cuello de la chaqueta. – La vez pasada tuviste suerte, pero ahora no te salvarás de recibir tu merecido.
Los ojos carmesí brillaban con tanta rabia que hasta el mismo Someoka temió. Aphrodi echo el brazo hacia atrás para tomar impulso, pero no llegó a golpearlo, pues sintió un peso ajeno colgándose de su codo.
_ ¡Detente, Terumi!
Sorprendido, volteó para mirar a Atsuya, que se apretaba contra su brazo.
_ ¡Estamos en la universidad! –volvió a gritar Atsuya, consiguiendo que el rubio desistiera y soltara al moreno. Dándole una última mirada de advertencia, cogió la mano del menor y se lo llevó a paso rápido, bajo las miradas sorprendidas de los curiosos.
Lo soltó cuando ya estaban lejos, a un costado de la entrada. Atsuya se apoyó en sus rodillas para recuperar el aliento, y apenas levantó el rostro, el cuerpo de Terumi se le vino encima, besándolo desesperado. Sus brazos lo rodearon con tanta fuerza que casi dolía, mientras su lengua inquieta le robaba el poco aire que había conseguido tomar. Cuando se separaron, estaba tan jadeante como al principio.
_ Te dije que no volvieras a verlo. –le reprendió el rubio, aún con la rabia latente en la voz, separándose de él.
_ ¿Eh?
_ ¿Qué hubiese sucedido si no llego? ¡Eres muy descuidado!
El menor frunció el ceño, enfrentándolo.
_ ¿Qué estás diciendo? ¡Fue una casualidad!
_ ¡Es peligroso!
_ ¡Tú me llamaste! ¡Además, puedo defenderme solo, no soy un niño!
_ Sí, claro. ¡Ahora yo estoy exagerando!
_ ¡Lo estás! ¡Casi lo golpeas!
_ ¡Y ahora lo defiendes!
_ ¡No es eso, estúpido! ¡Estamos en tu universidad! ¿¡Quieres que te expulsen!?
Se hizo un momento de silencio mientras ambos respiraban agitadamente.
_ Atsuya, acaso tú… -el pelirrosa levantó la mirada, fijándola en su compañero. – Tú… ¿Aún sientes algo por Someoka?
El rostro de Aphrodi giró violentamente hacia el costado cuando el puño de Atsuya impactó su mejilla, haciéndolo tambalearse.
_ ¡Qué estás diciendo, idiota!
El rubio se cubrió la mejilla, volviendo a erguirse.
_ ¡Hey, eso…!
Justo en ese momento, el mayor de los Fubuki llegaba al lugar, mirándolos sorprendido.
_ Afuro-san, Atsuya, por favor…
_ ¡Me golpeaste! – gritó Terumi, cegado por el enfado.
_ ¡Te lo merecías! ¡Imbécil!
_ ¡Por favor, cálmense! –rogó Shirou, pero ninguno de los dos lo oía.
_ ¡Si no confías en mí, entonces deberíamos terminar con esto! –fue lo último que gritó Atsuya, antes de dar la vuelta y echar a correr.
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_ Y eso fue lo que pasó… -suspiró el peliplata. Ya era de tarde y el parque se había desocupado lentamente en el transcurso de la historia, que Goenji pasó pendiente de las palabras de su compañero. No le sorprendía tanto el hecho de que el mencionado hermano tuviese por novios a otros hombres, como el que el otro se lo hubiese contado, así sin más, a un completo desconocido. ¿Era su idea, o ese chico era demasiado inocente?
_ Pues… se oye difícil. – fue todo lo que supo responder. – Aunque… aun no entiendo por qué llorabas de esa manera.
Shirou lo miró, sonriendo tristemente.
_ Sí… supongo que es difícil de entender. Pero…
El pelicrema volvió a prestarle atención.
_ ¿Nunca has oído sobre la conexión entre gemelos y esas cosas?
_ ¿Es enserio? Digo... ¿Es tan exacta como dicen?
_ No… -Respondió el peliplata. – Pero… supongo que estamos demasiado unidos. Es como…- Dudó, apoyando una mano en su pecho. - Es como si pudiese sentir lo mismo que Atsuya.
Goenji se lo quedó mirando, curioso, y con cierto alivio al sentirlo más tranquilo. Entonces reparó en la hora y se levantó.
_ Ya es tarde. –comentó, mirando su reloj. El otro se apresuró a hacer lo mismo.
_ ¡Es verdad! – de un salto estuvo de pie, inclinándose luego levemente ante el pelicrema. – ¡De verdad siento haber tomado tanto de tu tiempo!
_ No hay problema. –sonrió el otro, algo contrariado por la formalidad. – De todos modos estaba libre. Además, me alegra haberte sido de ayuda.
Fubuki levantó el rostro, sonriéndole con dulzura.
_ Gracias.
Goenji se sonrojó levemente, apartando luego la vista.
_ Bien, ya debo irme. – Volvió a hablar Shirou, alejándose un paso. – De nuevo muchísimas gracias. Eres muy amable.
El pelicrema le dedicó un simple gesto, restándole importancia, y Shirou volteó para alejarse corriendo.
"De verdad, que chico más extraño" pensó, viendo su figura perderse.
Sólo entonces reparó en un pequeño detalle.
_ Esto… ¿Cuál era su nombre?
Hasta aquí es el primer capítulo! Espero de verdad que les haya gustado. Déjenme su opinión en un review, aunque sea cortito, sí? Sólo para saber que les interesa la continuación. Nos estamos leyendo!
