Capítulo 1
Aquel día, se levantó de su cama mientras los rayos del sol lastimaban sus ojos viéndose obligada a cubrirse con su brazo. Fijó su mirada en el techo del hogar y recordó la última discusión que tuvo con su esposo el día de ayer.
-¿Por qué siempre tienes que hacerme quedar en ridículo con los demás?
Los gritos exasperados de Serena se escuchaban por toda la sala.
-¡No es mi culpa que tuviera que ayudar a mi amigo!
Serena sintió rabia de nuevo. ¡Siempre era lo mismo! Apoyaba a sus tontos amigos de la preparatoria que n podía valerse por sí mismos.
-¡Hiciste que llegara tarde a una entrevista de trabajo de suma importancia!
-¡Tú te atrasaste porque quisiste!
Ahora resultaba que ella tenía la culpa cuando fue él quien provocó el atrasó por ayudar a su amigo.
-¡Dijiste que me llevarías a la entrevista y por eso no pedí taxi!
-¡Podías haberte ido, pero tú quisiste esperarme aun cuando te dije que no podría llevarte a donde querías!
No era la primera vez que le fallaba al prometerle algo. ¡Era la milésima vez!
-¡YA ESTOY HARTA! ¡Siempre haces lo mismo! ¡Dices que harás algo y no lo haces!
Cualquier mujer le fastidiaría que su marido hiciera alguna cosa así, en especial porque era algo común en él. Era un especialista en hacer promesas y compromisos con ella y al final no cumplía. ¡Estaba cansada de todo eso!
-¿Crees que estoy a tu disposición? ¡Me tratas como si fuera tu esclavo!
¿¡Cómo podía decir eso!? Ella lo trataba como un ser humano.
-¡Eres un completo imbécil!
Esa fue la gota que derramó el vaso. Ligeramente comenzaba a arrepentirse de haber dicho eso. Jamás lo había insultado verbalmente y aunque esa pelea sucedió el día de ayer, la atmosfera entre ellos cambió drásticamente.
Ya había pasado tiempo, en 8 años de casados, desde la última vez que durmieron en cuartos separados. No recordaba cuando fueron las otras ocasiones, pero según su conteo, era la tercera vez que discutían de tal forma que se veían obligados a estar en recámaras distintas; esta era la cuarta.
"Amor, deja de comportarte como alguien que no entiende y actúa de una buena vez."
"Amor, ¿podrías ser un poco más amable con los vecinos? Al menos sonríeles."
"Amor, siempre provocas que nos atrasemos."
"Amor, sólo piensas en sexo. ¡Piensa con la cabeza, no con las hormonas!"
Amor: así lo llamaba siempre.
Tenía la costumbre de llamar "Amor" a su marido en vez de por su nombre, pero era sólo eso: una costumbre. Hacía 5 años que la "llama del amor" se apagó en su matrimonio y se podría decir que vivían bajo el mismo techo como dos extraños.
Sintiendo un nudo en el pecho al evocar aquellos recuerdos, se levantó de la cama y contempló su recámara. Prácticamente vació todas las cosas que tuvieran que ver con su marido y las llevó al cuarto de al lado para indicarle que se quedara allí. Tal vez estaba siendo dura con él.
Al comprender que se mostraba flexible, sacudió repetidas veces la cabeza y se dispuso a prepararse para ir al trabajo.
.
.
Bajó por la escalera y al llegar a la sala descubrió a su esposo desayunando solo en la cocina. Fue algo sorprendente ya que él era muy dependiente de ella desde que se casaron; ella lo describía como un niño grande.
-¿Tú, desayunando sin mi ayuda?-exclamó Serena con sarcasmo, pero con un tono de admiración.
Darien no respondió inmediatamente, sino que calló y esperó unos segundos para hablar de forma seca.
-Han pasado meses desde la última vez que me preparaste un desayuno, así que yo aprendí a cocinar algo sencillo.
La respuesta de Darien dejó boquiabierta a Serena. Él no levantó la mirada, siguió concentrado en sus alimentos y en terminar de leer el periódico de la mañana. El rostro de Serena se endureció, sus manos formaron puños, enojada ante la reacción del hombre con el que vivía desde hacía 8 años atrás.
Golpeó, estrepitosamente, las palmas de sus manos en la gran mesa haciendo que dicho objeto vibrara y Darien la miró, sobresaltado.
-¿¡Estás queriendo decirme que yo no te doy atención!?
-¿Acaso crees que me atiendes adecuadamente?
Darien se puso de pie golpeando también la mesa.
-¡Yo no soy tu sirvienta para que me pidas una cosa así!
-¡No digo que seas mi sirvienta! ¡Pero al menos podrías tratarme como en los viejos tiempos!
-¡Ja!-Serena se exaltó-Ahora resulta que eres un nostálgico. Esos tiempos acabaron entre nosotros hace mucho.
Azotó su mano derecha contra la mesa y salió corriendo a toda velocidad de la casa dejando solo a Darien que bufó con furia.
-Ojala fueras la Serena que conocí de joven y no este monstruo en el que te convertiste.
Bebió agua y agarró su saco para marcharse a su empleo, el único lugar donde sentía paz ahora que su hogar era un desastre.
.
.
-¿Por qué no lo dejas?
Serena se quedó dubitativa al oír las palabras de su amiga Mina, la cual llevaba dos años diciendo el mismo consejo.
-Mina, el matrimonio es para toda la vida.
-Serena ¿acaso tu plan es estar unida a un hombre que sólo te causa disgustos?
Mina era una mujer madura que llevaba 3 años soltera tras su divorcio y presumía de haber tomado la mejor decisión en su vida. De ahí que le mencionará constantemente a Serena ese tema.
-Yo no pienso ser como tú.
Mina encogió los ojos sintiéndose humillada. Aún en aquellos tiempos modernos, existía gente que hablaba mal de las mujeres divorciadas. Incluso había hombres que consideraban "usadas" a las mujeres que hubieran tenido un esposo antes que ellos. Mina justificaba su soltería diciendo que no quería novio, pero Serena sabía que, en realidad, había fracasado su última relación amorosa debido a su estado civil como divorciada.
-No debes dejarte guiar por lo que la gente te dice. Las cosas se hacen como uno deseé sin importar que los demás te apoyen o no.
Con notoria molestia, Mina se alejó dejando a Serena sumida en sus pensamientos con respecto a su relación con Darien. Mina no era la única persona que le hablaba del divorcio como una opción para dejar de vivir en pesar; sin embargo, no estaba decidida aún. Pero tenía que admitir algo: cinco años de discusiones sin fin no era poco tiempo.
Ya no podía recordar cuando fue que ella y Darien comenzaron a tratarse de esa forma: como enemigos en guerra.
Mientras continuaba su labor en la oficina donde trabajaba, su mente trajo a memoria aquellos momentos en que era feliz con la idea de casarse.
-¡Mamá, por favor! Este es el momento más feliz de mi vida.
En aquellos tiempos sonreía con alegría ante el nuevo camino que la vida le estaba abriendo.
-Serena, eres demasiado joven. Tienes todo un futuro por delante como para que lo desperdicies casándote tan joven.
Tenía razón: era muy joven. Veintidós años era la edad que tenía cuando contrajo matrimonio con Darien.
-Mamá, una mujer joven tiene la suficiente capacidad para sostener un hogar. Es mejor hacer las cosas cuando tienes la fuerza para hacerlo.
¡Qué equivocada estaba! Ser joven no te hace ser maduro para tomar decisiones.
-Hija, espera unos años más a que por lo menos tengas un trabajo estable. Sigue mi consejo, por favor.
Hubiera sido mejor obedecer a su madre.
-Lo siento, madre. Pero Darien y yo hemos tomado la decisión de casarnos dentro de unos meses. Esperamos contar con tu presencia en la boda.
Su rebeldía le costó caro, ahora lo sabía; era consciente de eso. Continuamente, su madre también le recomendaba una separación legal, pero para Serena resultaba difícil la idea de pensar en un matrimonio fallido, en especial cuando dejó todo lo que estaba a su alcance por aquel hombre que ahora era sólo un extraño viviendo con ella, fingiendo ante la sociedad que era su esposo.
Después de ver a sus amigas tenía claros ejemplos de matrimonios fallidos y exitosos. Mina era divorciada y recientemente había terminado con un novio del trabajo. Lita estaba casada y tenía un bebé de dos años. Ami vivía con un hombre sin estar casada ya que, según ella, no necesitaba un papel que aprobara su unión y ambos estaban de acuerdo en eso. Rei era un caso curioso; era una mujer divorciada y que además había vivido en unión libre con dos hombres tras su separación. Haruka y Michiru eran una pareja del mismo sexo que vivían junto a su hija adoptiva, Hotaru. Setsuna era completamente soltera; era la única que no pensaba en relaciones de pareja, aunque ya se sabía de dos amores que en su vida habían aparecido como aves migratorias.
Guiándose por sus amistades, Serena sabía que tenía todos los puntos de vista del mundo con respecto a su problema. Mina pensaba que era mejor divorciarse, Lita opinaba que se reconciliaran, Ami que se dieran tiempo, Rei que buscaran nuevas oportunidades con ellos mismos o con alguien más, Haruka y Michiru que se esforzaran por comprenderse mutuamente y Setsuna decía que cualquier decisión que tomaran sobre el rumbo de su matrimonio era respetable y buena.
Serena comenzaba a pensar que lo mejor sería tomar ella misma su decisión sin depender de sus amigas; curiosamente, fue Setsuna la que le dio esa sugerencia y consideraba aquella opinión como el mejor consejo que podía haber recibido por parte de su grupo de amigas.
Caviló por unos segundos más hasta que tuvo que concentrarse en su trabajo y abandonar sus asuntos maritales. Últimamente el trabajo se había convertido en su medio de escape para sus pesares.
.
.
-Darien, te ves agotado.
El comentario curioso de Yaten, su compañero de oficina, hizo que Darien irguiera la cabeza para mirarlo. Yaten tenía una ceja arqueada y reflejaba en su rostro preocupación por su amigo de toda la vida.
-Estoy bien, Yaten. Muchas gracias.
Pero Yaten conocía muy bien a Darien; sabía que estaba mintiendo.
-¿Puedo creer eso?-preguntó con desconfianza.
-Claro. Sólo me siento algo cansado con tanto trabajo.
Mostrando aún extrañeza, Yaten se alejó dejando a Darien pensativo, nuevamente, sobre lo que pasaría, en un futuro cercano, con su relación amorosa: técnicamente no podía llamarse así. Sería una mentira decir que se amaban en esas condiciones.
Muchas veces, casi la mayor parte del tiempo, cuestionaba sus sentimientos por Serena. Ya no sentía en su alma esa chispa que lo animó a casarse con ella cuando eran más jóvenes. Sus ilusiones de un matrimonio donde hubiera altas y bajas que se solucionaran a través del diálogo y la comprensión estaban desapareciendo poco a poco sin que él pudiera impedirlo.
Platicaba poco de su vida privada; sus amigos varones no estaban enterados de lo que pasaba en los últimos años. Desde su niñez fue una persona de pocas palabras, lo cual, ahora de adulto, le afectaba. Porque necesitaba alguien con quien hablar de sus asuntos personales.
Comprendió, poco a poco, que necesitaba un descanso urgente de la presencia de Serena o enloquecería encerrado en su propia casa con ella. ¡Increíble! ¡Estaba escapando de su propia esposa!
La vida con Serena era, literalmente, un caos del que debía liberarse.
Decidido, se levantó de su lugar de trabajo y fue camino a la oficina de su jefe para consultar una oferta que le habían mencionado anteriormente, pero que había rechazado por estar al lado de su mujer.
.
.
Recorriendo las calles a paso normal, Serena continuaba sumergida en sus ideas con respecto al divorcio. La sola idea de ser una mujer con un matrimonio fracasado le resulta repugnante, pero ¿acaso su matrimonio no era ya un fracaso y sólo fingían que se llevaban bien? La furia se apoderaba de ella cada vez que recordaba a Darien y sus tonterías.
Avanzó cruzando el parque, cuando se detuvo en seco al percatarse de algo. Retrocedió sobre sus pasos y, con la ceja arqueada y el rostro contraído por el asombro, fijó su mirada en algo que atrajo su atención súbitamente.
Dos columpios, de color rojo y lo suficientemente grandes para una persona adulta, se balanceaban en silencio con el viento veraniego mientras el parque permanecía vacío, como pocas veces.
Un sentimiento de nostalgia invadió el corazón de Serena: hacía mucho tiempo que no se detenía en ese lugar.
-Darien ¿verdad que me quieres mucho?
-Claro que sí.
Sus pupilas brillaron al tiempo que su cerebro traía a memoria aquellos momentos olvidados.
-¿Cómo cuánto?
-¿Por qué me preguntas eso?
En esos días, creía que la vida era como un cuento de hadas donde el bien siempre gana y el amor triunfa sobre el mal.
-¡Dime! ¿Cómo cuánto?
-Bien. Te lo diré. Mi amor por ti es más grande que el universo.
Ojala hubieran sido ciertas esas palabras. Encogió sus ojos mirando los columpios donde Darien le había dicho sus sentimientos. Ahora que lo pensaba, esa fue la única ocasión en todo su noviazgo que Darien le habló de esa forma tan romántica. Nunca fue un hombre expresivo; desde antes de que fueran pareja se comportaba un tanto seco con ella y con los demás, pero la conquistó con su educación y forma de ser con los demás.
Giró con un dejo de indiferencia y se marchó del lugar. Esos momentos sólo eran recuerdos que estaban en el pasado. Pensar en ello sólo acabaría atormentándola más de lo que ya estaba.
Y fue allí, en el transcurso del camino hacia su casa, que tomó la firme decisión de qué hacer con su matrimonio desmoronado.
.
.
Cuando escuchó el rechinido de la puerta al abrirse, supo que su esposo había vuelto del trabajo. Pero eso no le interesaba. Le valía que él volviera o no.
-Así que volviste después de todo.
Serena hablaba de forma sarcástica y cortante, lo cual provocó que Darien se detuviera en la puerta lanzándole una mirada enojada y herida a la que alguna vez se comportó como su esposa.
-¿Esperabas que no regresara?
Darien estaba exasperado e incrédulo a lo que sus oídos captaron.
-No lo esperaba, pero me daba igual si venías a dormir o no.
Serena levantó la mirada acompañada de un semblante frío y severo que daba entender que no toleraba a Darien.
-¿Estás diciendo que no quieres verme más aquí?-cuestionó Darien incrédulamente.
-Podría decir que sí. Después de todo ya no nos queremos.
La mano de Darien formó un puño y comenzó a temblar de ira contenida.
-Veo que tenía razón al pensar que eres un monstruo y no la mujer con la que me casé hace 8 años.
Serena se levantó de su asiento y lo miró con desprecio.
-¡Quiero que me des el divorcio!
Los ojos de Darien se abrieron con sorpresa ante la petición de su esposa.
-¿Estas segura que eso deseas realmente?
-Tuve que pensarlo mucho. ¡Esto es una farsa!-pegó un grito-Nuestro amor se terminó hace años, así que no tengo que seguir tolerando tu actitud hacía mí.
-Lo que digas. Yo tampoco quiero seguir a tu lado por más tiempo.
Serena respiró hondo conteniendo el aire dentro de sus pulmones.
-Hablaré con mi abogado para que realice los trámites lo más pronto posible.
Darien sintió un ligero golpe en su corazón, pero no flaqueó frente a ella.
-Yo estaré fuera una semana gracias a un asunto del trabajo.
Serena levantó las cejas anonadada.
-Hablé con mi jefe y me pidió que vaya a la ciudad vecina a resolver un asunto del trabajo. Durante una semana no me tendrás por aquí, así que puedes arreglar lo del divorcio en ese tiempo.
-Una semana es más que suficiente y podré descansar de ti finalmente.
Los ojos de Darien brillaron. El día que tanto había temido y esperado llegó por fin. Temía que Serena algún día le pidiera el divorcio, porque él tampoco deseaba que su relación se arruinara, pero estaba consciente de que era lo mejor para ambos. Y por eso, esperó con cierto gusto que ese momento llegara.
-Me marchó pasado mañana.
-Al fin.-fueron las únicas palabras que salieron de la boca de Serena.
.
.
Despertó cuando los rayos del sol se filtraron por su ventana y golpearon su rostro. Estiró el cuerpo suspirando con alivio.
-¡Por fin! Podré disfrutar de su mi vida sola de nuevo.
Era el segundo día desde que Darien se fue y debía admitir que no lo extrañaba en lo más mínimo. Saboreaba su libertad por primera vez en muchos años.
El teléfono del buró sonó estrepitosamente y Serena lo descolgó con notoria felicidad.
-Diga…
-Te oyes realmente contenta.
No tardó en reconocer la voz.
-¡Cómo no! Ahora entiendo porque te gusta tanto ser soltera.
-Te dije. El divorcio es lo mejor.
La felicidad de Mina por la decisión de su amiga no cabía en un vaso de agua, ni en un contenedor gigante. Consideraba que había tomado la mejor decisión para ella y el tonto de Darien.
-Aún no estoy separada, pero no pienso esperar a ese entonces para poder divertirme como en los viejos tiempos.
-Entonces ¿aceptas venir con nosotras al club nocturno mañana?
-¡Por supuesto! No me perdería una cosa así.
Tras fijar el horario y el punto de encuentro, las dos mujeres colgaron y Serena se quedó pensando mientras miraba el techo.
Ya no tendría que pedirle permiso a Darien sobre cuando salir, aunque Darien nunca se interpuso entre ella y sus amigas. Todo lo contrario; siempre le daba su espacio para ella sola. Era un hombre amable.
¿Amable? Sí, lo era. Esa cualidad fue la que la ayudó a enamorarse de él cuando era joven.
Sacudió repetidas veces su cabeza, dándose cuenta que estaba pensando tonterías. Apresuradamente, se puso de pie y comenzó a prepararse para marcharse al trabajo.
.
.
Una vez hubo entrado en la habitación del hotel asignada para él, Darien se recostó en la cama pensando en que llevaba apenas dos días ausente de su hogar. Había gozo en su corazón por primera vez en años; era triste admitirlo, pero era mejor no estar con Serena.
Mientras miraba el techo, sus pensamientos se sumergieron en aquella mujer con la que estaba a punto de divorciarse.
-Tengo la curiosidad de saber si me extrañará cuando no estemos juntos.
Recordó las peleas que tenían continuamente.
-Lo dudo mucho.
Con el pensamiento enfocado en su esposa, el sueño fue consumiendo poco a poco a Darien hasta que se quedó completamente dormido. No oyó el teléfono de su recámara sonando. Desde que estaba solo, volvía a respirar paz en su alma.
.
.
El club nocturno estaba concurrido de gente de todos estilos. Serena se sentía como en casa; habían pasado años desde la última vez que fue a un centro de esa clase. Acompañada de Mina y Rei, entró al lugar y sonrió complacida al ver a tantos jóvenes bailando y cantando desafinadamente.
-¡Sí que ha cambiado este lugar!-comentó Serena alegremente.
-Claro que no. Tú te alejaste por mucho tiempo.-agregó Rei divertida.
-Olvidemos eso y vamos a divertirnos.-dijo Mina jalando a las chicas con ella.
Llegaron al centro de la pista y comenzaron a danzar con el grupo de gente que asistía al club. Se movían como tres adolescentes inmaduras que se olvidaban de sus problemas al estar acompañadas del ritmo juvenil. Media hora después, las 3 amigas se sentaron en una mesa y pidieron unas bebidas.
-No puedo creer cuando extrañaba todo esto.-dijo Serena sonriendo abiertamente.
-Si hubieras visto como grité de emoción cuando me diste la noticia.-dijo Mina emocionada y feliz.
-Cuando no puedes estar con un hombre, lo mejor que puedes hacer es dejarlo.-agregó Rei sonriendo triunfantemente.
-Por cierto ¿cómo vas tú con tu pareja?-preguntó Serena con picardía.
Rei volvió a sonreír con triunfo.
-Estamos bien. Por ahora no tengo porque dejar a este nuevo hombre en mi vida.
Ambas se mostraron curiosas y divertidas. Inesperadamente, un chico joven apareció frente a ellas y se inclinó haciendo una reverencia a Serena.
-Disculpa, pero no recuerdo haberte visto por aquí. ¿Eres nueva?
Serena se asombró con la pregunta del joven. Cuando era soltera se acercaban muchos chicos para bailar, platicar o divertirse con ella, pero al estar casada todo eso terminó. Súbitamente, sus ánimos se elevaron por los cielos: creían que estaba soltera.
-Seiya, te presento a mi amiga Serena.-dijo Mina señalándola y luego habló en voz baja dirigiéndose exclusivamente al muchacho-Acaba de volver a la soltería.
Seiya levantó la mirada hacia Serena y esbozó una amplia sonrisa.
-¿Quieres bailar conmigo?
Las tres mujeres mostraron sorpresa y admiración, mientras se reían ampliamente.
-De acuerdo. Acepto.
Serena se levantó de su asiento y caminó hacia Seiya, que la llevó a la pista de baile. Siguiendo el ritmo de la música, Seiya y Serena comenzaron a moverse frenéticamente de un lado al otro; separados al principio, luego juntos. Poco a poco se fueron acercando más el uno al otro hasta que sus cuerpos estaban pegados, prácticamente, uno al lado del otro.
-¿Desde cuando eres amigo de Mina?-preguntó Serena curiosa sin dejar de bailar.
-Hace 2 años la conocí cuando vino por primera vez aquí.
-Olvide presentarme. Mi nombre es Serena.
-El mío es Seiya.
Sin pena a que lo viera alguien más, Seiya estrechó a Serena apretándola más a él. Serena pasó sus brazos alrededor del cuello.
-Bueno, al menos tienes dos años de conocer a mi amiga.
-Ya me había hablado de sus amigas, pero no creí que hubiera una tan bonita como tú.
Ambos pudieron sentir el aliento del otro debido a la cercanía en la que estaban. Para ella era de poco importancia que aún estuviera casada, tampoco buscaba una relación nueva: sólo quería diversión sin importar las consecuencias, como cuando era una adolescente que no pensaba en nada. Volver a sentirse joven como cuando le llovían los pretendientes y hombres luchando por ganar su atención.
-¿Estás casada?
Seiya fingió que no había escuchado lo que Mina le dijo.
-Me acabo de divorciar.
Seiya lanzó una mirada impactada, como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar.
-¿En serio?
-Sí.-ella lo miró seductoramente-Así que puedo pasar el tiempo con quien quiera y sin restricciones.
Seiya supo que era lo que trataba de decir la mujer de chongos y entonces juntó sus labios con los de ella en un apasionado beso. Serena quedó anonadada con eso, pero correspondió el gesto con la misma pasión. Los ojos de sus amigas se posaron sobre ella incrédulas ante lo que veía.
Pero Serena no le dio importancia: lo único que deseaba era gozar de su juventud perdida tras 8 años de matrimonio.
Las manos de Seiya le acariciaron la espalda mientras sentía la intensidad del beso en sus labios. Tras separarse, ambos respiraban agitadamente.
-¿Vamos a donde estemos solos?-preguntó Seiya sin vergüenza.
-Claro.
El chico la tomó de la mano y la arrastró a un pequeño cuarto oscuro donde no había nadie más que ellos dos. Repitieron el acto de los besos apasionados, pero en esta ocasión las caricias eran mucho más intensas que antes. Seiya comenzó a desprender la ropa del cuerpo de Serena, con dulzura y pasión combinadas. Serena sintió los besos de Seiya en su cuello y ella también lo ayudó a despojarse de sus ropas.
Cuando el torso de la pareja estaba completamente desnudo, las manos de Seiya acariciaron los muslos de Serena y se preparó para quitarle sus bragas. Serena se dejó llevar por el chico, pero fue en ese preciso momento cuando unas nauseas hicieron que su estómago le diera vueltas. Cubrió su boca con su mano, pensando que se trataba de algo ligero por tanto bailar, pero un segundo mareo y una necesidad de vomitar se hicieron presentes en su cuerpo.
-¿Estas bien?-preguntó Seiya al ver el rostro de la joven palidecer ligeramente.
-¿Dónde está el sanitario?
La voz de Serena sonaba amortiguada y eso llamó la atención de Seiya.
-Está afuera, dando vuelta a la derecha.
Rápidamente, Serena se vistió a toda velocidad y salió corriendo hacia el baño, avergonzada de haber interrumpido su momento con Seiya. Una vez dentro del baño, se dirigió al escusado y tosió duramente, pero sus nauseas había desaparecido completamente.
Qué raro. Jamás fue una mujer de las que se mareara con tanta facilidad; eso no era normal en ella.
Tambaleándose, salió del sanitario femenino y fue grande su asombro cuando vio a sus amigas frente a ella.
-Serena ¿estás bien?-preguntó Mina con semblante preocupado.
-Seiya nos dijo que te sentiste mal mientras bailabas.-comentó Rei con la misma angustia.
Serena se sintió tranquila: el chico no dijo nada sobre donde estaban ni lo que estaban a punto de hacer.
-Me encuentro bien. Sólo fue un leve mareo.
-Con tanto ajetreo es normal que te sientas rara. Lo mejor será que nos vayamos.-dijo Mina de forma alterada.
Al principio Serena puso resistencia, pero no le quedó de otra más que dejarse llevar por sus amigas. Igualmente, ella también estaba agotada.
.
.
El empleo de Darien era realizado en una casa de campo gigantesca en la que, gracias a lo apartada que se hallaba de la ciudad, Darien tendría que dormir el resto de la semana en aquella vivienda.
Sus compañeros de trabajo también lo acompañaban y cada uno tenía una habitación asignada. Para Darien era mucho más cómodo y placentero estar en una casa de madera que en un hotel lujoso.
Recargó sus manos en el marco de la ventana y observó el lugar. La casa estaba ubicada cerca de un gigantesco lago rodeado de montañas, valles y campos. Era ideal para vacacionar o pasar una tarde agradable.
Inesperadamente para él, un pensamiento curioso pasó por su mente estresada.
-"Nuestra luna de miel fue en un lugar parecido."
Sacudió la cabeza repetidas veces y palmeó su rostro. Los rayos del sol golpearon el paisaje tan naturalmente hermoso y aquellas tonalidades de amarillo, le hicieron pensar en los cabellos rubios de su mujer.
-Serena brilla como el sol.
Escuchar ese comentario, en voz alta, proviniendo de su boca, le hizo recordar que alguna vez él se expresó así de Serena.
El sol resplandecía con tal potencia que lastimaba los ojos de los espectadores de la gran estrella.
Ella movía su cabellera larga, atada en unos moños y colas largas. El viento estaba a su favor, agitando aquella melena mientras, detrás de ella, el sol la acompañaba dándole un toque de belleza poco común.
No pudo evitar contemplarla y sentirse admirado de la chica que había escogido como novia.
Darien se mordió los labios. Algo que lo atrajo de Serena era su belleza y gracia para moverse con la naturaleza. Por más que quería descansar del recuerdo de ella, su mente seguía trayendo las imágenes de Serena en aquellos años cuando eran sólo dos jóvenes que creían en el amor verdadero de los cuentos de hadas.
-Seguro estoy volviéndome loco.
Pronto iniciaría el trabajo, así que se alejó de la ventana, pero su corazón continuaba llamando a memoria aquellos instantes de felicidad juvenil.
.
.
El cuerpo de Serena se sentía terriblemente agotado. Tumbada en la cama, acostada literalmente con los brazos y piernas extendidas, su vista estaba fija en el techo.
Dormir no le ayudó a recuperar las fuerzas que había perdido por la noche de danza y excitación.
-Increíble que haya envejecido tanto al estar casada. Siento que se me van las fuerzas.
Obligada a trabajar, se levantó con el cuerpo pesado y camino rumbo al baño, donde vio su aspecto desaliñado por la diversión del día anterior.
-Tardaré un tiempo en volver a ser la de antes.
Arregló su ropa y se vistió para ir al trabajo, no sin antes bajar a la cocina para prepararse un desayuno ligero.
Grande fue su asombro al ver que sólo tenía huevos y pan dentro del refrigerador.
-Lo único que faltaba. El tonto de Darien no me dijo que estaba vacío el refrigerador.
Cerró el aparato después de haber sacado dos huevos y la única bolsa de pan que había allí. Inició el acto de freír los huevos en el sartén, y entonces, algo le provocó un sentimiento áspero en su alma: la responsable de distribuir los alimentos en el hogar era ella.
Continuara...
Mi primera historia de Sailor Moon y por primera vez hablando del matrimonio como tema principal. Será una historia corta, por lo que habrá pocos episodios.
