Es mi primer fic tanto en el fandom de Los Juegos del Hambre como en el de Walking Dead que publico en esta página.
He de reconocer que, aunque me resultó "fácil" de escribir, eso no quita que ahora mismo esté de rodillas rezando a los Dioses Antiguos y Nuevos para no haber metido la pata hasta el fondo en el proceso.
Cualquier comentario, sea del tipo que sea, será más que bien recibido.
Gracias por la oportunidad ;)


Henry acariciaba con el pulgar el dorso de la pequeña mano que sostenía atrapada en la suya. Bajó la mirada hacia ella esbozando una sonrisa que ella correspondió.

Caminaban en silencio bajo las copas de los árboles, el uno junto al otro, sorteando las primeras hojas secas que comenzaban a cubrir el suelo. El otoño había explotado con fuerza en las últimas semanas pintando el bosque en un sinfín de tonos marrones, amarillos, verdes, rojos y naranjas.

La niña aspiró con fuerza dejando que el olor de la lluvia recién caída antes del amanecer llenara sus pulmones. Podía sentir ceder la tierra húmeda bajo sus pies enfundados en unas viejas botas de cuero; el aire jugando con las hebras sueltas de la larga trenza a su espalda. Podía escuchar el trino de los pájaros volando de una rama a otra varios metros por encima de sus cabezas. El sonido de uno de ellos llamó su atención. Deteniéndose bajo la copa de un gran roble, alzó la vista intentando encontrar el ave entre sus miles de hojas.

- ¿Qué pájaro es?- Susurró en voz baja intentando no espantar al animal. Como si supiera que hablaban de él, escucharon de nuevo el trino del pájaro.

- Eso, hija mía, es un sinsajo.- Dijo el adulto colocando una mano sobre su hombro izquierdo alzando su brazo hacia las hojas señalándole dónde se encontraba.- ¿Lo ves?

- Es bonito.- Dijo ella mirando a su padre soltando un suspiro de pena al ver al pájaro batir las alas y alejarse de ellos.

- No te preocupes, volveremos a verlo otro día.- Dijo su padre besando su pelo oscuro apremiándole con un tirón en su mano para continuar su paseo.

Se internaron en el bosque tras un breve descanso en un lago cercano; un par de manzanas silvestres fueron su almuerzo a orillas del agua.

Henry detuvo en seco su avance al escuchar un leve crujido casi imperceptible varios metros a su derecha. Pidió silencio a su hija llevándose el dedo índice a los labios; ella asintió sin pronunciar palabra y se agachó junto a un arbusto cercano. Siguió con curiosidad la silueta de su padre alejándose de su lado varios metros colocándose tras el tronco de un árbol, asomando su rostro por el borde. Contuvo la respiración viéndole sacar una flecha del carcaj a su espalda colocándola con precisión en el arco casero que llevaba siempre consigo en sus paseos. Sus ojos no se apartaron de la tensión en su brazo izquierdo estirado; casi podía ver el aliento de su padre rozar las plumas de la flecha pegada a su mejilla, preparado.

Sonrió al escuchar el inconfundible silbido de la flecha al ser disparada; esa noche podrían comer carne fresca, su padre nunca fallaba. Asomó su cabeza por encima del arbusto viendo con estupor como la flecha seguía entre las manos de él. Su mirada fue más allá de su figura encontrándose al ciervo abatido. Frunció el ceño, confusa. No comprendía. ¿Quién había podido…?

Katniss ladeó el rostro más confundida aún al ver a su padre apuntar la flecha al suelo, la rigidez de sus hombros desapareciendo en el acto. Casi podía verle sonreír desde donde se encontraba. Antes de que pudiera intentar descifrar ese cambio de actitud escuchó el ruido de unos pasos sobre las hojas. Un hombre de la misma altura que su padre, cabello castaño oscuro y mirada clara; se abrió paso entre los árboles con paso firme. De su mano derecha colgaba una ballesta preparada para ser disparada; de su hombro izquierdo, varias ardillas unidas por un cordel. El hombre miró a su padre echándose la ballesta al hombro mientras retiraba la flecha del cuerpo del ciervo abatido.

- ¿Yo lo vi primero?- Preguntó con cierta ironía el padre de Katniss al desconocido. Éste aún agachado junto al cuerpo del ciervo, soltó una única carcajada incrédula irguiéndose de nuevo.- Un tiro limpio.- Observó Henry de forma apreciativa; el desconocido asintió agradeciendo su comentario.

- Llevo un par de días siguiéndole…- Limpió la sangre de la punta de la flecha en su pantalón.- La lluvia de esta mañana casi me hace perderle el rastro.- Murmuró señalando el camino por el que el animal había aparecido; las huellas dejadas eran casi imperceptibles.

- Los campos lo agradecerán.- Comentó el padre de la niña mirando por encima de su hombro. Entre las hojas del arbusto, agazapada sin saber si debía salir de su escondite; Katniss les miraba con las manos apuñando la tierra húmeda a sus pies. Henry sonrió a su hija.

- Veo que hoy has traído compañía…- Observó con tranquilidad el cazador clavando sus ojos azules en los de la niña quien dio un respingo viéndose descubierta. Su padre rio acercándose a ella.

- Katniss, vamos acércate.- La niña se puso en pie con reticencia cogiendo la mano que le ofrecía su padre, acercándose al hombre que les había arrebatado la cena de esa noche.- Katniss, te presento a Daryl. Daryl- miró al hombre- esta es mi hija mayor Katniss.- El hombre asintió en silencio a la niña mordiéndose el labio inferior, rasgando un poco la piel. – Estoy enseñándole algunas cosas…- Katniss no soltaba la mano de su padre, su hombro izquierdo ligeramente escondido tras la pierna derecha de Henry; pero sus ojos no se alejaron ni un ápice de los del desconocido.- Estábamos buscando la cena.

Daryl asintió mirando de soslayo el animal muerto junto a ellos, era un ejemplar joven pero estaba bien alimentado. Katniss dio un paso atrás al verle sacar un cuchillo de la funda prendida del precario cinturón que sujetaba sus pantalones, y agacharse junto al ciervo.

- No hace falta que…- La mirada acerada del hombre hizo callar a Henry quien apretó los labios obligándose a guardar silencio. De forma calmada y más que conocida, poco a poco, Daryl fue rasgando la piel, la carne, los tendones del animal hasta separar una de sus patas traseras del resto del cuerpo. Cortó un trozo de la cuerda sobrante de la que colgaban sus ardillas al hombro. Cogió una de ellas y la ató junto a la extremidad mutilada dándosela a Henry.

- Vuelve en varios días.- Daryl guardó el cuchillo en la funda de piel de su cinturón. Se echó el animal al hombro con un gruñido; su ballesta preparada para disparar equilibraba el peso colgando de su mano libre.- Y podré darte algo más.

- No es necesario.- Dijo Henry mirando con cierta aprensión la pieza que ya se llevaban con ellos.

- Éste está mejor alimentado que todos nosotros.- Palmeó la tripa llena del animal.- Se echará a perder en pocos días si no…- Miró a Katniss una última vez y comenzó a alejarse de ambos sin añadir nada más.

- ¡Gracias!- Logró decir el padre de la niña antes de que desapareciera entre los árboles.

Padre e hija se miraron en silencio, la perspectiva de una buena cena pendiendo de una cuerda entre ellos.

- Será mejor que volvamos ya a casa.- Dijo Henry echándose la cuerda con la pieza por encima del hombro comenzando a andar.

Poco antes de cruzar la valla que separaba el bosque del resto del Distrito, Henry se detuvo y se colocó de cuclillas frente a Katniss.

- Katniss, ¿guardarías un secreto, por mí?- Le preguntó apartándole un mechón de pelo de la frente colocándolo tras su pequeña oreja. Ella asintió con curiosidad.

- Lo que quieras.- Henry sonrió a su hija, acarició su mejilla.

- Daryl… Nadie sabe que está en el bosque…- Katniss frunció el ceño provocando una carcajada queda de su padre.- Nadie debe saber que está allí, ¿de acuerdo?

- Vale, papá. No se lo diré a nadie.- Henry besó su frente acariciándole el pelo al hacerlo.

- Gracias, cariño. Démonos prisa o tu madre se preocupará. - Apresuraron sus pasos en dirección a su casa; había una cena que preparar.


Si habéis llegado hasta aquí, ¡gracias por leer! Nos vemos en el siguiente capítulo ;)