N/A: Lo bueno es que gracias a este nuevo fic para el reto se me ha ocurrido una idea para otro fic un tanto loca. A ver si puedo subirla dentro de poco (antes de que se me olvide más que nada).

Disclaimer: Que no, que no soy el asesino literario más famoso de estos días. Así que por favor esas cartas amenazadoras se las mandáis a él. Que yo a su lado soy un angelito 0:)

Aviso: Este fic participa en el Reto 58#Personajes al azar del foro Alas negras, Palabras negras.


Viviendo en Invernalia toda su vida estaba acostumbrada al frío y a la nieve. Al sonido de sus pisadas amortiguado por la capa blanca que cubría el suelo, a la fría brisa que te helaba hasta los huesos. Incluso al frío que se te metía en el cuerpo cuando respirabas demasiado hondo.

Eso jamás le había pasado en Desembarco del Rey. Era agradable tener una calurosa temperatura y poder llevar esos vestidos finos y vaporosos de vivos colores. Siempre había querido saber lo que se sentía al llevarlos, y la primera vez que lo hizo se sintió desnuda, como si le faltara algo de peso al vestido para recordarle que iba con ropa y que no hacía falta que bajara la cabeza cada pocos segundos para cerciorarse de que el vestido no se le había quedado a medio camino en el suelo.

En Invernalia estaba acostumbrada a llevar capas y capas de ropa para protegerse del frío. Guantes y una capa larga que cubría su ropa para que ésta no se mojara por las fugaces nevadas.

Había escuchado que más allá del mar Angosto los Dothrakis vestían con ropas de cuero pero mucho más cortas que las de la capital, y que muchas mujeres enseñaban sus pechos allá por donde pasaban. Y que se dedicaban a fornicar delante de todo el mundo como animales. Desde luego, no le extrañaba que les tildaran de salvajes.

Pero todo ello quedaba muy lejos de donde ella estaba en esos momentos. Tanto por kilómetros como por altura.

El Nido de Águilas era el sitio más fortificado que había visto en su vida. Y también el que más se parecía a Invernalia, aunque el frío y la nieve eran mucho peor ahí que en su casa, la sensación de estar en casa era mucho más fuerte ahí que nunca.

Tal vez no sería tan malo estar ahí escondida una temporada. El clima no le importaba, la nieve era igual que la Invernalia y el frío le impedía caer en un profundo letargo y seguir con vida, a pesar de todos los baches por los que había pasado y por los que estaba segura de que le deparaba el futuro.


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