Sus ojos estaban empañados, oscuros, opacos. Como la ropa vieja y desteñida.
Miraba el cielo, perdida e inexpresiva. ¿Quién era ella? ¿Cómo se había vuelto tan gris y vacía?
Había sido rota muchas veces, ya no le quedaba nada, ni su vida valía tanto la pena como para permitirse seguir existiendo. Sin embargo, ella no era capaz de acabar con su vida de una manera tan cobarde y miserable. Porque a pesar de estar rota, aun tenía un poco de su moral intacta. Pero solo un poco.
Caminaba entre la lluvia, perdida y sin rumbo, totalmente ida. Su ropa estaba ya muy mojada y se pegaba con facilidad a su pequeño y frágil cuerpo. Tenía un suéter tejido color salmon, un short de mezclilla que llegaba a la mitad del muslo y unas medias negras que transparentaban su piel y se pegaban por la humedad. Su cabello estaba sujeto en una trenza despeinada y mojada que caía hacía un lado en su hombre derecho y llegaba hasta la cintura mientras su flequillo diagonal se pegaba a sus pálidas mejilla.
¿Cuánto tiempo había estado vagando? No lo sabía, tampoco le importaba.
Ella, cuyo corazón estaba lleno de bondad y pureza, había sido roto y corrompido por quien creía amar, cada pedazo que caía con sus mentiras y desplantes la volvían más vulnerable hasta que finalmente él dio la estocada final, abandonándola en su soledad, dejando que se marchitara poco a poco.
Porque así era él, duro, frío y con una coraza impenetrable que ella creyó traspasar.
Oh, pero que equivocada estaba.
Ya no sonreía. Ya casi no hablaba y siempre permanecía encerrada. Las únicas veces que salía eran en los días fríos y opacos por la lluvia, un día como ese.
Siempre caminaba sin rumbo fijo y terminaba en el mismo lugar una y otra vez, como si su cuerpo actuara solo llevándola a ese lugar tan especial, torturando su mente y corazón.
Allí, donde le conoció.
Estaba parada en medio del parque, sin un alma alrededor por la fuerte lluvia, en frente del árbol donde le vio esa noche de otoño, herido y sin aliento, luchando por mitigar el dolor que tenía por sus golpes, había estado en una pelea.
Odiaba ese lugar, no quería volver allí, más sin embargo lo hacía sin quererlo realmente.
Quería olvidar, quería dejar de llorar, quería no sentir más.
Quería dejar de romperse más.
A pesar de que había pasado un año entero desde la última vez que lo vio, no podía quitárselo de la mente porque muy a su pesar, lo amaba.
Lo amaba tanto que dolía, lo amaba tanto que ella sufría.
Lo amaba y lo odiaba por eso.
Como quisiera que la humedad de sus mejillas fuesen las gotas de lluvia, por desgracia no era así. Las lágrimas salían por si solas y ella no era capaz de detenerlas, ya no era capaz de hacer nada conciente.
Cerro los ojos y alzo la cara para sentir la lluvia directamente sobre su rostro, tranquilizando su dolor, apaciguando la llama que había en su corazón, esa llama que ardía con su recuerdo.
¿Por qué?
Siempre estaba esa duda allí presente.
¿Qué había hecho ella mal? ¿Había sido demasiado sobre protectora? ¿Había sido muy entrometida? ¿Había demostrado su amor de una manera errónea? ¿No había sido suficiente para él? ¿No era bonita? ¿No era su tipo? ¿Qué era? ¿Por qué se había ido? ¿Por qué la había dejado con ese dolor?
¿Por qué si dijo amarla, la dejo sola?
¿Por qué?
De pronto dejo de sentir la lluvia caer y cuando abrió los ojos noto que había un paraguas negro cubriéndola. Confundida volteo a ver al culpable de su confusión y su aliento se atoro en su garganta cuando aquellos ojos fríos ambarinos chocaron con sus ordes verdes.
No podía creer lo que veía ¿Qué hacía él allí?
— Sakura — Su voz, era tal y como la recordaba, la voz que la atormentaba en sus sueños.
Ella no respondió, solo se quedo mirándolo inexpresiva aunque por dentro este sorprendida, llorando y sufriendo.
— Sakura — Insistió cuando ella no le respondió. Se mantuvo en silencio esperando que ella dijera algo, que lo golpeara, que le gritara, cualquier cosa pero que no lo mirara de esa forma.
Tan vacía.
Se mantuvieron mirándose por largos minutos hasta que él se percató que ella estaba toda mojada y empezaba a helar. Noto como sus hombros se estremecían del frío, temblando constantemente. Apretó la mandíbula, tensó por no saber que hacer, por no poder pensar con claridad. Ella causaba eso en él siempre, nunca podía pensar bien, no podía coordinar sus movimientos y se sentía como un adolescente a su lado, cosa que lo frustraba en todos los sentidos y lo ponía de mal humor.
No podía controlar lo que sentía.
Aun después de un año, ella seguía haciendo estragos en él.
La tomo del brazo y ella se estremeció visiblemente ante su toque a pesar de ser a través de la húmeda tela. Casi sonrió al notar que ella aun reaccionaba a su toque, pero no se permitió mostrar algo en su rostro.
— Ven conmigo.
Pensó que lo golpearía o que lo miraría con odio o simplemente ignoraría su mandato, más ella se quedo allí, mirándolo con los ojos abiertos imperceptiblemente, demostrando ligera sorpresa y confusión que para otros pasaría desapercibido.
Pero no para él.
Le tomo la mano notándola fría. Frunció el ceño, su cuerpo estaba todo helado y ella no hacía nada por calentarse.
La atrajo a él para empezar a caminar a la par, ella un poco más atrás debido a que él la jalaba para hacerla caminar, ella solo se dejaba llevar por él.
Se veía tal cual lo recordaba.
Sus ojos fríos, su nariz recta, su cabello chocolate. Aquel cuerpo duro y ligeramente musculoso, tentador. No había cambiado en nada, excepto que había algo en sus ojos, algo que ella no logro descifrar cuando lo miro.
Algo triste.
— ¿Qué haces bajo la lluvia y sola? — Preguntó para hacer conversación. Ella no respondió — Es tarde y hace frío, Sakura.
Sakura.
Su nombre seguía sonando tan bien en sus labios.
Entre cerró sus ojos y casi soltó un suspiro cuando lo escucho llamarla nuevamente por su nombre. Miro sus manos entrelazadas, no se había percato que él había juntado sus dedos para darle calidez.
No, imposible.
Ella no debía dejarse engañar por sus acciones y gestos que creía conocer.
Todo era un engaño.
Caminaron por varios minutos hasta llegar a un hotel. Sakura miro con recelo a su acompañante.
—No haré nada, no me mires así —Pidió con un gruñido. La verdad es que ya había pensando en eso cuando le tomo la mano, pero ella lo golpearía si intentaba algo de todas maneras.
Se encogió de hombros y él suspiro para llevarla dentro del hotel. Se estremeció por la calidez reconfortante de la calefacción cuando atravesaron las puertas y sonrió imperceptiblemente cuando el alivió atravesó levemente sus músculos adoloridos.
Subieron al ascensor para ir hasta él piso cinco. Cuando salieron, ella miro el largo vestíbulo sin expresión alguna. El piso era de una alfombra color vino y las paredes beige hacían contraste de una manera calida. Las luces blancas iluminaban el pasillo y habían puertas en ambos lados a una distancia bastante grande.
Era un hotel de lujo.
Quiso preguntarle de donde había sacado dinero para quedarse en tal sitió, pero prefirió seguir callada.
La jalo hasta la sexta puerta a la derecha, ingreso una tarjeta llave y entro a la habitación con ella detrás. Sakura observó la habitación, era bastante espaciosa y se notaba que era algo cara. Está tenía un piso de alfombra verde y las paredes eran del mismo color que las del pasillo, pero de un tono un poco más claro. Estaba amueblada con sofás blancos y mesas negras. Había una cama a un costado de tamaño matrimonial, adornada con sabanas blancas y verdes y junto a está, una mesa de noche que hacía juego con toda la habitación.
Había otra puerta a un costado y supuso que era el baño. Más al fondo había una mini cocina equipada con microondas y una nevera pequeña.
Un sitió bastante perfecto para vivir.
—Toma una ducha. —Le dijo con voz grave, sacándola de su ensoñación.
Ella lo miro fijamente sin decir nada.
—Sakura —Frunció el ceño cuando no la vio caminar hasta el baño —Toma una ducha.
—¿Por qué? —Preguntó.
—Porque debes calentarte y sacarte esas ropas mojadas ¿Por qué si no?
—No— Negó con la cabeza. — ¿Por qué te fuiste? —Preguntó con un hilo de voz sin apartar su mirada.
Él entre cerro los ojos manteniendo la mirada unos segundos para luego bajarla y mirar el piso.
—No puedo decirlo.
Frunció los labios ante su respuesta y se trago el nudo que se había formado dolorosamente en su garganta. Se quedo allí, vacía y rota sin moverse, sin hacer nada. Él la miro nuevamente y suspiro.
—Sakura, ve a la ducha si no quieres que te meta yo mismo. —Amenazó. En el pasado eso hubiera funcionado, pero ahora a ella no le importaba. Se quedo en su lugar, mirándolo vacía. Sintió su corazón contraerse dolorosamente. —Hablo en serio. —Volvió a decir, pero ella continuó allí.
Con un gruñido la tomo de la cadera y la alzo como un saco en su hombro, camino a zancadas al baño y una vez dentro, la dejo en el suelo suavemente. Ella tenía la mirada perdida en algún punto fijo en el plano, no lo miraba. Sin decir nada, alzo su suéter hasta que lo quitó por completo, dejando ver el sujetador azul sencillo que traía.
Tuvo que tragar saliva y ordenarse a si mismo tranquilizarse. Ella seguía siendo tan hermosa como la recordaba.
Quito su short en silencio, deslizándolo con lentitud por sus piernas y luego retiro sus medias. Fue cuando se dio cuenta que ella no llevaba zapatos ¿Por qué?
Se debatió sobre si quitar su ropa interior, ella ya se veía demasiado tentadora tal y como estaba, no se sentía seguro de poder controlarse si continuaba con su "inocente labor" de ayudarla a calentar su cuerpo.
Solo que a él se le ocurrían otras formas de calentarla.
Tragó saliva y suspiro.
—Sakura —Ella alzo la mirada para verlo —Necesito que te metas a la ducha tú misma ¿Bien? —No respondió y el se paso una mano por la cara frustrado. —Maldita sea, métete a la puta ducha.
Sakura lo miro, vacía, rota, sin decir nada, camino hasta la ducha y se poso frente a ella. Lo miro ladeando la cabeza en un gesto inconciente, él se acerco y abrió el grifo para colocar el agua a una temperatura adecuada para que ella se calentara y relajara. Cuando se volteó, Sakura se estaba desabrochando el sujetador y cuando lo dejo caer, él contuvo el aliento y casi se atraganta con su propia saliva.
Ella era tan hermosa. Maldición.
Sakura se inclino para retirar sus bragas y eso fue señal suficiente para que él caminara con rapidez a la salida y dejarla sola o iba a estallar allí mismo.
—Te traeré ropa para que te cambies. —Dijo con voz ronca.
Ella asintió ligeramente, pero aquello no llego a sus ojos. Salió del baño dejándola sola. Ella se metió a la ducha y dejo que el agua caliente reconfortara su adolorido y mullido cuerpo. Suspiro de alivió cuando empezó a recuperar la temperatura.
Unos minutos después, lo escucho entrar y salir con rapidez.
Ella se había desnudado a propósito frente a él –aunque haya sido él el que la despojo de su ropa dejándola en ropa interior- para ver si provocaba algo en él y comprobar su teoría.
Se dio cuenta –y no por primera vez- que no provocaba nada en él.
Quizá por eso me dejo
Salió de la ducha, se seco y se coloco la ropa que él le había traído.
Una franela negra que le llegaba por los muslos y le quedaba estúpidamente grande, pero cubría lo suficiente. Unos boxers grises que al tomarlos, no pudo evitar sonrojarse.
Se odio por aun sentir cosas por él, lo odio a él por hacerla sentir de esa manera.
"Lo odias por razones equivocadas, Sakura."
Salió del baño y lo vio sentado en el mesón de la cocina mientras veía unos papeles. Se veía tenso y con el ceño notablemente fruncido. Ella se acero a él inexpresiva y en silencio mientras se peinaba y desenreda su cabello.
—Syaoran… —Lo llamó en un susurro. Él alzo la mirada notablemente afectado por el hecho de que lo llamará por su nombre.
Escuchar su nombre de sus labios era tan perfecto que no quería escucharlo de nadie más.
—Sakura. —Respondió mirándola fijamente.
Ella suspiro imperceptiblemente y se sentó frente a él.
—Por favor.
Por favor.
—Por favor ¿Qué?
Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas.
—Dime.
Dime.
— ¿Qué cosa, Sakura? —Susurro. Estuvo tentando a tomar un mecho de su cabello.
Ella alzo la mirada con sus ojos empañados.
—¿Por qué?
Porque me vuelves débil, porque me haces vulnerable.
—Ya te lo dije. No puedo decírtelo.
—¡No es justo! —Ella se levanto —¡No es justo que te vayas y vuelvas como si nada hubiera pasado! —Gritó con un nudo en la garganta.
El se quedo en silencio sin saber que decir.
— ¿Por qué estabas en el parque? —Preguntó bajito, tratando de retener las lágrimas. —¿Por qué me ayudaste? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Qué quieres de mi?
—Solo quería ayudarte —Dijo como si fuera los más obvio. —No podía dejar que siguieras mojándote, podrías enfermar.
—No te creo.
—No tienes que hacerlo.
Ella se mordió el labio frunciendo el ceño. Hacía mucho que no sentía de esa forma, hacía mucho que no hablaba tanto.
Hacía mucho que no tenía tantas ganas de olvidar todo y simplemente besarlo.
¿Por qué tenía que ser débil? ¡Quería odiarlo! ¡De verdad que quería! ¿Por qué no podía?
—Dime.
Dime.
— ¿Qué? —Preguntó sin mirarlo.
— ¿Qué estas pensando ahora mismo? —Susurro a su oído y fue cuando se dio cuenta que él estaba frente a ella, cerca de ella.
Muy cerca.
—Te odio.
Él se estremeció al escucharla.
Maldición, no quería esto, no quería sentirse dolido.
No quería que ella pudiera manejarlo a su antojo. No quería sentirse tan atraído hacía ella. No quería nada de esto.
Por eso se había ido, ella lo hacía débil.
Pero cuando recibió esa llamada, sintió que su mundo de había venido abajo.
—Maldito hijo de puta.
—¿Qué quieres, Tomoyo? —Preguntó en un gruñido.
—Eres un gilipollas ¿Lo sabías? Por tu culpa ella está rota.
—¿Quién? —Preguntó fingiendo demencia. Pero él sabía de quien hablaba.
—Miserable. Cuando te vea, te mataré con mis propias manos, Syaoran.
Luego de esa breve conversación con aquella chica pelinegra, entendió todo. Cuando la vio en el parque, tan vacía, tan triste, supo que la había roto.
En todos sus intentos por alejarla de él, la fue rompiendo lentamente. Él no soportaba ver el dolor en sus ojos, no soportaba sus lágrimas.
Él era vil, era oscuro. Era despadiado, un asesino a sangre fía.
Él no tenía sentimientos.
No podía estar así por una mujer. No él.
—¿Sabías que el amor es poderoso? —Había dicho ella con voz dulce, sus mejillas sonrojadas y una sonrisa.
—No creo en esas mierdas. Lo sabes.
Ella rió.
—Cuando te enamores, Syaoran, no dirás lo mismo. —Dijo suave.
—Yo nunca me enamorare. Él amor es de débiles. —Ella negó con la cabeza.
—El amor te hace fuerte, porque tienes algo que quieres proteger a toda costa. Proteger lo que amas es la prueba del valor, sin importar nada más.—Sakura alzó su mirada al cielo y con una sonrisa dijo. —El amor puede cambiar al corazón más oscuro.
El se quedo en silencio, sabía que no podía responderle ni refutar aquello, no cuando era más que cierto.
Él era la prueba de ello.
—Haces bien en odiarme. — Susurro muy cerca. Sakura lo miro a los ojos — Soy malo, Sakura. Tú lo sabías.
—No —Ella negó con la cabeza —Pretendes serlo para alejarme de ti. Te conozco. —Su voz sonó segura, pero por dentro sabía que era mentira.
—No me conoces —Masculló desviando su mirada para no hacer contacto visual. —Soy vil, un asesino. No tengo sentimientos.
—Los tienes —Insistió ella —Los tienes, si no los tuvieras, no me hubieras dicho que…
—¿Y si solo quería burlarme de ti? ¿Y si quería corromperte? No soportaba lo inocente que eras. —Gruñó —No soportaba ver esa ingenuidad en tu mirada, como eras buena con todos, lo odiaba. Así que quería romperte, quería corromperte para que dejaras de pensar que todo el mundo es bueno, porque no es así Sakura. Nadie es bueno, nadie hace nada sin pedir nada a cambio. Este mundo es una mierda.
La mueca de dolor crudo que se formo en su rostro hizo que el corazón de Syaoran se encogiera y doliera. Un corazón que no sabía que tenía.
Hasta que la conoció a ella.
Las lágrimas corrían por sus mejillas a montones.
—¿Por eso volviste? — Musito con voz quebrada. —¿Por eso me trajiste aquí? ¿Para romperme más? ¿Para causarme más dolor?
Él no respondió. Estaba tenso.
—¿Qué te hice? —Lo miro buscando sus ojos —¿Por qué yo? ¿Por qué? — Sollozo —Yo te amaba ¡Te amaba! ¡No es justo!
Te amo.
—Nada en esta vida es justo. Hasta las personas más buenas deben sufrir.
—¡¿Y tu querías que yo sufriera!? ¡¿Querías demostrarme lo que es el dolor puro!? ¡El dolor viene solo con el paso de los años! ¡No tenías ningún derecho maldita sea! —Se sorprendió al escucharla maldecir, pero no lo demostró. —¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!
Ella empezó a golpear su pecho con toda su fuerza. Syaoran estaba inexpresivo, como si aquello no le hiciera daño.
Pero verla tan destrozada le dolía.
Quien diría que un ser oscuro y vil pudiera sentir dolor.
Estoy jodido, totalmente jodido
Sakura detuvo los golpes pero no los sollozos. Tenía la cabeza gacha.
—Te odio, Syaoran. — Él cerró los ojos tratando de mitigar el dolor que sus palabras provocaban. —Te odio porque no puedo odiarte ¡Joder!
Él abrió los ojos buscando los suyos, pero ella mantenía la cabeza gacha.
— Soy tan tonta… Tan tonta por creerte, tonta por pensar que cambiaste en aquel tiempo. ¡Soy una imbécil! ¡Una estúpida! ¡Tonta! — Sollozo. —Tonta por aun amarte… ¿Qué hice para merecer esto? — Gimió dejándose caer al suelo. — Por favor, no más… Ya no lo soporto más. Quiero morir.
Ya no lo soportaba. No podía seguir escuchándola tan dolida y rota.
Ella, quien pensó que jamás se rompería, quien optimismo exasperaba, cuyas sonrisas dulces alegraban a los de su alrededor… Ella, estaba rota.
Y todo era su culpa.
Sin medir sus acciones, la tomo de los hombros agachándose frente a ella. Sakura alzo la mirada para verlo, su rostro demacrado de tanto llanto hizo que el se estremeciera de rabia contra si mismo.
Sin decir nada, se apodero de sus labios en un beso demandante y brusco.
Syaoran no pudo hacer nada, ella se dejo ir en cuanto sintió sus labios contra los suyos, nublándole la mente.
Ella correspondió el beso, dejándose llevar por la sensación y con desespero, rodeo su cuello con sus delgados brazos mientras él rodeaba su pequeña cintura y apegaba sus cuerpos.
Metió su lengua sin pudor alguno en la boca ajena y ella soltó un pequeño quejido que murió en la boca de Syaoran. La saboreó y disfruto de su boca por largos segundos, separándose solo para tomar aire. Ella lo miro con ojos brillantes.
—Sya…
Pero la silencio volviendo a besarla de la misma manera que antes, con desespero, como si no quisiese separase de ella nunca. Sakura pensó que estaba soñando, que imaginaba esa sensación, era imposible que él la necesitara tanto como ella a él, pero sus besos decían cosas distintas a las que él afirmaba, sus besos mentían.
Ellos mentían…
Pero ingenuamente ella les creía, solo por un momento quiso pensar que él la amaba. Solo un segundo y quizá, tan solo quizá…
Su deseo se cumpliría.
Las manos de Syaoran empezaron a recorrer su figura por debajo de la ropa. Reprimió un gemido cuando noto que ella no llevaba sujetador, apretó sus senos haciéndola dar un leve brinquito y soltó un jadeo que el acallo con sus labios. La apego más a él permitiéndose disfrutar del momento.
Solo por un momento, el quiso pensar que no había nada mal y que ellos podían estar juntos.
Solo por un momento se abandono a ella y bajo sus barreras.
Solo por un momento trato de decirle cuanto la amaba a través de sus besos.
Solo un momento…
La amaba. Joder que la amaba.
Estaba jodido, perdido y completamente enamorado. Pero ¿Quién no iba a enamorarse de ella? Su dulzura, su ingenuidad y aquella faceta infantil que a veces mostraba le fascinaban. Su cuerpo lo volvía loco, todo en ella hacía que la deseara.
Quería poseerla de todas las maneras posibles.
Se separó de sus labios y busco su cuello, repartiendo besos con desesperación, probando su suave piel mientras acariciaba sin pudor alguno su cuerpo. Ella jadeaba y gemía de vez en vez. Su cuerpo se estremecía y notaba como se deshacía con su toque.
Él siempre tuvo ese poder sobre ella, cada vez que la tocaba era como una corriente de electricidad que atravesaba todo su cuerpo.
Ella estaba cayendo lentamente, si él seguía tocándola, ella iba a rendirse a él una vez más.
Porque ella no era fuerte. No lo era.
Y lo anhelaba, lo amaba, quería que fuera suyo solo un momento.
Solo un momento.
—S-syaoran —Gimió cuando el metió su mano en los boxers que le quedaban gigantes.
—Perdóname — Susurró contra su cuello —Perdóname.
—H-hace mucho lo… h-hice —Jadeo.
—No me odies —Pidió apretándola contra él.
—N-no lo hago.
—Te necesito. —Ella tembló ante la profundidad de su voz —Solo hoy, solo por está vez… Solo este momento, Sakura.
—S-syao…
—Por favor — Interrumpió. Alzo la franela, dejando sus pechos al aire. —Por favor… Se mía solo por hoy… Solo por hoy —Apoyó su frente en su hombro mientras toqueteaba su pecho.
Ella cerró los ojos. Sabía que si aceptaba no soportaría más dolor.
Pero ella anhelaba solo un pedacito de felicidad junto a él.
Solo un pedacito nada más.
—Te amo —Sollozó y busco sus labios.
Un beso.
Un si.
¡Hola! ¿Como están? Espero que bien.
Bueno, este fic es una adaptación de otro fic que estoy escribiendo en la categoría se Sonic The Hedgehog y quise traerlo a la versión de Sakura y Syaoran porque... Porque si y punto(?)
¡Espero sus comentarios y que les agrade!
¡Saludos personitas mafiosas!
Att: Mizu-Kumi.
