SOLEDA
Estoy muy nerviosa, pues me queda apenas media hora para salir al escenario con mi grupo de baile. Me llamo Isabella Swan, pero me gusta más Bella. Mis padres son Reneé y Charlie, son los mejores padres del mundo, yo les quiero mucho, por que me apoyan en todo y me dan mucho cariño. Los tres vivimos en Phoenix y somos una familia muy humilde a pesar de tener buenos recursos económicos, para mi eso no es importante. A mis dieciocho años solo me importa el baile y mis padres. Soy muy patosa, pero a la hora del baile es diferente, por que olvido todo, es una sensación única que no se puede expresar con palabras, para saberlo hay que sentirlo.
Me asome al publico a través de la rendija de una puerta, para ver a mis padres entre el publico como siempre hacia antes de actuar, eso me daba seguridad. Pero me extrañe no verlos ahí, pues siempre venían a verme no se habían perdido ninguna de mis muchas actuaciones, y dudaba que mi madre se quisiera perder esta, por que habían venido unos ojeadores, de una de las academias profesionales mas importantes de la ciudad.
Bueno, no tenia tiempo para especular sobre su paradero, pues me tocaba salir ya, seguro que estaban en algún atasco.
Salí al escenario, la música comenzó a sonar, y con ella yo me deje llevar, flote sobre las tablas, algo genial, estaba a gusto frente al publico. La canción terminó y nosotras con ella nos detuvimos, con una sincronización perfecta.
Nos dirigimos a cambiarnos de ropa a los vestuarios, estábamos eufóricas, nos había salido todo genial.
-Muy bien chicas- nos felicito nuestra profesora entrando al vestuario- habéis estado genial.
-Gracias- contestamos la mayoría a la vez.
Una canción comenzó a sonar, mi favorita, eso significaba que era mi móvil. Mire para ver si reconocía el número. No, así que conteste.
-¿Diga?
-Hola, es usted familia de Reneé y Charlie Swan- tras escuchar eso sentí un gran pinchazo en el estomago.
-Si claro, son mis padres-conteste con un murmullo. Un mal presentimiento.
-Lamento tener que decirle que han sufrido un accidente- la boca se me lleno de acido.
-¿Pero están bien?- dije asustada y en un tono bastante alto. Mis compañeras al escucharlo se quedaron calladas.
-Es necesario, que venga al Hospital General de Phoenix- dijo, ignorando mi pregunta, por lo que la repetí.
-¿Pero están bien?
-tiene que venir urgente- una vez dicho eso la línea se corto.
Me gire con la cara blanca como la cal, un mal sabor de boca y con todo el cuerpo rígido por el shock.
-¿Qué sucede?-pregunto Jessica, mi mejor amiga. No conteste y ella me acudió por los hombros.
-Mis…mis padres…han…sufrido un accidente- susurre con dificultad, pero acto seguido Salí corriendo del vestuario.
-Charlie y Reneé Swan- pregunte nada más entrar corriendo al hospital. La recepcionista tecleo en su ordenador, alzo la mirada y me dijo.
-Un segundo, enseguida viene el doctor-me dijo, se alejo y telefoneo a alguien. ç
Yo no podía mas con la ansiedad, me iba a desmayar en cualquier momento. Al momento llego un doctor bastante mayor y con pelo canoso.
-Soy el Dr. Steward ¿Es usted familiar de los Swan?- asentí rápidamente, pues no quería perder tiempo para que me diera las noticias- sígame por favor- dijo calmadamente.
¿Por qué no me decía nada?, no exprese esa alabara y me encamine a seguir al doctor. Me guió hasta una habitación situada a lo largo de un largo pasillo, allí solo habían dos sofás. Me indico que me sentara y así lo hice, el se sentó a mi lado.
-Lo lamento mucho- no hicieron falta mas comentarios, yo comencé a llorar- fue instantáneo, no creo que sintieran dolor- no alcance a escuchar as pues perdí la consciencia
Desperté súbitamente al escuchar un teléfono muy estridente.
-¿Diga?-susurre
-¿Cómo te encuentras?- pregunto Jessica muy apenada- no me has dicho nada en estos tres días- ¿tres días? Me pregunte
-No puedo hablar- conteste y colgué.
Me quede mirando el teclado del teléfono, estaba aturdida, no recordaba nada, solo la negrura que se me vino encima ante la noticia, me había sumido en un estado zombi. Comencé a vagabundear por mi casa. Entre en la cocina, y comencé a recordar
Flash back.
Yo con seis años enseñando a mi madre unos pasos de baile que había aprendido ese día. Mientras ella cocinaba y me decía lo bien que me salían los nuevos pasos. En ese instante lleguó papá y me alzo en brazos para besarme la mejilla…
Fin del flash back.
Salí corriendo de la cocina ante aquel feliz recuerdo que ahora se me antojaba doloroso. Me detuve ante la puerta del salón. Otro recuerdo.
Flash back.
Yo con doce años entrando por la puerta y encontrando a mis padres sentados en el sofá viendo la televisión.
-Mamá, papá me han aceptado en el grupo de baile dace girl.
Mis padres saltaron del sofá y empezaron a decir que no les sorprendía.
Fin del flash back.
no lo aguantaba mas, subí las escaleras a mi habitación, y al entrar me vino el recuerdo de cuando venían a arroparme por las noches y a leerme cuento. No soportaba el dolor fui a mi mapa del país, cerré los ojos y deje caer un dedo sobre un estado. Washington. Fui por mi libro de geografía he hice lo mismo en ese estado. Forks. Decidido me mudaría allí, un sitio sin recuerdos, lejos del dolor. No iba a olvidar a mis padres, pero aquí iba a sufrir y ellos no querían eso. Cerré el libro y me di la vuelta para colocarlo en su estantería, cuando me tope con una foto, mía y de mis compañeras de baile en una las actuaciones. Si yo no hubiera actuado esto no habría pasado, gire la foto no quería verla. Todo fue mi culpa.
No quería perder tiempo necesitaba alejarme cuanto antes, mis padres me habían dejado una gran fortuna, y la indemnización del accidente mas la de la póliza de seguro, me aseguraba un futuro lejos Phoenix, aun que preferiría ser miserable y pobre, pero lámenos tener a mis padres. Fui al ordenador, busque una casa en Forks para comprar y encontré una perfecta con dos habitaciones, un baño, cocina y salón. Para mi sola sobraba casa, llame para decir que me interesaba.
No comente a nadie que me marchaba, solo con el abogado de mi familia, que también era un buen amigo de mi padre, ya que este era un renombrado policía. Y solo se lo dije por que fue quien me arreglo todo para los trámites de compra.
En cuanto a mis amigos, como no quería despedidas. Solo me limita a escribirles una carta a cada uno, que les mandaría el mismo día de mi partida, para que no intentasen detenerme. Yo ansiaba de veras el alejarme, pues en Phoenix había demasiados recuerdos dolorosos.
