Hola a todos y bienvenidos al tercer fic de la saga "Cada Oveja con su Pareja".
Este fic esta especialmente dedicado a mi gran amiga Elen quien fue una de las primeras personas que conoci cuando entre a esta pagina. Ella a sido fuente de inspiracíon en varios de mis fics ademas de gran consejera, por eso amiga, te dedico este fic. Ojala que lo disfrutes igual que usted querido lector o lectora.
Una Fúnebre quietud embargaba la ciudadela, iluminada por las cientos de estrellas que adornaban el firmamento. Todos dormían placidamente, resguardados en sus tibias camas del frió viento nocturno.
Solo se mantenían despiertos algunos soldados que estaban de guardia, protegidos del frió por abrigadoras mantas. Sus rostros eran iluminados por las grandes antorchas que adornaban la entrada principal. Bebían te caliente, traído por algunas mujeres, para mantenerse despiertos, reían y hablaban animosamente, quizás contando alguna historia graciosa.
No se daban cuenta que una sombra los observaba desde el balcón de la casa principal. Era un joven de 18 años, alto y de piel blanca cuyo su rostro se reflejaba la tristeza y el dolor que embargan su alma y su corazón.
-Kanna- murmuro al mismo tiempo que alzaba su rostro y miraba el cielo estrellado. Dentro de la casona, un silencio espectral envolvía cada centímetro del lugar, pero unos quejidos provenientes de una habitación rasgaban aquel ambiente tan sombrío.
Una joven se retorcía entre las sabanas, murmurando mil cosas indescifrables para el pequeño albino de unos 8 años que se mantenía a su lado velando por el sueño de la albina. Unas velas iluminaban la oscura habitación, pero su luz no era suficiente para romper con la penumbra.
-Kanna, por favor, tranquilízate – murmuraba Akago mientras ponía su mano sobre el pecho de Kanna y trataba de concentrarse.
-¡No¡No se me acerquen! – comenzó a exclamar la joven.
-"Oh no, volvió a comenzar" – pensó el niño mientras trataba de mantener la concentración.
-¡No¡Aléjense¡No me toquen!
-Kanna, tranquilízate. – exclamo el chico al mismo tiempo que retrocedía.
-¡Auxilio¡Papá¡Mamá¡No!
-¿Kanna, que es lo que ves¡¿Qué sueñas!
-¡No¡Hakudoushi¡Ayúdame!
De pronto y de un solo golpe, Kanna abrió los ojos despavorida y apretando con fuerza las sabanas, lanzo un aterrador grito.
Hakudoushi al oírlo, entro corriendo a la habitación y tomándola de los brazos, trato de tranquilizarla.
-¡Kanna, cálmate!
-¡No dejes que me toquen¡Aléjalos de mí! – grito Kanna en medio de lagrimas y abrazaba con fuerza a Hakudoushi. Este hizo lo mismo y mientras acariciaba su suave cabello, susurraba.
-Nadie te va hacer daño, te lo juro.
-Gracias – murmuro Kanna mientras se volvía de dormir. El joven la recostó sobre la suave cama y dándole un beso en la frente, la cubrió con una manta.
-Vamonos Akago – dijo fríamente el albino a su hermano menor. Cuando salieron de la habitación, se dirigieron a la planta baja donde estaba la sala. Ahí los esperaba un joven de cabellos negros de unos 18 años y un hombre de unos 2 metros de altura, cuyo rostro era cubierto por su largo pelo púrpura. Ambos semidesnudos a excepción de un taparrabo que cubría sus partes íntimas.
-¿Se volvió a dormir? – dijo Mouryoumaru.
-Si, tan solo con un abrazo de el, la tranquiliza – murmuro Akago mientras se sentaban sobre un futón rojo.
-Akago¿Qué vistes en los sueños de Kanna? – pregunto Kohaku mientras hacia lo mismo que Akago. Mouryoumaru y Hakudoushi también se sentaron, ansiosos de la respuesta del niño.
-Nada – respondió el niño mientras cerraba los ojos.
-¿Cómo que nada? – exclamo enojado Hakudoushi.
-Como oyes, nada. Al parecer, cada vez que intento ver lo que sueña, una barrera psíquica me bloquea.
-¿Entonces que haremos? – exclamo Mouryoumaru.
-Cierto, no podemos seguir así, ya van para 4 noches que esta en la misma situación. – replico Hakudoushi.
-¿Y ya trataron de preguntarle lo que sueña? – pregunto Kohaku.
-Ya lo hicimos, pero ella no recuerda nada o eso quiere que pensamos. – respondió Akago.
-Por lo pronto hay que regresar a dormir, mañana con más calma podremos pensar en una solución para este problema. – Exclamo Mouryoumaru al mismo tiempo que todos asintieron y levantándose, de dirigieron a sus respectivas habitaciones.
La noche siguió su curso, aunque nadie durmió, atentos a otro ataque de miedo de la joven. Pasaron las horas hasta que los primeros rayos de sol, rasgaron el velo de aquella fría noche.
En una gran habitación, un joven desnudo salía del baño. Con una manta se seco y colocándosela en el cuello, abrió las dos grandes ventanas de su recamara, haciendo que la luz del sol, inundara el lugar. Con desgano, se dejo caer pesadamente sobre la cama, sin ánimo de levantarse.
-Kanna – murmuro el joven mientras cerraba los ojos. No podía dejar de pensar en ella¿Qué aterradora pesadilla atormentaba a la joven, noche tras noche sin parar? Solo se confortaba saber, que tan solo con abrazarla en medio de sus gritos y lagrimas, la calmaba y reducía su dolor.
De pronto, su mente comenzó a volar, tras recordar cada vez que tocaba a Kanna. La suavidad su piel, el olor de violetas de su largo cabello, aquella mirada melancólica eran cosas que lo hacían vibrar. Todo su ser se temblaba cada vez que la veía, un escalofrió se apoderaba de su cuerpo cuando su cuerpo rozaba con el suyo, todas las noches que e mantenía al lado de ella.
No se dio cuenta que con esos pensamientos, comenzó a acariciarse lentamente. Su mano suavemente acariciaba su pecho mientras la otra comenzaba a bajar por su abdomen. Lentamente llego hasta su entrepierna y delicadamente con sus dedos, comenzó a rozar su erecta virilidad. Rítmicamente su mano comenzó a bajar y subir mientras apretaba los labios y el recuerdo de Kanna se hacia mas fuerte en su mente. Estaba a punto de llegar al éxtasis cuando un golpe hizo que se saliera de su concentración.
-"Diablos"- pensó el muchacho al mismo tiempo que se levantaba y se ponía el pantalón. Se acerco a la puerta, tras escuchar tres golpes más, al abrirla se topo con su hermano menor.
-¿Akago que quieres?
-Vine a verte pero creo que te interrumpí – exclamo Akago picaramente. Hakudoushi no pudo evitar sonrojar y de manera cortante le exclamo:
-A ver, déjate de estupideces y dime que quieres.
-Pues vengo a decirte, que ya descubrí a la persona con el poder de ayudar a Kanna.
-¿Una persona! – exclamo asombrado Hakudoushi.
-Como lo oíste, así que baja ahora mismo y ve al jardín donde yo te estaré esperando – y dando esa indicación, se dio media vuelta y se fue. Hakudoushi se termino de vestir y cerrando la puerta de un solo golpe, bajo.
Al llegar a la planta baja, se topo con Mouryoumaru, quien estaba vestido con un traje negro y sobre el, una armadura dorada muy parecida a las de los antiguos samuráis. Estaba por irse a entrenar con los nuevos soldados cuando fue detenido por el albino.
-Hola Mouryoumaru – exclamo jubiloso Hakudoushi.
-Vaya, hoy amaneciste con buen humor¿A que se debe tal alegría?
-Muy sencillo, Akago descubrió una manera para ayudar a Kanna y voy al jardín para que me lo diga.
-Muy bien, entonces les deseo suerte – exclamo el youkai al mismo tiempo que se colocaba la espada en la cintura y se dirigía al patio.
-Eso espero- murmuro el albino y veloz se dirigió al jardín.
Este jardín se encontraba detrás de la casa principal y servia como fuente de alimento para toda la ciudadela. Pues este dichoso lugar se extendía por un vasto territorio donde los hombres cultivaban las verduras y frutos del campo. Varios árboles frutales estaban desiminados por todo el jardín y miles de bellas flores adornaban el lugar.
Un grupo de niños jugaban alrededor de una bella joven de cabellos blancos. Se distinguía de entre todas las mujeres por su rostro angelical y ataviado traje. Pero que a pesar de las risas y juegos de los pequeños, ni una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro. Cuando Hakudoushi llego por fin al jardín, se quedo hipnotizado por la belleza de Kanna, manteniéndose quieto hasta que una voz infantil lo saque de su trance.
-Que bueno que llegaste.
-Akago dime¿Quién puede ayudar a Kanna?
-Muy sencillo, tú. – exclamo como respuesta triunfante Akago. Hakudoushi lo miro confundido mientras esperaba una explicación.
-No me había dado cuenta hasta la noche de ayer, que tú eras el indicado para ayudar a Kanna. La razón es muy simple y es la diferencia de nuestros poderes. El mío solo se limita a leer las mentes de los seres humanos y monstruos pero el tuyo es capaz de leer su corazón y su alma. Y aunque no has usado tus poderes durante estos años, se puede sentir que han aumentado. Es por eso que te considero como la única esperanza de Kanna.
-¿Y se lo has dicho a ella? – pregunto Hakudoushi aun pensativo por las palabras de su hermano.
-Aun no, pero se lo debemos decir. – Murmuro Akago mientras cerraba los ojos. De pronto una fría brisa soplo entre ellos e hizo que se dieran la vuelta. Frente a ellos estaba Kanna quien los veía de manera rara.
-¿Tu puedes ayudarme? – murmuro la joven dirigiéndose a Hakudoushi. Este simplemente asintió con la cabeza.
-Pero les advierto que hay un gran peligro.
-¿Peligro? – exclamo Hakudoushi tras escuchar las palabras de su hermano.
-Si logras entrar en su interior, corres el riesgo de verte involucrado en su pesadilla tanto que su dolor será parte de ti. Así que piénsalo bien¿Te atreves a hacerlo a pesar de saber tal peligro?
Kanna se quedo lívida ante aquellas palabras y mirando a Hakudoushi, espero su respuesta. Este simplemente sonrió y tomando de la mano a Kanna, respondió. – Si.
-Bien, entonces esta noche lo haremos – exclamo triunfante Akago.
-No – se escucho de decir.
-Pero Kanna – murmuro Hakudoushi al mismo tiempo que Kanna soltaba su mano
– Quiero hacerlo ahora.
-Pero aun esta débil – exclamo Akago mientras se acercaba a su amiga.
-No importa, no esperare hasta que llegue la noche, así que a hora lo haremos.
-¡Hakudoushi dile algo!
-Yo pienso igual que Kanna.
-Demonios, entonces voy a preparar todo para realizarlo. – refunfuño el niño mientras se daba la vuelta y se dirigía a la casa, seguido por Kanna y Hakudoushi.
-¿Tienes miedo? – murmuro Hakudoushi al mismo tiempo que Kanna y el, llegaban a las puertas de una gran habitación.
-Si pero a tu lado, ese miedo desaparece – respondió ella al mismo tiempo que tomaba de la mano al joven.
Entraron lentamente a la habitación y se toparon con una inmensa oscuridad. De pronto miles de velas se encendieron iluminado la habitación. En ella había una gran cama donde Kanna se acostó mientras Akago se acercaba a ella y extendiendo sus manos.
Lentamente la joven comenzó a entrar en trance hasta que por fin logro quedarse dormida.
- Listo, ahora es tu turno – exclamo el niño al mismo tiempo que miraba a su hermano mayor. Este asintió y acercándose a la cama, poso sus manos sobre el pecho de Kanna. Cerro los ojos y comenzó a concentrarse al mismo tiempo que una neblina púrpura cubría su cuerpo y el de Kanna.
Pasaron los minutos hasta que un rayo de luz obligo a Hakudoushi abrir los ojos. Al hacerlo, se vio en medio de un gran prado de bellas flores, al verse en tal lugar, se dio cuenta que estaba en los sueños de Kanna. Y como lo había dicho Akago, podía sentir todo aquello tan vividamente: los calidos rayos del sol, la suave brisa mañanera incluso el adorable aroma de las flores. Comenzó a caminar, esperando toparse con algo que explicara los terrores nocturnos que sufría Kanna cuando las risas de una niña llamaron su atención.
Guiado por dichas risas, llego hasta una bella cabaña que se encontraba a las orillas de un riachuelo. Un hombre cortaba varios pedazos de madera con una filosa hacha mientras reía por las gracias que hacia una pequeña niña de cabellos negros. También reía una joven mujer que lavaba ropa y al mismo tiempo que veía a la chiquilla.
Hakudoushi esta confundido¿Qué hacia tales escenas en la mente de Kanna¿Acaso soñaba con un lugar así? Estaba tan concentrado en aquellas interrogantes cuando una voz infantil le hablo.
-¿Quién eres?
-Ah – exclamo Hakudoushi mientras miraba a la niña. Por poco se cae de espaldas al ver el rostro de la niña. – No puede ser, es imposible.
-¿Oye, quien eres? – repitió la niña la misma pregunta.
-Me llamo Hakudoushi.
-Hola Hakudoushi, yo me llamo Kanna. – exclamo la niña mientras sonreía.
-¡Kanna ven a comer! – se escucho un grito.
-Me tengo que ir, adiós- exclamo la joven mientras corría a su cabaña.
-¡Espera¡No te vayas! – grito Hakudoushi mientras corría detrás de la niña. De pronto algo hizo que se quedara petrificado. Todo se tiño de sangre al mismo tiempo que espeluznantes gritos se comenzaron a escuchar.
Las escenas de lo que vio fueron atroces. Se movían en cámara lenta, todo teñido de un rojo brillante como la misma sangre. Antes los ojos de Hakudoushi, vio como los padres de la niña caían despedazados, rodeados de varios demonios. De pronto comenzó a escuchar los gritos de dolor de Kanna quien estaba rodeada de aterradores y asquerosos youkais quienes la veían con lujuria.
-¡Ayúdame Hakudoushi¡Auxilio!
-¡Kanna¡Aguanta! – grito Hakudoushi mientras corría hacia ella pero enorme sombra cubrió a los youkais y junto con ellos a Kanna.
-¡Hakudoushi!- fue lo único que grito Kanna cuya voz se ahogo entre las risas y gritos de las bestias.
-¡No! – grito el joven al mismo tiempo que una risa diabólica se escuchaba y un par de ojos amarillentos que provenían de la sombra miraban con odio a Hakudoushi. De pronto una luz ilumino todo, dejando ciego por unos instantes a Hakudoushi.
-¡Hakudoushi!- grito Akago cuando vio como su hermano era disparado con una fuerza sobrehumana. Este cayó pesadamente en el suelo pero rápidamente se incorporo. Corrió hasta la cama de Kanna quien estaba cubierta por una blanca sabana, la levanto y un lanzo un terrible alarido.
Sabanas y almohadas cubiertas de sangre provenientes de miles de heridas en el cuerpo de Kanna. En sus mejillas se deslizaban hilillos de sangre provenientes de sus ojos.
-Hakudoushi – fue lo único que pudo balbucir la joven mientras se desplomaba en la cama.
-¡Kanna! – grito el joven albino al mismo tiempo que corría hacia la herida y la tomaba entre sus brazos. -¡Kanna¡Responde!
-¿Kanna!- exclamo entre lagrimas Akago, atónito por aquella escena. Hakudoushi lo miro furioso y comenzó a gritarle:
-¿Qué diablos haces aquí¡Ve por el maldito doctor¡Ahora!
Akago salio de la habitación asustado y en medio de sus lágrimas fue en busca del viejo doctor. Dentro de la habitación, un joven acariciaba el cabello ensangrentado de Kanna mientras apretaba su lastimado cuerpo con el suyo y gritaba con dolor¡Kanaaaaaaaa!
Continuara.
Y que tal, abrumador ¿Verdad, espero sus opiniones y nos vemos en el proximo capitulo.
Aclaración.
Quizas algunos se pregunten ¿Y Naraku o Kagura¿En donde se metieron estos? bueno la respuesta es muy simple y se encuentra en prolife, ya que en el esta la lista de los fic que integran la saga cuyocreador soy yo. Gracias.
