N/A: Aquí les tengo el primer capítulo de este fanfic que aún no tengo terminado en , la diferencia que tiene este con el de la otra pagina es que este está editado, tal vez no sea mucha la diferencia, pero traté de no salirme tanto de los personajes como antes y arregle uno que otro detalle… Ojala sea de su agrado.

Estos bellos personajes no me pertenecen ni tampoco la serie.

"Auchhh... Me duele mucho la cabeza, no debí hacer bebido tanto Sake ayer en con los demás... ¡Un minuto! ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? Y... ¡¿Por qué solo tengo una sabana cubriéndome el cuerpo?!, ¿Dónde diablos se encuentra mi ropa?... Este lugar es muy extraño y escalofriante, si no me equivoco… es un sótano ¡¿Qué carajo hago en un puto sótano?!, está muy oscuro, no logro diferenciar bien las cosas, ¿eh?, ¿Qué es eso?... ¿Qué son esas cosas que se ven por allá? ¡Aahh! ¡Son órganos guardados en frascos! ¿Pero qué diablos sucede en este lugar? ¡¿Y donde están todos?!

Ni loco me pienso quedar un segundo más en este sitio repugnante, para ser franco... me da muy mala espina... ¿mm? ¿Qué hay por allá? ¿Una escalera? ¡Ahora podré salir de este lugar! Aunque se ve un algo oscuro... Pero qué más da, prefiero salir de aquí, no pienso quedarme un minuto más aquí abajo."

El rubio de ojos azulados comenzó a subir la escalera a pasos lentos, quizás demasiado, a fin de cuentas no tenía idea de lo que podría esperarle del otro lado, mantenía la sabana amarrada en su cintura... Podía notarse cierto nerviosismo en su mirada... Ya que no sabía qué o quién podría estar allá arriba.

Una vez ya estando arriba se tranquilizo al ver por lo menos que el jardín del lugar no era tan malo como él se lo imaginaba, era hermoso... tenía unos bellos rosales, árboles grandes y fuertes, pasto verde bien cuidado y también puedo notar que cerca del árbol más grande había un extraño, aunque tranquilo –al menos eso aparentaba- perro.

El animal tenía su pelaje de color negro, se encontraba acostado al lado de un inmenso árbol, Deidara se le acerco tranquilamente con la intención de poder acariciarlo... Pero en cuanto el animal se percato de la presencia de alguien solo atino a ladrarle asuntando al mismo tiempo al rubio.

-Joder... Maldito perro me asustaste mucho, hmm - Dijo el ojiazul mirando al perro, que por cierto... Deidara pensó por unos segundos que era demasiado grande como para poder ser uno.

Por estar hundido en sus pensamientos no se dio cuenta de que el animal había comenzado a correr hacia él a gran velocidad con mucha intención de atacarlo, acción que le resulto fallida, ya que la bestia se encontraba amarrado al árbol.

El rubio se había tensado de sobre manera cuando noto que el perro saltaría sobre él, luego se alivio de haber visto que este se encontraba atado, sin ocultar su nerviosismo se dirigió hacia un sitio alejado de ese animal, puesto que sería mejor mantenerse alejado de aquel perro... topándose sin querer con la entrada del castillo.

El ojiazul al ver por primera vez un castillo ante sus ojos no pudo evitar quedar pasmado por unos segundos observándolo cómo idiota, hasta que se golpeo mentalmente recordando que debía saber en dónde diablos se encontraba. Sin más Deidara entro en ella, examinando todo su alrededor con la mirada... Hasta que se topo con una puerta en especial que le llamo bastante la atención. Una puerta blanca con unas preciosas rosas rojas en ella, cualquiera de sus compañeros habría pensado que le bajo lo homosexual a Deidara por fijarse en detalles como esos, pero su curiosidad fue mucho más fuerte.

Observo la puerta un tanto extrañado, era la primera vez que le llamaban la atención ese tipo de cosas. Y se sorprendió más al sentir una presencia del otro lado de esta... Era un poco conocida, pero no estaba seguro del todo.

Con un poco de inseguridad poso su mano sobre la perilla de esta, girándola para enseguida abrir la puerta lentamente... Cuando ya estuvo totalmente abierta, se sorprendió mucho al encontrarse con la persona que menos esperaba.

Una mujer alta de pelo azulado que llevaba su cabello amarrado en un tomate, tenía una cara preciosa y bonito cuerpo. Se encontraba con un vestido largo de color rojo; el cual era un tanto ajustado, lo que le hacía verse aún mejor, aunque poseía una mirada inexpresiva en su rostro.

- Te estaba esperando, Deidara - Dice la mujer sin despegar sus ojos de los del rubio.

- Konan-san... ¿Cómo es que llegamos a aquí, hmm? - Pregunto un poco más aliviado el ojiazul, al saber por lo menos... que en ese lugar se encontraba con alguien que conocía.

- Te he dejado la ropa que usaras sobre la cama, tu turno es en 20 minutos - El rubio la miro confundido, ¿Acaso ella estaba evadiendo sus preguntas? Konan no era así.

- Konan-san, no respondió mi pregunta, hmm - Dijo tratando de calmar su desesperación que crecía de momentos, ya que Konan no demostraba ni parecía ser la misma tipa de Akatsuki... había algo distinto en ella.

- Te dejaré solo para que puedas cambiarte - Fue lo único que dejo salir de sus labios la peliazul, y sin ni siquiera mirar hacia atrás ella salió de la habitación dejando esta en completo silencio... e además a un rubio solo y aún más confundido.

El ojiazul se quedo como hielo mirando hacia la dirección que había tomado la mujer. Suspiro hondamente sin saber qué diablos hacer se dirigió hacia la cama donde ella había puesto lo que era su ropa, no le quedaba más opción que obedecer, puesto que quien sabría que pasaría con el ojiazul si ignoraba la orden.

- ¡¿Pero qué carajo?! - Dijo el rubio mirando la supuesta ropa que la peliazul dejo para él.

"¡¿En serio tengo que ponerme esto?!, ¡Me veré muy ridículo! Además... esacosasolo lo usan las mujeres, y ¡Yo no soy mujer! No me lo pienso poner. Aunque pensándolo bien, quizá no sea tan malo después de todo... es mejor que solo andar con una sabana cubriéndote la mitad del cuerpo, los demás me molestaran de por vida... ahora que lo pienso… ni siquiera sé si estén con vida...

Pero si llegaran a estarlo, no me dejarían de joder, sobre todo Hidan... bueno, ya estoy listo... tendré que verme en el espejo como toda chiquilla vanidosa… odio esto, debería estar practicando mi arte, no vistiéndome como nena para parecer un puto travesti."

El rubio sin dejar de estar hundido en sus pensamientos comenzó a dirigirse hacia el espejo a pasos lentos, puesto que no desea ver que tan ridículo se veía con aquella vestimenta.

Con un pequeño rubor en las mejillas hizo un puchero malhumorado con una enorme vena en su cien, se veía demasiado femenino... aunque por una parte él siempre quiso saber cómo se vería vestido de mujer, pero nunca pensó que se vestiría de aquella forma tan pronto...

El ojiazul estaba con un vestido negro ajustado que no llegaba más debajo del trasero, dejando sus finas piernas al descubierto. Con un mantel alrededor de la cintura, unas botas negras, largas y un pañuelo sobre su rubia cabeza.

- ¡Joder!... no me gusta - Soltó un pequeño suspiro - Pero no me queda de otra... ya que no hay nada más que me pueda poner, hmm - Dijo entre su pequeño sonrojo.

Soltando un suspiro de resignación se dirigió hasta la puerta dispuesto a salir de la habitación, abrió esta... y ahora no se encontraba muy seguro de la dirección que debía tomar, después de todo... estaba en un castillo que no conocía y sin alma alguna que le explicara qué carajo sucedía.

Algo que todavía cruzaba por su cabeza era que la peliazul había mencionado algo de que su turno era en 20 minutos... pero... ¿Turno de qué? Tal vez... turno de mucama pensó el rubio... debido a la ropa que traía puesta era de esas... Pero algo le preocupaba, ¿Por qué justo tenía que ser él el que hiciera de mucama en el castillo?, ¿No podía ser otra maldita persona?, ¿Tenían que pasarse todo el tiempo burlándose de él? Apretó con fuerza sus puños al tener ese pensamiento, nadie se burlaba de él, NADIE.

Miro hacia todos los lados sin saber cuál dirección tomar, a su izquierda se encontraba un pasillo oscuro que le llamo mucho la atención, pero no lo suficiente como para arriesgarse e ir a investigar... sin embargo, sus ganas de que le explicaran que mierda sucedía fue más fuerte que su instinto de ninja, y sin más se fue por ese lugar, aunque tenía un poco de luz parecía que el lugar no tenía fin.

Un poco nervioso se dedico a mirar solamente hacia adelante, como estaba oscuro no estaba seguro si iba en la dirección correcta. Al llegar al final del pasillo se encontró con tres curiosas puertas.

En una de las puertas había dibujado un Hombre lobo, en la otra había un Vampiro y en la última había un Ángel...

Con mucha curiosidad se acerco a la puerta del Vampiro, ya que al otro lado de esta se podía sentir el chakra de otra persona. Con sigilo se fue acercando de a poco a la puerta... Cuando al fin llego a esta un grande escalofrío recorrió todo su cuerpo, al parecer la persona del otro lado era conocida.

Un poco tembloroso poso su mano en la perilla de esta, sin siquiera pensarlo la abrió, encontrándose con la persona que menos se imagino que estaría allí. Es más... ni siquiera le conocía, había oído siempre como el líder hablaba de esa persona, pero nunca lo vio en persona... hasta ahora.

La habitación estaba oscura, y no podía verlo claramente... pero por la gran cantidad de chakra que tenía aquella persona no dudo ni un segundo en que podía ser él.

Tenía el cabello negro como la noche, un tanto largo sin duda, ojos de color sangre intensa similar a los de Itachi, una mirada asesina que asustaba a cualquiera, vestido de negro con una gran armadura roja, un tipo alto... Y sin duda... Poderoso.

En frente de sus ojos se encontraba nada más ni menos que...

Uchiha Madara...

Estaba sentado en una silla escribiendo quien sabe qué, en un escritorio, cuando sintió el sonido de la puerta abrirse solo atino a mirar al recién llegado. Examinándolo de pies a cabeza. Sin despegar los ojos del ojiazul.

El rubio no pudo evitar quedar como piedra en frente de ese ser, nunca se imagino que sería capaz de poder ver al leyendario Uchiha. ¿Cómo sabía el ojiazul que era él? Porque escucho una vez la descripción que el líder le había dado a su Danna sobre Madara... Y sin duda, eran las mismas, sin mencionar aquel monstruoso chakra.

Se tenso un poco más al ver que él se levantaba del lugar donde se encontraba, caminando unos pasos lentos para acercarse hacia donde se encontraba él. Quería decir algo... Pero las palabras no salían de su boca y peor aún... Su cuerpo no le respondía como él quería que hiciera. Sin embargo, la voz de aquella persona lo tenso aún más.

- Tú debes ser Deidara... ¿O me equivoco? - El azabache lo miraba a los ojos tratando de poner más nervioso aún al ojiazul.

El rubio solo lo miraba. Estaba tan nervioso y ¿asustado?... él sabía que asustado no lo estaba, ya que no lo temía a nada. No despego en ningún momento sus orbes azules de los rojos, se dio cuenta que este seguía avanzando hacia él tranquilamente.

- Te hice una pregunta - Ahora la voz de Madara se escuchaba más que escalofriante, el rubio comenzó a temblar levemente, pero no como si Madara no pudiera notarlo - ¿Y bien? - Pregunto deteniéndose a tres pasos de llegar al ojiazul.

- S-si, ese soy yo - El rubio se maldijo mentalmente por tener la voz algo temblorosa, era verdad que Madara era fuerte... pero no por eso estaba así, si no por... esos ojos, lo ponían nervioso. Tan solo saber que una sola mirada de esos hermosos ojos color sangre podría mandarlo al infierno le ponía los pelos de punta - Disculpe la intromisión... de saber que estaba ocupado no hubiera entrado de esa forma, hmm.

El pelinegro rió con sarcasmo, haciendo que el mismo Deidara lo notara y se pusiera como estatua frente al otro, hasta que segundos después reaccionó y sin titubear estaba dispuesto a salir de la habitación, más una mano que lo sujeto del brazo lo hizo detenerse... acto seguido, haciéndolo girar bruscamente al instante.

- ¿Por qué te vas? Si no estaba haciendo nada en especial - Dijo con voz burlona y sádica a la vez. - Quédate un rato... - Dijo en susurro mirando con deseo a al ojiazul, comenzando a bajar hacia su cuello para besar, morder y lamer esa suave piel.

- Pe-pero... - No pudo continuar la frase ya que sus labios estaban sellados junto con los del pelinegro. En un intento medio en vano trato de zafarse del agarre de su acosador sin éxito alguno, solamente logrando que este lo atrajera más contra su cuerpo.

"¿Pero qué está pasando?, Mi... Mi cuerpo no responde como yo quiero. ¡Joder! No me puedo soltar...Y si lo hago... ¿Puede que me espere algo peor? ¡Maldita sea, que alguien me explique qué mierda pasa aquí!"

El pelinegro siguió besando el cuello de este, mas Deidara intentaba nuevamente en vano alejarlo de su cuerpo. Madara lo tenía acorralado a la pared... Ahora si podría tenerlo a su merced.

CONTINUARÁ...

N/A: Los otros capítulos los subiré después para poder avanzar con esto, si no, jamás lo terminaré x x