Si había un secreto que se escuchaba a voces por toda la academia Warbler era la enemistad que se tenían Kurt Hummel y Blaine Anderson, como en todas las historias aparecían rumores, aunque nadie sabía a ciencia cierta cuál era el motivo de tal enemistad mortal.

Unos decían que la culpa era de Kurt por ser tan estirado y tener una férrea moral en todo lo que hacía hasta tal punto que se había convertido en el niño bonito de la academia y controlaba casi todo los comités que existían en la academia exceptuando el coro que era cosa de Wes Montgomery.

Otros decían que la culpa caía en Blaine Anderson cuyas fechorías eran famosas por todo el local, decían que se había encarado contra un profesor y le había pegado durante un patio, otros que fumaba hasta tal punto que había quemado la sala de arte en un accidente, y otros decían que la mala educación que profesaba a todo aquel que se le cruzara por delante había acabado con la paciencia de Kurt.

-Míralo allí está mirando como un buitre a su presa –decía Kurt mientras Sebastián su mejor amigo estaba detrás de él agarrando su café recién comprado a la máquina expendedora.

-No lo mires y simplemente ignóralo eso le hará rabiar –le contesto Sebastián que parecía ser un experto en la mente de Blaine Anderson.

-Tienes razón no merece la pena ni fijarse en él.

Blaine Anderson simplemente miraba desde el otro lado del pasillo como el chico le echaba miradas de odio y le intentaba aguantar la mirada, si las miradas fueran un duelo este sería el mayor espectáculo de la costa Este.

-¿Qué haces mirando tan fijamente? –le pregunto Wes, mientras al poco rato se daba cuenta que no miraba a algo si no a alguien.

-El chaval tiene agallas de mirarme de ese modo, parece que se crea de la realeza y viene de escuela pública.

-Déjalo pobrecillo, se creerá que está a tu nivel, sin embargo demasiado le miras y le hablas para no importante lo mas mínimo, ¿No crees Blaine?

-Vete a la mierda Wes, o mejor vuélvete a la china comunista y ponte un corte de pelo digno –dijo Blaine mientras le echaba una peineta y se iba a cruzar al pasillo seguido de Wes que se reía de la poca paciencia de su amigo.

Y entonces ese fue el momento ambos se cruzaron, las líneas enemigas estaban preparadas y los civiles estaban apartados junto a la pared, haciendo que la guerra entre Hummel y Anderson fuera certera.

-Anderson apártate del paso, o es que no has leído que las zorras no pueden cruzar por los pasillos –contesto la lengua venenosa de Kurt que se adelantaba al primer movimiento de batalla.

-No sabía que los frígidos siguierais vivos en pleno Diciembre creía que os ibais a una cueva a invernar y a rezarle a dios todopoderoso alias tu único polvo –recontento Blaine haciendo que las mejillas de Kurt se volvieran de un color rojo cenizo.

-Lo siento inténtalo de nuevo la próxima vez, porque esto es un jaque mate–contesto Blaine mientras apartaba a Kurt de un mini-empujón.

Sebastián intento consolarlo diciéndole que no le tomara importancia y que se fueran a clase o irían tarde pero esto era la guerra y la sangre que brotaba por las venas de Kurt pedían revancha.

Wes intentó mediar paz entre los dos pero sus suplicas fueron inútiles contra los argumentos de Blaine.

-No te has pasado un poco con el chaval –dijo Wes mientras Blaine seguía tumbado sobre su escritorio.

-En el fondo el gusta, tenemos a un masoquista nato.

Wes prefirió no decir nada mas era más que claro que el odio entre los dos era demasiado extremo para que llegaran a buen puerto.

La navidad estaba presente en todas partes y como no podía ser menos estaba repleta en la academia Warbler, lleno de luces y adornos navideños en las puertas y paredes, decorados bonitos y delicados en las ventanas, y por supuesto un árbol gigante en la entrada repleto de luces, bolas navideñas, y una estrella dorada de cera especialmente diseñada por la academia.

Y como cada navidad era especial, sobre todo por la gran fiesta navideña que se organizaba que estaba llena de diversión, alcohol y las más salvajes experiencias que se podrían contar en esas cuatro paredes. Bueno quizás no eran tan extremas pero eran de las mejores fiestas que la academia organizaba.

-¿Vas a ir a la fiesta? –pregunto Kurt a Sebastián mientras caminaban hasta la última clase que les tocaba al día.

-Claro tu no –contesto Sebastián extrañado por el comportamiento de su amigo que siempre estaba de un humor de bondad y carnosidad extrema en tales momentos navideños.

-Si claro, este año no me hace tanta ilusión como los otros –dijo Kurt sin darle mucha importancia mirando a la ventana.

-Siempre te ha hecho ilusión la fiesta de navidad, esto no es Kurt Hummel, alíen que habitas en este cuerpo sal del cuerpo de Kurt –bromeo Sebastián aunque a Kurt no le hizo ni la más mínima gracia.

-No eres gracioso y lo sabes.

-Tú que eres un aguafiestas.

-Mentiras, simplemente todas las fiestas de esta academia son las mismas personas una y otra fiesta y haciendo exactamente lo mismo una y otra vez.

-Este año dicen que habrá una sorpresa especial –contesto Sebastián ilusionado por saber que sería esa sorpresa.

-Sí, cambiaran el decorado una gran sorpresa que no poder dormir tranquilo esta noche si no la veo.

-No seas así, esta noche se te pasara el mal humor cuando vengas a la fiesta.

-Si tú lo dices, te espero al centro de la fiesta, justo debajo del árbol.

-Vale, llegare sobre las doce, te espero allí.

Wes ya se estaba preparando en el espejo que tenían en las habitaciones, quería estar lo más elegante para impresionar a Anastasia la chica más bonita del colegio hermandad que tenía Warbler, esta era una de las pocas fiestas que dejaban mesclar los chicos con las chicas e iba a disfrutarla al máximo.

-Por más que te mires en ese espejo, lo único que conseguirás será romperlo en mil pedazos al ver tu cara.

-Blaine metete en tus asuntos como tu amor platónico secreto por Hummel aunque todos lo han notado.

-Amor, más quisiera ese pobretón tener la más mínima oportunidad de ir conmigo, estoy seguro que me desea por eso me odia.

-No será al revés Blaine, no será que te gusta y por eso le odias porque te rechaza.

-Ni lo mas mínimo, aunque quizás hayas cambiado de bando porque siempre te veo hablando de Kurt, hay algo que tengas que decirme Wes.

-Sí, que te declares a Hummel y nos dejes en paz a los demás, que estamos hartos de escuchar criticar a Kurt.

-Es mejor dejarte solo Wes, como todos los asiáticos te vuelves un viejo en el cuerpo de un joven, adiós te veré a la fiesta si no te has muerto por pensar demasiado.

-Tarde o temprano te tendrás que enfrentar a la realidad, no lo podrás evitar toda la vida.

La fiesta del año empezó, los suelos de madera habían sido decorados con una alfombra blanca haciendo que pareciera nieve, las paredes decoradas con unos papeles realistas de árboles de Siberia nevados, el árbol más hermoso y reluciente que nunca con miles de luces de colores brillando por todas partes.

Las mesas de cristal decoradas con spray blanco para la ocasión y las sillas recibieras de elegantes manteles dorados y lazos rojos. Junto con los vasos rojos y las servilletas doradas. Todo daba un aspecto navideño, por fin era todo navidad.

Kurt seguía esperando a Sebastián bajo el árbol, sin darse cuenta que a su lado otra persona estaba esperando a Wes.

-Pero mira a quien tenemos aquí al señor Hummel que gran honor tenerle en una fiesta –se burló Blaine al verlo justo detrás de él.

-No pensaba que dejaran entrar a criminales en el local, habrá que avisar al sheriff hay una basura suelta por aquí.

-Chicos mirar arriba –anuncio la voz de Sebastián y el grito de Wes al ver semejante aberración colgada justo encima de ellos.

Un muérdago fue lo primero que vieron los dos chicos frente contra frente sin poder creer que esa fuera la sorpresa del año, y precisamente ellos habían sido los primeros en estrenar tal sorpresa.

-Ya sabes lo que dicen sobre la ley del muérdago –dijo Wes mientras le hacía señas a Blaine.

-Ni de coña pienso besarme con esto, puede pegarme la rabia –dijo Blaine mirando con desprecio.

-Puedes pegarme el sida y miles de enfermedades si vais a sacrificarme mandarme a la guerra cualquier cosa menos besarme con él.

-La tradición no se puede romper Kurt, es una tradición de los Warblers –anuncio Sebastián mientras miraba los estatutos del colegio.

-Qué clase de tradición es esta, más bien es una pesadilla de una película de psicópatas.

-No se pueden romper las tradiciones.

-¿Qué pasa Hummel que me tienes miedo, no puedes ni siquiera darme un mísero beso? Te creía más valiente pero ya sabes lo que dicen de los frígidos.

-Que te has pensado que eres para hablarme de esta manera.

-Entonces demuéstralo que no eres un frígido.

Y entonces simplemente paso, Kurt puso sus manos sobre el cuello de Blaine arrastrándolo tras de sí, y se dieron un beso fue apasionado ambos sintieron el latido del corazón del otro bombeando sangre casi a compás.

Fue intenso y a Blaine no le gustaba la sensación que estaba sintiendo, sentía como su corazón se aceleraba conforme el beso iba a avanzado hasta por falta de oxígeno rompió el beso mientras veía como aún conservaba ese sentimiento que le recorría el cuerpo como un escalofrió.

Y Kurt se quedó allí casi paralizado lo había sentido hasta lo más profundo de su ser, pero rápidamente fue despertado a la realidad.

-No eres tan frígido como pareces Hummel, espero que sueñes conmigo pero no te pongas malvado.

-Que te den Blaine –dijo Kurt mientras agarraba a Sebastián del brazo y se iba hasta el otro lado de la fiesta a unos metros de distancia lo más lejos posible de Blaine.

-Mierda lo he sentido –dijo en voz baja Blaine esperando que nadie se diera cuenta de lo que acababa de decir.

-Me ha parecido un beso muy apasionado para ser un frígido no crees Blaine –Wes empezaba a filosofar y a Blaine no le hacía especial ilusión ahora le recordaría ese beso toda la vida.

-Había que demostrar a Hummel lo que es un beso, no podía quedarme atrás solamente ha sido eso.

-Pues a mí no me ha parecido que sea simplemente eso –contesto Wes pero rápidamente se acabó la conversación al ver aparecer a Anastasia y dejar a Blaine de lado.

Por el momento estoy salvado –dijo Kurt mientras caminaba junto a Sebastián.

-A salvo de que Kurt

-De ese monstruo tú lo has visto que vergüenza por dios.

-Pues a mí me ha parecido que lo has disfrutado más de lo que niegas Kurt, admítelo te gusta no hay delito en ello.

-Como te atreves a decirme eso y declararte mi amigo, no nunca jamás vuelvas ni siquiera a mencionar esto, jamás ha pasado de acuerdo así que no vuelvas a decirlo nunca más o te odiare el resto de mi vida –estallo Kurt en un arrebato de furia desmesurada contra Sebastián.

-Está bien, pero tranquilízate –dijo Sebastián sorprendido por el tono de su amigo que armas le había dicho una mala palabra, la verdad lo asustaba y todo.

-Lo siento Sebastián no es tu culpa, la culpa es de ese borracho –dijo Kurt mientras abrazaba inocentemente a Sebastián como solían hacer siempre que se peleaban.

Pero al final de la sala, dos ojos estaban rabiosos al ver esa escena navideña, eran los ojos marrones de Blaine que únicamente veían algo vomitivo que iba a terminar muy pronto.

Una extraña sensación que Blaine no había tenido nunca hasta el momento se manifestó en su corazón, eran celos o eso creía que eran pero por quien por Sebastián ni siquiera le interesaba ese chico, pero y si fuera por Hummel no podía ser posible se negaba a creerlo pero hay estaba esa sensación y un escalofrió que le había calado hasta los huesos cuando se besaron bajo el muérdago.

Esto no iba a acabar nada bien, acaba de besar al enemigo mortal, era algo surrealista macabro que ni siquiera Stephen King habría podido escribir en uno de sus libros de terror.

Los días pasaron y esto quedo como un accidente sin importancia, la gente hablaba todavía sobre el beso entre enemigos mortales declarados pero poco a poco otras noticias iban ocupando más relevancia y con ello estaban a la espera de más noticias de Kurt y Blaine.

Una tarde Sebastián y Kurt se encontraban al centro comercial a hacer unas compras navideñas, y al entrar en una tienda se encontraron con las dos personas más insufribles del mundo, o el amo y el perro, Blaine y Wes.

Wes fue el primero en notar la presencia de los chicos y tardo poco en anunciarlo a los cuatros vientos.

-Blaine ha llegado tu novio no vas a decirle nada –bromeo Wes para simplemente recibir una mirada de desprecio por parte de Blaine.

-Pero mira a quien tenemos aquí, han soltado a los presos para navidad –ironizo Sebastián mientras Kurt le reía la broma.

-Yo de ti me callaría niño bonito –amenazo Blaine sacado el puño a relucir, cosa que hizo que Kurt se adelantara a Blaine y le plantara cara.

-Solamente sabes amenazar, no razonas ni nada, eres un cobarde –le soltó a la cara Kurt haciendo casi invisible pero muy sentido el pesar de sus palabras a través de la mirada sincera de Blaine.

-Disculpen chicos pero han ganado un premio, pero antes tienen que rendir cuentas con la tradición navideña. –anuncio el dueño de la tienda.

-¿Qué tradición? –preguntaron ambos extrañados al coger unos cheques regalo de la tienda.

El dueño de la tienda simplemente señalo arriba al cielo, para que toda la tienda viera el muérdago que sobrevolaba sus cabezas.

-Dicen que la mala suerte me persigue –dijo Kurt decepcionado al ver ese muérdago colgado ahí de todas las personas le había vuelto a tocar a Blaine.

-Oh Hummel si quieres repetir no hace falta que me pongas muérdagos como escusa –se burló Blaine mientras veía el mercado.

-Gilipollas porque no callas un rato.

Y ambos vieron como toda la tienda esperaba su beso, y sin más remedio tuvieron que repetir el momento que habían tenido en la tienda.

Pero esta vez fue Blaine quien cogió la cara del chico y el beso, el beso esta vez fue más profundo con las lenguas profundizando hasta el fondo de la cavidad bucal, parecían médicos intentando hacer un análisis completo de sus bocas, besándose con intensidad, casi mordiéndose desesperados por continuar con el beso.

Ambos se separaron para coger oxígeno, siendo aplaudidos por la multitud de la tienda que no había perdido detalle del beso como si de una película se tratara.

-Habremos de hacer esto más a menudo –anuncio Kurt sin pensar en lo que estaba diciendo.

Siendo mirado y juzgado por Blaine se sentía mal, ahora no había vuelta atrás todos le habían oído y sobretodo Blaine le había oído.

-Supongo que primero tendrás que pedir permiso a tu novio no crees, o es que piensas que no te vi abrazado acaramelada mente con esta rata –dijo señalando a Sebastián. –No mereces la pena

Y con Wes se alejaron sin dejar reacciona r a Kurt de lo que había pasado, ni siquiera había podido explicarle el abrazo de Sebastián.

-Oh tranquilo Kurt ya verás que pronto reflexionara –dijo Sebastián mientras lo abrazaba, por fin después de tanto tiempo su amigo había aceptado que amaba a Blaine Anderson.

Wes simplemente no entendía nada de lo que había pasado, Blaine quería a Kurt, Kurt se declaraba a Blaine y Blaine se enfadaba y reaccionaba mal.

-Eres un idiota Blaine, el chico te quiere y lo rechazas.

-no sabes lo que vi, estaban abrazados Wes Abrazados.

-Pero le has preguntado el porqué, ni siquiera sabes nada solo son inventadas tuyas, será mejor que te disculpes pronto antes que encuentre al alguien mejor y lo lamentes toda la vida.

-No hay nada que lamentar, ya no queda nada, sentía pero ha muerto ahora me he dado cuenta.

Kurt simplemente dejaba caer las pocas lagrimas que le salían de los ojos, finalmente había entendido que su odio a Blaine era solo un amor profundo camuflado de insultos y mentiras y negaciones.

Sin embargo ahora que Blaine lo había malinterpretado todo, solo podía esperar que finalmente Blaine entrara en razón y le escuchaba porque tenía un plan y esta vez no iba a fallar.

Kurt había ido a primera hora a la habitación de Wes, él le ayudaría sabía que sentía cierta simpatía por él, y sobretodo quería el bienestar de Blaine así que se fue a su habitación.

-Wes tienes que ayudarme, lo que Blaine vio no era nada, el solo se montó la película ni siquiera pude explicárselo, tengo un plan pero necesito tu ayuda, ¿cuento con ella? –pregunto Kurt con la ceja levantada esperando impaciente que la respuesta de Wes fuera la correcta.

Tenía miedo podía decirle que no y su plan sería inútil, obviamente tenía otras alternativas pero consideraba que esta era la más original y quizás la mejor para que Blaine se viera obligado a ver más allá de sus ideas, a ver su alma.

-Claro que tienes que quieres que haga –contesto Wes entusiasmado por ver como Kurt iba a por todas, sabía que Blaine se merecía a alguien que quisiera hacerlo feliz y no tenía ninguna duda desde el minuto uno en que ambos se odiaban que en el fondo todos los desprecios era cariño escondido.

-Vale, el plan es el siguiente, tú llevaras a Blaine al árbol donde nos besamos por primera vez, y luego Sebastián colgara un muérdago y el beso será la clave.

Y Así paso, Wes levanto a Blaine al día siguiente y lo llevo exactamente donde Kurt le había indicado.

-Wes no me empujes que no soy un anciano como tú para que me vayas empujando –decía Blaine mientras a regañadientes Wes lo empujaba.

Sebastián por su parte colgaba el muérdago disimuladamente para que todo el plan funcionara a la perfección.

Entonces fue cuando Blaine vio a Kurt en el árbol y empezó a sospechar que todo era una maniobra barata de Kurt.

-Hummel –saludo fríamente Blaine mientras se paraba en frente del chico no tenía intención de hablar pero quizás si de discutir.

-Blaine lo que viste era todo mentira, Sebastián solo es mi amigo nada mas –hablo por fin Kurt mientras veía el rostro de Blaine inamovible.

-No me interesan tus explicaciones Hummel, para esto me has hecho venir y has montado este paripé.

-Blaine te quiero enserio y no sé cómo demostrártelo, o quizás si –dijo Kurt mientras miraba hacia arriba.

Blaine entonces se rio, la verdad había sido un plan muy astuto por parte de Hummel, quizás el mejor que había visto.

-Ya sabes lo que dice la tradición.

-Entonces no sería bueno romperla no crees.

Y ambos se besaron, fue entonces cuando Blaine volvió a sentir sus corazones bombeando al unísono, noto el amor que brotaba por su cuerpo y decidió que lo que había visto no significaba nada.

Un beso bajo el muérdago, quizás a simple vista inocente, pero finalmente ese simple beso fue el inicio de un gran amor.