¡Puag!

Emitió Zack en su mente al momento que vio a Ray ir en dirección al baño y oírla vomitar. Se fue a donde estaba ella y gentilmente tomó su pelo mientras seguía con su asqueroso cometido.

—¡Hey! ¿Te encuentras bien?

Rachel, no contestó. Al menos había parado con las arcadas.

—Estoy bien —pronunció cuando su espalda se enderezo, y tirando la cadena; se alejó del inodoro donde había lanzado lo que contenía su estómago.

Se enjuagó la boca y se la limpió, para luego apoyar sus manos sobre los bordes del lavabo. Zack la miraba con preocupación mientras sus pies intranquilos, saltaban en un estado de ansiedad.

—¡Maldita sea! ¿Todavía no averiguaste que tienes?

—Lo hice.

—¿Y qué carajo es?

Ray apretó sus labios y desde la estantería le mostró un test de embarazo. Zack la observó sin comprender.

—¿Que mierda sucede con ese palito?

—Dio positivo —él no entendía— Estoy embarazada.

Los ojos de Zack se dilataron y aun sin salir de la impresión, sus manos tocaron su estómago aún plano.

—¿Tienes ahí un bebe?

—Sip.

—¿Mi hijo? —de inmediato, se corrigió— ¿Nuestro hijo?

—Yeah.

Una sonrisa comenzó a formarse en los labios de Zack, Ray no pudo evitar acompañarlo en ese gesto. En eso, las manos vendadas se pusieron en los dos costados de la cara de la joven.

Y la besó suavemente.

—Apestas a vomito —pronunció cuando el contacto de sus labios terminó a los pocos segundos. Rachel lo miró sin expresión, a pesar de que había un tenue rubor en las mejillas producido por la vergüenza.

Él rio, volviéndola a besar. Sin importarle.