No me gusta Karin, pero sí el Suika. Extraño, ¿verdad? xD
—Summary: "¡Juugo, aquel lugar parece bueno para acampar!" gritó, alejándose de Karin cómo si no hubiese hecho nada, pero ese intenso rojo en las mejillas de la chica lo delataban. Él, en cambio, volvió a sonreír de forma lasciva. Sí, le gustaba su gritona... Sobretodo hacerla callar.
—Copyright: El universo y personajes de Naruto son obra de Masashi Kishimoto.
Gritona
— ¡Juugo, deja de decir cosas estúpidas! —chilló Karin, llamando la atención del peliblanco, que enfocó su mirada morada en ellos con una sonrisa de medio lado que mostraba parte de sus dientes. —¡No, mejor deja de decir gilipolleces!
Aguantó las ganas de reírse, porqué la pelirroja siempre se pasaba el día gritando o gruñendo. Era algo natural en ella y a Suigetsu le gustaba.
Le gustaba ese tono rosáceo que adquirían sus mejillas a causa del cansancio de estar chillando media hora sin parar; también le gustaba cuando fruncía el ceño y le miraba con ojos brillantes. Pero sobretodo le gustaba cuando le gritaba a él.
— ¡¿Tú qué, Suigetsu? —ladró Karin, acercándose a una velocidad preocupante y con los brazos en jarra, con ese permanente ceño fruncido que algún día le pasaría factura. — ¡Deja de reírte y ayúdanos!
Observó prácticamente a cámara lenta cómo Karin se fue inclinando hacia él para poder gritarle cara a cara, porqué él, obviamente, estaba sentado encima de un tocón.
Sonrió con lascivia y sin preocuparse del pelirrojo que estaba observando la escena con aparente calma, le lamió con completo descaro y en toda su extensión la mejilla de Karin. Ella solamente atinó a ruborizarse y olvidar por un momento qué estaba haciendo.
Podía notar cómo la húmeda lengua del peliblanco se acercaba peligrosamente a sus labios, pero su cuerpo no reaccionaba.
O no quería reaccionar.
Suigetsu capturó los carnosos labios de la pelirroja y los saboreó cómo quiso en un simple parpadeo, no dándole oportunidad de golpearle o que Juugo les interrumpiera.
—¡Juugo, aquel lugar parece bueno para acampar! —le informó el de ojos morados, alejándose de Karin cómo si no hubiese hecho nada, pero ese intenso rojo en las mejillas de la chica lo delataban.
Él, en cambio, volvió a sonreír de forma lasciva.
Sí, le gustaba su gritona... Sobretodo hacerla callar.
