Sobre la encimera de la pequeña cocina que tenía su departamento de estudiante reposaban varios ingredientes. Una caja de fécula de maíz, una barra de chocolate semi-amargo, un litro de leche, un tarro que contenía azúcar y algunos utensilios más, pero lo principal era eso.

Por supuesto que no era mejor que Saeran cocinando, nunca lo sería. Pero como era el primer mes que cumplian desde que el de cabellos rojos le había pedido ser su novio consideraba que al menos debía intentarlo y rezarle al cielo que aquella aventura culinaria no terminara con su departamento quemado.

"¿No será demasiado? Es decir es nuestro primer mes…" pensó Yoosung de repente, algo ruborizado. No sabía exactamente la razón por la cual se había encaprichado en hacer aquel pudín de chocolate para el de ojos dorados, pero deseaba que aquello fuera especial de alguna manera después de todo lo que habían pasado para conocerse y que Saeran empezara ese lento proceso de recuperación en el que todavía estaba. Aunque se notaban avances había ocasiones en las que el Choi aún tenía pesadillas, y las veces que dormían juntos Yoosung se encargaba de ayudarle a tranquilizarse, pero le preocupaba mucho cuando no estaba ahí con él…

Sacudió la cabeza. No era el momento para empezar a recordar aquello, ¡Tenía la tarea de (intentar al menos) hacer el pudín de chocolate más delicioso del mundo y hacer feliz a su novio en su primer mes!

Así el rubio empezó manos a la obra. Poniendo a calentar una pequeña olla empezó a seguir al pie de la letra y con el máximo cuidado aquella receta que había sacado de una página que se dedicaba a compilar las mismas. Su mente aún así divagaba de vez en cuando, encontrándose pronto pensando en la forma en la que se había dado cuenta de sus sentimientos por el hacker (que ahora se concentraba más bien en ayudar en una compañía de seguridad cibernética y no podría estar más orgulloso.)

Recordaba que la primera vez que había sentido ese cosquilleo en las puntas de sus dedos y aquel rubor en sus mejillas fue la vez en que pudo verlo en una de las fiestas de la RFA. Más exactamente en la primera fiesta después de que él se les uniera y todo aquel embrollo con V y la organización de Mint Eye terminara. Yoosung había querido ayudar a Jaehee con los preparativos de la fiesta y habían estado tan ocupados que no había ni tenido tiempo de sentarse un poco.

Hasta que algunos de los invitados empezaron a llegar fue cuando tuvo un poco de tiempo para escabullirse al baño y descansar. Caminaba por un largo pasillo cuando vio de espaldas a un chico con cabello rojo y traje, y creyendo que se trataba de su amigo Saeyoung se había acercado con una sonrisa hasta que este se volteó.

Yoosung recordaba haberse quedado pasmado y haberse ruborizado. El cabello peinado hacia atrás y un sencillo traje de color negro fueron suficientes para hacerle caer rendido ante los pies de Saeran Choi.

Volteó a ver la olla donde ya se empezaba a formar ese líquido espeso, producto de la mezcla entre la fécula de maíz, el azúcar y la leche. Faltaba agregar el chocolate así que lo hizo con sumo cuidado mientras suspiraba. "¿De verdad le va a gustar? Es cierto que ama las cosas dulces pero ¿Qué tal si en específico no le gusta el pudín de chocolate?" Volvía a sentirse inseguro. Sacudió la cabeza una vez más y jalando una cantidad de aire a modo de darse fuerzas continuó batiendo la mezcla hasta que notó, orgulloso, como desprendía un olor que no era ni a quemado ni a horrible en pocas palabras.

Sonrió emocionado mientras después de un rato servía aquel postre en unos pequeños cuencos y los dejaba sobre la mesa de su pequeño comedor para que se enfriaran, no sin antes apagar la estufa por supuesto. Así con el trabajo hecho se acercó a echarse sobre su sofá. Se sentía exhausto por alguna razón, tal vez debía ser la presión que empezaba a sentir por aquella sorpresa que deseaba darle a Saeran…

Suspiró nuevamente mientras se acurrucaba contra el sillón. Había empezado a hacer frío, después de todo era pleno invierno. Comenzó nuevamente a pensar en por qué Saeran lo había elegido a él como su pareja… es decir ¡Parecía modelo! era muy atractivo y si quería seguramente podría conseguir cualquier chica o chico que se propusiera… pero en su lugar lo había escogido a él, a Yoosung, al estudiante universitario que nunca se sentía seguro de lo que quería y seguía siendo un poco adicto a los juegos MMORPG.

Suponía que el Choi lo regañaría si lo escuchara decir esas cosas… Pero a veces no podía evitar pensar en eso, incluso si el de cabellos rojos le había asegurado que no había razones para sentirse así puesto que Yoosung era el único que había logrado comprender lo máximo de él.

Poco a poco sentía un cierto letargo, supuso que se estaba adormilando. Decidió dejarse llevar un rato por los brazos de morfeo, quedándose dormido sobre su sillón.


Saeran se encontraba fuera de la casa del rubio. Estaba algo nervioso puesto que no sabía si el pequeño regalo que le había preparado al de ojos amatistas iba a gustarle. Era cierto que en su mayoría Yoosung sabría apreciar aquello pero no podía evitar sentirse ligeramente intimidado por el hecho de ser la primera vez que celebraba el hecho de estar con alguien de esa manera.

Suspirando para intentar sacudirse los nervios tocó el timbre del departamento ajeno. Se asustó por un segundo cuando se dio cuenta de que no le abrieron de inmediato, preguntándose internamente si el rubio se encontraba en casa. Eso hasta que escuchó unos pasos apresurados antes de que la puerta se abriera y revelara a su querido rubio con su cabello desordenado y la sudadera menta que vestía cayendo por su hombro ya que reconocía que aquella prenda de vestir era originalmente suya y era algo predecible que le quedara grande.

—¡Saeran! Lo siento...—Le sonrió Yoosung con suavidad mientras le veía a los ojos "Dios" pensó el otro, creyendo que estaba viendo un ángel.

—No importa—Susurró el Choi en voz ronca mientras suspiraba, como intentando salir de aquel trance en el que vergonzosamente le ponía el rubio siempre. —¿Puedo pasar?

—Oops—Se rió Yoosung haciéndose a un lado. —Claro que sí…

Así el otro entró a la cálida casa de su novio. Se aflojó un poco la bufanda y se sentó en el sillón, soltando un pequeño suspiro. Cargaba una pequeña bolsa en una de sus manos que notó inmediatamente como captaba la atención de Yoosung. Sonrió de forma suave y palmeó ligeramente el lugar que quedaba a su lado. El de ojos amatistas obedeció y tomó asiento a su lado.

Una cosa que adoraba de él es que entendía perfectamente que a veces el contacto físico lo ponía incómodo. Y a pesar de la naturaleza animada de Yoosung este siempre pedía permiso para hacer alguna cosa que requiriera contacto físico con él, cosa que demostró en aquel momento. —Uhm—Empezó el rubio. —¿Podría tomar tu mano?—Un rosa pálido apareció en las mejillas de Yoosung, provocando una suave risa en el de cabellos rojos.

—Sí.

Yoosung acercó una de sus pequeñas manos y tomó lentamente la de Saeran, entrelazando sus dedos tímidamente con los de él. Saeran pensó que aquello era lo más íntimo que jamás había hecho con alguien, y eso le gustaba horrores.

—Hoy es nuestro primer mes como novios.—Empezó Saeran, haciendo que aquel rubor en las mejillas de Yoosung se extendiera hasta sus orejas. —Y quiero que sepas que me haces muy feliz. —Continuó el de cabellos rojos, mirando a los ojos amatistas de Yoosung.

Este soltó una risita antes de decir en una voz suave, notablemente avergonzado. —Eso me pone muy feliz. Me alegra haber podido formar parte de tu vida...

—Gracias por nunca dejarme a pesar de todo lo que hice… yo…

—Shh.—Yoosung apretó un poco el agarre entre su mano y la de Saeran. —Ese no eras tú. Yo… —El rubor en sus mejillas se hizo más intenso. —Quiero a Saeran. Incluso al del pasado… y obviamente voy a querer al del futuro si tu me lo permites….

El corazón de Saeran dio un vuelco. Lentamente soltó la mano de Yoosung y lo envolvió con sus brazos, acariciando suavemente su espalda. El rubio se mostró sorprendido ya que era algo raro que el otro iniciara un contacto físico, así que lo correspondió gustoso de igual forma, apretando el cuerpo de Saeran contra el suyo de igual forma.

Se quedaron así un buen rato. Otra cosa que Saeran amaba de Yoosung era que nunca hacía los silencios incómodos, siempre se sentía cómodo cuando se quedaba así con el de ojos amatista.

—Sabes—Rompió el silencio el rubio, recargando su mentón en el hombro ajeno. —Hoy… quería hacer algo por esta fecha. —Saeran sintió cómo de nuevo las mejillas de Yoosung estaban calientes. —E intenté hacer un postre. Claro que nunca voy a estar a tu altura.—El más bajito se rió. —Pero lo hice con todo mi cariño.

Lentamente Saeran se separó de aquel abrazo y sonrió un poco. —Me encantaría probarlo. Y de todos modos yo también tengo algo para ti…

—Vuelvo en un momento en ese caso.—El de ojos amatistas sonrió como el ángel que Saeran creía que era y se levantó para ir a la cocina. Mientras tanto el otro observó la pequeña bolsa que reposaba en la mesita de centro de la pequeña sala de estar de su novio. Suspiró e intentando deshacerse de su inseguridad repentina intentó estirar el cuello para observar con curiosidad qué tanto hacía el otro.

Pronto regresó con dos pequeños bowls con una cosa que en un principio Saeran no alcanzó a ver hasta que Yoosung colocó estos en la mesita de centro también, justo al lado de la bolsa de regalo.

Pudín de chocolate.

¿Cuánto tiempo hacía que no lo comía? No recordaba con exactitud, pero sí recordaba que la única vez que lo había probado fue en su infancia, cuando Saeyoung se había escapado durante un momento del encierro en su infancia y había traído dos contenedores de plástico con aquel postre que en ese momento le pareció lo más rico que había probado jamás.

Y le resultaba perfecto que la segunda vez que lo probaría resultara que el pudín de chocolate había sido preparado por una de las personas a las que más había llegado a atesorar.

Yoosung observó un poco nervioso el rostro sorprendido de Saeran. Abrió la boca para decir algo pero le resultó imposible seguir cuando pudo notar como la mirada de su novio se iluminaba. —Pudín de chocolate.—Empezó el de ojos dorados, volteando a ver ahora a Yoosung con aquellas gemas ámbar aún brillando de forma ligeramente infantil. —Se ve delicioso…

Y sonrió de una manera en la que hizo sentir a Yoosung que se derretiría.

Torpe se dejó caer otra vez al lado de Saeran y le sonrió de la misma forma. —Espero que te guste.—Dijo con simpleza. Así Saeran tomó una de las cucharas y uno de los refractarios, tomando una cucharada de aquel chocolatoso postre. Lo llevó a su boca y sintió como la nostalgia lo invadía.

Aquella nostalgia era buena, no sentía ganas de rabiar o de llorar, si no que más bien le hizo sentir como en casa verdaderamente.

Separó la cuchara y casi se rió al ver la mirada expectante y nerviosa que le lanzaba Yoosung. —Esta delicioso… muchas gracias.—Volvió a sonreír el pelirrojo.

—Me alegra que te guste.—Soltó el rubio, dando a ver que estaba aliviado sin poder evitarlo.

—Yo...—Empezó Saeran, intentando captar la atención de su novio mientras tomaba la pequeña bolsa de regalo y se la entregaba tímidamente al otro. —También te hice algo. Es algo pequeño pero…

—Vamos Saeran.—Sonrió cariñosamente el rubio mientras tomaba la bolsa. —Lo voy a amar seguramente.

El Choi suspiró y asintió, nervioso de todos modos. Observó como un gato viendo a su presa la forma en la que Yoosung abría la bolsa y sacaba el regalo.

Había un pequeño pasador con una pequeña estrella al lado. Los ojos de Yoosung brillaron ligeramente de igual forma, entusiasmado por tener un pasador nuevo con el que sostener su indomable fleco. —Es precioso.—Se rió ligeramente, sonriente. —Muchas gracias…

Así sustituyendo el pasador café que llevaba lo colocó en su dorado cabello. Saeran sonrió, se le veía bien. —Revisa bien la bolsa.—Sugirió tímidamente. —Hay algo más…

Yoosung volvió su mirada curioso hacia la bolsa, buscando el otro objeto hasta que lo vio y lo sacó. Una pulsera tejida en un cuero negro que sujetaba una pequeña gema de ámbar redonda.

Volvió su mirada a Saeran, quien se estaba arremangando la gabardina que traía puesta para enseñarle. Era la misma pulsera tejida, pero con la diferencia de que ahí reposaba una pequeña amatista.

El rostro de Yoosung volvió a sonrojarse y antes de que pudiera decir algo Saeran dijo. —Yo se que es nuestro primer mes… pero quería algo que me recordara, aún en mis peores momentos, que siempre estarás conmigo como me lo has demostrado.—El pelirrojo miró directamente a los ojos del menor. —Y creo que estas pulseras lo representan bastante bien. Así como tú siempre has estado conmigo yo… siempre quiero que recuerdes que pase lo que pase estaré contigo también.

Yoosung no podía creerlo. Aquel gesto había sido el más bonito que nadie jamás hubiera tenido con él. Sonriente se colocó la pulsera en la muñeca izquierda, atando esta con fuerza. —Es preciosa Saeran… Gracias.

El más alto sonrió. Y así inclinándose suavemente sus labios se fundieron con los del rubio en un beso lento, que no necesitaba ser apasionado para demostrar cuánto quería al más joven.

El pudín de chocolate ahora era el postre favorito de Yoosung porque los labios de Saeran sabían a este.

Y Saeran solo podía pensar en la calidez que el otro le había dado desde que entró a su vida.