CONFINADOS

Los personajes del manga/ anime Inuyasha no me pertenecen; son creación de Rumiko Takahashi.

Bla bla bla: pensamientos.

– Bla bla bla: Diálogos.

X.X.X: Cambio de escena.

Advertencia: Como todo fic que escribo este contendrá lemon, así que si eres menor o no disfrutas este tipo de lectura, abstenerse de hacerlo. (este capítulo no lo tiene, pero algunos los tendrán)

Capitulo 1

Inuyasha estaba sentado en un rincón de la habitación encogiendo una de sus piernas mientras observaba el sol que se filtraba por la ventana; deseaba poder sentir el sol acariciándole la piel como años atrás; suspiró frustrado mientras seguía con la mirada perdida en la claridad de afuera.

Un sonido característico de la puerta corrediza al ser abierta lo sobresaltó.

– Kikyo. – susurró el nombre entusiasmado; giró el rostro en dirección a la puerta; hacía tantos años que la esperaba y siempre se decía que cuando ella llegara la ignoraría por las décadas de espera, pero simplemente su corazón se emocionaba ante la idea de volver a verla. Por lo que cuando sus ojos captaron la pequeña presencia de una niña se molestó.

– Hola. – susurró la niña tiernamente. El hanyou gruñó mostrando sus colmillos.– Orejitas. – susurró la niña, mirando embelesada las peluditas orejas se acercó un paso y el gruñido se intensificó.

– Niña, ¿qué haces aquí?. – indagó de mala manera incómodo al ver los grandes y expresivos ojos de ésta examinándolo.

– Estaba jugando y me perdí. – explicó. – entonces vi esta cabaña y pensé que me podrían ayudar a volver a casa. – agregó.

Entonces el hanyou abrió enorme los ojos al percatarse de algo importantísimo que antes no había notado.

Será que el campo de energía ha desaparecido. – pensó y ante ese pensamiento se paró abruptamente y caminó presurosamente rumbo a la puerta; la abrió y de un saltó intentó salir al exterior como lo había intentado hacer en los últimos 50 años, pero el hanyou tan solo volvió a tener el mismo resultado y su cuerpo fue rechazado por éste.

– Kuso. – gruñó frustrado. – ¿cómo es que tú pudiste entrar?. – preguntó a la niña que lo miró fijamente y luego rió a carcajadas por la forma cómica en que fue lanzado al interior nuevamente. – No te rías o te destrozaré. – amenazó exhibiendo sus garras, pero esta solo le sonrió dulcemente.

– Yo, solo abrí la puerta. – susurró.

Inuyasha la miró entonces más detalladamente, la niña tenía el cabello largo de color azabache y sus ojos eran brillantes y de color chocolate, su piel era blanca pero no como el suyo que era pálido por la falta de sol, ella tenía una tez bronceada y vivaz.

– Keh, debiste hacer algo antes, cuéntame. – ordenó.

– No hice nada, solo abrí la puerta y entre. – debatió. Inuyasha entonces gruñó ferozmente. – No me mientas o te comeré. – amenazó.

La niña lo miró fijamente y corrió rumbo a la puerta, ese hombre era raro, prefería volver al bosque y ver la forma de volver sola, pero se sorprendió cuando el hombre corrió tan rápido y le impidió la salida cubriendo la puerta con su cuerpo.

– No te irás hasta que me digas cómo hacer para salir. – aseguró.

– Ya te dije que solo entre y ya. – susurró bajando la cabeza.

– Keh, niña mentirosa. – masculló. Entonces la alzó sobre su hombro mientras la niña lloraba y gritaba, subió las escaleras con el pequeño y ruidoso cuerpo y abrió una habitación.

Kagome retrocedió tres pasos asustada cuando sintió el suelo nuevamente bajo sus pies y observó aterrada la habitación.

– Te quedaras aquí hasta que recuerdes como entraste y me lo digas. – aseguró.

– Yo, quiero volver a casa. – susurró.

– Entonces te conviene recordarlo pronto o te quedaras a vivir aquí por siempre. – aseguró, no quería hacerla llorar, pero tampoco quería quedarse un día más en ese lugar, habían sido demasiados años de encierro. Trancó la puerta y bajó rápidamente las escaleras escuchando como la niña lloraba mientras clamaba por su madre.

Al bajar, olió en el aire ese olor que conocía de hace tantos años.

Kikyo. – pensó, nuevamente percibía ese olor, corrió rumbo al lugar de donde provenía que era la puerta que conectaba la cocina con el exterior y encontró en la puerta una canasta con frutas, verduras, y otros implementos para cocinar; también había un conejo muerto, leña y dos baldes de agua abrió rápidamente la puerta y nuevamente solo pudo ver árboles. – Kikyo. – llamó como siempre hacía, pero nadie contestó.

Hacía cincuenta años una noche en que llovía tormenta; ellos huían pues el padre de la joven quería que se casara con un terrateniente muy poderoso. Inuyasha por años había construido esa cabaña para que ambos pudieran casarse y vivir juntos en ella, pero la idea aunque hermosa era difícil, ¿Por qué?, pues porque él era un hanyou; un híbrido rechazado por los humanos, aún así ella lo había seguido y al llegar había puesto un campo de protección, para que sus perseguidores no pudieran encontrarlos.

– Malvada. – pensó mirando los alimentos, ella por todos esos años venia una vez a la semana a dejarle alimentos, pero nunca se dejaba ver, aunque él tuviera un olfato y una audición superior al de los humanos no sabía que hacía la sacerdotisa para ser invisible. – Kuso. – maldijo al oír los gritos de la niña en el piso superior aumentando su frustración.

Se arrepentía de encerrarla, pero francamente ya estaba desesperado; más bien hace años había pasado la etapa de la desesperación, esa etapa en la que golpeaba el campo e intentaba salir hasta caer inconsciente o desangrara hasta quedar debilitado; él vivía en ese momento la peor fase de la desesperación la desesperanza, hasta que la niña de ojos chocolates llegó, por eso no la dejaría ir.

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Pasaron dos días entre gritos y llanto, y el hanyou estaba iracundo; pero fue peor el sentimiento que tubo al tercer día cuando ya no los escuchó, subió las escaleras rápidamente y se encontró con el pequeño cuerpo tendido en el suelo, sus labios estaban hinchados y agrietados por la falta de agua y estaba semiconsciente. La levantó en brazos y la llevó corriendo en la cocina sirvió un vaso con agua.

– Bébelo. – ordenó, acercando el vaso a los labios de la niña, ella tan solo entreabrió sus ojos y en sus labios se dibujaron nuevamente esa sonrisa que él no merecía antes de beberlo lentamente y con mucha dificultad. Inuyasha se maldijo en pensamientos, había olvidado que los humanos necesitaban beber agua y comer regularmente a diferencia de él que realmente podía aguantar semanas sin comer. Tomó una manzana de la canasta y con sus garras la cortó en tajos acercando uno a la boca femenina quien abrió la boca y masticó lentamente.

Ella no dijo nada solo miraba fijamente al hombre mientras comía lentamente; al terminar el le ofreció otra y ella lo tomó, cuando comió la manzana completa se sentía con más energía pero aún estaba hambrienta tanto que su estómago gruñó.

– Prepara algo de arroz. – ordenó el ojidorado a la niña, ella asintió levemente sorprendiéndolo, él realmente no sabía cocinar y que ella lo supiera sería perfecto, después de tanto años de comer mediocremente, la solo idea lo entusiasmaba.

– Bájame. – pidió y él así lo hizo, ella buscó en la cocina lo necesario mientras, él prendía el fuego.

Inuyasha miró impresionado cuando la niña cocinó rápidamente y comenzó a comer desesperada dudaba que el arroz ya estuviera cocido por el poco tiempo de ebullición pero al verla comer tan entusiasmada parecía que estaba verdaderamente rico.

– Come más despacio. – ordenó, y ella lo cumplió inmediatamente. – Tsk, si tenías hambre y sed porque no dijiste nada. – reprendió.

– Yo pensé que me habías dejado ahí para siempre, no fuiste más a verme como podía decirte. – explicó.

Inuyasha entonces recordó que la niña no sabía que él podía oírla desde el primer piso pero no acotó nada. Tan solo le paso el otro vaso con agua que ella bebió al comer todo y suspiró profundamente.

– Ahora me dirás que debo hacer para poder pasar el campo. – musitó.

– No lo sé. – susurró la niña agachando la cabeza inmediatamente, ya que ese era un tema que lo ponía gruñón.

– Keh, vuelve a la habitación. – ordenó.

– Quiero ir a casa. – pidió en un murmullo.

– No iras hasta que me ayudes a salir. – aseguró, se sintió conmovido por los ojos acuosos de la niña pero aún así no cedió. – Ahora ve; dejaré la puerta abierta si tienes hambre puedes venir a comer lo que haya ahí, pero si intentas escapar aunque sea una vez, quedarás encerrada para siempre. – anunció. – ¿entendiste?. – indagó y ella asintió.

Inuyasha bufó cuando la vio abandonar la cocina y luego suspiró aliviado al notar que ya estaba mejor.

– Tsk, no me preocupe, solo que ella no puede morir o la esperanza de salir se terminará. – susurró auto convenciéndose para justificar sus actos.

Se dirigió a la sala y se sentó en el mismo lugar que siempre a un lado de la puerta, miró la pequeña ventana y los rayos lunares que se colaban por este, y suspiró hondamente.

– ¿Qué estarás haciendo ahora?. – susurró pensando en la sacerdotisa, por más que deseaba odiarla, no podía, la extrañaba demasiado, muchas veces había maldecido su longevidad pues eso hacía de todo eso un sufrimiento que le parecía eterno. Suspiró nuevamente pero el ruido en el piso superior lo alertaron, así que fijó su atención y pudo escuchar como la niña arrastraba la silla y luego abría la venta.

– Kuso. – maldijo. Y caminó rumbo a las escaleras. – No pensará saltar del segundo piso ¿verdad?. – analizó. – Tsk, eres una molestia. – agregó enojado subiendo los peldaños al segundo piso.

Continua…

Hola como están, se que aun tengo fics pendientes de terminar, pero no me viene la inspiración de cómo terminarlos; así que no me odien por empezar este nuevo fic, solo vio a mi cabeza y en una noche lo escribí fluidamente y quiero compartirlo si alguien quiere leerlo.

Las quiere Mizune - Mei