No podía creer lo maravilloso que podía tener en esta etapa de mi vida. Todo lo que quería se hizo realidad, algunas metas como comprar el auto que tanto deseaba, terminar de ahorrar el dinero suficiente para la construcción de mi casa, en fin era más de lo que había pedido con lo que tenía. Recordaba en ese momento de distracción que hace tres años había culminado mi proyecto más importante: en la vacación del 2009 me propuse que debía hacer un libro. Siempre había amado que mi imaginación volara cuando la redactaba en mi computadora o en papel, me dominaba para llevarla a lo imposible. Gracias a eso, estoy aquí en esta oficina de edición. Este día elegiríamos la portada de mi segundo libro, que se basaba en la historia de una joven que vivía en un orfanato llamada Marie, el hombre del que se había enamorado solo le llevaba seis años y todas sus compañeras de su hogar temporal la habían convencido que era una locura tratar de dejar crecer una relación entre Anthony que era perfecto para sus ojos, su corazón y alma. La acción de la obra es cuando Anthony la adopta para estar con ella todos los días y cuando se vuelve mayor de edad, ambos deciden casarse; lágrimas caían por mis mejillas cuando la terminé y lee la historia completa. ¡Era perfecta!
Con algunos fragmentos de mi obra en mi mente, estaba tratando de elegir una de los fotografías que habíamos hecho tomado un día antes, la que realmente me enamoró en todos los sentidos era la imagen de una pareja que cenaba en un restaurante antiguo de Roma y se tomaban las manos bajo el mantel de su mesa, sonriendo con felicidad infinita a pesar que los que los rodeaban tenían expresiones de contradicción.
-Está será la portada- le dije a mi jefe cuando dirigía una mirada expectante a mi rostro.
-Buena elección. Tu libro estará terminado pronto, solo esperar un poco para que la aprueben para comenzar la reproducción y te enviaré las copias. ¿Cuántas necesitarás este año, querida?
-Las que tú quieras darme.
-Yo decido entonces. Hoy ha sido magnífico porque hemos estado rodeados de tu presencia singular, Bella- tomó mis manos entre las suyas como indicando reverencia.
-Debo confesar que también es un placer trabajar con ustedes. Debo irme, mi vuelo saldrá en tres horas. De nuevo, infinitas gracias.
-A usted, querida. Auf Wiedersehen!
Salí de la oficina y llegué al estacionamiento. Inicié el auto y maneje hasta mi departamento. Vivía en una de las zonas más tranquilas de Canadá. Solo subí a mi hogar para bajar las maletas y algunas souvenirs, hoy si tendría la oportunidad de ver a mi familia luego de un año que me había venido a vivir acá.
Al llegar al aeropuerto, comencé a sentir el cansancio del día así que fui por un café en el tiempo que tenía de sobra antes de chequear. Recuerdo que fue un viaje placentero ya que me quedé dormida al sentarme en mi puesto.

-Hija, ¡qué bien que estés en casa!- Charlie lanzó sus brazos alrededor de mi cuerpo cuando me vio.
-Papá, te he extrañado mucho- lo abracé más fuerte.
-Lo sé. Tu madre ha estado contando hasta las horas que faltaban para que regresaras.
-Me imagino- una pequeña carcajada escapó de mi boca-, no sabes cuánto deseo verla.
-Vamos entonces.
Él me ayudo con una de mis valijas. Pagó el ticket del estacionamiento y recorrimos las calles que conocía muy bien llenas de árboles frondosos y en su tono verde más oscuro pero vivo. Las señales de tránsito, hasta eso había extrañado de mi verdadero hogar. No creo que nunca pueda reemplazar y sentir que estoy en él, este sería mi hogar siempre.
La entrada de la casa estaba libre de hojas secas y noté que habían agregado unas macetas cerca del porche. Justo cuando las llantas rechinaron en el pavimento húmedo, mi madre salió con su delantal puesto.
-¡Bella Swan! Hija, no sabes lo feliz que estoy de que estés de vuelta. Todo lo que debemos hablar, ha pasado tanto en tu ausencia.
-Madre, deja que entre por favor- dije con una sonrisa amable.
-Charlie, entra las valijas de la niña, ¿si?
Él solo rodó sus ojos y abrió la cajuela.
Cuando entré, vi que Phil estaba en la sala viendo un partido de béisbol. Un saludo con su mano y le rogé a Reneé que me dejará ir a descansar un poco. Había hecho un pescado empanizado con papas pero el cansancio era más fuerte que mi apetito. Subí a mi habitación y cuando abrí la puerta, vi en la cama el cubrecama morado que mi padre me había llevado cuando me mudé con él en mi juventud. El escritorio con la laptop y unas fotografías de la secundaria en las paredes. Dejé mi bolso en la cama y me acerqué a ver las fotos, una era del equipo de voleibol con Jessica y Angela, me reí cuando vi a Mike que caía en la entrada de mi restaurante favorito aquí en Forks. Todas esas imágenes me alegraban mucho, formaban parte importante de mi vida y amigos que habían sido especiales conmigo. Había una que no sé qué hice realmente cuando la vi: era Edward abrazándome por la cintura y yo me reía con mis mejillas en color carmesí. Un momento que nunca olvidé...
"Él y yo habíamos ido a ver una película a Port Angeles un martes en la tarde porque ese día terminamos las evaluaciones. Edward me había dicho que en una semana íbamos a cumplir 14 años de ser mejores amigos, nos conocíamos desde la infancia y siempre festejábamos esa fecha, junio 18.
-¡Vamos, Bells! Debemos celebrar nuestra amistad y no puedes poner de excusa las "tareas de biología" que dejaron.
-Edward, tengo que hacerla.
-Hagamos un trato, ¿si?- tomó mis manos en las suyas y me di cuenta que su mirada color esmeralda era intensa.
-Dime- estaba hipnotizada por sus ojos.
-Vamos esta noche a Port Angeles, hacemos lo que he planeado para nosotros y yo te hago la tarea de biología.
-¡Ay! De verdad que contigo es imposible.
Él mostró su sonrisa de victoria y nos dirigimos al estacionamiento para salir de la escuela. Así que Port Angeles. Esa noche era muy especial, en nuestra celebración nos encontramos con Alice que estaba de compras, como siempre, junto a Jasper. Había pedido que nos juntaramos Edward y yo para tomarnos una fotografía pero en ese momento, una catarina pasó por mi cabello y lo primero que hice fue escapar del insecto. Edward trató que no me fuera así que me tomó por la cintura y yo simplemente me reía mientras él me hacía cosquillas delicadas en mi estómago. Fue así como Alice tomó la foto, cada vez que la veía me hacía sonreir como el verdadero momento. No fue solo eso, ya que esa noche mientras veíamos la película, Edward me había confesado su amor y yo lo amaba desde que estaba muy pequeña por lo que acepté ser su novia de inmediato. Muchas cosas memorables pasaron ese 18 de junio."
Muchas cosas daban vueltas en mi mente, solo hace cuatro años habían pasado desde que él y yo nos separamos. Y todo fue gracias a un mensaje de texto que su amiga Jennifer le había enviado, él le respondió pero cada vez esa conversación se volvía más comprometedora. Yo lastimosamente tuve que leerla un día que olvidó su teléfono en mi casa.
Fue una etapa muy triste para mí cuando le dije que ya no quería saber nada, que no podía creer que me engañara. Edward había besado a Jennifer. Una etapa que lo único que logré hacer fue mi propuesta de escribir mi novela. Mi madre la leyó después que la termine y me dijo que esa historia sería un estrellato. Luego, ella me llevó a la editorial en Canadá y llegué a esta parte de mi vida que llamo: paz.
-¿Bella?Alguien te llama- escuché decir a mi madre en la planta baja.
Bajé para tomar el teléfono.
-Diga.
-¿Bella?- esa voz era tan dulce en mis oídos, que podía pertenecer nada más a...