Ojala no hubiera entrado

El día llegaba a su fin, después de ser tan ajetreado. En la duodécima división no habían parado en todo el día por el cambio de capitán y teniente, y todo el cambio en general que había pasado en la división.

Tenshi estaba agotada, ser cuarta oficial no era bueno para su cuerpo, ya que estaba acostumbrada a un ritmo de oficial bajo rango, y pasarla así como así a oficial de alto rango era demasiado para ella.

Recogió la última pila de documentos que quedaban y los llevó al despacho del nuevo teniente Bikutoru.

- Con permiso. – dijo entrando educadamente, sin hacer el más mínimo ruido molesto para la comodidad del teniente. – Le traigo unos documentos.

Los puso encima del escritorio, mientras miraba atónita al teniente que ni levantaba la vista de los impresos.

Desvió la vista hacia la puerta, fijándose para ver si esta estaba bien cerrada, al ver que lo estaba, se fue poco a poco acercando al teniente concentrado.

Le dio un cálido beso en la mejilla, que le hizo despertar de su lectura. El teniente se giró bruscamente y se quedó parado al verla allí. Esta vez cambió su atención hacia la mirada de la joven, quien mostraba una sonrisa picarona, mientras hacía señas con los ojos, diciendo que la división ya descansaba.

Sin dejar que ella dijese algo más – con o sin miradas – se levantó y la besó en los labios, mientras la empujaba poco a poco hacía el escritorio.

La apoyó contra la mesa, sin parar de besarla apasionadamente, y jugando con sus manos por debajo del uniforme.

Cuando estuvo a punto de desnudarla, de cuerpo para arriba algo les interrumpió.

- Bikutoru, perdona que te moleste a estas horas pero tienes que firmar es… - decía Mitsuko nueva tercera oficial de la duodécima división, que aparecía por la puerta. – To… - terminó por decir al ver la escena con la que se había encontrado.

La pareja se quedó parada en la misma posición sin decir nada, pálidos al verse en una situación tan embarazosa. Mitsuko también se quedó en silencio, pero pocos segundos después reaccionó diciendo:

- Bueno, creo que tienes las manos ocupadas, mejor vengo mañana. – dijo cerrando la puerta.

Ambos seguían parados, pero al poco rato se separaron, se pusieron bien los trajes, y cada uno se fue por su camino.
El encontronazo tan oportuno con Mitsuko no había hecho nada más que dejarles la libido por los suelos.