Capítulo 1: El principio favorable

La Leyenda Personal es aquello que siempre quisiste hacer, es eso por lo que estás aquí, el universo entero conspirará para que la realices y porque la vida quiere que vivas esa Leyenda y te dará el principio favorable el inicio de toda aventura.

Estaba nerviosa, veía a través del umbral de ese inmenso comedor y las velas flotando sobre todos los alumnos, la mayoría ya estaban sentados y hablaban animadamente, tendría que entrar frente a todos ellos y la verían, y sabrían que estaba ahí… No, no esperaba eso en su primer día, pero tendría que obedecer a su nueva directora; un gran grupo de pequeños se puso en fila, suponía por lo que decía en ese momento la profesora McGonagall tendría que hacer lo mismo que ellos. Dio una última mirada hacia adentro y decidió que se sentía indispuesta, si esa era una buena excusa, se dio la vuelta sin apartar la vista del interior y al intentar avanzar rápido chocó con un uniforme, y un ruido metálico seguido de una inusual sensación liquida en el pecho le dijo que el uniforme traía una bebida en las manos.

Se apresuró a ayudarlo a recoger la copa que al parecer era como las del inmenso comedor en el interior, mientras balbuceaba disculpas en el mejor inglés que le salió. Ambos tomaron la copa y por un momento único y el suficiente para que ambos corazones latieran se rozaron las manos aún sin verse a la cara.

Entonces finalmente ella la soltó y su interlocutor fue el primero en hablar así que finalmente se topó con su cara, era un joven británico muy apuesto, la piel blanca, el pelo negro azabache muy enmarañado y revuelto, no era muy alto, pero si más que ella y tenía una condición bastante atlética. Y sus ojos, en esos hermosos ojos color esmeralda en los que se perdió por un momento, pudo admirar un inmenso valor y entrega, pero al mismo tiempo mucho dolor, como si frente a ellos demasiadas perdidas hubiesen ocurrido y él no se resignara a dejarlas partir.

—Ah… —Comenzó ella pero una sensación de frío en el pecho la regreso a la realidad y se dio cuenta de que estaba empapada de algo que olía curiosamente a calabaza pero bastante dulce.

—Oh si claro…—Dijo él que al parecer había examinado cada detalle de la chica como ella de él. —Lo siento, estaba tratando de… —"¿Entrar sin ser visto?" No, no podía decir eso, pensarían que realmente toda esa fama recién adquirida se le había subido a la cabeza. —Déjame ayudarte. —La apuntó con su varita y dijo el hechizo para que quedara completamente seca, y ante la mirada extrañada de la chica añadió: —Lo lamento no te vi ahí parada.

—Entonces era un buen lugar para esconderse—Le dijo la joven en un tono más relajado y con una radiante sonrisa pues supuso que su interlocutor estaba bastante contrariado por el incidente. —Y creo que fue mi culpa estaba… viendo la selección, lo lamento. —Esperaba que su inglés no fuera completamente desastroso, era obvio que no era su idioma pero esperaba que por lo menos pudiera darse a entender.

La miro un segundo, era realmente interesante, su cabello era negro largo y completamente diferente a cualquier tonalidad que hubiese visto antes, casi como sus ojos, eran oscuros casi negros pero al igual que los de Hagrid tenían un brillo de calidez infinita, pero había algo más en ellos que no podía identificar, era realmente baja de estatura, y su piel, más oscura que la de cualquier chica que conociera, pero no tanto, como el color de la tierra pero suavizada, incluso la forma en que sonreía se veía diferente, pero lo más extraño era su acento, le era comprensible, pero no sonaba francés, nórdico, y menos inglés, así que decidió preguntárselo pero ella se adelantó.

— ¿Me entiendes verdad? —Dijo ella temiendo que no la pudieran comprender bien—Me refiero a mi acento, ¿Es comprensible?

—Oh, sí claro, diferente pero está bien. No te preocupes, siempre es difícil para los hermanos mayores pero por lo general las familias quedan juntas. —Le dijo al notar que la muchacha seguía mirando de soslayo la puerta, pero en lugar de responder comenzó a reír y cerró los ojos apenada lo cual le pareció a Harry más extraño pero ella se apresuró a explicar.

—No veo a nadie, espero mi turno en realidad.

Entonces Harry reparó en que si bien aparentaba la misma edad que él su uniforme aún no llevaba insignias o distintivos de su casa, le parecía extraño que una chica tan grande entrara a primero, pero entonces sumado a su aspecto y recordando lo que le habían comentado recientemente supuso que se trataba del programa de intercambio escolar, y una punzada de dolor lo recorrió al recordar que su Ginny estaba ahora en quién sabe dónde pues había aceptado intercambiar su lugar con una extranjera.

—Oh, entonces tú eres la estudiante de intercambio. —Dijo más para sí que para otra persona.

—Sí, soy yo, pero aparentemente ser la chica nueva no basta para que todo mundo me vea como un bicho raro sino que también deberé estar ahí frente a todos. ¿Qué es exactamente lo que tengo que hacer? —Le preguntó pues no pudo ver la selección por tropezar con él.

Harry le explicó brevemente en qué consistía la selección y algunas cualidades de cada casa, pero fue demasiado explicito con el odio mutuo entre Gryffindor y Slytherin, y no creyó conveniente enemistarla con el alumnado antes de tiempo, así que el solo le dijo que no importaba en que casa estuviera siempre y cuando demostrara que merecía estar ahí. Era lo que realmente había logrado comprender con el tiempo, Severus Snape era un claro ejemplo, era tan valiente como cualquier Gryffindor, pero la comunidad mágica aun no aceptaba el hecho de que hubiera trabajado para Voldemort. Y Peter Pettigrew era un asqueroso traidor y muchos lo tomaban aún como un mártir.

Pero antes de perderse en los tristes recuerdos de unos meses atrás comenzó a responder las preguntas de la chica y cuando lo notó estaban hablando y riendo animadamente en las escaleras del vestíbulo y no notaron como la fila de alumnos de primero iba disminuyendo hasta que el diminuto profesor Flitwick se acercó a ellos y le indicó a Harry que la acompañara adentro a esperar su turno de ser seleccionado.

La entrada de la chica fue un poco más aparatosa de lo que hubiera esperado, la gente se volvió de inmediato a verlos y algunos incluso los señalaban y murmuraban con completo descaro, y ella pudo notar que el chico trataba de actuar como si ambos fuesen invisibles. Se sentaron en la larga mesa de Gryffindor y le pareció que al menos ahí los chicos eran más tolerantes y decidió solo esperar a que nombraran a los últimos dos alumnos. Cuando la directora comenzó a hablar del nuevo plan de la cooperación mágica internacional y le dirigió una mirada como diciéndole que se acercara se paró en el acto.

—Buena suerte ehh…—De pronto se dio cuenta de que había hecho una gran tontería y se apresuró a decirle antes de que la directora concluyera: —Lo lamento pero no escuche tu nombre.

—Ah es Cecilia Florencia—Dijo y claramente notó que no podría pronunciarlo. —Tal vez luego tenga que repetírtelo, y ¿el tuyo?

Por un momento dudo en hablar sabía que en casi todo el mundo se habló de Voldemort y de su destructor, Harry Potter pero no muchos sabían cómo era él en persona y no quería ser tratado diferente por ser él, si tan solo al entrar todos lo miraban y susurraban, no imaginaba lo que sería en clases al día siguiente.

—Vamos, —Le dijo ella al ver la duda en su rostro. —No puede ser peor que el mío. —Él sonrió con ese comentario y tragó saliva antes de responder.

—Potter, Harry Potter. —Dijo y con horror vio que la cara de la chica se mostró algo la sorpresa y la posibilidad de ser tratado como alguien normal se esfumo, pero casi le da un ataque cuando ella respondió.

—Ahora entiendo, es el nombre más raro del mundo. —Dijo ella rió, lo que lo consternó, pero se apresuró a añadir—Solo bromeo, es un bonito nombre. —Comprendió que era verdad y rió con ella, hasta que la mirada apremiante de la directora la hizo moverse. —Bueno, si acabo en Slytherin y mañana somos "enemigos" fue divertido charlar contigo Harry—Y guiñándole un ojo se acercó a la directora.