Irene Cabot se encontraba entre la espada y la pared. Su marido, Thomas, había sido electo Alcalde de la ciudad de New York hacia sólo una semana y hacia unos minutos, Irene había sido llamada para asistir a la elección de guardaespaldas personales para ella y sus hijos.
Irene entendía las razones por las que un guardia para cada uno era una necesidad… Pero pedirle a sus hijos que las comprendiesen? Eso era otra cosa.
Irene y Thomas tenían cuatro hijos, dos mujeres y dos varones. Phillip era el primogenitor y con veinte años se encontraba viviendo en el campus de su universidad, por lo tanto él no sería forzado a tener un miembro de personal de seguridad detrás. Caleb tenía doce años. Irene sabía que él estaría más que entusiasmado con la idea de tener su propio 'Hombre de Negro'. A Amy le faltaban únicamente unas pocos semanas antes de cumplir siete, así que ella no necesitaría la asistencia de su guardia las 24 horas del día; considerando que la mayoría de su tiempo lo pasaba en su casa, la escuela o el hogar de algún amigo.
Pero luego, luego venía Alexandra. Ella tenía dieciséis y demandaba por su espacio personal como si demandase la paz mundial. Casi absolutamente todo con ella provocaba una pelea, no, no una pelea, peor, un argumento. Alex tenía razones para defender cada una de sus opiniones y pedidos. Será increíble como abogada. Irene sonrió brevemente con su pensamiento. De todas maneras, eso ocurriría en algún futuro lejano, ya que en ese instante, ella tenía que lidiar con su hija adolescente.
La mujer tragó saliva y golpeó en las tres puertas que dirigían a los cuartos de sus hijos. Amy, Caleb y Alex abandonaron sus habitaciones y siguieron los pasos de su madre hasta llegar al living.
Irene se sentó al borde de uno de los amplios sofás. Los dos niños menores se ubicaron en el sillón de tres asientos situado en L al de su madre, esperando que su hermana mayor ocupara el lugar restante. Pero Alex se sentó en el sillón individual que se encontraba directamente enfrente del de donde Irene estaba sentada. La rubia adolescente cruzó piernas y brazos y se acomodó en su asiento con resistencia. Odiaba las reuniones familiares, nunca eran señal de cosas buenas.
La Sra. Cabot suspiró and y con sus ojos trazó un camino que iba de su regazo hacia sus hijos, para finalmente volver a su regazo. "Niños, el jefe de seguridad de su padre me ha pedido un incremento del personal." Irene creyó que esa era una buena forma de comenzar la charla.
"Qué tiene que ver eso con nosotros?" Preguntó Caleb mirando directamente a los ojos de su madre.
"Me han dicho que sería apropiado su cada uno de nosotros contara con un… escolta, por protección. " Inmediatamente después de terminar su frase, Irene observe a su hija mayor. Alex tenía fija en su madre una mirada de incredulidad. El argumento que tomaría lugar entre madre e hija en los próximos minutos ya se podía ver venir. Irene oyó a Caleb decir 'Genial' y continuo hablando "Me encontraré con el jefe en unas horas para elegir quiénes serán nuestros guardias. Si lo desean, pueden venir también y elegir a sus guardaespaldas."
"Como si estuviésemos en una juguetería." Alex comentó sarcásticamente
"Yupi! Juguetes! Mami puedo tener una muñeca nueva? Le he hecho un corte de pelo a Tracy, pero su cabello no volvió a crecer como lo hace el mío." Amy contó.
"Claro, cariño. Pero primero necesitamos seleccionar un guardia para tí. Ya sabes, será como aquellos que aparecen en las películas de princesas. Quieres elegir el tuyo o lo hago yo?" Irene le dijo a su pequeña hija.
"Yo lo haré! Debe lucir igual al de la película: pelo negro y con un bigote gracioso." Amy rió.
"Okay." La madre de los niños miró rápidamente a Caleb y luego a Alex. "Qué hay de ustedes?"
Hermano y hermana intercambiaron miradas y Caleb habló primero. "Yo iré. No quiero que escojas alguien que escuche Beethoven todo el tiempo" Él bromeó y seis ojos miraron hacía Alex.
"Supongo que iré también, temo que este sea tu castigo por aquella vez en la que entré en su habitación cuando tú y papá estaban…"
"Alexandra!" La Sra. Cabot gritó e interrumpió a su hija antes de que pudiese decir algo más. "Cierra la boca ahora o estarás castigada hasta la menopausia." Alex sonrió malignamente y se puso más cómoda en su asiento.
"Qué es la mega-pausa?" Amy preguntó inocentemente a Alex, quién sólo encogió sus hombros.
"No quieres saberlo, Amy, créeme." Caleb puso una mano sobre el pequeño hombre de su hermanita y lo acarició suavemente.
"Bueno, tomen sus bolsos y camperas que saldremos en unos minutos." Irene se levantó de su lugar y dejó la habitación antes de que alguno de sus hijos pudiese decir algo más. Evitando el contacto con su hija de dieciséis años, entró apresuradamente a su cuarto.
Ella había recién comenzado a retocar su maquillaje cuando escuchó a Alexandra tocar la puerta.
'Bueno, aquí vamos.'
