Dos Lunas
Un pasado donde todo nació por duplicado. Sólo tres personas conocen el secreto. Se tomaron las precauciones necesarias para que todo siguiera de acuerdo a la dinastía lunar y terrenal. Pero no todo lo que permanece oculto, puede permanecer así para siempre. Y más cuando hay dos almas rebeldes de por medio.
Capítulo 1
Dos Lunas
Helios, el guardián de los sueños rezaba en el bosque al lado de su lago favorito. Tenía que darle una solución a su rey. No era nada fácil. Jamás en la dinastía terrenal había sucedido algo semejante. Las reinas de la Tierra solamente tenían un hijo y era inconcebible que inmediatamente nueve meses después, hubieran concebido otro, tan parecido al primogénito, que pudieran parecer gemelos sin serlo. Eso era un gran problema. Los dos eran príncipes por derecho. ¿Qué hacer? ¿Dividir la Tierra en dos partes? ¿Que el pueblo eligiera quién debía gobernarlos? Helios sabía que aquellos dos principitos de cabello negro azabache y ojos azules estaban destinados a enfrentarse de alguna u otra manera. Tenía que impedirlo pero no sabía cómo. Y de pronto, sintió la vibración de la Luna.
- ¡No es posible! ¡La Reina Serenity está a punto de dar a luz!
En efecto, la reina del Milenio de Plata estaba acompañada de sus dos gatitos, Luna y Artemis y de su hermana Neherenia. Todos sus súbditos esperaban que diera a luz a la futura princesa para poder hacer tocar las campanas del palacio y Neherenia, con un halo de envidia, limpió el sudor de la frente de su hermana.
- Sé fuerte… ya falta poco…
- Lo sé… pronto tendré a mi niña en mis brazos…
- ¿Ya sabes el nombre?
- Serena… se llamará Serena…
- ¡Ya nació, Reina Serenity! – exclamó Luna mientras Artemis sonreía y Neherenia se apresuró a envolver a la pequeña bebé rubia que lloraba.
- Es preciosa hermana… - ¡Dámela! Quiero besarla… mi pequeña Serena… ¡Ay! ¡Ay! – la reina siguió quejándose de dolor y Neherenia no supo qué hacer.
- ¡Reina Serenity! ¿Qué le sucede! – gritó Luna.
- ¡Hermana! - ¡No puede ser! – exclamó Artemis que ahogó un grito. Neherenia se apresuró y se quedó sorprendida al ver que la reina estaba dando a luz a otra niña. Una bebé pelirroja. Atontada, la envolvió y la tomó en sus brazos.
- ¿Qué acaba de pasar? ¡Serenity! ¡Acabas de dar a luz a dos niñas!
- ¡No puede ser! – La reina instó a Neherenia a que se acercara con la otra bebé y al verla, colapsó. Jamás en toda la existencia del Milenio de Plata se habían concebido dos herederas al trono. Luna y Artemis se miraron.
- Tenemos que convocar a… El aludido ya había llegado. Había aparecido en una nube de polvo dorado gracias al cristal dorado. Al ver la escena, sus ojos se abrieron aterrados. En la Tierra y en la Luna. Aquello ya no podía ser coincidencia.
- Mi reina Serenity, Neherenia… - ¡Helios! ¿Puedes explicarnos…?
- Trataré… pero primero… - el guardián del cristal dorado envolvió en una burbuja a los dos gatitos guardianes de la reina, borró sus memorias de todo lo ocurrido y los expulsó fuera del castillo.
- ¿A dónde los enviaste? – preguntó Neherenia.
- Volverán cuando arreglemos esto… no se acordarán jamás de este acontecimiento. Sólo nosotros tres sabemos esto ahora.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué? Tengo dos bebés ahora…
- Y son hermosas majestad… Supongo que la primera se llamará igual que usted…
- Serena…
- ¿Y la hermosa pelirroja?
- No contaba con esto…
- Parece una flor… - dijo Neherenia con sinceridad. – ¿Por qué no la llamas Kakyuu?
- Es hermoso… - apoyó Helios.
- Serena y Kakyuu… mis hijas… ¿Pero quién será mi sucesora?
Helios se aclaró la garganta. Al parecer ya tenía la solución al problema en la Tierra y en la Luna.
- Majestad… asumo que usted sabe que en la Tierra ha ocurrido algo parecido.
- No sabemos nada de esos terrenales… - dijo Neherenia con desagrado.
- Bueno… el rey… tuvo a su hijo Endymion… pero nueve meses después, para sorpresa de todos, le nació otro heredero… prácticamente idéntico… Seiya.
- ¿Qué? Pero… - Así es, majestad… eso conlleva los mismos problemas que ahora tiene usted. Así que le propongo una solución.
- ¿Cuál? - Que los primogénitos se queden como herederos. Y que el príncipe Seiya y la princesa Kakyuu reinen en el planeta de las flores. Seguirían siendo de la realeza. Se evitaría todo problema… pero tendrían que borrarse sus memorias…
- Me parece buena idea… - apoyó Neherenia.
- Pero… ¿podré ver a mi hija?
- No… ese será el precio a pagar, majestad. Igual que el del rey de la tierra. La reina Serenity derramó abundantes lágrimas y finalmente, pensando que era lo mejor para su linda pelirroja, aceptó.
- Está bien. Pero que sea la más hermosa princesa…
- De acuerdo… Helios tomó en sus brazos a la pequeña bebé y Serenity se soltó a llorar en los brazos de su hermana quien sonrió maquiavélicamente.
"Apenas acaban de empezar mis planes… apenas…"
