¿Quien no ha estado tan enamorado alguna vez que se sintió insignificante ante el otro? Como si la perfección y la imperfección se hubieran juntado para hacernos felices e infelices al mismo tiempo. Como si pudiéramos sentirnos los desgraciados con mayor suerte en el mundo...

Que belleza. Desde este punto de vista parece algo celestial. ¿Quien diría que alguien como yo podría tener un cielo tan inmenso y hermoso a mis pies? Solo para mi.

De pronto, su pecho se expande y deja salir un gemido de sus finos labios. Sigue con sus ojos cerrados, mirando para dentro, supongo. "¿Que estará pensando? ¿Pensará en mi?" - Me pregunté.

Pasan las horas y la noche se va alejando de nuestros momentos. Los rayos anaranjados penetran las cortinas blancas, golpean su piel, tersa y conmovedora, y yo pienso ¿De donde sale tanta majestuosidad? Y la vez me encuentro conmigo, en mi mente, y me pregunto... ¿Desde cuando te gusta tanto? ¿Contigo no te basta? Creo que eres igual o mas sublime que este engendro de la naturaleza... Y sin embargo, admiras en silencio cada centímetro de su cuerpo como si fuera único e irrepetible, como si jamas lo volvieras a tocar o a ver...

Si, lo tocaría. Quiero tocar su piel otra vez. Estiré mi mano para acariciarle el pelo, la nariz, su pecho desnudo... Y cada vez sentía que me enamoraba mas y más...

Pero a pesar de todas esas sensaciones, aparte, me mataba el remordimiento de creer en mi torpeza por haber caído ante este ser que descansaba todas las noches a mi lado. Cómo puede ser que yo sea dependiente de alguien mas... No, no sé como sucedió, pero es lo que sucede; y debía conformarme.

Sin darme cuenta, me dejó ver sus azules grandes y divinos. Bueno, dentro de lo posible, ya que siempre se le hacía difícil despegar los ojos en la mañana. Me miraba con intriga, como si no me reconociese. Abrió mas los párpados y después de un largo instante sonrió, levemente. Cerró sus ojos nuevamente y con la almohada se tapó la cara.

- ¿Ya amaneció? ¿Tan pronto? - Preguntó con fastidio.

- ¿El sol en la ventana contesta tu pregunta? - Contesté con ironía. A lo que se burló de mi con una risa inventada y horrorosa.

- O sea que... Tengo que irme a trabajar... - Dijo con su voz ronca y lastimosa.

- Claro que no, es feriado. - Le dije con amor, acariciando su pecho.

- ¡Ay, si! Ya me había olvidado - Exclamó mientras se incorporaba de la cama y me miraba a los ojos.

Yo sonreí, me fijé en sus labios finos, deseándolos... Me abracé fuertemente a su torso y nos recostamos nuevamente, entre un mar de sabanas y el sol pegandole en la cara.

- ¿Te despertaste con ganas de seguir lo de anoche? - Musitó a mi oído, acariciando mi espalda. Yo no di lugar a respuestas, solo lo besé desde el cuello siguiendo el camino que lleva a su boca, como diciéndole que lo amaba demasiado.

Rápidamente entendió el mensaje. Me tapó con sus brazos fuerte y me cubrí con su piel de bronceado constante. Su sonrisa blanca me decía que yo también le gustaba.

Me miró a los ojos violáceos y me dijo entre besos que me quería, para luego taparnos con las sábanas blancas.


El trabajo de ustedes ahora es descubrir quien narra esta historia. De vez en cuando se hace obvio, de vez en cuando se vuelve confuso.

Espero que les guste.