Descargo de responsabilidad: Ninguno de los personajes me pertenece, son propiedad de sus respectivos creadores.
Se había enamorado, había caído tan fuerte que hasta dolía. Regina Mills creía que el amor no era algo para ella, una mujer fuerte, respetable, con grandes dotes de líder. Había aprendido, con el tiempo, que el amor era sólo una debilidad, algo que no necesitaba y que podría llegar a destruirla.
El amor era inútil y algo que ella no se permitiría sentir nunca más, no después de Daniel, hasta que lo conoció. Él, con su sonrisa seductora y sus ojos color cielo había logrado moverle el mundo, cada vez que se acercaba, el corazón de Regina comenzaba a aumentar su ritmo, le sudaban las manos, era todo un remolino de sentimientos.
Desde ese primer día en el cual sus caminos se cruzaron ella lo odió. Lo odió porque le hacía sentir cosas que se había prohibido, la hacía sentirse como una adolescente, le hacía sentir miedo. Miedo a perderse en sus ojos, a no saber volver, miedo a… enamorarse. Porque ella no podía ni debía amarlo. No, nunca. No iba a caer.
Pero ya era demasiado tarde, cuando sus labios tocaron los de Robín aquella noche de invierno, Regina se dio cuenta que ya había caído, es más, al devolverle el beso, él le hizo sentir todas esas cosas que había estado tratando tan duro de evitar, pero no le importó, en ese momento solo podía pensar en las manos del ladrón recorriendo su cuerpo, aferrándose a su cintura y atrayéndola más a él.
Regina no creía en el amor hasta que comenzó a sentirse feliz cada vez que él estaba a su lado, cada vez que la tomaba improvisadamente de la mano y le robaba uno o dos besos. Ella sabía que se estaba entregando en cuerpo y alma a ese hombre que había aparecido simplemente para romper sus barreras y hacer desaparecer sus miedos cada vez que le sonreía.
Todos en Storybrooke habían notado el cambio, la morena estaba radiante, contagiaba alegría, algo muy extraño en ella, y nadie lograba adivinar el motivo.
Nadie hasta ese día en el que la ex bruja malvada entró a Granny's de la mano del ladrón junto al pequeño Roland, hijo de este último. Los tres tenían la sonrisa más grande que alguna vez se haya visto, y ahí comprendieron que es verdad eso de que el amor todo lo puede.
Habían pasado casi dos meses desde la noche del primer beso, pero a Regina le parecían días, todavía podía sentir las famosas mariposas de las que todo el mundo hablaba, todavía lograba emocionarse cada vez que Robín la miraba a los ojos color chocolate y le decía que era hermosa, sentía su piel quemarse cuando él agarraba su cintura por debajo de la camisa y la besaba con fuerza, con pasión, con… amor. Si, amor. Esa palabra a la que tanto le había escapado y que ahora le permitía creer que enamorarse no era una debilidad, sí, podría destruirla pero estaba dispuesta a correr el riesgo porque había entendido que hasta los villanos más oscuros pueden llegar a tener su final feliz.
Hey, hola! Mi primer one-shot, espero les haya gustado! Sería muy muy feliz si me dejarán alguna review, para saber si sigo escribiendo :D
Con amor, mucho. Ce
