Capitulo 1.- El Inicio

A las afueras de la aldea.

― ¡Izayoi! ¡No vayas tan rápido! ― Gritó una chica que tenía una larga cabellera negra como la noche, sus ojos eran un café castaño, y vestía un kimono azul cielo, con el cual podías adivinar las curvas de sus pechos y caderas. Mientras Rin corría su cabello volaba detrás de ella, y parecía que sus diminutos pies volaban sobre el pasto.

― Si, ¡ Que ya casi no te vemos!

Ambas chicas redujeron el paso al ver que Izayoi se había detenido y se sentaba a mirar el cielo a la sombra de un árbol.

Izayoi alzo la vista al cielo, mientras pensaba "Dios, ¿qué les voy a inventar, a mis padres, esta vez?" La chica volteo a ver a sus amigas y cómplices en todas sus travesuras a lo largo de los años, una de ellas era Rin, y la otra era Mizuki.

Desde que Izayoi era pequeña, Rin vivía con ella y su familia, a su mamá, Aome, Rin la llamaba tía y a su padre, Inuyasha, lo llamaba tío, ellos vivían en la aldea con Sango la exterminadora, Miroku el monje, Kaede, Shippo, y otros amigos de sus padres.

A Rin la visitaban cada fin de semana, el tío Sesshomaru con su sirviente Jaken y la mascota de Rin, Ah-Un, y le traían regalos, le daban dinero y muchas cosas más.

La otra chica se llamaba Mizuki, y era la hija de sus tíos Sango y Miroku. Mizuki era un chica e igual que Izayoi tenía 15 años, ella era bastante alta, tenía el cabello recogido en una media coleta, y sus ojos eran de color miel, llevaba un kimono verde, que revoloteaba alrededor de sus piernas mientras corría junto con Rin para alcanzar a Izayoi.

― Hay chicas y ahora que vamos a decirles a nuestros padres ― decía una Mizuki preocupada, mientras se acostaba a la sombra de un árbol a unos metros de sus amigas.

Ninguna de las amigas quería que sus padres, se enterara que las molestaban en el colegio, porque tenían poderes o porque vivan con demonios.

―Bueno al menos tú no tienes que preocuparte, por si tus papás huelen que estas mintiendo ― decía Rin entre jadeos, tratando de recuperar la respiración después de correr detrás de sus amigas, pensando en que si su amo Sesshomaru se enteraba que la molestaban y que había mentido,…, Rin sabía que eso no era buena idea.

― ¡Ya se! ― dijo una entusiasmada Izayoi ― yo les diré a todos que me sentía mal y que no quería que mi mamá me diera mas de esas plantas medicinales que apestan y saben horrible, y que por eso nos salimos a dar un paseo

―Es una muy buena idea, ― dijo Mizuki mientras cerraba los ojos y descansaba ― y así mis padres no sabrán que mientes.

―Yo espero que el amo Sesshomaru no se entere ― decía Rin mientras pensaba que si él se enteraba, podría inclusive querer lastimar a las chicas que las molestaban como castigo.

― Si ― dijo Izayoi muy segura de sí misma ― a demás mi padre nunca se atrevería a olfatearme, ya que mi mama se enojaría demasiado, y usaría su collar varias veces.

Las 3 amigas sonrieron felices al pensar en el pobre de Inuyasha cuando Aome decía "Abajo", y caía de cabeza sin poder evitarlo, y de poder librar el último día de clases antes del fin de semana, pero lo que nuestras amiguitas no sabían es que eran vigiladas, no por una persona, si no por 2 mujeres que tenían sus razones personales para buscar venganza.

― Maldita chica, no solamente es la viva imagen de la zorra de su madre, sino que además tiene los poderes de mi querido Inuyasha.

La mujer vestía de sacerdotisa mientras miraba con odio y celos a Izayoi, vigilándola con el único propósito de lastimar a su madre (Aome) y soñaba con recuperar el supuesto amor de Inuyasha.

Al otro lado del bosque entre los árboles, tres chicas, entre ellas una mujer que buscaba venganza, también vigilaban a Rin, Mizuki, e Izayoi. Estaban llenas de celos por su belleza, por ser hijas de los integrantes del famosos grupo que destruyo a Naraku hace 16 años, y también las odiaban porque traían como locos a casi todos los chicos de la aldea.

En el árbol junto al pozo…

― Te amo, Aome― decía un muchacho que a pesar de tener más de 500 años, se veía joven y apuesto con unas lindas orejitas de perrito.

― Y yo a ti, mi Inuyasha ― decía Aome mientras besaba a su esposo y tenían un momento de paz y libertad para ellos, antes de tener que ir a buscar a su hija Izayoi.

Shippo demonio zorro, les había informado que Rin, Izayoi y Mizuki, habían "desaparecido" de clases y no sabían dónde estaban.

Lo que no sabía, es que Inuyasha podía oler a su hija y sabía que estaba bien.

En la aldea…

― ¿Sanguito? ― decía un monje mientras regresaba caminando a su casa con una marca roja en el cachete, cortesía de su esposa.

― Cállate Miroku, podremos estar casados, pero eso no te da derecho de manosearme en público. ― decía una enojada Sango mientras buscaba a Inuyasha, si había alguien que podía decirles donde estaba su hija Mizuki, ese era Inuyasha.

― Sango, si Inuyasha no las está buscando es porque están bien. ― decía un preocupado Miroku, de que Sango ni siquiera volteara a verlo.

― Esta bien,…, pero si algo les llega a pasar a las chicas, es tu culpa Miroku ― le contesto Sango mientras caminaba hacia la casa de la anciana Kaede.

― Vente Shippo, será mejor encontrar a las niñas― dijo Miroku, pensando en cuál sería el motivo de que ellas hubieran salido de clases sin avisar y sin regresar a casa.