Disclaimer: Los personajes e historia original le pertenecen a Rumiko Takahashi. Esta historia pertenece a una chica del foro ¡Siéntate! (luego, revelaremos a quien).

Fic participante del juego del foro ¡Siéntate!, Mes de la Amistad: Amigo Secreto. Este fic particular está escrito para Fireeflower, de su amiga secreta.

¡Le dejamos la pequeña viñeta para que lo disfruten!

Nota de autor: ¡espero que les guste!


Instants

Ornament

El imponente castillo estaba en penumbras, tan solo alumbrado por unas pocas lámparas. Kanna avanzaba a paso lento, con la mirada fija en el frente, sin ver nada realmente, tan solo dejándose llevar por sus pequeños pies descalzos. El espejo firmemente sujeto entre sus manos, contra su pecho—. Kanna. —Detuvo sus pasos y se volvió, viendo a Kagura avanzando hacia ella—. ¿Adónde vas?—No contestó. ¿Que a donde iba? Ni ella misma lo sabía. Simplemente vagaba sin rumbo. Kagura se encogió de hombros—. Naraku quiere que vigiles a Kohaku, al parecer ya no se fía de mí—dijo con burla. La niña simplemente dio vuelta y siguió su camino. Kagura se encogió de hombros otra vez y desapareció.

Halló al muchacho sentado sobre la baranda del castillo, observando la lejanía. Se puso a su lado, fijando la vista en la misma dirección—. Kanna—saludó, sin siquiera mirarla. Sabía que la niña no le contestaría.

—El sol—Kohaku parpadeó y la miró, ligeramente sorprendido—, parece fuego. —El chico clavó de nuevo la vista en el horizonte y asintió.

—Sí, parece fuego—murmuró, evocando en su mente a Kirara. Algo en su pecho dolió al acordarse de la gatita ¿estaría bien? ¿Y su hermana?

—El fuego quema. —Kohaku ladeó la cabeza. ¿Estaba Kanna iniciando una conversación?

—Depende—replicó—. A veces, resulta simplemente cálido. —Esbozó una pequeña sonrisa. Saltó de la baranda y la cogió de la mano, instándola a seguirlo. Sencillamente, Kanna se dejó llevar.

Atravesaron la mitad del castillo hasta el jardín. Allí, Kohaku se detuvo y se arrodilló en el suelo, comenzando a coger flores. Kanna lo observaba inexpresiva, sin hacer o decir nada, como era su naturaleza—. Vamos. —Kohaku tiró de su mano y la obligó a arrodillarse a su lado y a soltar el espejo. No le gustaba que Kanna fuese tan cerrada y callada. Vale, era la nada, pero era una niña.

Kanna rodó los ojos, viendo como el chico le llenaba el regazo de flores azules. Tenía que reconocer que eran bonitas. Luego, se fijó en como cogía otro montoncito y les cortaba los tallos, hasta dejarlos todos a la misma altura. Vacilante, Kanna tomó una de las flores entre sus manos y le cortó un trozo del tallo, dejándola a un lado. Luego tomó otra, repitiendo la operación. Enseguida se vio a sí misma ayudando a Kohaku a armar un ramo.

El muchacho castaño le sonrió, y Kanna sintió algo nuevo crecer en su interior. Con un movimiento delicado, Kohaku llevó la mano a una de las flores que adornaban su pelo, a los lados de su cabeza, y se la quitó, para seguidamente colocarle una de las bonitas flores azules que habían recogido—. Un toque de color nunca viene mal. —La sonrisa seguía adornando sus facciones y Kanna sintió crecer aquella calidez en su pecho—. Te queda bien, deberías probar a llevar colores más alegres. —Kohaku se levantó y se fue, con el ramo entre sus brazos. Kanna se quedó viendo como desaparecía de su vista. Agarró el espejo nuevamente, apretándolo contra su pequeño cuerpo.

Una tenue sonrisa asomó a sus labios, a la vez que la extraña calidez subía hasta sus mejillas.

Tal vez, sí pudiese sentir algo, después de todo.

Fin


Nota de autor: 550 palabras, pueden llamarle intento de drabble, si quieren jeje… ¿adivinará el destinatario quién soy? ¡Y anímense a entrar en el foro! ¡Sonrisas y carcajadas garantizadas! (?).


¡Gracias a todos por leer! Esperamos ese comentario.

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