Nota de la autora: Bien, empiezo una nueva historia incluso si no he acabado la de Marcado como tuyo. No debería, pero bueno, esta es una serie de song-fics que publico también en Deviantart y en Potterfics, bajo sus respectivos seudonimos (LadyDarkBlood y Lady Antares). No tienen relación entre ellos, solo son canciones que me dan ideas y las escribo.
El Disclaimer: Por mucho que lo odie, Harry Potter y su mundo no me pertenecen, si lo hicieran os puedo asegurar que cambiaría muchas cosas. Y la canción es cosa de cada artista. Recomiendo escucharlas mientras se lee.
Capítulo I.- Shakira – Analogía – Hermione x Fred – Angustia/Drama
Para amarte necesito una razón
y es difícil creer que no exista
una más que este amor
sobra tanto dentro
de este corazón
No podía creerlo en el primer momento, no podía dejar de ver el cuerpo sin vida de su amor, de Fred Weasley, el gemelo que conquistó su corazón, bajo los escombros. No lloró, no delante de toda su familia, que estaba destrozada, no delante de su hermano gemelo que parecía que le habían arrancado la mitad de su alma. No, ella se arrastro hasta el baño de la segunda planta, intacto, sin ninguna Myrtle que la acosara a preguntas a medida que las lágrimas bajaban por sus sucias mejillas.
Los recuerdos del quinto año se empezaron a hacer dueños de su mente, cuando empezó a ver algo más que un payaso bromista incorregible en Fred Weasley, cuando con pequeños detalles, con besos furtivos, la iba conquistando, desterrando el amor que se fraguaba por Ron desde el primer curso.
que a pesar de que dicen
que los años son sabios
todavía se siente el dolor
porque todo el tiempo
que pasé junto a ti
Conseguía diferenciarlos, sabía que eso los hacía rabiar y de alguna insana manera, le encantaba…
-Fred, deja de hacer tonterías y devuélveme el libro – Le había dicho una vez, con una sonrisa bailando en la comisura de sus labios.
-¿Cómo nos distingues tan bien, Mione? – Le preguntó, sin acercarse a ella, sin dejar de sonreír, pero con la molestia tiñendo sus hermosos ojos. – Ni nuestra madre puede, en ocasiones.
-Porque no son iguales, Fred, ahora dame el libro.
Y la molestia se borró por asombro, y este por algo que no pudo descifrar de primera mano, no hasta que el pelirrojo se acerco y se agacho lo suficiente para besar sus labios, un beso de mariposa.
dejo tejido su hilo dentro de mí
y aprendí a quitarle al tiempo
los segundos tú mi hiciste
ver el cielo aún más profundo junto
a ti creo que aumenté más de
3 kilos con tus tantos
dulces besos repartidos
El primero de muchos, porque los labios de Fred buscaban los suyos, constantemente, cuando estaban a solas, su mano rozaba la suya cuando estaban acompañados, o simplemente la miraba, no hacía falta que hablasen para entenderse.
-Tu madre se enfadará cuando se entere – Le comentó una vez que estaban en el cuarto de los gemelos, hablando del futuro – Pero es un plan genial.
-Es nuestro sueño, Mione, una tienda de bromas, y con el dinero que Harry nos prestó, es posible – Se perdió durante un segundo en sus castillos en el aire – Y si todo va bien, cuando todo acabe, la tienda seguirá en pie, y yo podré cuidar de ti.
-Todo saldrá bien, pero no cuidarás de mi, cuidaremos el uno del otro – Se recostó en su pecho, dejando que su mano se perdiera entre los indomables rizos castaños – Y podremos vivir tranquilos.
Se besaron una y mil veces, sin parar más que para respirar, en aquella cama individual, con las risas y jolgorios en el jardín de la Madriguera.
-Te quiero, Hermione, nunca lo dudes.
-No lo dudaré, si no me abandonas jamás.
Había sido una promesa estúpida, una idiota, absurda y rota promesa, porque su muerte no había sido planificado, él no había querido morir de ninguna manera. No tenía ese deseo suicida. Sollozó, escondiendo la cara entre las manos, no solo por él, sino por todos los que habían muerto, en ambos bandos. Todo por un desgraciado y abominable ser y sus ansias de poder.
desarrollaste mi sentido
del olfato y fue por ti que
aprendí a querer los gatos
despegaste del cemento
mis zapatos para escapar
los dos volando un rato.
¿Cuántas veces le dijo que debía mantenerse a salvo, evitar meterse en problemas y no hacer nada estúpido? Se lo decía cada vez que la veía, desde mucho antes de que empezara la guerra, la auténtica batalla. Después de lo del Ministerio, cuando todos dormían en la enfermería, estaba a su lado, murmurándole enfadado, porque estaba herida, y le había dicho tanto que tuviera más cuidado. Había ido con el resto de su familia, pero se quedó allí con ella después de ver que Ron y Ginny estaban, dentro de lo que cabía, bien.
-Deja de refunfuñar – Susurró nada más despertarse, perdiéndose en los ojos azules de Fred – Así pareces una vieja rezongona.
-Y tu una niña maleducada – Le sonrió, se quedaron tan cerca el uno del otro, mirándose fijamente. – Pero así te quiero.
-¿No estás enfadado conmigo, abuelito? – Preguntó, sonriendo, pero preocupada por si se enfadaba de verdad.
-No contigo, pequeña, con Dolohov, ese…las pagará – La beso, una y otra vez, como solo Fred sabía besar, con besos de mariposa, apasionados, largos, profundos. Sin un patrón.
pero olvidaste una final
instrucción porque aún
no sé como vivir sin tu amor
Y de nuevo solloza, recordando el cuerpo sin vida, sin la sonrisa, sin la mirada traviesa. Jadea, se ahoga, siente nauseas y aun así tiene que sacar fuerzas de donde no queda nada para levantarse, limpiarse las lágrimas, porque no es la única que sufre, ahí fuera están sus hermanos, sus padres, que nada saben de su relación, que nunca lo sabrán porque ya no hay relación que anunciar.
-Y me dijiste que no me abandonarías – Tenia que culpar a alguien, Bellatrix ya estaba muerta, y había sido una promesa estúpida, pero era un clavo ardiendo al que aferrarse para no caer más hondo – Me lo prometiste, ¿por qué te creí?
y descubrí lo que
significa una rosa
me enseñaste decir
mentiras piadosas
-Nos vamos a la cama, mamá – Ginny subía con ella, sonriendo, sin saber qué en cuanto ella se durmiera, Hermione saldría de su habitación. – Buenas noches, Mione.
-Buenas noches, Gin, que descanses – Cerraba los ojos, disimulando una sonrisa de anticipación.
para poder a verte
a horas no adecuadas
y a reemplazar palabras
por miradas
-¿La pequeña ratita de biblioteca se ha vuelto a escapar? – Siempre quedaban en el mismo lugar, la vieja habitación de Bill, alias trastero – Menos mal que soy bueno atrapando cosas.
Reían, perdidos en su pequeño y travieso juego, lleno de miradas y caricias, él era dulce, ella se deshacía entre sus brazos, se daban el uno al otro en la vieja cama, sin hacer nada por evitar que los escucharan.
-Cuando todo acabe...-Ese era el mejor tema para cuando terminaban desnudos – Ya no tendremos que escondernos en esta habitación.
-¿Ah, no?
-No, echaremos de una patada a George de nuestro cuarto y mi madre llamará a la puerta, gritando que tienes que mantener tu virtud – Rompían en carcajadas por la imagen mental de Molly Weasley fuera de la habitación mientras se dejaban llevar.
y fue por ti que escribí más
de 100 canciones
y hasta perdoné tus
equivocaciones
- Fred, ¿has vuelto a esconder mi ropa interior?
-¿Yo? Qué va…estaba demasiado ocupado, habrá sido un gnomo de jardín. – La besó antes de terminar de vestirse – Pero puedes ir por ahí sin ropa interior. ¿Quien va a notarlo?
-Pues si al gnomo de jardín le da por enseñar mis bragas por la cocina…Todos verán mi ropa interior.
-Gnomos pervertidos, no te preocupes, ya aparecerá y nadie verá las bragas que te pones para mi.
-No tienes remedio.
-Yatiteencanta.
y conocí más de mil formas de besar
y fue por ti que describí
lo que es amar
lo que es amar...
Salió del baño, le temblaban las rodillas, habían levantado las piedras, los hermanos mayores mantenían a su madre y a su hermana, que lloraban desconsoladas, Percy parecía en estado de shock, pero el que peor lo pasaba era George, que abrazaba el cuerpo. Ron fue el primero en verla, parada en mitad del desastre, con el pelo revuelto, los ojos hinchados.
-Herms… - Fue hacia ella, despacio, él también tenía las mejillas sucias, con las marcas de las lágrimas.
-Se ha ido, se ha ido de verdad – Murmuraba, nuevas lágrimas, y el corazón más roto que nunca. – Me abandonó. Después de todo.
Fred se había ido. La había abandonado. Después de enseñarle lo que era amar de verdad. Dejándola sola, rota, sin poder volver a sentir nada más que dolor.
Ya no había castillos en el aire, no había sueños, no había más "te quiero", no más escapadas nocturnas al cuarto de Bill, no más gnomos pervertidos, ni bromas con doble sentido sobre la mesa. No le quedaban más que los recuerdos y un corazón roto.
