Tamaki solía frecuentar una cafetería tranquila.
—Solo necesito tiempo con él, necesito decirle que estaré ahí…
Para los amantes de la cafeína no había gozo mayor que el impregnarse del aroma fuerte del café.
—Creo que hemos sido claros con todos… usted no será la excepción, Mirio Togata.
El suave lo-fi ambiental ponían incluso algunos a dormir, Tamaki era parte del círculo de escritores; se sentaba retirado de todos y se ponía a escribir lo que quisiera.
—No pueden hacer esto ¡Él nos necesita!
—O más bien, usted lo necesita.
No había razón para husmear lo que hacían los demás porque estaban absortos en su mundo.
—Piense que es lo mejor para Amajiki… ¿Arriesgar a que su vida vuelva a ponerse en peligro? Cuando tiene la oportunidad de llevar una vida normal y tranquila.
—Esto no es lo que él querría.
—Usted no decide por él.
Las puertas se le cerraron a Mirio delante del edificio gubernamental, con sus manos hechas puños y una sensación de impotencia que solo era superada por su hambre de actuar. Y entonces lo decidió.
Ellos no tienen por qué saber.
Hasta que una taza de latte de pronto fue servida delante de sus nariz.
VOLVER A CONOCERNOS
Tamaki era una persona común dentro de un mundo de héroes, por las mañanas en su camino al café podía ver a estos profesionales haciendo su trabajo, obrando el bien con los civiles. Estos personajes llenos de coraje y valentía salían por las calles iluminando el día dentro de la agitada metrópolis. Para alguien sí que debían de ser importantes. Tenían fanáticos, tenían fama pero sus desinteresados servidores no buscaban eso sino la seguridad.
Eso era admirable sin lugar a dudas pensaba el azabache.
Incluso por las noches, el alboroto lo despertaba. Y la vista desde su departamento podía alcanzar a ver el lado caótico de vivir en un mundo con gente con habilidades especiales, cuando el fuego es inmenso tanto que logra pintar el cielo de rojo, el humo cubre la ciudad y parece el infierno en la tierra. Tamaki siente que puede llegar a ser el fin de todo.
Y al reflexionar recuerda que todos en realidad estamos más cerca de la muerte. Pero más los héroes ¿No es así?
Entonces cuando recuerda en ese sujeto que le viene a ver diariamente al café, Lemillion; en realidad teme mucho por ese hombre, porque entonces se vuelve consciente de que esta buena persona puede que algún día tenga que decir adiós definitivamente.
Era una sensación abrumadora.
—Llegaste más temprano de lo usual, Togata.
El muchacho susodicho sonrió en cuanto lo vió, esa sonrisa atractiva que gritaba «Tu ser entero chilla que eres un héroe de pies a cabeza», o de esos que podrías verlo en una revista para adolescente con una cabecera de « ¡Ven y conoce al top 10 de héroes más guapos con los que quisiera tener una cita!» sí, fácilmente podía ver a Togata en una de esas revistas sin sentirse realmente sorprendido.
―Sí, dentro de poco iniciará mi turno de patrullar y pensé que podría verte antes de entrar.
Tamaki siempre tuvo curiosidad y creía que era hora de preguntar.
―Si no te molesta… que pregunte.
―Nunca en la vida ¿De qué se trata?
―No es que me moleste que estés aquí… pero ¿Por qué de repente haces esto? Venir a verme a mí, invitarme el café todo el tiempo… no soy alguien precisamente interesante que tenga mucho que contar… tu y yo somos muy diferentes entonces no entiendo.
La pregunta pareció descolocarlo, tuvo que pensarlo unos momentos antes de responder pero le parecía tan fácil la pregunta, algo que lo tenía tan en claro.
―Vamos, ¡No pienses eso de ti! Tienes un montón de virtudes ―dijo jovial Mirio tendiéndole el latte a Tamaki quien ya por la costumbre solo agarraba el café y procedía a dar un trago. Pero tan solo vio como el rubio se le acercó rompiendo ese espacio personal que lo ponía demasiado inquieto, su voz ahora más bajita y discreta como si estuviese a punto de contar un jugoso chisme.― ¿Quieres saber un secreto?
Tamaki el chismoso de closet asintió.
―Yo también soy humano.
No era lo que esperaba pero captaba a lo que se refería; Mirio continuó.
―Yo tampoco creo que soy la persona más divertida del mundo… me gusta ver stand-ups y reírme hasta expulsar leche por la nariz ¡Una vez lo hice! Dolió mucho, me gusta salir y sacar a mi perro ¡Se llama Titán! Por una buena razón pero ¿ves a lo que me refiero? No es que haga deportes extremos ni nada ¡Tú en cambio hay un mundo entero dentro de tu cabeza! Con ideas, historias increíbles eso sí que es interesante, ustedes son esa clase de mentes creativas que alimentan nuestro aburrimiento ¿Entonces que me decías? ―terminó con una ceja alzada, voz retadora e incluso su pose, su brazo recargado en la silla que expresaba «Te desafio a que te devalúes otra vez, porque tengo más razones para demostrar lo contrario».
Las mejillas de Tamaki estaban rojas, prueba de que no solía recibir esos halagos.
―Y sin embargo me encontraste… ―sonrió Tamaki tímidamente dándole otro sorbo a su latte.
― ¿Cómo no hacerlo? ―Mirio está seguro de que proyectó demasiado en su respuesta por lo que carraspeó teniendo una gran idea.― Adivina que ―canturreó el rubio preparando sus bolsillos, Tamaki por un segundo pensó que sería algo malo por lo que se hundió en su asiento emitiendo un pequeño y patético chillido de perro chihuahua.
―Espero no sea una rata muerta.
― ¡Sí―? ¿Noo? ¿Por qué? Oh espera ya entendí tienes gato haha si tiene mucho sentido. ¡Pero no! Encontré por internet que dentro de unas semanas sería...
― ¿El Festival Medieval? Que gran idea ―los ojos de Tamaki se iluminaron enormemente. Mirio asintió con orgullo. No había mayor satisfacción que ver al azabache siendo feliz, y ambos estaban disponibles para poder ir ¡Sonaba como un buen plan! Ambos podrían ir disfrazados, Tamaki de elfo y Mirio seguramente iría de caballero ¡O tal vez de jinete! Las posibilidades eran muchas, parecía estar anticipándolo más que el propio Tamaki.
Su tiempo se había acabado para el rubio pero prometió regresar, y solo necesitó de ver a Tamaki sonriendo para alegrarle la semana entera. Abandonó la cafetería «Morceau de Ciel» pasando por su pequeño jardín de hortensias y detenerse a escuchar el silencio porque aun estando en medio de una zona central donde el ruido satura tus oídos aquí es sumamente callado, tranquilo. Como si todo el mundo le guardase respeto a esta pequeña parte de la ciudad.
Se subió a su bici y dispuso de irse al trabajo. Si se apresuraba llegaría a tiempo e incluso alcanzaría para agarrar a Deku haciendo su rutina del té, bien sabe que ella hace una taza para todos sus compañeros de trabajo y Mirio no quiere que el suyo se enfrié.
En medio de su camino al trabajo podía observar espectaculares con comerciales de belleza, no era extraño ver a Uwabami luciendo cual Diosa ―cosa de todos los días―, en producción están fascinados como parte de su carisma viene de su misma personalidad. O incluso podía ver más espectaculares sobre los momentos más memorables de este mes, Red Riot estaba entre ellos.
Por ir mirando hacia arriba por poco y no alcanza a ver al policía de tránsito dándole el pase a los niños que iban a la escuela, sin embargo ese breve tiempo sin estar en movimiento, su celular sonó con el tema de la Marcha Imperial.
― ¿Togata vienes en camino? ―inquirió una voz femenina cuyo tono se le antojaba discreto, nada parecido al tono normal de Midoriya.
―Estoy a la vuelta de hecho ¿Le ocurrió algo a mi taza?
La chica aunque sonaba angustiada se detuvo un momento para responderle que su porción estaba asegurada en el microondas, no saben lo tranquilizador que fue escuchar eso.
―Hay alguien que quiere verte ―lentamente la peliverde mordisqueó las palabras como si el solo decirlas le creasen unos nervios. ―Y no está precisamente feliz.
―Oh sobre eso, me disculparé con Centipider cuando llegue.
Al otro lado de la línea la angustia de Deku era audible por su malestar.
―No… no es él.
Justo estaba encontrando lugar para detener su bicicleta cuando sintió una persona cruzarse en su camino, su reacción afortunadamente fue frenarse abruptamente, pero la imprudencia del transeúnte le hizo casi reaccionar molesto, menos mal que su boca se cerró cual bragueta mágica cuando dicho transeúnte destilaba un aura oscura y peligrosa. No, no era debido a que vestía de negro, era por sus ojos que te apuñalaban como si tú tuvieses la culpa de haber pateado un gatito.
Pese a todo el miedo que sentía en sus huesos, fracasó gloriosamente al lucir relajado.
―E-Easer…head que… milagro. Mírate estás… ¿Más joven? ¿Cómo de quinceaños?
Atrás de este héroe profesional, se encontraba su amiga quien lucía igual o más muerta de miedo que él mismo. Con sus facciones ella suplicaba que simplemente no dijera ni una sola palabra más porque solo lograba empeorar el humor de Easerhead, si no moría ahora lo haría adentro de la agencia donde no habría testigos oculares.
Estaba en muchos… muchos problemas.
―Sabes por qué estoy aquí ―empezó Aizawa cruzando los brazos, si algo bueno podía salir de esto era que al menos la discusión no se liberaría adentro, donde cualquier trabajador podría escuchar y enterarse del chisme del año. Se encontraban en la terraza de la agencia sintiendo el viento fresco de la mañana.
―Me gustaría que nos viéramos en circunstancias más… agradables ―masculló el rubio encogiéndose de hombros y viendo a su ex maestro desde abajo.
―Sí… pero por culpa de alguien no es así.
No había forma de que Mirio pudiese alivianar esta situación por medio de chistes de televisión o frases de películas, mucho menos memes. Aizawa odiaba los memes estúpidos, tendría que lidiar esto siendo serio, a decir verdad Mirio ya tenía una idea del tipo de reprimenda que le darían aunque nunca pensó que lo atraparían tan pronto. Se pasó una mano detrás de la nuca sin importar que su cabello se despeinará y una inquisición creció en sus facciones mirando discretamente hacia la puerta de la terraza.
―Quiero aclarar algo antes de empezar, Midoriya no tiene nada que ver con esto... ella…
―Así como tú, me escondió que te estabas viendo con Amajiki… eso la convierte en secuaz de tus acciones, no me sorprende siendo honesto ―Aizawa inhaló su pecho severamente sin quitar sus ojos furiosos del muchacho rubio―. Pero no lo vi venir de ti, pensé que seguías ese modelo perfecto de héroe ¿eh, chico estrella?
El adulto menor terminó mordiéndose la lengua conteniendo sus palabras.
―En esa reunión todos quedamos en claro que no interferiríamos en la vida de Amajiki, no puedes solamente desobedecer órdenes a tu antojo solo porque eres―
―Es precisamente por eso que lo hice ―interrumpió Mirio haciéndose chiquito delante de un enojado Aizawa. ―No solamente era mi prometido… era también mi compañero, mi mejor amigo… ¿Y-y simplemente quieren que yo olvide todo eso? ―Mirio gruñó con sus palabras extendiendo sus brazos como denotando lo obvio, incluso asintiendo dándose la razón. ― Ustedes piensan demasiado frío.
―No te atrevas a poner palabras en mi boca, hijo ―Aizawa dio un solo paso, solo eso bastó para tener justo de frente a Mirio Togata; se sintió como un paso gigante, con demasiada confianza, intimidante, estremecedor. El menor no podía echarse atrás, no con esto.
―Estas medidas son muy extremas ―intentó nuevamente el rubio.
―Eres egoísta, eso es lo que eres… ¿Estás pensando en Hadou? ―Aizawa dio una breve pausa para frotarse la sien, irritado pero también cansado. ― Que me dices de Fat Gum… o de Kirishima… ellos también quieren volver a verlo y tú estás aquí viviendo la gloria porque crees que no pueden verte pero te tengo noticias, chico maravilla.
Todo lo que necesitó fue ver a Aizawa extrayendo de su saco oscuro un CD tendiéndoselo insistente.
―De no ser porque yo extraje la cinta de grabación a tiempo antes de que los guardias supervisaran tu estarías a manos del mismo gobierno ahora mismo y ellos pueden meterte en prisión si así lo desean.
―Eso es imposible.
―No, pero nuestro gobierno es "flexible" en cuanto a meter a gente a la jaula se trata ¿justicia, no es eso? ―añadió el mayor haciendo el ademán de las comillas.
Ahora que estaban en silencio podían ambos apreciar cuan silencioso es el sitio en verdad y que ese ruido que pensaban que era, se trataba de quien alzaba más la voz. Este breve tiempo que tuvieron para calmarse les sirvió mucho para pensar, ambos lados estaban equivocados pero también tenían vestigios de razón. Sin embargo era Mirio quien tenía las de perder y eso le resultaba frustrante, se frotó la nariz con el dorso de su mano recién reparando en esas ganas de soltarse a lagrimear; no obstante siguió aguantando.
―También quisiera preguntarle cosas ¿Qué está haciendo actualmente? ¿Cómo le está yendo? ¿Recordará algo? ―se sinceró su ex maestro mirando a ese bonito cielo azul que se reflejaba en los rascacielos. Mirio miró a su profesor y decidió mirar el mismo punto, ese azul que parecía inverosímil en comparación al gris denso sobre ellos.
―Podrá hacerlo, una vez que Tamaki ya no esté bajo protección.
―Lo suficiente como para que su nombre se borre del mapa y su identidad no sea reconocida.
Mirio alzó sus ojos hacia Aizawa, con un claro significado de: «no pueden hacer esto» pero ya no tenía más energía para discutir.
―SunEater… él es demasiado grandioso como para simplemente olvidarlo con el tiempo ―opinó feroz Mirio, la gente que estaba a los pies de los edificios, caminando, corriendo o paseando, en compañía o solos. Ellos en algún momento debieron haber visto las grandes hazañas de ese gran héroe, más grande que Lemillion. Sin tener la intención de hacer reír juró haber escuchado una risita gastada por parte de Aizawa.
―De verdad lo tienes en gran estima.
Fue turno de Mirio para reírse, su forma un poco más escandalosa y vivaz.
―Mejor dicho, lo amo.
Y esa era la pura sencilla verdad, lo amaba demasiado que era imposible quedarse callado a las órdenes de sus superiores, él no podía hacerle eso a Tamaki. Y sin él ha sido difícil, Mirio era un imprudente de sangre caliente que se dejaba llevar fácilmente por su corazón antes que su cabeza. A veces gustaba pensar que Tamaki seguía siendo el mismo, que ambos despertarían en la misma cama; el quien despertara primero haría el desayuno, Mirio no tenía aptitudes culinarias por lo que pediría a domicilio ―no sin antes haber quemado la cocina―, irían juntos al trabajo. Aunque de distintas agencias, ellos se darían el clásico beso de la buena suerte. Y todo seguía siendo perfecto como siempre.
El rechinido de la puerta de salida de emergencia los despertó de sus trenes del pensamiento, dándo a ver a una pequeña jovencita albina y a su lado Midoriya quien había cometido la torpeza.
―Siento haber interrumpido… Eri quería ver a Mirio.
― ¡Y por qué la señorita Midoriya quería espiarlos! ―soltó Eri con toda sinceridad corriendo a abrazar a Mirio quien se sentía un poco más afortunado de poder ver a la niña.
― ¡¿Qué!? ¡Pfft! ¡Claro que no! ¡Y-yo no haría algo así! So-solo quería ve-verificar que no estuviesen peleando o… discutiendo en voz alta…
―Lo cual sí estaban haciendo ―volvió a regurgitar Eri con toda sinceridad esta vez haciendo ademanes de un alta voz, insinuando que la discusión entre Mirio y Aizawa pudo haber sido un poco más intensa de lo que querían.
Mirio estaba apenado, más tarde debía disculparse con la peliverde. Si no fuese por las palabras de Aizawa tal vez nunca se hubiese dado cuenta de lo que terminó involucrando.
―Solo quería decir que no fuese tan duro con Togata ―dijo la chica sintiendo sus mejillas coloradas de los nervios. ―Prometemos no meternos en más problemas ―Mirio notó que la peliverde estaba lista para hacer una gigantesca y vergonzosa reverencia delante de su profesor en caso de que no tuviera misericordia, y si alguien podía hacerte sentir mal era ella con sus grandes lágrimas de cocodrilo.
―Más les vale que esta sea la última vez, no seré la niñera de ustedes por siempre. Sigo siendo maestro de UA y me tengo que encargar de otros mocosos, háganme la vida más fácil y hagan lo que les dicen ―sonaba como una amenaza debajo de la mesa, suavizado porque había una niña presente. Pero de no haber sido así, Aizawa los hubiera masacrado física y emocionalmente, jurado por la tumba de sus abuelos que no saldrían bien parados para la próxima. Se notaba que ahora Aizawa Shouto tenía un filtro parental.
― ¿Señor Togata algo malo pasa?
―No pequeña, todo está en orden ―sonrió Mirio arrodillándose delante de la albina quien hizo un mohín con sus cachetes.
―Sé que mientes pero no me quieren decir porque creen que no voy a entender ―rezongó la niña.
―Eri, cuando seas grande. Hablaremos sobre esas historias que tu tía Mt. Lady lee que son muy profundas y dramáticas.
― ¿Las que son para mayores de edad? ―de pronto la niña se vió más alegre.
― ¡Las que son para mayores de edad! ―concordó la peliverde para conducir a su ex maestro y a Eri hacia los interiores de la agencia.
Si había alguien a quien glorificar aquí era a Moashi por ser un jefe tan comprensivo, tal vez compensando la severidad de Sir Nighteye. Midoriya Izuku solo era la punta del iceberg del número de conocedores sobre el secreto de Mirio, el mismo jefe de la agencia y la señorita Kaoruko quienes indirectamente apoyaban los motivos de Togata. No significaba del todo que le dieran riendas sueltas sin embargo conocían la historia, todos lo sabían y no soportaban ver al joven muchacho siendo miserable.
Por hoy debido a la visita de Easerhead, su entrada al trabajo se vería aplazado con la condición de salir horas tarde. Bubble Girl amaba cuando no era la última en cerrar la agencia, y como le tenían confianza a estos dos bien podría confiarle la llave a estos dos grandes héroes profesionales.
Héroes.
Profesionales.
Sin embargo terminaron asaltando el deposito escondido de uno de los trabajadores de la agencia, aquel pobre hombre cuya particularidad solo se activaba tomando cantidades de alcohol. Un quirk de doble filo muy estúpido además pero adivinen quien era el empleado del mes.
En cuanto terminaron de limpiar, el mismo que sugirió la idea fue Mirio Togata. Hoy fue un día de muchas emociones, quería ahogarse en alcohol etílico y tenía aquí a una buena compañera de tragos, quien era muy mala bebedora pero para eso estaban los amigos. Por eso sentados en el despacho de Mirio terminaron tomando a la vez que suspiraban cuales viejos y derrotados ancianos destrozados por los altibajos de una vida de fracasos.
― ¿Y viste a la persona que me pitó aun cuando salve su costosísimo carro de ser arrollado por ese tráiler? Pero le pedí a Dios que me diese paciencia y no fuerza porque o sino lo mandaba hasta China ―dijo Midoriya entre risas, sintiendo el ligero efecto del tequila haciéndole efecto.
―Es gracioso como tienen expectativas sobre nosotros, quieren que seamos puros de mente y obra pero ¿Así es como algunos nos pagan? Ahora entiendo con lo que debe lidiar ese chico Bakugo.
―Kachaan siempre ha sido difícil de manejar pero encuentro muy correcto que al menos ahora no haga explotar todo al final de cada día ―sonrió la heroína terminándose el pequeño vaso de un solo trago y luego encontró curioso otra cosa. ― Míranos, dos grandes héroes poniéndose ebrios en el despacho por la noche ¡Si nos vieran nuestros fans!
Mirio terminó riéndose junto con ella, de pronto lo que dijo sonaba cinco veces más gracioso.
―Te digo, esperan que seamos perfectos pero la verdad es que solo es la percepción que creamos… Lla vida es mierda para todos, para los héroes no es excepción. Déjenme tener tequila por lo menos.
Midoriya murmuró un pequeño "amén" mientras se servía más y dejaba que el tequila llenara su vaso; arrastrando las palabras añadió
―Sabes que no deberíamos estar haciendo esto en el trabajo.
―No ―respondió Mirio enseguida. ―Hay un lugar y un tiempo para estas cosas… traicionamos la confianza de Centipider.
― ¿Eso hicimos? ―inquirió Midoriya con los ojos acuosos. ― Deberíamos dejar de tomar, esto no está bien ―dijo ella mientras le daba un sorbo a su vaso.
―Si lo piensas, en realidad no tenemos un lugar para esto… si vamos a un bar haremos un escándalo, si vamos a tu casa levantaremos a Todoroki con tus lloriqueos y porque yo suelo cantar...
―No puedo hacerle eso a Shouto.
―Sí, y si vamos a mi casa igual habrá escándalo.
― ¿Sugieres que sigamos tomando? ―Mirio asintió y continuaron tomando. La manera en como tomaban decisiones en estado de ebriedad eran tan fácil que envidiaban esta habilidad ¿Por qué no podían ser así cuando estaban sobrios? Cuando tus pensamientos no te hacían ruido en los oídos y simplemente tomabas la decisión que querías, Mirio deseó que las cosas fueran así de fáciles.
El ligero ronroneo que hacía Midoriya cuando tomaba esa casi arrullador pero ella tenía sus ojos puestos en ese lindo anillo que Mirio todavía cargaba.
―Estuve pensando en lo que dijo Aizawa ―su voz sonaba tan suave que Mirio tenía que esforzarse en escucharla.
―Oh yo también.
―Sí, sí espera aquí va… ellos vigilan ¿cierto?
―Gracias por recordarme que estoy condenado.
Midoriya entre risas le tapó la boca a su amigo como si este fuese a soltar un secreto.
―No… solo se me ocurre alguien que nos puede ayudar… pero no estoy segura si él quiera.
Mirio seguía en su pequeño trance de ebriedad pero al procesar la palabra «ayuda» comenzó a creer que los milagros sí existen, escuchó atento la propuesta de la mujer y no pudo evitar sentir que la quijada se le caía. La peliverde estaba igual de ebria que él, en ese momento los dos adultos creyeron que podría ser una oportunidad desafortunadamente como «senpai» debía ponerle freno a estas ideas locas.
―Espera no, si hacemos eso ¿Sabes lo que está en juego?
Midoriya no lo pensó mucho pero estaba muy segura, lo que le provocó miedo.
― ¡Podría haber severas consecuencias! Creo que esto no lo estás pensando bien Midoriya.
―No, no… hablo en serio, digo sí es riesgoso pero… creo que he pasado por cosas peores.
―Esto es diferente…
―Togata, quiero que reflexiones un momento ―puso una mano en cada lado de las mejillas de Mirio exigiendo que se enfocara, ella a pesar de que arrastraba las palabras se le veía con un semblante verdaderamente intenso.―Nosotros los héroes no somos marionetas del gobierno, estamos para servir a la gente. Nuestro trabajo es salvar vidas ¿Pero qué hay de las nuestras? Lo que le pasó a Tamaki es… trágico pero él no lo sabe ¿Qué hay del amor? Continuar sus vidas el uno sin el otro… no es correcto.
―Realmente extraño a Tamaki ―dijo el ebrio de Mirio. ― Pero que pasa si esta vez… ¿Él no busca alguien como yo? ¿Realmente puedo llegar y poner todo en juego por una posibilidad? Aizawa tiene razón… estoy siendo egoísta.
Midoriya terminó desparramándose en su asiento tomando su vaso de tequila.
―El amor por esencia es egoísta, dejar ir al amor de tu vida sería como el mayor error que podrías hacer… además, yo quiero que estén juntos.
― ¿En serio? ¿Por qué?
― ¿¡Y todavía lo preguntas!? Ustedes son súper lindos juntos ¡Los amo! Son como ese ejemplo positivo para la campaña de «Las parejas LGBT pueden adoptar» honestamente son la relación más sana que he visto y… si ustedes sienten otra vez esa chispa… Significa que siempre fueron el uno para el otro.
Mirio debía de admitir que eso le había hecho sentir emociones en su pecho, sin embargo Midoriya se adelantó y comenzó a llorar antes.
El mayor se había encargado de llevar a su amiga de vuelta a su hogar, donde estaría Todoroki esperándola. Aunque los dos ―uno más sobrio que la otra― se habían ofrecido a que se quedara, el rubio prefirió correr a su respectivo departamento. Su cabeza no podía evitar pensar en lo de hoy.
Sentía miedo, inseguridad… pensó en la imagen de héroe que el proyectaría al mundo… un cúmulo de antivalores, todo siendo jugado por un pequeño "y si…" pero dentro de esa negatividad también sentía esperanza.
Al llegar a casa, su perro titánico lo recibió cálidamente con su lengua larga y húmeda. El silencio era… aplastante.
Tras darle de comer a su mascota, la ebriedad le hacía malas jugadas y podía ver a Tamaki acercándose a él rodeado de su manta favorita preguntándole sobre su día, por qué tomo o él platicaría sobre lo que le pasó. Cualquier cosa de la que le hable para Mirio sería interesante y quisiera escucharlo todo, porque extrañaba la cotidianeidad, extrañaba todo.
Solía tener el sueño pesado pero aquella noche algo le hizo despertar, la zona donde vivía era un tanto callado, los vecinos no es que tocaran una banda de metal rock pero a estas horas solían estar dormidos, su celular vibro iluminando la pantalla. Su gato quien vigilaba desde la ventana comenzó a maullar.
Tamaki dejó salir un murmullo entre sueños, la vibración no pasó desapercibido por el azabache quien decidió checar sus mensajes.
No reconocía el número.
El mensaje fue algo que no esperaría.
Las indicaciones, eran exactas. No salir de la habitación hasta que diesen la una, después de escuchar algo llegando desde su buzón debía salir para recogerlo. Era una serie de pasos bastante sencillos pero igual de sospechosos. No tenía idea de quién era el remitente; no saldría nunca de su habitación, pudiéndose tratar de un ladrón o un terrorista prefirió no abandonar su cama.
Alguien sabía su dirección y conscientemente alguien depositaría algo entre sus correos.
Llegado a la una de la madrugada, como lo prometido el sonido de un objeto cayendo dentro de su correo llegó y Tamaki decidió que lo mejor era llorar y tratar de dormir. El único inconveniente era que la intriga lo estaba matando, se detuvo a sí mismo antes de hacer una estupidez.
¡Podría ser una bomba, recuerda el caso de Bjork!
Su gato continuaba maullando y aruñando la puerta, cansado del ruido cedió ante las exigencias de la bola de pelos y ya que estaba afuera vio que tal vez podría recoger el paquete, si es una bomba bueno al menos murió amando lo que más le gustaba hacía hacer, morir. Alcanzó el pequeño paquete que tenía una envoltura muy breve.
Encendió la tele y se sentó en el sofá mientras sostenía un tazón de cereal, cortó la cinta y comenzó a abrir ese sospechoso paquete. La iluminación fría de la televisión contribuía a darle un toque siniestro al ambiente que no le hacía ningún favor al corazón del muchacho quien frunció el ceño al sostener el contenido. Lo que sus manos tenían era una genuina cinta VHS con su nombre escrito en él, lo que sea que haya en esta cinta debía de ser importante. Pero Tamaki había visto suficientes videos de terror esta noche como para saber qué es lo que pasaría ¿Debería quemar la cinta y esperar que una maldición caiga sobre él? ¿Llamar a la policía? Tamaki era un gatito miedoso que por esta ocasión se envalentono y decidió conservar el paquete.
Lo guardó en su clásica mochila y se apuntó mentalmente a investigar sobre el tema, quien sea que haya sido quería que Tamaki viese el vídeo.
Disculpen mucho la tardanza para quienes esperaron por la continuación, he tenido universidad ¡Y los trabajos están durísimos! Historia para otro cuento en fin, esta es la secuela de DEJAME INVITARTE UN LATTE. La cual pensé este "tiempo" que tuve, todavía sigo reafinando algunos detalles pero escribo lo que definitivamente es parte. Espero este a sus expectativas.
De todas formas si esta historia no resulta, voy a terminarla porque lo que empiezo lo termino *Metas de fin de año* Otra cosa que seguro notaron, Midoriya Izuku "Deku" en este fanfic es una chica/mujer/fémina/tiene periodos, sí. Porque mi capricho era incluirla al menos en una historia ¡Porque amo su versión femenina! Me encanta, la amo.
No me gusta prometer actualizaciones regulares (ni que fuera político), pero sí planeo aprovechar el tiempo para avanzarle a este fanfic antes de cada parcial. Señoritas, la universidad no se pasa sola (ojala) por lo pronto, les dejo con este primer capítulo y ¡Espero que les haya gustado!
