Capítulo 1

Era un día hermoso en el Sengoku, Miroku, Sango, Shippo y Kirara lo disfrutaban charlando alrededor de una fogata en la ladera del río, ya empezaba a hacer mucho frío así que se mantenían muy cerca del fuego. Pero Inuyasha permanecía alejado de ellos, impaciente. Se mantenía al lado del pozo, esperando inquieto que Kagome regresara. Ya llevaba más de 4 días en su época, e Inuyasha ya comenzaba a impacientarse por su ausencia.

Al fin, ya no aguantó más y se tiró al pozo, sin siquiera decirles nada a sus amigos.

- Esta vez aguantó unas horas más – rió Miroku.

- Excelencia... no sea así, usted sabe que a el le cuesta mucho aceptarlo.

- Esos dos deberían decirse todo y ya... ese tonto de Inuyasha tiene que darse cuenta de una vez por todas lo que hace sufrir a Kagome – dijo Shippo muy enojado.

- Es que el tema no es así de fácil, Shippo – dijo Sango, lamentándose.

Ya en la época actual, Inuyasha se asomó afuera de la pagoda del pozo, saliendo a las terrazas del Templo Higurashi. Entró a la casa y se dirigió directamente a la habitación de Kagome, ignorando el saludo entusiasta de Souta y la Sra. Higurashi. Iba con toda la intención de regañar a Kagome por su "irresponsable tardanza", pues consideraba que Kagome cometía una aberración al desperdiciar tantos día de fructuosa búsqueda de los fragmentos en estudiar para sus exámenes, y arrastrarla al Sengoku, con la excusa de seguir con la búsqueda de los fragmentos; pero al llegar a la habitación, no la encontró ahí y decidió esperarla, pues gracias a su olfato, sabía que Kagome se encontraba dentro de la casa.

Como se tardaba, Inuyasha no encontró nada mejor que ponerse a curiosear en las cosas de la chica. Llegó a un cajón lleno de unas prendas pequeñas y muy extrañas, y mientras pensaba de qué se podría tratar, entró Kagome a la habitación.

- Inuyasha, ¿qué haces aquí? – dijo un tanto sorprendida.

- ¿Eh?

Al voltearse Inuyasha; Kagome pudo ver lo que había estado haciendo, y al ver todas sus prendas intimas repartidas por la habitación enrojeció de inmediato, no sólo de vergüenza, también de ira contra Inuyasha; mientras una venita se asomaba en su frente.

- I...nu ...ya... sha... – comenzó Kagome, apretando los puños con fuerza.

Inuyasha tragó saliva, asustado, imaginándose lo que ahora se avecinaba.

- ¡¿Qué hacías con mi ropa interior? Depravado!

- ¿Qué... con tu qué? – En ese momento, al mirar nuevamente a Kagome, comprendió que no era el mejor momento para haberse encontrado.

Kagome venía recién saliendo del baño, la cubría sólo una pequeña toalla, más otra, aún más pequeña, que llevaba enrollada en la cabeza, por la cual escapaban unos cuantos rizos mojados, que caían juguetonamente sobre sus hombros, haciéndola ver todavía más bonita "si es que eso pudiera ser posible" pensó Inuyasha, mientras la miraba embobado, sin quitarle la mirada de encima, y sin poder pensar en otra cosa más que en lo hermosa que era.

Mientras tanto, Kagome enrojecía aun más al recordar su vestimenta. No sólo estaba avergonzada de la forma en que Inuyasha la miraba, todavía estaba enfadada por haber encontrado a Inuyasha husmeando en su ropa interior. Apretó aún más los puños, casi haciéndose daño, y gritó Osuwari´ con todas sus fuerzas.

Inuyasha, por supuesto, quedó estampado en el suelo de la habitación, con un cerro de ropa interior encima y una muy enojada Kagome gritándole;

- ¡Sal de mi habitación enseguida! ¡¿Cómo te atreves? Pervertido! ¡Cada día te pareces más a Miroku!

Inuyasha no entendía nada, ya estaba afuera de la habitación, con la puerta cerrada en sus narices, y una expresión, de confusión total. Todo había sucedido muy rápido, y lo único que se le venía a la mente era la imagen de Kagome en toalla, no podía quitársela de la cabeza, y no conseguía entender por qué.

Se sentó a un lado de la puerta de la habitación, apoyándose contra la pared, tratando de calmarse y de descifrar lo que había sentido. "¿Qué rayos me pasa? ¿Por qué late tan fuerte mi corazón?... es que se veía tan hermosa, parecía un ángel... ¡No...¿qué estoy diciendo!... ¡es una tonta, no tenía derecho a hacerme eso, yo no estaba haciendo nada malo!... creo". Cuando acabó de decirse todo eso, pudo percatarse de que la puerta se había abierto, y Kagome lo observaba desde hacía un rato en el umbral de la habitación, vestida, por supuesto.

Al mirarse a los ojos, ambos se sonrojaron al recordar lo recién acontecido.

Kagome aún fingía enojo, pero no podía controlar el latir de su corazón, su palpitar se había desatado después de lo ocurrido, y a pesar de que quería disculparse por su reacción, quizás un poco desmesurada, no le salían las palabras. Inuyasha tampoco reaccionaba , y se produjo un breve pero incómodo silencio, mientras ambos se miraban un tanto avergonzados.

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Por ser el primer capítulo lo hice más corto por que la verdad es que la historia la escribí de corrido y recién la estoy separando ahora, entonces me pareció que ahí estaba bien.. sino no se. Espero que les haya gustado y si no tb díganlo ;). Voy a hacer todo lo posible por actualizar luego y seguir con la historia. Adios.