みなさん、こんにちは
Cómo están ustedes?
Aquí estoy para traer una fic más... Y que no se trata de una nueva, ya que está publicada aquí en mi perfil en portugués ... ¡Pero, a petición, estoy trayéndola también en español!
En principio, la estoria se centrará en la relación de Sora y Yamato, pero a medida que sus pequeños hijos estén creciendo ellos también tendrán un foco importante en la trama.
Espero que les guste esa aventura y que aprovechen la lectura.
Y antes que nada, recuerde que Digimon y ni sus personajes me pertenecen, pero los hijos del Sorato sí son mis jajajjajaja XD XD XD XD XD
P.S.: Perdóname la gramática (Toda la ayuda es bienvenida n.n)
Minna Sora en Shita
Hitori Janai Yo
(Tú no estás solo)
By Misako Ishida
- ¿Usted lo cogió todo? - preguntó la mujer a su lado.
- Si amor. No olvidé nada esta vez. - dijo sonriendo de forma maliciosa.
- Menos mal. - alfiló la pelirroja.
Su marido se acercó a ella, tirándola por la cintura. Besó suavemente sus labios. - Te voy a extrañar. - dijo suavemente.
- Yo también. - respondió ella. Él la besó de nuevo, de forma amorosa. Amaba a aquella mujer con todo su corazón y cada partida era un sufrimiento.
- Estaré en casa a tiempo de nuestro aniversario de 15 años. - prometió abrazándola apretado.
- Voy a llegar primero! - escucharon a lo lejos una voz infantil gritando junto a pasos apresurados.
Vieron cuando sus hijos llegaron hasta la sala corriendo. Misako fue la primera llegada, saltando a los brazos de su padre. Ella tenía 7 años, tenía el pelo rubio y los ojos azules, así como su padre. Era una niña alegre, sensible y delicada, pero era geniosa, terca y tenía un temperamento difícil a veces. Misako podía llegar a ser muy fría y malhumorada cuando era provocada. Su madre le gustaba enfatizar cuánto era idéntica al padre, no sólo en la apariencia, sino en la personalidad también.
El segundo a si jugar en los brazos del rubio fue Shinjiro, el hijo menor de la pareja. Shinji, como era llamado por todos, tenía 4 años, se destacaba por su pelo rubio y los ojos azules. Era medio tímido y más cerrado. También tenía una personalidad que recordaba a su padre en la infancia; Tenía días en que estaba mal humorado y no le gustaba quedarse cerca de muchas personas. Pero era un niño cariñoso y servicial.
Unos instantes después, el primogénito de la familia Ishida estaba abrazando a su padre. Hidaka era hermano gemelo de Misako. Había nacido ocho minutos antes de su hermana, siendo entonces el más viejo de sus hermanos. Él era rubio, como su padre, y tenía ojos marrones rojizos, como su madre. Era un niño sonriente, cariñoso, agitado y juguetón. Estaba siempre bien humorado y sonreía en todo momento.
Yamato abrazó a sus hijos y su corazón se apretaba aún más. Aquellos niños eran el fruto de su amor con Sora y su mayor felicidad.
- Niños, papá necesita ir. Si no va a perder el vuelo. - alertó Sora.
Los tres se alejaron y uno de cada vez se despidió del rubio.
- Los amo. - dijo el patriarca al final.
- También te amamos, papá. - respondieron sus hijos juntos.
Yamato tomó su maleta y se fue a la puerta. - Ja ne.
Se despidió de su familia una vez más y salió. Después de que la puerta había sido cerrada, Sora se dirigió a los niños. - ¿Qué tal ustedes van a jugar mientras termino la cena?
- Sí. -exclamaron.
De la misma manera que llegaron, salieron. Corriendo. Y gritando. Ya estaba acostumbrada a tener tanto ruido en casa. Sonriendo, iba a la cocina cuando vio a uno de sus hijos parado en el camino jadeante.
- ¿Qué fue Hidaka? - preguntó preocupada.
- Nada mamá. - respondió mientras respiraba de forma agitada. - Estoy recuperando el aliento para poder vencerlos.
Sora vio cómo el chico empezó a correr de nuevo, más rápido que antes, y sacudió la cabeza. Aquellos niños eran imposibles.
XxXxX
Aquel había sido un día difícil. Estaba agotada. Sólo quería llegar pronto a su casa y acostarse en su cama. Su vida no estaba exactamente de la manera en que se imaginó que sería, pero no era tan lejos de lo que quería. Tal vez en partes.
A los 21 años se estaba casi formando en la universidad. Se casó con una persona que amaba y tenía una vida normal. Excepto por el hecho de que su marido, desde el inicio de su matrimonio, vivía en otro país.
Cuando se formaron en la escuela secundaria, Yamato la pidió en matrimonio. Los dos todavía eran nuevos, sin embargo, se amaban lo suficiente para juntar sus vidas. Pero el motivo mayor era que el rubio iría a Estados Unidos, pues su sueño era ser astronauta. Él quiso que la pelirroja le acompañara, cosa que ella negó.
No imaginaría su vida sin ella, por eso, el pedido. Con el dinero que juntó en el tiempo que había estado en la banda y más las economías de la pelirroja, ambos consiguieron comprar un pequeño apartamento para dar inicio a aquella vida compartida. A distancia, pero compartida.
Se veían dos veces al año. Sora iba a Estados Unidos en el verano y él se iba a Japón en el invierno. No era fácil, pero siempre se decían a sí mismos que podrían conciliar las cosas. Era el sacrificio para una vida mejor, en que los dos habrían cumplido con sus sueños, en que los dos podrían vivir de la forma que quisieran.
Sólo en aquel día en particular, Sora no sentía que podía manejar eso. Nunca necesitaba tanto de su marido cómo en aquel momento. Quería un abrazo, quería estar protegida por los brazos fuertes del marido.
Cuando finalmente se acostó en su lado de la cama, estaba a punto de derrumbarse. De regreso a Estados Unidos hace dos meses y más de lo que nunca sentía falta de Yamato. Y aún faltaba mucho para verlo. Suspiró e intentó suavizar sus expresiones de cansancio. Se conectó el portátil y unos instantes después la cara sonriente del rubio invadía su pantalla.
- ¿Como estas mi amor?
-Bien. - dijo.
- Bien?! Usted no parece estar bien. - comentó quedando preocupado.
- Sólo estoy cansada. Hoy fue un día difícil.
Quería contar todo al marido. Quería que le diera comodidad. Quería que estuviera allí con ella personalmente. Todavía faltaba dos años para que pudieran estar juntos. Había logrado la etapa que anhelaba y así que si se formara ingeniero iniciaría su entrenamiento por la NASA.
Él estaba feliz de ver los resultados de sus esfuerzos y sacrificios. Ella también estaba feliz de él. Quería que su felicidad fuera completa.
- ¿Qué está pasando, amor?
Ella suspiró. - Es el desfile de graduación ... Yo no ... - suspiró de nuevo cerrando los ojos. - No estoy consiguiendo enfocarme en eso y ... El tiempo está pasando y el trabajo sólo acumulando.
Sora también estaba siguiendo sus sueños. Estudiaba moda. Para el asombro de muchos, ella quería ser estilista. Y tenía talento. Era una de las más notables en su clase y era elogiada por la osadía de sus trabajos, que poseían la elegancia de lo tradicional y la frescura de la innovación.
Estaba en su último año y ya había trillado un hermoso camino. Trabajaba para una reconocida marca japonesa en el sector de la creación. Se esforzaba por ser la mejor. Su sueño mayor era tener su propia marca.
- ¿Hay algo que pasa, Sora? - concluyó Yamato de forma perspicaz.
Conocía la perfección su esposa. Sabía cuando algo la perturbaba, cuando algo estaba sucediendo y ella no quería preocuparse.
- En realidad... - empezó ansiosa y con cautela. Ella tomó un tiempo, pensando cuidadosamente en cada palabra. Cerró los ojos y respiró profundamente. - Yo conseguí la beca de estudios para la escuela en París.
Otro paso hacia la realización de sus sueños. París. Estudiar moda en París. Había luchado arduamente para conseguir esa beca de estudios. Y ahora...
- Amor, eso es fantástico. ¡Enhorabuena! Tú te mereces. - saludó a Yamato feliz con la conquista de su esposa.
Él sabía lo importante que era su carrera. Si había algo en su relación que se enorgullecía era el hecho de que ambos se apoyaban mutuamente e incondicionalmente. Sus sueños personales no eran un obstáculo, sino algo que los unía cada vez más. Cada conquista que tenían no era sólo de uno u otro, sino que eran de ellos. Porque ambos formaban parte de aquel todo mayor. Porque eran dos personas que vivían por una sola vida. En un solo corazón.
- Gracias.
- ¡Eh! Usted debería estar radiante. ¿Qué paso? - se estaba preocupando aún más.
Sora habló sobre esa oportunidad durante todo el verano, entusiasmada con la perspectiva. Y cuando finalmente logró su objetivo, estaba preocupada, en vez de feliz.
- Nada... Es sólo que... No sé si iré.
- ¿Como asi?
- No había pensado realmente en cómo serían las cosas si pasara... Y quizás... No dé para ir ahora.
- ¿De qué estás hablando, Sora? ¿Cómo no va a dar para usted ir? Usted piensa en eso desde el primer año de la universidad. Ya estaba todo planeado y organizado.
- Lo sé... Pero es que... Tanta cosa sucedió desde el primer año de la universidad. - dice si esquivando.
- Amor, si es por cuestiones financieras, nosotros daremos una manera.
- No es eso. He conseguido la bolsa integral. - contó con una sonrisa débil.
- Entonces no entiendo lo que te impide ir.
Silencio.
- Sora. ¿Qué está pasando?
- No pasa nada. - dijo con voz débil. - Yo realmente estoy muy cansada, amor. ¿Podemos dejar esta conversación para después? Tuve un día largo y necesito dormir. - pidió la pelirroja.
- Todo bien. Hablamos después. Te amo.
- Yo también te amo. - habló la mujer con la voz embargada.
Mirando atentamente a la imagen de su esposa, notó cómo sus ojos estaban brillantes, cargados de lágrimas que iban a caer en cualquier momento. - Sora, ¿qué fue?
Ella limpió las lágrimas y sonrió. - No se preocupe. Sólo estoy sintiendo mucho su falta. Hoy fue uno de aquellos días en que todo lo que necesitaba era tenerte conmigo. - murmuró.
- Lo siento no estar contigo. - dijo Yamato, sintiendo que su corazón se aprietaba.
- Todo bien. Me voy a dormir. Se cuida, bebé.
- Buenas noches amor. Qué descanses.
XxXxX
Ya era hora de que los niños se iban a la cama. Como de costumbre, Sora pasaba en la habitación de cada uno para dar buenas noches. Cuando entró en la habitación de Hidaka, el niño estaba tosiendo.
- ¿Qué fue, querido?
- Creo que estoy gripando de nuevo, mamá. No me siento bien.
Sora se acercó a él y apoyó la mano en su cara. Estaba un poco caliente.
- Usted ha tenido un resfriado hace unos días. Es mejor llevarte al médico mañana.
El niño asistió mientras tosió de nuevo.
- Voy a pasar una pomada para aliviar un poco la tos.
- Gracias mamá.
El niño hizo como la madre pidió y sacó la blusa. Al quedarse de espaldas, Sora notó varias manchas rojas en él. Sacudió la cabeza. Sus hijos tenían la manía de correr por toda la casa y siempre se lastimar.
- Príncipe, más tarde vengo a ver cómo estás. - dijo besando al niño en la frente.
- Buenas noches mamá. Te amo.
- También te amo mi amor.
XxXxX
Entró en el apartamento y cerró la puerta. Se quedó allí, mirando todo a su alrededor por un poco de tiempo. Fue hacia el cuarto en la oscuridad. No necesitaba luz. Sabía exactamente el camino.
Colocó su mochila en un rincón cerca de la puerta y por la luz suave que entraba por la ventana vio que su esposa estaba acostada en la cama durmiendo. Intentando hacer el mínimo de ruido posible, fue a tomar un baño. El vuelo de última hora había sido agotador.
Al volver a la habitación, se acostó en su lado de la cama y la vio girar hacia él y abrir los ojos lentamente.
- ¿Que está haciendo tú aqui? - susurró somnolienta y sorpresa.
Él la tiró hacia sí, abrazándola fuertemente. Como amaba estar allí. Como amaba poder tocarla y sentir su dulce aroma. La besó en la frente y en el pelo. Cuánta falta sentía.
- Yamato? ¿Que está haciendo tú aqui? - preguntó de nuevo.
Él se alejó un poco y después de mirarla un buen rato la besó. - Estaba preocupado. Necesitaba venir aquí para saber lo que está pasando. - explicó delicadamente.
Él encendió la lámpara y se inclinó a la cabecera de la cama, tirando de la pelirroja hacia sus brazos. Alisaba la espalda y el pelo de ella por pura necesidad de sentirla. – Tú me lo dijo que me necesitaba. Estoy aquí contigo. Cuéntame.
Ella se agarró con más fuerza en el rubio. - Estoy embarazada.
XxXxX
- ¡Buen niño! Ya puedes vestir tu camisa. - dijo el médico. - Señora Ishida, voy a pedir algunos exámenes de rutina para ver si está todo bien.
- Todo bien.
- No te preocupes, Hidaka. No va a doler mucho.
- No tengo miedo de las agujas, sensei.
- Pues, eres un niño muy valiente.
- Mis padres siempre me enseñaron a vencer todos mis miedos. - dijo orgulloso de sí mismo.
Sora sonrió. Amaba a sus hijos. Ellos eran verdaderas cajitas de sorpresas. Enseñaban más de lo que ella podría enseñarles.
Al salir del hospital, llevó a su hijo a la casa de su madre. Él había perdido el día escolar, pero ella todavía necesitaba trabajar. Las horas pasaron volando. Había corrido todo el día y apenas había notado en cuánto ya estaba tarde. Hasta que recibió una llamada del hospital.
- Señora Ishida? Quien habla es el Dr. Nozaki. He recibido los resultados de los exámenes de Hidaka y me gustaría que la señora lo traiga al hospital cuanto antes. Hemos tenido algunos cambios en el examen de sangre de él y queremos hacer algunos exámenes más.
- ¿Es algo grave, doctor?
- Es una precaución, señora Ishida. Sería mejor que hiciéramos algunas pruebas.
Su corazón estaba apretado. Algo le decía que no era sólo una precaución. Aprendía que los instintos de una madre son siempre ciertos y su instinto le hablaba que tenía algo equivocado.
Sin esperar un minuto más fue hasta la casa de su madre. Le pidió que se quedara con Misako y Shinji ese día y se fue corriendo al hospital.
- Gomen, Hidaka. Pero volveremos al hospital. El doctor quiere verte de nuevo.
- Está bien, mamá.
XxXxX
- ¿Y qué dijo el médico?
- Que los resultados hasta ahora han sido inconclusos y que van a necesitar hacer más exámenes. -respondió Sora cansada.
- Pero él ya está en el hospital hace 15 días y ya han hecho varios exámenes! ¿Cómo no descubrieron nada todavía?
- La única cosa que me dijo el médico fue que el conteo de células de él estaba por debajo de lo normal y que necesitaban saber lo que estaba pasando.
- ¿Como está él?
- Salieron más manchas rojas por su cuerpo y ayer tuvo un sangrado nasal. Parece que está bien, pero tiene horas que se queda cansado y jadeante. Y su garganta se ha inflamado de nuevo.
- ¿De nuevo?
- Sí. El médico no habló nada, pero pareció haberse preocupado. No es normal tener tantas inflamaciones así seguidas. - suspiró.
- Misako y Shinji?
- Ellos están bien. Se quedan en la casa de su hermano.
- ¿Y tu? ¿Cómo estás?
- Un poco estresada con esa demora, pero estoy bien. Necesito estar bien. ¿Cómo están las cosas en la base?
- Estamos terminando la preparación para el viaje. Partimos la próxima semana. - aclaró. - ¿Está seguro de que no es mejor que vuelva a casa?
- No se preocupe. Hablé con Joe hoy y le pedí que comprobara lo que está pasando.
- Si se sabe de cualquier cosa, me avisa.
- Claro. ¿Quieres hablar con él?
- Si quiero.
Sora entró en la habitación y vio a su hijo acostado, viendo la televisión con cara de aburrimiento. Él no estaba acostumbrado a quedarse parado en el mismo lugar por tanto tiempo y ni de alejarse de sus hermanos.
- Su padre quiere hablar con usted. - dijo la pelirroja entregando el celular al hijo.
Él dio un salto en la cama y cogió el aparato. Uno de los momentos más emocionantes para él era cuando podía hablar con alguien que no estuviera en el hospital.
Por la noche, cerca de la hora de dormir, Sora estaba acostada junto a Hidaka en la cama conversando.
- Mamá. ¿Estoy muy enfermo?
- Claro que no, mi amor. ¿Porque piensas eso?
- Es que sólo personas que están muy enfermas se quedan en el hospital. Y yo estoy aquí ya hace un tiempo.
- Los médicos sólo quieren hacer algunos exámenes para asegurarse de que todo está bien contigo.
- Entendí... Sólo quería salir de aquí. El hospital es muy aburrido.
- Yo lo se mi amor. Pronto saldrás de aquí. - dijo besando la frente de su primogénito.
XxXxX
Estaba sentada en el sillón haciendo sus dibujos mientras su hijo dormía. Había ido a su casa el día anterior a descansar. Su cuñado se había quedado en el hospital en su lugar.
Fue bueno estar en casa y asegurarse de que los niños estaban bien. Reclamaron de no poder ver al hermano y de él quedarse tanto tiempo en el hospital. Ya era difícil ver a su hijo incomodado de estar en un lugar que no quería y era aún más difícil ver a los hermanos sintiendo falta de él. Principalmente Misako.
Ellos eran muy unidos. Toda aquella historia que la gente contaba sobre gemelos que sienten lo que el otro hermano siente, sobre ser conectados de forma misteriosa, era totalmente verdad. Sus hijos parecían leer la mente el uno del otro, sentir lo que el otro sentía, saber lo que estaban pensando, sólo con la mirada.
En esa situación percibía eso aún con más claridad. Misako reflejaba la misma tristeza que había en los ojos de Hidaka.
Oyó la puerta a abrirse lentamente y vio cuando su amigo y médico Joe entró. - ¿Podemos hablar un instante, Sora? - murmuró para no despertar al niño.
La pelirroja asintió, dejó sus cosas en la mesita al lado y salió de la habitación junto al amigo.
-Me acompañe hasta la sala del doctor Nozaki.
- Claro.
¿Acaso finalmente tendría respuestas? Su corazón estaba acelerado con la posibilidad de finalmente acabar con aquella tormenta de la duda. Al entrar en la sala, notó que el médico no estaba solo. Había otras tres personas en la sala.
- Señora Ishida. - saludó al médico. - Me gustaría presentarle a mis colegas. Estos son el doctor Ishigawa, inmunologista. El doctor Ozumi, reumatólogo. Y la doctora Mizumi, oncólogo.
Por un instante su corazón pareció dejar de golpear. Joe notó la desesperación en su mirada y la llevó a sentarse.
- ¿Qué está mal con mi hijo, doctor Nozaki? - preguntó inmediatamente.
Necesitaba respuestas. Fuesen buenas o malas.
- Señora Ishida, a pesar de nuestros esfuerzos... Desafortunadamente, no tenemos una respuesta a esta pregunta.
- ¿No tiene una respuesta? ¡Mi hijo ya está aquí hace 25 días! No puedo recordar cuántos exámenes ustedes hicieron. ¿Y ahora me están diciendo que no saben lo que tiene?
- Estamos trabajando con diagnóstico diferencial, señora Ishida. -respondió el doctor Ozumi. - Hay varias enfermedades que tienen síntomas parecidos y necesitamos llegar a una conclusión precisa del problema.
- Diagnóstico diferencial?
- Señora Ishida. - comenzó la doctora Mizumi. - Los exámenes de sangre de su hijo mostraron un recuento muy bajo de las células sanguíneas. Es una condición que exige muchos cuidados. Tenemos que investigar a fondo para saber el origen de esa condición y poder cuidar de él adecuadamente.
- ¿Cuán mal son esas sospechas?
- Señora Ishida, mira bien... - Nozaki inició siendo interrumpido.
- ¿Cuán mal son esas sospechas? - preguntó un poco más agresiva. - Quiero saber la situación real.
Los médicos se miraron el uno al otro.
- ¿Acaso mi hijo tiene cáncer? - preguntó mirando directamente a Mizumi. - ¿Por qué estás aquí?
- Señora Ishida. Esta es sólo una de las posibilidades que pensamos.
De repente, Sora sintió que el suelo no existía bajo sus pies y que el oxígeno había abandonado el aire. Ella se tragó en seco e intentó no desesperarse.
- Una de las posibilidades? - susurró enfrentándose a los médicos con la mirada, suplicando por la verdad.
- Sí. - dijo Ishigawa. - Llegamos a un punto muerto. Los resultados fueron todos inconclusos, sólo mostrando que el recuento de células está anormal. Nuestras sospechas son leucemia o una enfermedad autoinmune.
La pelirroja prestó atención en cada palabra. Parecía no tener fuerzas para permanecer allí, aun estando sentada sentía que caería de un precipicio.
- Necesitamos hacer más exámenes. Necesitamos hacer una biopsia. - explicó Nozaki.
- B-bi-biopsia?
- Sí. De la médula ósea. - aclaró uno de los médicos.
- ¿Y con eso llegará a un diagnóstico? - preguntó confusa.
- Esperamos que sí. - dijo Mizumi.
- ¿Esperan que sí? -exclamó incrédula.
- Señora Ishida, como dijimos anteriormente, todos los resultados hasta ahora han sido inconclusos. Estamos teniendo que trabajar por la eliminación. Nuestro recurso en el momento es la biopsia. Si no llegamos a un diagnóstico definitivo, al menos podremos descartar algunas sospechas. - dijo Ishigawa.
La aflicción que sentía en aquel momento era mayor que cualquier cosa que ya había sentido en la vida. Estaba incapacitada de pensar en algo coherente para cuestionar o incluso de absorber todas esas informaciones.
Todo lo que sentía era el caos dentro de sí. Era en disparado la peor pesadilla de su vida. El rostro de su hijo, de aquel niño feliz y sonriente, no salía de su cabeza. ¡Era un niño! ¡Por dios, era sólo un niño! ¿Por qué?
Há vuelto a la realidad cuando Joe le llamó suavemente. Los médicos le explicaban en detalle el procedimiento que se realizaría y cuándo se haría. Tendría que prestar atención a aquellas palabras que parecían ser importantes, pero sólo podía pensar en el hijo y en cuanto necesitaba a su marido.
XxXxX
Había sido difícil llegar a un consenso sobre lo que harían. Yamato quería que Sora fuera a Estados Unidos con él. Sora quería quedarse en Japón. Él alegó que no podía cuidar de ella y estar presente durante su gestación y el parto si ella estuviese en Japón. Ella teó que no aceptaba que su hijo naciera en otro país.
No hubo peleas ni discusiones. Pero no querían dar el brazo a torcer en sus decisiones. La primera vez que tuvieron un impasse en la relación. Yamato consideró desistir de su trabajo en la NASA y volver a su tierra natal. La pelirroja no aceptó. Habló que no podía lidiar con él desistiendo de eso.
Ella quería desistir de la escuela de moda en París. El no estuvo de acuerdo. Sabía que no sería posible que fuera en ese momento en específico, pero la convenció a intentar prorrogar su ida lo máximo que pudiera. Eran cosas demasiado a pensar. Decisiones demasiado para ser tomadas. Y de una sorpresa, tuvieron otra. Gemelos.
XxXxX
Ya era tarde en la noche cuando regresó a la habitación de su hijo. Él estaba sentado en la cama revolviendo en el móvil.
- Te despertaste. - dijo con voz animada, tratando de disimular su dolor ante el hijo.
- Sí. Estoy escuchando música. - explicó el niño.
La pelirroja sonrió y se sentó en la cama junto con él. Sus hijos amaban la música. Habían heredado eso de su padre. Yamato le encanta resaltar y exhibir el talento de sus hijos. Misako tenía lo que Yamato llamaba de afinación perfecta y ella lograba alcanzar notas altas con facilidad y sin desafinar. Hidaka cantaba también, pero su mayor talento era el piano, el cual tenía habilidad sorprendente. El pequeño Shinji, a pesar de tan nuevo, ya demostraba saber cantar también y estaba fascinado por el sonido del violín. Tanto que éste había sido su pedido de Navidad: un violín.
- Mamá, ¿podrías cantar esa canción para mí?
- ¿Cuál?
- Aquella que cantaba para hacernos dormir.
Sora sonrió y asintió con la cabeza. Era una música antigua, que había aprendido con su padre cuando era pequeña y que cantaba para hacer que Misako y Hidaka se quedar tranquilos y dormir. Ella no era una gran cantante como su marido y ni afinada y talentosa como sus hijos, pero cuando ella cantaba esa música, todos de su familia quedaban encantados.
Colocó al niño en su regazo y cantaba lentamente mientras acariciaba sus cabellos.
ni wen wo ai ni you duo shen
Me preguntas cuán profundamente te amo
wo ai ni you ji fen
Cuán duradero es mi amor
Wo de qing ye zhen
Mi afecto es real
Wo de ai ye zhen
Mi amor también es real
Yue liang dai biao wo de xin
La luna representa mi corazón
ni wen wo ai ni you duo shen
Me preguntas cuán profundamente te amo
wo ai ni you ji fen
Cuán duradero es mi amor
Wo de qing bu yi
Mi afecto no se desvanece
Wo de ai bu bian
Mi amor no cambia
Yue liang dai biao wo de xin
La luna representa mi corazón
Qing qing de yi ge wen
Un beso suave
Yi jin de la dong wo de xin
Ya conmueve mi corazón
Shen shen de yi duan qing
Un momento de profundo afecto
jiao wo si nian dao ru jin
Me hizo sentir su falta hasta hoy
ni wen wo ai ni you duo shen
Me preguntas cuán profundamente te amo
wo ai ni you ji fen
Cuán duradero es mi amor
Ni qu xiang yi xiang
Usted va a pensar
Ni qu kan yi kan
Usted verá que
Yue liang dai biao wo de xin
La luna representa mi corazón
Su voz quedaba embargada a cada palabra. Se acordó del momento en que él nació. Se acordó de la primera sonrisa de él. Se acordó de los primeros pasos. De la primera palabra (que curiosamente fuera el nombre de la hermana). Su hijo que siempre había sido tan sano, tan lleno de vida, tan sonriente... Estaba en una cama de hospital, lejos de los hermanos y del padre.
Controlaba las lágrimas, impidiéndoles salir. Era difícil sostener las emociones. Su hijo estaba enfermo. Y nadie sabía lo que tenía. Se sentía un fuerte apretón en el pecho y por un instante pensó en cuánto se sentía sola en aquella situación sin la presencia del marido.
De nuevo. Una vez más se sentiría así. Sola.
- Mamá, canta de nuevo. Por favor. - pidió al niño somnoliento.
- Claro mi amor.
CONTINUA ...
