OS JURO POR MI VIDA QUE YO NO SE QUE PASO! Pues aquí Alegotica12 volviendo después de millones de años y de haber borrado todas sus obras aquí xD es que daban mucho cáncer, es de cuando tenia 12 pues(¿)

Pero resulta que recientemente con mi obcesion por Assassins creed y por su ultima entrega (Syndicate) el lunes solo…empece a escribir esta historia :v e hice 95 paginas en 5 dias, y le hice un extra de 25 paginas en un dia, no se que paso, jamas en mi vida termine un fic, menos hice uno tan largo :'vvvvvv dude se viene el apocalipsis(¿) el fic esta básicamente terminado pero lo subiré por capítulos

Aviso que no soy de hacer fanfics de Cannon x Oc, no desde que era mas pequeña (que ya tengo 19 hombre) y no se como termine emocionándome tanto con una historia asi, pero siendo sincera me sentí orgullosa del resultado, ansio que a ustedes les guste :'3

Declaimer: Assassins creed y sus personajes no me pertenecen, los oc si son de mi propiedad

Capitulo 1: La francesa llega a Londres

Londres, la potencia mas grande del 1800, donde el dinero salia a borbotones de los bolsillos magnates, los avances científicos eran cosa de todos los días, y las empresas movían el mundo con solo jalar una palanca.

Asi era en ese entonces, aunque no todo era perfecto, puesto que aquellos que dominaban las empresas mas poderosas de Inglaterra eran los que tambien dirigían una organización de hombres malvados, hombres llamados templarios, que pelean constantemente por el poder contra los asesinos, un credo de hombres entrenados que juran proteger el libre adberdrio.

Pero en esta historia, nuestra protagonista no tiene ni la mas mínima idea de esas cosas, nuestra protagonista es la hija de un duque frances, de una prestigiosa familia de nobles, hermosa, adinerada, y con un alma fiera, de nombre Camille Lumbrad

Y se preguntaran, ¿entonces por que hablamos de los asesinos?, pues esta historia narra como la vida de Camille se envuelve en esta milenaria guerra, sin saber que estaba aun mas involucrada de lo que creía.

-.-.-.-.-

El big ben dio su campanada de las doce, el sol estaba en su punto mas alto cuando este sonó, tan preciso como siempre.

La joven de cabellos castaños miro con asombro la torre desde su carruaje, admirada de la majestuosidad de la estructura.

-Inglaterra, el pais del avance, ¿no es emocionante padre?, ¡estoy tan feliz de que me hayas traído!, ansió poder ver cada esquina de todo Londres-hablo con entusiasmo la francesa, mirando por la ventana.

Su padre Thomas Lumbrad, un hombre alto de cabello negro y refinada barba y bigote, no pudo evitar sonreír al ver el brillo en los ojos de su hija menor, soltó una pequeña risa y se retiro su sombrero para limpiarlo un poco.

-no podría dejar a mi pequeño querubi en casa, además, ¡ya eres mayor!, no te hace mal conocer el mundo-dijo el hombre con regocijo.

La madre de Camille, Chanel Lumbrad se encontraba en el mismo transporte, acomodando la apariencia de la joven con esmero.

-mere ten calma, me veo bien-hablo por fin la joven ante la insistencia de su madre por mantenerla pulcra.

-shh!, yo digo cuando te ves bien, si tan solo este mechón tuyo se quedara en su sitio-se quejo la mujer mayor de rizados cabellos y de apariencia ligeramente robusta.

-yo creo que luce preciosa-hablo el hombre ampliando su sonrisa, pero recibiendo una mirada de reprimencia de su mujer.

La joven rio mientras volvía su mirada a las calles de Londres, la razón de su visita era sencilla, su padre era un duque y además fundador de una compañía ferroviaria, que pronto abriría sus puertas en Inglaterra tambien, de esta forma su padre venia con toda su familia a Inglaterra por negocios, y con todos no solo hablaba de su madre y ella, tambien de sus 4 hermanos mayores que habían llegado días antes a la ciudad del avance, encargándose de varios asuntos del negocio.

De esta forma Camille iría igual, para conocer mas del negocio de su padre, y como no, disfrutar de la ciudad mas hermosa y rica del mundo.

El carruaje se detuvo entre las calles, Camille salio casi disparada de este, ansiosa de ver las transitadas calles, observando la hermosa casa que habían adquirido para su estadía en ese tiempo, tenia un gusto excelente.

-¿mis hermanos consiguieron esta casa?-hablo con entusiasmo, juntando sus manos en su pecho.

-si, se encargaron de todo para mi llegada-hablo Thomas mientras indicaba al mayordomo encargarse de todo.

-es preciosa!-alego abriendo la puerta y corriendo en ella-¡Michael, Leonard, Matthie, Paul!, ¿¡donde estan!?-llamó la joven llena de regocijo, mientras miraba todo con asombro, de la puerta vía a la sala de estar se abrió, y de allí cuatro jóvenes apuesto se presentaron, Leonard Lumbrad, de 26 años fue el que abrió la puerta, el hermano mayor de cabello castaño y personalidad tan deslumbrante como su hermana, Paul Lumbrad, de 25 años era el segundo, despreocupado y un tanto mujeriego, estaba en el sillón recostado mientras veía un libro, Michael Lumbras, de 23 años, el mas inteligente de sus hermanos, de porte elegante, y el ultimo, Matthie Lumbrad, de 21 años, de personalidad un tanto firme y dura, pero junto a su hermana no había nada que pudiera borrar su sonrisa.

Los cuatro chicos sonrieron al ver a la menor, que salto a los brazos de Leonard.

-¡Camille!-dijeron al unisono, levantándose para abrazar a su hermana todos juntos, felices de encontrarse con ella de nuevo.

-¡los extrañe tanto!, este mes no ha sido lo mismo sin ustedes cerca-aleho la joven, contenta de recibir el cariño de sus hermanos.

-ah~ decimos lo mismo de ti-comento Paul mientras se separaba.

-si, hacia falta esa sonrisa tan deslumbrante-alego con una pequeña risa Matthie, acariciando su cabello cual pequeño cachorro.

-¡mis hijos!-escucharon a Thomas entrar y los cuatro chicos no tardaron en recibirlo con cariño, ansiosos de demostrarle como habían incrementado su negocio en la gran Inglaterra-oh hijos, los extrañe tanto, pero no podría estar mas orgulloso-alego con una sonrisa.

-te lo agradecemos padre-comento Michael juntando sus manos en su espalda-si deseas puedes descansar antes de hablar sobre…-

-oh no hijos, hay mucho que hacer, y deseo escuchar los avances que han echo este mes, pero sean breves, cenaremos todos juntos esta noche, ¿de acuerdo?-.

Todos asintieron con emoción, y pronto los hombres pasaron a la oficina que ahora seria de Thomas.

-si que han echo un buen trabajo por lo que escuche-comento Camille, caminando a la sala de estar junto a su madre.

-oh son tus hermanos, sabes que son muy buenos en lo que hacen-comento la mayor sentándose y siendo atendida por el mayordomo, el cual traía un café para ella.

-nunca he dudado de ello, oh Rodrick, ¿a mi podrías traerme te?, tengo curiosidad por su sabor-comento la menor, puesto que en su pais natal se frecuentaba el café, no el te, y ansiaba saber la manía de los ingleses por aquella bebida.

El sirviente asintió y se retiro, mientras la joven se sentaba, pero pronto escucho la puerta principal, vio que el mayordomo cerro las puertas de la saña de estar como mera formalidad y luego escucho unas voces.

-¿Padre esperaba visitas?-quiso saber-si recién hemos llegado-

-Seguro un hombre de negocios que viene por tus hermanos-dijo restándole importancia.

Aun asi, Camille estaba llena de curiosidad, y no tardo en levantarse y pegar su oído a la puerta.

-¡Camille!, ¡espiar no es adecuado en una dama!-le reprimió la mujer mayor.

-¡no estoy espiando..!, solo -alego de forma burlona la mas baja, escuchando una conversación.

-el señor Thomas recién ha llegado, le avisare que ha venido-escucho a uno de los mayordomos.

-de acuerdo, digale que es importante, lo llevo esperando un buen rato-escucho la voz de un hombre joven, entendió aunque con cierta dificultad, Camille apenas dominaba el ingles, pero su acento no era tan refinado como el de un burges, o eso creía.

-Camille-volvio a llamar su madre, pero la joven la ignoro de forma rotunda, pues escucho unos pasos, y luego una voz.

-deberías escuchar a tu madre Camille-hablo la voz al otro lado, de forma suave y haciendo salta a la joven hacia atrás.

Agradeció rotundamente que las puertas estuvieran allí ocultando su vergüenza al ser descubierta, se sonrojo y se fue a sentar.

-b-bueno…no era nada interesante-comento mientras veía una ligera confusión en el rostro de su madre, la cual no pudo oir al invitado al otro lado.

-.-.-.-.-

La cena había resultado deliciosa, la comida inglesa era aun mas deliciosa de lo que Camille pudo haber imaginado y ahora tocaba dormir, o eso era lo que su familia pensaba.

Camille no era una chica como se suponía que debía, si, en el dia luchaba por ser la dama que debía ser, para mantener los estandares, pero en las noches, en Francia solía escaparse de casa durante las noches a hurtadillas para ir a los barrios bajos y ver las peleas en los clubes de pelea, y si tenia suerte, participar en una. Todo había comenzado a una mas joven edad, su tío y padre siempre solían luchar como deporte, y ella los miraba con asombro, y aunque intentaba querer participar su madre siempre le recordaba que "eso no era cosas de una dama", de lo peor para la Lumbrad, pero aun asi, su tío le enseño un par de cosas, y con los años en los clubes de pelea Camille se había pulido en la pelea, aunque no muchos estaban dispuestos a pelear con una damita.

Salio por la puerta de servicio en la parte de atrás, teniendo a sus mayordomos como cómplices mientras escapaba por la noche, vestía como un chico, con un traje de su hermano y una mascara para ocultar su rostro y que nadie reconociera su cara si llegaba a verla en el dia.

Camino entre las calles de Londres, no ubicándose muy bien, recordando que uno de los sirvientes, que ya conociendo la ciudad

, le indico donde encontraría un club de pelea. Y aunque un tanto desorientada, logro llegar al siguiente distrito, donde habían muchas fabricas en la zona, recordó la especificación del mayordomo y llego al sitio, donde escucho el bullicio de las personas emocionadas, sonrió bajo la mascara y la joven paso entre la multitud, para poder precensiar la pelea, un hombre de casi dos metros, robusto y grueso, se enfrentaba a otro luchador que resultaba no ser competencia para el, no tardo en nockearlo y dejarlo fuera de pelea, la joven celebró ante la técnica, era maravillosamente audaz sin duda.

-¡vamos!, ¿¡quien se atreve a enfrentarme!?-grito el hombre lleno de euforia.

La tentasion de enfrentarse a tal adversario lleno a Camille, pero prefería ser prudente por ahora, no queria crear una fama apenas llegada, por esa razón se quedo en su sitio, ansiosa por ver que mas técnicas le ofrecían los ingleses.

Pero fue allí cuando entre la multitud un hombre ya sin camisa, alto, de cabello ligeramente arreglado hacia atrás, listo para la pelea hizo precensia, era corpulento, pero no tanto como su contrincante, las apuestas fueron nuevamente hacia el fortachón, pero entre la muchedumbre Camille pudo notar como una figura femenina encapuchada apostaba al nuevo contrincante, la joven tan solo volteo al rin, sintiendo curiosidad por que pasaría.

Escucho el inició de la pelea, pudo ver como el fortachón arremetió contra el nuevo contrincante, el cual burlo su ataque con gracia y fuerza, empezo a darle pelea, esquivandolo, atacándolo, y recibiendo un par de golpes que parecían no hacerle mucho daño al otro, Camille no podía quitar la mirada de aquel hombre, tan concentrado y ágil, tan fuerte y veloz, tan…apuesto.

Su cara se torno roja, oculta bajo la máscara todavía, ante el pensamiento que paso por su mente, ¿era acaso esas hormonas femeninas que al fin hacían acto de precensia en su vida?, ¿¡justo ahora!?. Pero aun asi la joven de cabellos castaños no pudo quitar la mirada del hombre, que ya había nockeado al fortachón sin mucho esfuerzo, la joven estaba delirando ante tales técnicas, no había visto algo asi desde que veía a su padre y tío pelear en sus ratos libres, ellos eran conocedores de pelea pero nunca quisieron enseñarle mas que lo básico.

Mas contrincantes vinieron aquella noche contra el apuesto peleador ahora apodado asi por Camille, estaba extasiada ante el tipo de pelea que empleaba, incluso llegó a enfrentarse a 3 hombres al mismo tiempo y no llegaron a hacerle mas de un simple rasguño, ¡era fabuloso!.

Tanto fue así que al oir el campanal de las doce casi dio un brinco, volvió su mirada afuera, y luego al rin de pelea, no, no podía irse esa noche sin al menos intercambiar pequeñas palabras con su nuevo ídolo de la pelea.

Y no tardo ni una hora en bajar del rin, el hombre se fue hacia el fondo, donde se encontró con la mujer encapuchada, que ahora llevaba una buena de dinero, menudo par tan sospechoso, pero el miedo era algo que pocas veces llegaba al corazón de Camille, pues ahora lo que sentía era solo intriga y curiosidad, curiosidad que ansiaba ser satisfecha.

Camino a paso tranquilo hasta quedar a un metro del par, llevaba sus manos en su espalda y posando cual caballero. Pudo ver que la mujer y su ídolo voltearon a ella, notando un aire de…alerta.

-….-sintió su boca seca, percatándose de que no tenia idea de que decir, buscó el recuerdo de como improvisar y carraspeo, buscando modular su voz-usted…mostro un gran talento en el rin de pelea-hablo buscando no sonar tan infantil, el hombre no hablo, tan solo sonrio con cierta arrogancia y asintió como agradecimiento-yo me preguntaba si no era mucha molestia que me enseñara-solto finalmente, buscando ocultar por todos los medios su nerviosismo, el hombre se miro con la encapuchada y sonrió.

-si usted quiere que yo le enseñe algo, ¿no debería tener yo el honor de al menos saber como luce?-alego en un tono suave y casi ronroneante, como si buscara seducir.

Camille trago grueso, dudando en hacerlo, si alguien la veía y luego la reconocía frente a su familia seria su fin, y aun mas, era peligroso exponerse como la hija del conde Thomas Lumbard , sin mencionar que sabia que si veía que era una chica se negaría a enseñarle algo.

Y había algo que aun mas le desconcertó… su voz era peculiarmente familiar.

-¿y entonces?-fue sacada repentinamente de su titubeo, notando que ahora el hombre invadía su espacio, se echo para atrás casi soltando un alarido, que no tardo en ocultar.

-yo…no creó que sea necesario, quizás no le guste-comento nerviosa mientras miraba a otro lado, buscando abandonar el nerviosismo que el otro provocaba en ella.

-ni ha habido rostro que no me guste-alego ampliando su sonrisa en una especie de burla, pudo notar que la mujer a su espalda soltó un bufido, Camille se llego a preguntar si era su esposa o algo asi.

-….-callo de forma momentánea y luego tomo su mascara.

Respiro profundo antes de retirarse con lentitud la máscara, cosa que le fue negada, cuando la mujer poso junto al otro.

-Jacob no tenemos tiempo para esto-dijo mirando hacia un punto en el lugar, el llamado Jacob tambien volteo a esa dirección.

-sii…tienes razón querida hermana, bien, deberemos dejar nuestra conversación damita, pero si deseas encontrarme ve a la estación del tren-la vergüenza de Camille fue notable cuando el otro le llamo dama, su disfraz no era tan disimulado de todos modos, pensó en decir mas pero y su hermana salieron disparados hacia la dirección que miraban.

Camille miro como se perdían entre la muchedumbre, resultandole ese par bastante peculiar, pero interesante.

Escucho la conversación de dos hombres, que avisaban la hora y Camille saco el reloj de bolsillo de Matthie en su saco, seria mejor apresurarse si no quería despertar con una terrible pinta que ni con su padre podría disimular, por lo que guardo el reloj y salio corriendo de nuevo a su hogar.