En su cabeza la voz de su abuelo se hacía eco "corre, corre Mikan" y eso hizo. Corrió y corrió. Corrió hasta que se hizo de noche, corrió hasta que sus pies no daban más. Corrió hasta caer desmayada en las calles de una ciudad extraña para ella como lo era Tokyo.

Cuando despertó la castaña se encontró a sí misma en una habitación descuidada, parecía abandonada aunque donde ella se encontraba durmiendo anteriormente había un sobre de dormir. No entendía que estaba pasa ¿Por qué la perseguía? ¿Por qué su abuelo le había pedido que corra? Se levanto alarmada ¡SU ABUELO! Ella simplemente acató órdenes dejando de lado a su abuelo.

Miró alrededor, una mochila y un sobre de dormir. Nada más, nada menos. Camino de un lado a otro hasta que decidió irse, no podía quedarse. Era peligroso, lo sabía aunque no entendiera el tipo de peligro del cuál huían.

Camino hasta la puerta, abriéndola con suavidad y precaución cuando se sintió segura tiro por completo de ella y llegó a lo que parecía ser un comedor abandonado – No tengas miedo, no tengas miedo… –Se susurraba a sí misma – Los fantasmas no existen, los fantasmas no existen. –Corrió con rapidez hacia la puerta que suponía que llevaba hacia afuera y, claramente, lo era.

La claridad inundo lo que era oscuro, ella camino rápidamente hacia la calle. Necesitaba saber la hora ¿Qué sería de su abuelo? Oh, su pobre abuelo, pensaba mientras se decía mentalmente que entrar en pánico no la llevaría a ninguna parte.

¡Necesitaría ayuda! Y rápido, ella…

– ¿Estás nien? –Un chico preguntó a sus espaldas, giro para encontrarse a un chico castaño que mirada estoico con sus ojos esmeraldas. Cuando él intentó acercarse a Mikan, ella dio un paso hacia atrás: Por paranoia quizá. El chico hizo de su mano un puño y la guardo tras su espalda – Lo siento. –Murmuró – No quiero hacerte daño sólo… te encontré desmayada en la calle y… no lo sé. –Se rasco detrás de la cabeza, la chica se relajo y le sonrío.

– Gracias… –Y froto sus manos – perdón por la actitud es sólo que… es complicado. Jamás había estado en Tokyo y la situación no ayuda. –El chico asintió sin preguntar, levanto una mano en forma de saludo dispuesto a marcharse cuando la chica lo detuvo del brazo – ¡No te vayas! Necesito un favor enorme, es muy importante… –Pidió y añadió: – estoy… perdida. Necesito encontrar a mi abuelo.

El castaño asintió, escuchando – A tu abuelo… –repitió. Ella asintió y lo vio pensárselo – ¿Qué tan grave es? No sé si yo…

Mikan rápidamente lo tomó de las manos, llevando toda su esperanza hacia él – Te lo pido por favor, estoy realmente desesperada…

Unos segundos después obtuvo su respuesta, se llamaba Akira.


Caminaron por horas sin una dirección concreta. El medio día se acercaba y Mikan comenzaba a tener hambre, su estomago rugía y se hacía presente en aquellos momentos.

– Lo siento. –Se disculpo avergonzada por no poder detener a su estomago – Siempre fui muy puntual en las comidas y… no como desde ayer.

Akira no dijo nada, simplemente siguió caminando siendo seguido por la castaña que se preguntaba donde podría estar su abuelo mientras miraba los enormes edificios de Tokyo. Sólo pedía que por favor estuviese bien.

Era increíble como la gente pasaba por al lado de ellos sin preguntarse qué harían dos niños a esa hora en el centro completamente solos. Bien, niña ella porque Akira a pesar de tener sólo 13, un año más que ella, parecía de más edad.

– Y… ¿Por qué vives en la calle? –Preguntó, intentando hacer conversación. Le incomodaban los silencios, le ponían nerviosa.

No hubo respuesta, con varias preguntas así el chico se había mantenido callado – ¿Cómo encontraremos a tu abuelo si no tienes ni una idea de dónde está? –Preguntó exasperado unos cuantos minutos después.

Estaba cansado, con hambre y era peligroso para él exponerse tanto. Si no fuera por esa política suya de ayudar a las personas que lo necesitan hubiese dejado a esa niña tirada en la calle como había hecho todos anteriormente.

De pronto el chico freno logrando que la castaña chocara contra su espalda – ¿Qué sucede? –Curioseo sobre su hombro pero él la hizo esconderse aún más tras él.

– Corre… –Le oyó decir para después tomarla de la mano y jalarla con él, a la velocidad que adquiriría. Corre, corre ¿Cuántas veces había escuchado lo mismo en los últimos días? Y jamás entendía nada pero no replico. Supuso que no era el momento, quiso mirar hacia atrás pero una advertencia de su parte no se lo permitió – Más rápido, más rápido. –Exigía él con voz agitada.

Mikan llegó al punto de no saber si se lo exigía a él mismo o a ella, seguían recto, doblaban y seguían y seguían yendo por distintas direcciones. El mundo comenzó a verse confuso de su parte cuando una bola de fuego pasó por su lado – Akira… eso ¿Qué fue? ¿Qué sucede? –Preguntó con voz temblorosa.

– Corre, corre. –Repetía él, sin dudar.

– Akira tengo miedo. –Siguió. La voz de Akira y la de su abuelo se hacían eco en su cabeza 'Corre, corre y busca ayuda. Tú sabes dónde, Mikan.'

¡No lo sabía! Como lo necesitaba… y… ¡Ella no entendía nada! ¿En quién, abuelo? ¿En quién buscaría ayuda? Ella sólo lo tenía a él en el mundo 'Reacciona Mikan, hay otra persona que también prometió ayudarte por siempre. Reacciona.'

Otra persona. Freno en seco, soltándose del agarre de Akira. Hotaru. Esa debía de ser la otra persona a la que su abuelo se refería pero ¿dónde la encontraría? Y cundo pudo darse cuenta de la situación Akira era estrellado contra un basurero, lo oyó gemir y al instante reaccionar gritando, gritándole a ella, corre.

Por un instante lo pensó ¿Debía huir? Vio a dos personas acercándose a la persona que le había ayudado sin recibir nada a cambio y lo decidió, esta vez no iba a huir.

Corrió hacia ellos…

¿Dónde estás Hotaru?

Se puso frente a los dos individuos extendiendo sus dos brazos y mirándolos con toda la seguridad que pudo sacar a flote en ese instante.

Había marchado a una escuela… hace unos pocos años atrás. Pero… ¿Cuál?

Una máscara de gato ¿Quién utilizaba una máscara de gato en esta época? O, estos años…

– Vete. –Amenazo el chico de la máscara.

– Que manera de tratar a una dama… –Regaño el hombre adulto – podrías intentar ser un poco más educado ¿sabes? –Pidió, sacudiendo su cabellera rubia.

Una escuela Elite, algo así era.

– Vete… Corre. –Siguió pidiendo Akira desde atrás, parecía algo atontado.

– ¿Te encuentras bien? –Preguntó la castaña, mirándolo de reojo. Él chasqueo la lengua frustrado ante el hecho de que la chica lo ignorará.

– Yo no iré por los buenas, viejo. –De las manos del chico con máscara de gato el fuego apareció e iracundo lo lanzo hacia ella quien intento cubrirse sólo con sus manos, creyendo que algo así podría evitar tal ataque.

Nunca nada paso.

Alice…

– Que…

– ¡Basta! –El hombre rubio hablo con fuerza. El chico gato se desmayo mientras que Akira cayó rendido. Se acercó hacia ella ¿Qué había sido aquello? – ¿Cuál es tu nombre? –Le preguntó con amabilidad, sonriéndole.

– Mikan… –Dijo de repente, sintiendo total confianza en aquel tipo.

Él asintió – naranjas… –Susurro, con la mirada baja y volvió a mirarla – Yo soy Narumi Anju, profesor de la prestigiosa escuela elite Gakuen Alice. –Se presentó.

Gakuen Alice. Allí era.

– Gakuen… alice? –Repitió, el hombre sonrió.

¿Qué estaba sucediendo?


Siempre fui más por el romance que por el apego a la historia, esta vez trataré de hacer algo distinto. Espero que les gusté, dejen sus reviews.