¡Estamos de regreso! Sólo debo decir que el tiempo se me pasó volando, de hecho apenas alcancé a terminar todos los arreglos de este capítulo [suspiro]

Necesito un Draco para que calme mis ansiedades =P

Como saben, sus comentarios son los responsables de que todavía esté aquí publicando, así que muchas gracias a Sther-asr, CuquiLuna3, SuicideFreakWord, Nekoconeco56, Kuroneko1490, Sonyeke, DarySnape, PercyRossVulturiUchiha, AnataYume, Sinideas, Oltukal33, Murtilla e Isa-Lovegood.

Ahora sí, ¡a leer!


Capítulo 1: Vishnú I

Uno de los principales Dioses de la Trimurti, mientras Brahma simboliza la creación, Vishnú representa la preservación. Frecuentemente se lo representa descansando sentado sobre una Flor de Loto y a su consorte Laksmi, sentada en una de sus rodillas.

Habitualmente se lo representa en su forma humana, de piel azul y cuatro brazos, cada uno sosteniendo un objeto distintivo: un Padma o "Flor de Loto", cuyo aroma da placer a sus devotos. Un Sudarshaná chakra, un filoso aro de metal para degollar demonios y que en la vida real, los guerreros Rajput lo utilizaban como un arma mortal. Un Shankhá, una caracola cuyo sonido simboliza la victoria después de la muerte del enemigo. Y por último, una maza de oro, el cual Vishnú empleaba para aplastar la cabeza de los demonios.

Otras representaciones de Vishnú son a través de sus Avatares o encarnaciones, entre las cinco más conocidas están Krishna y Rama.


Un ligero líquido grisáceo comenzó a deslizarse a través de las paredes de fino vidrio del bulbo de precipitado, moviéndose en una particular danza zigzagueante y descendente para finalmente caer a través de la boquilla del receptáculo, hacia un vaso con fondo de peltre. Una cierta cualidad reflectante en la superficie de cada gota, le daba una cierta apariencia de vidrio líquido o mercurio, tal vez. Como pequeños trozos de espejo avanzando sinuosamente por las curvas de vidrio, caprichosos ojos de plata… como los suyos, devolviéndole la mirada.

Draco estaba seguro de nunca haber visto un resultado con una apariencia semejante, algo tan particular, casi como los hilos de un recuerdo flotando en el fondo de un pensadero. Y lo extraño era que ningún tipo de hierba mágica y sobre todo planta muggle –que él conociera al menos-, resultaba de manera tan extraña al ser extraída de una poción. Sea cual fuere la técnica empleada.

La observó por minutos eternos, describiendo en su libreta de tapas negras cada una de las reacciones, movimientos e incluso el más insignificante brillo que luciera. Incluso tocando el borde externo del vaso de peltre, con la yema de los dedos, pudo darse cuenta que era una sustancia que no parecía perder su calor. Draco tomó un termómetro del cajón cercano y depositó la punta sensible dentro de la sustancia. Sólo la comprobación objetiva de un método cientificista, podría darle las pistas para saber con qué estaba tratando.

Es que, como todo en ese caso, parecía estar adornado de cualidades extraordinarias. Y no era sólo por el encantamiento de censura, ni la sustancia metalizada que fluctuaba en el fondo del vaso, ni por esa extraña -y muy posible- reaparición de exmortífagos. No. "Todo" era lo extraño, lo llamativo. Todo. La gente implicada, el ambiente que se creaba a su alrededor, los cambios de personalidad, las miradas que divergían, las palabras y los silencios.

Todo le parecía extraño, a veces forzado y a veces increíblemente natural y otras, como si todo tuviera una doble lectura.

Cuando dejó la pluma sobre la mesa y se reclinó sobre el respaldo de su silla, el rubio tuvo la oportunidad de distender los músculos agarrotados en su cuello y pasear sus pensamientos hacia otros senderos. Ya había pasado una semana desde que habían descubierto el nombre de "Perdiguero" y si realizaba una retrospectiva, muchas cosas habían cambiado desde entonces.

Ya lo decía él, todo le parecía raro, tan extravagante como ver a una manada de leones siendo amables con una insidiosa serpiente. A veces sentía que debía caminar con pies de plomo y atenerse a cualquier cosa.

Potter parecía decidido a tenerlo cerca –ahora más, después de que Draco tuviera esa desafortunada reunión con Robards-, preguntando su opinión sobre cualquier cosa y mirándolo con sus ojos inquisitivos. Teniéndolo en cuenta para todo punto dentro del caso. Es cierto, gracias al rubio habían avanzado dos pasos incalculables, pero Draco estaba comenzando a sentir la presión de la responsabilidad. Como si tuviera que sacar alguna maravillosa novedad, cada vez que el moreno comenzaba a sentir la desesperanza o a desequilibrarse mentalmente. Nunca pensó que la valoración lo haría sentir inquieto.

Ni qué decir de Finnigan y Robins, quienes no sólo parecían convencidos con su aporte en la investigación, sino que además compartían el gusto por sus habilidades menos convencionales. Esos pequeños secretos más íntimos y mucho más interesantes.

Incluso en sus reuniones con Andrómeda, el rubio había evolucionado de simple intermediario entre su madre y la mujer, a encuentros cómodos, agradables y distendidos. Y es que ya no era sólo para entrometerse en ese "otro lado" de la vida de Potter o para enmendar los lazos cortados entre las hermanas Black. La verdad es que Draco había descubierto en su recién estrenada "tía" el contacto humano que necesitaba, cotidiano y sencillo, lejos de los altibajos del caso, de la presión y la lista de responsabilidades pendientes. Era el oído y la palabra Slytherin que el rubio no se había dado cuenta, le estaba haciendo falta.

Y ciertamente en India no había tratado con personalidades tan retorcidas y solapadas como la suya. Era cosa de ver a Ahsan, el viejo hombre era un buñuelito de Merlín.

-¿Cómo va?- escuchó que se sentaban a su lado y el respondió con un largo suspiro.

-Lentamente y comportándose de una forma extraña.- dijo, extendiéndole su libreta de tapas negras. –No es ni remotamente tan fácil como con la identificación de la Hepática o las Judías Soporíferas.-

-Anteridioforos de Marchantia polymorpha.- iba leyendo Neville, asintiendo a la serie de descripciones que iban acompañadas de los resultados obtenidos con el ingrediente anterior. –El precipitado era un líquido amarillo turbio, así que había presencia de tejido de gametofitos maduros y material reproductivo masculino, eso es bastante concluyente.-

-Sí, cuando uno ya ha visto antes otros resultados como esos.- entonces el rubio le indicó el receptáculo. –Pero dime si has visto algo como esto antes.- Neville sólo alzó las cejas admirando esos hilos de sinuosa plata, hacia el fondo del vaso. –Eso es un positivo a hormonas de floración, por lo que sería una angiosperma o cualquier tipo de planta con flores, aunque como ya dije… no tiene la apariencia de nada que haya visto antes, a menos que sea algún tipo de planta especialmente mágica… o una no identificada, o recién descubierta, o qué se yo.-

-¿Qué es lo siguiente que vas a hacer?-

-Identificar a qué clase pertenece, si es una Magnoliopsida nos dará positivo a raíz con características de axonomorfa, sino es una fasciculada.-

-¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- Draco respondió con una simple negación de cabeza, su expresión lucía meditabunda, su mente lejos de la persona que tenía al lado. El trigueño reconoció enseguida al antiguo chico que se creía autosuficiente y que prefería hacer todo sin la ayuda de nadie. –Estoy aquí si me necesitas.-

El rubio se giró a mirarlo, esbozó una pequeña sonrisa, demasiado suave y diminuta para el gusto de Neville. Parecía más un gesto menguante, que una expresión naciente.

-Pensé que sólo era yo a quien necesitaban.-

El trigueño tuvo la intención de preguntar a qué se refería y por qué parecía más pensativo, más absorto que otros días, pero entonces sintieron ruido en la puerta de entrada al laboratorio y la cabeza de Finnigan anunciándose con un escueto "Hey".

-¿Se puede pasar?- preguntó, aún asomado a la puerta.

-Claro.- sonrió Neville, levantándose para saludar a su antiguo compañero de Griffindor. Aunque a consideración de Draco, él era otro de los que no acostumbraban a pasarse por el laboratorio, a pesar de Longbottom.

-Oye, nada más venía porque después del trabajo, nos vamos a ir por unas cervezas al bar irlandés de la esquina. Harry, Warren y yo, así que si les interesa…-

-No es mala idea, ¿cierto Draco?- el trigueño sonrió con gesto falso y premeditadamente inocente.

-Sí, por qué no.- bufó con sarcasmo. Era evidente que Neville aún quería que Draco ayudara a Potter y encajárselo a la fuerza parecía su mejor método. Algo así como obligarlo a punta de lastima. -¿Qué otra cosa de valor tengo que hacer, sino ir a tomarme una cerveza?- miró a Finnigan, con una elocuente ceja alzada.

-Los viernes de cerveza eran algo que acostumbrábamos hacer con los chicos, pero cuando llegaron ustedes, se suspendieron de momento.-

-¿Es algún tipo de halago?- el insidioso irlandés le sonrió con ese gesto medio astuto, medio temerario, pero sólo le duró hasta que Draco pronunció sus siguientes palabras: -¿Y qué hicimos, que ahora si tenemos el honor de ser invitados?-

Finnigan frunció ligeramente el ceño, suave, como si se le hubiese atravesado algo en sus pensamientos. Pestañeó un par de veces y por segundos, sus ojos lucieron más claros y conscientes, calmados, lejos del brillo inquieto y capcioso de siempre. Esos ojos de zorro, como su Patronus. Luego esbozó una media sonrisa y tocó la mesa con un par de dedos.

-Los veo por allá siete y media, ocho… ¿bien?-

-Claro.- respondió Neville, el rubio sólo asintió.

Luego el chico irlandés se fue, sin mayor comentario o intención de hablar, ni siquiera para averiguar sobre la poción que era destilada delante de sus narices. Cuando ya hubieron pasado suficientes minutos para estar seguros que el hombre no estaría cerca, Draco se decidió a preguntar.

-¿Qué fue eso?- pero el trigueño sólo se alzó de hombros.


Llegaron cerca de las ocho a un amplio bar esquinero, a dos calles del Ministerio. De la misma forma como todos los lugares del rubro, estaba tenuemente iluminado, confiriéndole un ambiente íntimo, discreto y especialmente cómodo. Las mesas de madera dorada y los asientos forrados de cuero negro, combinaban especialmente con ese típico color verde irlandés.

En cuanto entraron, Neville divisó a los tres aurores en una de las mesas esquineras, hacia el fondo del local. Draco sonrió al evidente entusiasmo por parte de su compañero de laboratorio, el trigueño realmente parecía ansioso por el encuentro. Seguramente había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se había reunido con sus antiguos amigos de habitación, en esos términos al menos, con la idea de unas cervezas y conversación relajada. Con el propósito desinteresado de saber sobre la vida del otro.

No quería sonar vanidoso, pero el rubio se preguntó si la invitación había sido sólo por él y por algún retorcido beneficio.

Hubo un corro de saludos generales, antes de que Draco se percatara que los asientos disponibles estaban entre Potter y Finnigan… absolutamente no quería sentarse junto al moreno, aunque eso significara estar de frente al grave rostro de Bones. Admirado de sus habilidades de disimulo y casi en una maniobra táctica, lanzó a Neville junto a Potter y él se sentó al lado del irlandés.

Pronto se acercó una chica para atenderlos y ambos pidieron una cerveza rubia.

-Cerveza ¿eh?, pensé que sólo bebías tecitos de menta.- comentó Bones, empinándose un shop de malta negra. Draco descubrió la eminencia de ese gesto masculino, como si anunciara poco delicadamente su virilidad. Hetero por antonomasia y medio pavo-real por defecto. Se sintió tentado de burlarse o ver hasta dónde podía llegar su "buen humor", pero finalmente desistió.

-Claro, pero por ésta vez haré una excepción.- y entonces le sonrió con gesto ladino. -¿Y qué hacen aquí? ¿Sólo toman cerveza y hablan de los casos?-

-Más que nada es para relajarnos y poder hablar informalmente, puede ser sobre los casos o de cosas personales, jugamos poker a veces, o bridge si somos suficientes.- le respondió Potter y el rubio lo miró casi por sobre el hombro de Neville. Se sorprendió al darse cuenta que el moreno era más grande que su compañero de laboratorio y el trigueño nunca le había parecido pequeño. ¿Cuándo el raquítico de Potter había crecido tanto?

-Y supongo que ésta invitación es para hablar sobre el caso.- ya lo decía Draco, esa sorpresiva invitación no podía ser sólo amabilidad e inesperada camaradería. Aunque no era nada truculento, como lo había pensado antes.

-¿Para qué más?-

-Warren, déjalo ya.- bufó el moreno.

-No, está bien. Las palabras, los gestos y las intenciones dicen mucho sobre las personas.- Bones mantuvo el gesto duro y la mirada directa sobre el rubio. –De esa forma se lee lo subyacente.- y aunque Draco no tenía el propósito de leer nada en el hombre, esa declaración lo haría pensar dos veces antes de soltarle alguna otra pesadez.

-No quisiera ser el librito de cuentos de Malfoy.- en ese momento Finnigan rio socarrón y la camarera llegó con sus pedidos.

-Entonces, ¿qué hay que discutir sobre el caso?- cortó el rubio y tomó un sorbo de su botella de cerveza. Tampoco quería acabar con toda oportunidad de limar asperezas con Bones. Todos tenían sus motivos para ser agradables o ásperos y Draco debía respetar la naturaleza de esos impulsos.

Lo mismo que debía hacer con Potter. Comprenderlo. Aceptarlo. Ayudarlo. Estimarlo, quizás… un poco, con esfuerzo…

El rubio se volteó hacia él, cuando el moreno comenzó a plantearle sus elucubraciones sobre el caso. Y en ese lugar, en ese contexto lejos de la rigidez del Ministerio, de la tensa sombra de Robards, Potter parecía un poco más tranquilo y relajado. Su ceño que usualmente luciría fruncido, le indicaba a Draco la comodidad que el hombre sentía en ese momento. La posibilidad de que el moreno se sintiera en absoluto control y dominio, entre sus colegas y amigos, en un espacio conocido, dejándose achispar y aflojar bajo la influencia del alcohol. Draco por fin era testigo de un espacio que consideraba seguro, algo que no había visto ni siquiera durante la exposición, estando con el moscorrón de su novio.

…Y a pesar de él, de que el rubio le mataba el humor. Bien, bien, sabía que debería olvidar todo sobre "ese" tema, si quería realmente limar asperezas con Potter.

-Estábamos pensando en posibles soluciones para el asunto del encantamiento, ahora que tenemos "algo así" como un perfil de La Cabeza o alguno de sus secuaces.- Draco asintió, admirando todos esos detalles en el rostro de Potter. -¿Sería conveniente hacer algún tipo de lista sobre posibles palabras que sirvan de clave?-

-¿En base a qué?- preguntó.

-Tú tienes muchos antecedentes sobre el tema, te será bastante fácil hacer una caracterización del sujeto.-

-Warren.-

-¿Qué? No estoy diciendo nada que sea mentira.-

-Agradezco tú evidente confianza en mis habilidades, pero no creo que sea tan fácil,- esta vez miró a Potter, –porque a mí consideración, no sólo contemplaría términos feudalistas y obsoletos como "Perdiguero", sino que también habría que pensar en la posibilidad de que sea inglés antiguo o latín incluso. Qué más elitista y complejo que eso.-

-¿Inglés antiguo?, ¿latín?- el irlandés hizo un mohín. -¿Crees que serían capaces?-

-Claudicat ingenium, delirat lingua, labat mens… cuando el intelecto cojea, con la lengua se desliza la mente.- dijo con una simplicidad y una soltura que hicieron temblar a Potter, quien por primera vez, puede pensar en el latín como una lengua atractiva e interesante. –Es evidente que La Cabeza se protege y está resguardando sus intereses. Se escudará de la manera más fuerte que pueda, como sucede con el encantamiento de censura y las chimeneas, por ejemplo. No me sorprendería que empleara una palabra o una frase en latín, algo que no pueda ser fácilmente pronunciado o recordado.-

-Entonces armar una lista de términos estaría fuera de perspectiva.- suspiró el moreno.

-¿No crees que haya ninguna posibilidad?- insistió Finnigan.

-Sinceramente, las probabilidades de dar justo con la palabra clave, serían pocas.- asintió el rubio y lamentó destruir sus esperanzas.

-Bien… y así se nos va el plan por el caño.- bufó el irlandés y los tres se empinaron sus jarras de cerveza, casi como si fuera una respuesta automática.

Entonces se hizo un desestimado instante de silencio, antes que Bones volviera a hablar después de un largo trago de alcohol, dejándole la voz ahogada.

-Por cierto, tengo tú encantamiento listo.- dijo, regresando su shop sobre la mesa, en un golpe sordo. –Tú ruedo con runas.-

-¿Qué? ¿Ya?- Finnigan fue el primero en sobresaltarse, entusiasmado.

-Sí, creo que ya está listo.- comentó, frunciendo ligeramente el ceño y sin mirar a nadie en particular. –Y por lo que entendí, sólo hay que vincularle el objeto al que va a ser sensible.-

-¿Es el ruedo de invocación para la zona muggle?-

-¿Tú sabías sobre el encantamiento?- Potter miró a Neville y su ceño se tensó. -¿Para qué lo vamos a emplear?-

-Me comentó algo sobre el tema, no mucho realmente.- el trigueño miró al hombre y le sorprendió su recelo. Neville era alguien en quien podían confiar sobre cualquier cosa, así como lo habían hecho antes.

-Ahora lo importante es seleccionar el objeto sensible,- cortó Draco, -había pensado en vincular la fibra de mandrágora con la que cierran los paquetes, pero quizás es algo muy genérico.-

-Si alguien se le ocurre usar fibra de mandrágora, saltarían las alarmas.- entonces el irlandés le indicó con el dedo y el rubio asintió.

-Bueno,- inició Neville, volteándose hacia Seamus y Draco, dejando el gesto escamoso de Harry atrás, -si sabemos que uno de los ingredientes de la poción N.N es la Marchantia, creo que es mejor utilizar algo más específico y más seguro.- cuando se dio un tiempo para beber un sorbo de su botella de cerveza, pudo ver la ceja alzada del rubio. Tan ladina como la conocía. Continuo. –Usar las judías soporíferas podría hacer saltar las alarmas con un filtro de muertos. Lo mismo pasa con los otros ingredientes de la poción, son demasiado conocidos y utilizados.-

-Sí, pero entonces tendríamos que rogar porque todos los traficantes lleven una poción N.N encima, porque si es sólo la poción modificada u otra nueva, entonces no podríamos darnos cuenta.- acotó Draco.

-Es el riesgo.- Finnigan asintió y Neville volvió a hablar, el rubio se giró hacia su compañero de laboratorio, pudiendo observar por encima de su hombro el rostro serio de Potter.

-Por cierto,- Draco escuchó al trigueño, mientras esos penetrantes ojos verdes se cruzaron con los suyos por un instante, -qué harán con las alarmas del encantamiento. La gracia de esto es que no patrullen la zona muggle, no tendría mucho sentido si de todas formas tienen que hacer guardia, aunque sea dentro del Cuartel.-

-Robards nos dio un permiso especial para acoplar las alarmas al Departamento de Regulación y buen uso de la magia.-

Harry respondió, deslizando sus ojos de los grises de Malfoy al rostro de Neville, sólo un momento, sólo para hacerle saber que las palabras eran para él… pero su atención era para el rubio. No podía evitarlo. Ni siquiera la molesta idea y la caprichosa sensación de que Malfoy compartía esos detalles con el trigueño, lo hicieron desistir de tal convicción. Especialmente porque era la primera vez que veía a Malfoy bajo esa nueva "luz", lejos del trabajo y con una cerveza en la mano, con alcohol muggle.

Sonrió un momento y deslizó sus ojos de ese atractivo rostro pálido a sus manos de dedos delgados. Una de ellas gesticulaba con movimientos gráciles mientras conversaba con Seamus y Neville; la otra sostenía la botella, acariciando la superficie húmeda por la condensación.

Harry imaginó que las yemas y la piel de sus dedos estarían igual de húmedos y fríos.

-¿Cuándo lo vamos a instalar?- Seamus se lo quedó mirando y el moreno pestañeó, despertando de esos pensamientos que ya comenzaban a encaramarse hacia zonas menos inocentes.

-Creo que sería conveniente hacerlo durante la noche, pero mañana sábado tenemos vigilancia en Knockturn con Malfoy. La otra opción es solicitar un permiso de intervención diurna en una zona muggle, pero quedaría en espera hasta el lunes.-

-Yo no pienso que sea mala idea hacerlo mañana, dejar un momento a eso de las cuatro o cinco de la mañana, podemos turnarnos la vigilancia.- comentó el rubio y Bones asintió.

-A nosotros nos toca el patrullaje en la zona muggle, podemos pedirle a Demelza y Cobbs que se queden en el puesto de vigilancia. No creo que haya problema.-

-Bien.- terció el moreno y esperó que toda esa planificación resultara positivamente.

-¿Necesitas algo del laboratorio? Puedo ir durante la tarde, si es necesario.- le preguntó Neville a Draco y éste le sonrió, antes de beber otro trago de cerveza.

-No te preocupes, los restos de marchantia quedaron en mi mesón.-

Acabado el tema sobre el encantamiento y toda referencia sobre el caso, la conversación se volvió algo más miscelánea. Sobre todo teniendo a Neville trabajando en un cultivo de alihotsy y su facultad de producir histeria a quien las consume y su efecto sobre animales.

A eso de las diez ya habían bebido suficiente cerveza para pasar a temas más personales. Draco notaba en sus rostros de mejillas sonrosadas, que ya estaban achispados, más relajados y alegres que antes. El calor de la bebida y la conversación habían provocado que se quitaran los abrigos y las chaquetas, que Potter y Finnigan desabotonaran los cuellos de sus camisas y algunos ya comenzaran a arremangarse.

A pesar de la renuencia anterior, el rubio se alegraba de haber ido. Como ocurría con la costumbre del café a mitad de mañana, esos pequeños momentos de convivencia significaban importantes constructores en las relaciones humanas. La diversidad de contexto ampliaba la visión de las personas, esos pliegues íntimos y más difíciles de apreciar. Aquello que tenía relación con los gustos, con los intereses, con las creencias más personales. Cosas tan pequeñas como que Potter gustara de la cerveza negra, que tuviera esos gestos tan varoniles, que su expresión relajada luciera tan amable, que fuera tan fácil conversar con él, que se revelara como un hombre tan diferente del chico que fue en el colegio. Pero algo que nunca había cambiado, era su mirada penetrante, intensa, como si atravesara su cabeza y se inmiscuyera en sus pensamientos. Como si deseara leer cada rincón de su interior.

Y por momentos Draco olvidaba sus palabras hirientes, la idea de sentirse lastimado por su desprecio.

También se había percatado que Finnigan era un buen oyente y que podía darse cuenta de las cosas, casi tan bien como él. Y sólo su astuta mirada castaña, lo delataba. Ni qué decir, cuando deseaba saber sobre algo, pedir algo o exponer a Draco. Era un sinvergüencilla.

-Oye Malfoy,- le habló lo suficientemente cerca como para que ni Potter, Bones o Neville, les oyeran, -hay alguna opción de que me dieras más de esa… tú sabes, infusión.-

-Tisana.-

-Exacto. ¿Se puede?- y le sonrió, el muy desfachatado.

-¿Y cómo va tú relación con esa chica, la que conociste en ese bar?- alzó las cejas y lo miró con obviedad.

-Charlotte, no la he olvidado, ¿sabes?- bufó. -¿Por qué tanta insistencia?-

-Porque ya te dije que esto no es para ir engatusando personas, ni para tener encuentros fortuitos.-

-¿Eso te lo dice tú nueva religión?, porque en ninguna página del kamasutra dice "sólo para matrimonios bien constituidos" o "parejas fieles y felices".-

-Eso es porque nunca has leído el kamasutra, ya que versa sobre siete temas diferentes, entre ellos el cortejo, el matrimonio y el comportamiento adecuado de una esposa.- el irlandés puso los ojos en blanco. –No es por una cuestión de capricho.-

-Neville,- se giró hacia el trigueño y pareció buscar algo de apoyo, -¿tú has probado alguna de sus tisanas?- el hombre asintió con facilidad, Finnigan frunció el ceño. Como si no hubiese esperado tal respuesta. -¿En serio?-

-Sí, aunque fueron sólo un par de veces.-

Draco suspiró. No le agradaba la idea de que Potter o Finnigan se enteraran del tipo de relación que tenía con Neville. No era por vergüenza. Pero no era algo para divulgarse libremente, ya que podía prestarse para malos entendidos, como que Neville no era gay, por ejemplo. Y sobre todo, porque lo que él hacía era para ayudar al trigueño, no para pasar el rato.

-Oh, Neville, amigo.- sonrió Finnigan, con expresión pícara. Incluso levantando las cejas como un bellaco. -¿Con quién? ¿Alguien que conozcamos?- y era seguro que todos esperaban escuchar algún nombre femenino.

-Seamus.- la voz de Potter parecía advertirle sobre su imprudente curiosidad. Y era extraño, porque el rubio pensaba que en lugar de censurar su indiscreción, lo alentaría.

-Vamos, si es sólo cotilleo inocente. Hace tiempo que no hablaba con Neville y ni siquiera sabía que tenía una pretendida.-

-No es exactamente una pretendida.-

Aquel parecía un comentario simple, espontáneo y sin ninguna extraña insinuación, pero cuando Draco vio que el moreno lo observaba directamente a los ojos, con el ceño fruncido y la mirada inquieta, supo que algo no andaba bien. Potter debía saber algo. Y no era porque el trigueño fuese a decir algo indebido, ellos suponían que Neville era completamente hetero ¡y sus gustos eran tan normales como los de cualquier otro! Tampoco debía ser vergüenza por saber sobre la vida sexual del hombre, hablaban del tema como si fuera el menú de la cafetería. Ni siquiera era por la mención de ese honesto "Hace tiempo que no hablaba con Neville" y la implicancia de una amistad infame, carente de interés y preocupación con el trigueño.

Algo había incomodado al moreno. ¿Sería que Neville, en su afán de "encajarle" a Potter, le había hablado sobre ellos?

-¡Ah!, ¡a él sí le das para su sexo casual!-

-No era sexo casual, Seamus.- Draco entrecerró los ojos, al ver la sonrisa de su compañero de laboratorio. No era maliciosa, ni sarcástica, ni astuta, pero había algo que le parecía un tanto… familiar.

Con indecisión, volvió a deslizar su mirada por sobre el hombro de Neville… y los ojos de Potter se clavaron en los suyos. Joder. El tipo sí sabía. Estaba seguro. Neville, pendejo. Mantuvo la vista sobre el moreno, sin dar señales de haber sido descubierto, de sentirse expuesto o avergonzado. Draco se recordó que no había nada malo en lo que hacía con el trigueño.

Y sin mucha vacilación, el rubio decidió que dejaría al hombre solucionar el asunto como mejor le pareciera, podía hablar sobre él o seguir manteniendo el secreto. No importaba, porque ahora que lo pensaba, no era tan mala idea que Potter supiera de "ellos", eso le daría una nueva visión sobre la clase de hombre en quien se había convertido Draco.

Neville no había sentido desagrado por él, ni sentía que le mataba el humor. De hecho estaba mucho mejor tanto sicológica como emocionalmente, desde que lo vio hace un año. Por fin había superado su desamor y se había transformado en alguien especialmente diestro en la intimidad. El famoso Niño-que-vivió-y-venció, debería sentir envidia.

-¿No me vas a decir quién es?- suplicó el irlandés.

-Nop, sólo voy a decir que es una persona muy… particular, por decirlo menos y que me enseñó sobre muchas cosas.- y concluyó con otra de esas sonrisas que resultaban extrañas para alguien tan cándido como Longbottom y Potter debió pensar lo mismo, porque puso cara de circunstancias.

-Tú sabes, ¿cierto Malfoy?- el rubio sólo le sonrió aparentando no saber nada. –Esto es tan injusto.-

-No pretendo ser tú mono de feria, Finnigan.- Draco mantuvo el gesto y la voz divertida, después de todo el irlandés era uno de los pocos con quien se le daba bien conversar. Él y Robins habían sido los únicos quienes le habían dado una oportunidad, el rubio trataría de retribuir esa confianza.

-Eres una persona extraña para hablar.- le respondió con gesto un poco pasmado. -¿También eras así en Hogwarts, dejabas a todos con la "bala pasada"?-

-No estoy seguro de lo que quieres decir.-

-Que los dejas con un signo de interrogación.- apuntó Neville, acercándosele un poco. El trigueño parecía divertido con toda esa conversación.

-Sigo sin entender.-

-Un día te pones a hablar de sexo, de tus infusiones milagrosas, de los olores de la gente, de esas cosas interesantes de la India, siendo medio simpático ¡y con tú misma cara seria! Es tan bizarro viniendo de un Malfoy.-

-¿Qué es tan bizarro? ¿Ser divertido o hablar de sexo?- sonrió con sorna. ¿Les parecía bizarro que él fuera simpático? Vaya montón de idiotas, era mejor preguntarse: ¿cuándo había dejado de serlo y por qué ellos no se habían dado cuenta?

-¿Cuándo les habló de sexo?- Neville miró al rubio e hizo cara de circunstancias.

-Y no sólo de sexo. Apenas lo habían trasladado al nuestra división y ya estaba hablando sobre semen y cosas extrañas.- Seamus le hizo gestos a Neville, como si le estuviera hablando sobre algo perturbador, obsceno y ellos fueran unos espectadores inocentes. –Que es medio gay, que los ingleses apestamos y tenemos mal "sabor", ¡prf!, ni te imaginas qué más… y bueno, siendo que tiene todos esos recursos místicos, seguro tiene habilidades inimaginables también.- y ésta vez esbozó una sonrisa interesada, mirando a Harry de soslayo. El moreno rápidamente se dio cuenta que quería molestarlo, hacerle algún tipo de insinuación, pero el por qué aún no lo comprendía. ¿Era sólo por qué ambos eran gay y a Seamus le hacía gracia?

Oh, aunque por supuesto y gracias a esas miraditas del irlandés, no se puede culpar a Harry por hacer un recuento de las evidencias. De ¡Oh!, esas evidencias y que eran de conocimiento público, además. Porque ciertamente el rubio era una interesante caja de sorpresas que estaba a simple vista, cuando uno se lo encontraba en el gimnasio o en las duchas. Cuando uno sabe hacia dónde o qué mirar.

Como esas largas y delgadas piernas, sus brazos de músculos marcados y flexibles, esas caderas angostas, apetecibles y ese culo de infarto… ¡de infarto!, tan redondito, tan apretado, tan manoseable. Y esa maldita e injustificada capacidad de elongación, ¡eso de casi ponerse una pierna detrás del cuello, no debería ser normal! Harry lo había culpado de ser un flacucho, sin fuerza, sin gracia, sin aptitudes de ningún tipo. Ya lo podía ir partiendo un rayo, porque era todo lo contrario.

Y ¡excelente!, finalmente se dio cuenta que a todo lo que dijera la boca de Malfoy o lo que hiciera el rubio, el moreno quería estar presente y fascinarse.

…Pero también estaba el hecho de que Neville sabía más sobre el hombre que él y sin saber por qué, sentía que no le gustaba. No. Realmente no le agradaba nada.

Eso de que eran "amigos", muy buenos "amigos", de que Neville había disfrutado las cualidades de la tisana con "alguien". Ambos cubriéndose las espaldas mutuamente. Secretismo. Mutismo.

-¿Les hablaste de semen?- Neville arriscó la nariz.

-Oye, no lo saques de contexto. Joe me estaba pidiendo una tisana y ellos preguntaron para qué servían, así que todo viene a ser parte de lo mismo. No fue algo voluntario, absolutamente no.-

-Y bueno, como tú sabes mucho de eso… de todas "esas" cosas.-

Harry siguió los pormenores de la conversación, desde lejos, sin intervenir, sólo admirando los gestos y la facilidad con que el rubio conversaba sobre algo que a cualquiera le resultaría vergonzoso. Él no gustaba de comentar los detalles de su fallida relación con Colin, de hecho nadie sabía aún que lo habían dejado. En cambio Malfoy hablaba con una naturalidad asombrosa y aceptaba las declaraciones de Seamus, a pesar del tono insidioso y picante. Tolerante como nunca lo hubiese imaginado. Parpadeó con lentitud, sintiendo cómo le subía la modorra del alcohol a la cabeza. Era la segunda jarra que se servía, así que no era extraño. Sentía que todo su ánimo ya comenzaba a languidecer.

Ya habían pasado un buen tiempo en el bar y a pesar de la reticencia que pudiesen haber sentido teniendo a un extraño como el rubio con ellos, Harry la estaba pasando bien. Se estaba divirtiendo. Le gustaba estar ahí, con ellos. Lejos del trabajo, olvidándose de ese maldito caso y toda la presión de la responsabilidad. Estaba ahí, cerveza en mano, disfrutando de la espontaneidad de Draco Malfoy.

Su cuerpo se sentía tan relajado y su mente tan difusa, lo único que no había perdido la concentración, eran sus ojos, seguramente opacos por el alcohol. Determinados y lúcidos, sus verdes irises oscurecidas yacían atorados en los hilos sedosos de ese cabello dorado, invariables en la pequeña punta de esa oreja apenas visible a través de su pelo… sus ojos inclementes sobre la piel de su cuello y el borde de su camisa blanca. Ojos sujetos a la suavidad de su mejilla pálida, a su perfil aristocrático… inmóviles y añorantes en el movimiento de sus labios mientras habla.

Harry ve que el tiempo pasa, que la cerveza disminuye en la jarra, que la conversación progresa, avanza más sincera, más intensa, más excitante. Seamus rebusca en la información, Neville se deja asaltar con inocencia y Malfoy sólo promueve el misterio. Warren sólo bebe y él, comienza a fantasear.

Sí, tal vez está un poco pasado de copas ya… o mejor dicho, está "medio" pasado, ni mucho, ni poco, pero lo suficientemente consciente para saber que ellos siguen hablando de sexo. ¿Por qué Seamus siempre quiere hablar de sexo con Malfoy?

-De qué hablas Finnegan, eyacular es completamente distinto de tener un orgasmo.-

-¿Por qué siempre terminamos hablando de eyaculación, semen y derivados.- bufó Bones, pero nadie pareció prestarle atención. Harry no tenía problema con ello.

-Cuando uno tiene un orgasmo se viene, se "corre", no sé si me entiendes.-

-Te entiendo.- el rubio alzó las cejas y le sonrió con gesto maligno. –Y de verdad siento lastima por ti, porque tus noches de sexo son un manto lleno de agonías y crees que tener uno o dos orgasmos es un gran logro.-

-Sí, claro y ahora estas exagerando.-

-¿Lo crees?- el rubio mantuvo la sonrisa y Neville podía decir que se divertía con la sorpresa en el rostro de Seamus y el mutismo de Harry, ¿o debería decir: silencioso espionaje? –El Kamasutra, ¿lo recuerdas? La fase crítica de mi madurez fue en India, tuve que "someterme" a esa apertura cultural… pobre de mí.-

-Yo le creo.- el trigueño levantó una mano, casi como si fuera una promesa o pusiera en juego su honor. Los ojos de Finnigan se entrecerraron y Harry sintió que su mente soltaba un "¡Ahahaha!", con una risa un poco atolondrada, un poco envidiosa, mientras escuchaba todo ese despliegue de aptitudes, posibilidades y casi sentía que el rubio le estaba enrostrando codiciosamente, toda una vida de excelente sexo, de gozos apasionados.

De cualquier forma mantuvo los ojos sobre él, demasiado pendiente de la conversación, demasiado interesado en paladear esa información, su mente preparada para imaginar cualquier situación. ¿Qué podía decir sobre sí mismo? Deseaba escuchar, anhelaba saber más sobre el lado más sucio del rubio, más intrépido y sensual… el sólo pensarlo, hacía que su corazón latiera un poco más fuerte y más rápido, como un voyerista ansioso, Harry quería ser excitado por las palabras de Malfoy.

Deseaba seguir mirándolo como a una especial pieza de brillante joyería.

-Realmente prefiero comerme los calcetines sucios de Ron antes que preguntar esto, pero…- Seamus suspiró mirando a ese par y Draco sabía que el irlandés no era el único interesado. El apabullante silencio y quietud de Potter, lo tentaban a decir alguna perversidad. Algo que lo dejara patidifuso. -Dime qué-hasta qué tú-haces… ¡ugh!, sólo imaginármelo es espantoso… pero qué, qué… tú qué… ya sabes… ¿aguante…?-

-¿Qué…? ¿Hasta qué puedo hacer?- su sonrisa ladina era todo un símbolo de aviesa y voilá. -He tenido hasta tres orgasmos en un coito.- Harry se atragantó.

-Esto es desagradable.- murmuró Warren con una mueca, lo suficientemente bajo para que sólo su jefe de división lo escuchara. –Nos vemos mañana.- mencionó antes de agarrar su jarra y marcharse.

El moreno no alcanzó a responderle nada, demasiado ocupado en hacer que la cerveza bajara hacia su estómago y no a sus pulmones.

-Yo le creo.- Harry volvió a escuchar y prefirió cerrar los ojos, concentrarse en el dolor del alcohol cocinando sus alveólos pulmonares era mejor idea que pensar en Neville y Malfoy en esa clase de imagen.

Sí, bien, al rubio sí podía imaginárselo en todas las posiciones posibles con alguna extraña sombra anónima, pero ponerle rostro al sujeto N.N, ya entorpecía el disfrute de semejante proceso creativo. Sobre todo si el otro era Neville o Cobbs… mmnh… o quizás algún morenito Maharajá.

-¿Qué? ¿Cómo?- preguntó Seamus y Harry habría añadido: "¿cuándo?" y "¿en tú casa o en la mía?" -¿Es real? ¿Se puede hacer?- prosiguió el irlandés y entonces Harry se rio de la estupidez de sus propios pensamientos, era un maldito lanzado, por suerte todo eso se quedaba dentro de su cabeza.

-Para poder enseñarte, tendrías que tener sexo conmigo y estoy seguro que no sería de tú gusto… así que lo siento.-

-¿Estás diciendo la verdad o te estás burlando de mí?-

-Palabra de Slytherin.- acentuó su sonrisa y Finnigan entrecerró los ojos. Seguro pensaba que le estaba tomando el pelo, alguna confabulación contra él o algo así. Pobre hombre susceptible.

El irlandés continuó quejándose y preguntando, derivando la conversación hacia otros ámbitos una vez que se dio cuenta que el rubio no iba a dar más explicaciones. El muy Slytherin, ¡¿le soltaba semejante bomba cargada de promesas de una vida mejor y esperaba que no preguntara?! ¡¿Qué se quedara ignorante?! ¡Egoísta! ¡Infame!

Y de pronto Seamus había sentido mucho calor, miró su jarra y vio que le quedaba un sorbo a lo mucho y la mayoría era espuma. Con el sentimiento de obstinación, tocando la voluntad de sus siguientes palabras, deslizó sus ojos hacia el frente… por inercia, por instinto, o quizás por mera casualidad. Allí vio a Harry, quien significativamente tenía los ojos adheridos sobre el rubio, pestañeando lentamente y con las cejas tan levantadas que se perdían bajo la abundancia de su flequillo.

A ese ciervo lo había deslumbrado un camión, con remolque, con acoplado y monta-carga; y sin saber cómo iban las cosas en la relación con Colin, Seamus pudo leer claramente que el pobre ciervo que era Harry, estaba dispuesto a dejarse atropellar.

-Por cierto, ¿a dónde se fue Warren?- pestañeó. –Ese aguafiestas… lo que sea, amigo Neville, quiero que me acompañes a la barra por una última ronda antes de acabar la noche y de paso, hablamos con las dos señoritas que nos están mirando con ojos de borrego.- y le dio un codazo en las costillas. –Ya que no existe una novia oficial, no creo que haya pecado.-

-Yo no le veo ojos de borrego.- se giró, de hecho las camareras estaban concentradas en secar unas copas.

-No me hagas golpearte.- le murmuró. –Vamos, acompáñame. ¿Una última cerveza Malfoy?-

-Bien.- asintió el rubio y el irlandés se giró hacia Potter. Neville sumó dos más dos.

-¿Harry, una última cerveza?- entonces el moreno despertó de su ensueño, levantando la cabeza rápidamente miró al trigueño.

-Er… claro, la última.-

Tanto Seamus como Neville se llevaron las botellas vacías y la jarra desocupada del moreno, dejando a ese par libre para ignorarse como los dos tontos que eran, o para –por fin- decidirse a escucharse y hablar directamente. Sin fingir, sin simular como si hubiese algo más importante, cuando era obvio que para Harry no lo había. No había nada más importante.

…Y eso era algo que el moreno ya había pensado, porque apenas sus compañeros se perdieron fuera de su vista, se cambió de lugar para sentarse junto a Malfoy. Bien, su valentía llegó hasta ahí. Tragó.

-Así que realmente eres gay…- fue lo primero que se le ocurrió y el rubio le asintió, aunque Draco ya estaba que le decía: "¡No!, ¿en serio? ¿Con tooodo lo que he dicho recién te das cuenta?", pero sabía que era una forma obvia de cortar el hielo. -¿Y quién es el afortunado?- otra pregunta tonta, cuando ambos sabían la respuesta. O algo así.

-No hay afortunado.- le respondió, porque después de todo Longbottom era un beneficiado, no su novio o alguien a quien le debía fidelidad. –No hay "uno".- le medio sonrió y en ese momento el rubio se dio cuenta cuán alcoholizado estaba Potter.

-Oh… entonces hay más de un receptor de tales habilidades.-

Draco se quiso reír. Así que "ese" era el tema, tan predecible, tan Potter con la cabeza en los pantalones. Seguro que mañana se arrepentiría de todas sus indiscreciones. Él, el jefe, hablando con un subalterno de tales impudicias y medio ebrio.

Pobre Potter y sus conflictos de control y sus desequilibrios mentales, emocionales, mágicos… y físicos, al parecer. ¿Otro más que creía que eyacular era el punto álgido del sexo y la plenitud?

-¿Qué hay de tu novio? Neville me contó que salías con el chico de la cámara.- el rubio le preguntó sólo para recordarle sus límites, quizás avergonzarlo un poco, pero contrario a lo que había esperado, el moreno negó. Incluso el gesto de su rostro y sus manos lucía como si no quisiera recordar el asunto. –Oh, lo siento.- frunció levemente el ceño. Draco nunca habría creído posible que existiera alguien que no quisiera a Potter, menos Creevey. Se lo imaginaba adherido al Salvador como si fuese una lapa, adosado con dientes y muelas. -¿Terminaron o algo así?-

-Algo así…- porque realmente no se habían dicho mutuamente "Terminemos", era algo más tácito, más propio, más asumido de forma interna. –No quiero hablar de ello.-

-¿De qué quieres hablar entonces?-

El rubio se inclinó sobre el respaldo del asiento y lo miró con ojos interesados. Así que Potter había dejado al moscorrón y ahora era material dispuesto a la justicia de su capricho, sería tan fácil aprovecharse de su falta de consciencia, de la nebulosa etílica que nublaba su sentido común. Tomar su gallardía, su seguridad y dejarle sólo necesidad y anhelo. Someterlo hasta dejarlo de rodillas.

-¿Tienes la curiosidad de Finnigan y quieres hablar de sexo?-

-Tengo su curiosidad, sí,- aceptó, -pero la diferencia es que yo también soy gay.- Draco alzó una ceja, sin comprender del todo. –A él ofreciste enseñarle cómo y a mí no me va a desagradar.-

Pestañeó. Oh, mierda.


¡Ya saben que continuará! =D

Un nuevo Dios de la Trimurti, el responsable del desarrollo y la preservación. Recuerden que Vishnú lleva flores y armas en sus manos… así que, veremos qué nos trae para ésta etapa de la historia.

Por otro lado, sé que parece poco creíble, pero el Tantra cree y enseña, cómo se puede llegar a la plenitud a través de la meditación y la consciencia en el propio cuerpo. Por ejemplo, así como el Yoga promueve la Respiración de Fuego (y todo el uso de músculos abdominales) como una práctica revitalizadora, el Tantra enseña por medio de la meditación (que incluye algunos ejercicios con los músculos sexuales y pélvicos), a generar excitación y lograr orgasmos, sin contacto directo con los órganos sexuales y sin concluir en una eyaculación.

Así también, un hombre podría lograr una erección sin la necesidad de tocarse, sin usar su imaginación o estimulación exterior.

Es algo así como que a través de nuestra mente, todas/os podríamos generar estados de placer, mientras hacemos algo tan normal como regar las plantas en la casa… XD

Así que, no sería tan extraño si nuestro habilidoso rubio logra sobre-estimularse mientras tiene sexo y transformarse en un poli-orgásmico =3

Un abrazo a Seamus, que se está transformando en el Hada de las posibilidades, sin saberlo =)

Y Potter… ¡eres un lanzado! Sólo ebrio hace las cosas correctamente.

¿Me merezco un comentario? =D