Disclaimer: Nada del Potterverso me pertenece.
Este fic participa en los desafíos del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
7 Virtudes para Teddy Lupin
I. Humildad
La lluvia comenzó a caer justo en ese instante en el que Teddy Lupin cruzó el muro hasta el andén nueve y tres cuartos. Eran gotas finas, pero incesantes. Miró a su alrededor el bullicio de personas que se hallaban en el andén y respiró profundamente. Lo mejor era relajarse y no perder la calma.
—Aún no me puedo creer que haya llegado este día—comenzó a decir Andrómeda, que acababa de traspasar el muro en ese momento y se había situado detrás de su nieto—. Se me está haciendo grande mi pequeñín.
—Aún me queda mucho por crecer, abuela—comentó Teddy con una sonrisa.
—Ya lo sé, cariño, pero es que parece que fue ayer cuando.. cuando...—se tapó la boca para reprimir las lágrimas. No quería recordar cosas que le traían recuerdos tristes. Tomó aire y cogió a su nieto del mentón—Sé que lo harás bien. Y que estaré orgullosa de ti.
—Nunca lo he dudado, abuela.
—Me gusta cuando te dejas ver con un color de pelo más natural—le comentó, atusándole un poco el flequillo, que ahora lo llevaba de color castaño claro—. Tu madre me solía volver loca con esos colores chillones. Nunca me gustó, aunque no me quedó más remedio que acostumbrarme.
Teddy sabía perfectamente todo aquello; por esa razón, prefería mantener un color que a su abuela le resultara agradable.
—Y ya sabes que nada de dulces, ¿me oyes?
—Tranquila, que no pienso caer en la tentación.
Andrómeda besó a su nieto en la frente y lo abrazó. Una voz proveniente de detrás del chico hizo que ambos se dieran media vuelta.
—Buena suerte, Teddy—le deseó Harry con una sonrisa. En una de sus manos portaba un par de cosas que le entregó al muchacho—. Toma, James te ha escrito una carta y quiere que le contestes en cuanto puedas. Albus te ha hecho un dibujo de despedida. Al menos es lo que me ha dicho. Y Lily...—hizo una breve pausa—, Lily te manda una pedorreta con babas.
Teddy se echó a reír y abrazó a su padrino. Se alegraba muchísimo de tener a las dos personas más importantes de su vida allí, despidiéndose de él. Echó una última mirada a ambos y se encaminó hacia el expreso, que justo en ese momento acababa de llegar. Harry abrazó a Andrómeda fuertemente de un hombro, mientras que ésta no pudo reprimir las lágrimas, viendo cómo se iba su único nieto.
Habían pasado unas cuantas horas desde que partieron de la estación de King Cross. Aún quedaban demasiadas horas para llegar.
Una chica, que se presentó como Jazmine Jerkins, se acomodó en su compartimento. Llevaba horas hablando sin parar y Teddy no sabía qué hacer. Y no es que no le interesara, pero es que no se enteraba de la mayoría de las cosas que le contaba.
—Por cierto—dijo la chica en un momento dado—, ¿has dicho que te llamabas Teddy Lupin?
—Asi es.
—Interesante—dijo mientras sacaba de una pequeña mochila un tocho de cromos de las ranas de chocolate—. ¡Ajá! Aquí está: Remus J. Lupin. ¿Por un casual no seréis familia?
—Era mi padre—contestó con cierta melancolía en su voz.
—Oh, lo siento, no lo sabía. Pensé que sería tu tío o un pariente lejano. Vaya... ¡Soy una bocazas!
—No te preocupes, de verdad.
El chico miró de reojo el cromo donde salía su padre. A decir verdad, sólo le había visto en las fotos que su abuela tenía de sus padres. Ahí se le veía diferente, más joven aún. El rostro de su padre le miraba fijamente. Estuvo tentado a preguntarle si podía coger el cromo, pero prefirió no hacerlo. Cerró los ojos y se echó hacia atrás la cabeza.
—¿Quieres una rana de chocolate?—preguntó la chica, ofreciéndole una.
—No, gracias. Mi abuela me tiene prohibido los dulces.
—¿Y eso por qué?—dijo mientras se metía una en la boca.
—Porque me sientan bastante mal.
—¿En qué sentido?
—Pues...—intentó explicar el joven Lupin— por así decirlo, me altera el azúcar de tal manera, que me hace comportarme de forma violenta.
—¿En serio?
—Sí. En mi sexto cumpleaños, mi padrino me regaló un montón de dulces y chocolatinas que me comí de una sentada. Fue un caos la que monté.
—Vaya...
—La madre de Victoire, la sobrina mayor de mi padrino, estuvo más de una hora quitándole restos de tarta del pelo. Aún me avergüenzo de ello cada vez que recuerdo aquellas palabras malsonantes que decía la madre en francés.
—Caray. ¿Y todo por unos dulces?
—Desde entonces apenas puedo comer. Sólo un par de chocolatinas en navidad y poco más.
—Pues es una lástima, porque tengo un montón de ranas. Es que mi padre trabaja en la fábrica donde se hacen y siempre me suele traer una caja repleta de ellas.
—¡Oh! Creía que habías dicho que vivías en una casa muggle...
—Y vivo en una casa muggle. Pero mi padre trabaja en la fábrica donde hacen las ranas de chocolate.
—Entiendo.
—Nos enteramos hace tan sólo cuatro años de que mi padre era mago.
—¿De veras?—la chica asintió con la boca medio llena.
—Fue porque hice magia involuntaria. A mi madre casi le da un patatús cuando se enteró de todo.
—Vaya, espero que no le ocurriera nada.
—No, tranquilo. Al final acabó aceptándolo y todo.
—Menos mal.
—¿Seguro que no quieres una?—dijo ofreciéndole una cajita—Dudo de que te pase nada por un poco de chocolate.
Teddy la aceptó de buena gana, encogiéndose de hombros. Casi se le escapa por la ventana, pero Jazmine la capturó a tiempo. Según dijo, estaba acostumbrada y ya sabía cómo manejarlas.
El tren se detuvo. Ya habían llegado a su destino. Ahora tocaba esperar que todo pasase rápido.
—Hufflepuff, ¿eh?—le comentó Jazmine entre risas.
—Eso parece.
—Me alegro de que hayas quedado ahí. Ya sabía yo que serías un tejón.
—El sombrero me preguntó si quería ser Gryffindor o Hufflepuff.
—¿En serio? ¿Y por qué escogiste Hufflepuff?
—No lo decidí yo—respondió con una sonrisa.
—Pues me hubiese gustado que fueses Gryffindor. Así estaríamos más cerca.
—Bueno, seguro que encuentras amigos más interesantes que yo en tu casa, ya lo verás.
—¿Más interesante que un amigo que puede cambiar el color de su cabello y de sus ojos? Lo dudo.
—Si tú lo dices.
Ambos amigos se despidieron hasta la mañana siguiente. Ahora era cuando comenzaba de verdad su aventura.
