Los personajes no me pertenecen, son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi.
La joya perdida
PRÓLOGO
Egipto 1340 a.C Imperio NuevoLos pasos resonaron por el amplio pasillo dorado que conducía a la estancia oculta en la parte oeste del palacio. Los pasos firmes removían los pliegues de la fina falda, de algodón real blanca semitransparente, que flotaban y se movían entorno a las piernas, brindándolas unas suaves caricias. Las doradas pulseras tintineaban en tobillos y muñecas, y el trenzado cabello serpenteante en múltiples hilos de colores mezclados con las negras hebras se entremezclaban en su espalda luchando entre ellos por ser el más brillante de la melena. La suave y ligeramente oscura piel del vientre se hallaba al descubierto acompañando con lentos movimientos el andar de sus caderas. Otra prenda de algodón real cubría los turgentes senos y se anudaba con un broche verde esmeralda en forma de escarabajo en el centro del pecho, dejando la prenda sujeta a estos. Diversos collares en varios colores adornaban su largo cuello y un brazalete Nejbet(1) apresaba su brazo izquierdo. El kohol(2) negro embellecía los pardos ojos achinados y la negra línea se extendía hasta alcanzar la sien.
El pasillo iluminado con las antorchas instaladas en las paredes de piedra, daba a su fin y permitía el paso a la estancia oculta. La joven egipcia tomó la última antorcha entre sus manos y la separó de la pared, adentrándose en la estancia la cual se iluminó levemente a la luz del fuego. Las pinturas de las paredes resaltaron al pasar el fuego cerda de ellas, mientras las sombras dibujan formas caprichosas a su entorno. La mujer se detuvo en el centro de la estancia tras recorrerla completamente. Sus dedos acariciaron el cofre de oro con incrustaciones de lapislázuli azul que se hallaba sobre la mesa de madera a unos centímetros de su cuerpo. Leyó los jeroglíficos inscritos en la cubierta, pronunciando el egipcio en un suave susurro.
Sonrió.
Sacó la llave oculta entre sus senos y la introdujo en la hendidura con forma de estrella. La pieza de metal dorada encajó a la perfección en el cofre de oro abriéndose con un chasquido. La cara de la egipcia se ilumino con el resplandor brillante de la joya que albergaba el interior del cofre. Con avidez sus manos rodearon el objeto y lo sacaron de la caja. Lo observó con ansias y un reflejo de codicia brilló en su mirada.
"No lo hagas Kikyo"
La mujer se giró y observó a su interlocutor con sobrecogimiento. Su pecho bombeó la sangre rápidamente acelerando los tambores silenciosos de su pecho. Suspiró con algo de alivió al comprobar de quien se trataba.
"Inuyasha me has asustado " cerró la caja " por un momento creí que Akenaton(3) me había descubierto..." Le observó...
EL chico vestía una falda plisada hasta las rodillas de lino blanco anudada a la cintura. Las telas se ajustaban a su cuerpo como una segunda piel y se separaba del centro hacia las rodillas, permitiendo total libertad de las piernas. Iba descalzo, como solían ir la mayoría de los egipcios, y llevaba el pecho al descubierto, en el que resaltaban los fuertes músculos del tórax. El brillo de los aceites con los que trataban la piel resplandecía como gotas de lluvia mojando el cuerpo. Una gran melena plateada cubría su espalda y su cabeza estaba adornada por dos orejas de perro que vibraban al captar sonidos.
"Y te ha descubierto" respondió este con un deje de tristeza en la voz. Sus dorados ojos recorrieron el cuerpo de la mujer y se posaron en la joya entre sus manos. Suspiró. "Kikyo el faraón ha ordenado la ejecución de su sacerdotisa real. Te acusa de traición y robo."
"Vaya..." rió "...mata a su sacerdotisa y también mata a su amante sin piedad"
Inuyasha cerró los ojos dolido. "El faraón es influenciable y sabes que Nefertiti(4) no quiere cerca tu presencia. La reina ejerce un gran poder sobre él"
Ella se acercó a él y acarició su rostro. "Tú eres un semidiós... el hijo de Anubis(5)...tienes poder para salvarme" le besó cálidamente con una sonrisa.
El se separó.
"No puedo salvarte" susurró sin mirarla a los ojos " debes huir del palacio antes que la guardia real del faraón te encuentren"
Ella le miró con reproche. Su ceño se frunció ligeramente pero volvió a suavizarse. Ella le tomó la cara entre las manos y le obligó a mirarla. Volvió a emplear su tono suave y pausado, meloso, que sabía él adoraba.
"Huyamos juntos... tengo la perla. Nos hará libres" sonrió seductoramente.
"No puedo huir con la perla...y no puedo dejar que te vallas con ella. La perla no es para ti. Tu no eres la sacerdotisa que tendrá el poder de usarla, Kikyo." El dolor se apreciaba en su mirada ambarina "Déjala y huye lejos de Egipto."
La codicia de la mujer era demasiado fuerte "Inuyasha eres mi guardián. Podemos hacerlo" insistió rompiendo la tranquilidad de su voz.
El la miró a los ojos viendo la desesperación y el deseo en ellos. Sabía que no dejaría la perla, pero tampoco huiría sin él. Suspiró abatido. Su deber era proteger la joya, pues su poder era inmenso y desconocido. Aun no existía la persona dueña de esa joya y mientras eso fuese así él seguiría vagando junto a la perla. Pero también era el protector de las sacerdotisas. Su trabajo como guardián era escaso, pues existían muy pocas. La mayoría de esas mujeres eran farsantes. Pocas tenían poderes como los de Kikyo, y eran estas mujeres a las que él debía proteger. Sus deberes chocaban también con los deseos de su corazón. Amaba a esta mujer y no podía matarla por querer robar la joya.
EL rostro de la joven cada vez reflejaba una mayor impaciencia y desesperación. Sabía que su tiempo se agotaba y tratar de convencer al muchacho era inútil. Él la dejaría escapar, pero no con la joya. La dejaría vivir, a pesar de que él estaba obligado a matarla como un insecto ante un ser superior. Pero el amor que le tenia al hijo de Anubis solo era comparable con su afán de adquirir mayor poder. Quería la perla y le quería a él.
"Dame la joya de las cuatro almas Kikyo" extendió la mano para recogerla de las de ella.
"¡No! ¡Estoy segura de que puedo usarla! Seremos libres, ¡déjame intentarlo!"
"Kikyo no te queda tiempo, están muy cerca. Damela por favor y márchate rápido. Se libre por los dos"
Ella le observó. Se encontraba al límite de su resistencia mental. Sonrió y la tristeza se adueño de su mirada. La de él la acompañó con el mismo sentimiento. Sus brazos cerraron entorno a su cuello y él la abrazó por la cintura. Sus cuerpos se juntaros y se apretaron fuertemente no queriendo dejar escapar al otro apresado.
"Te echaré de menos" susurro en su oreja antes de besarle "te quiero"
Dicho esto se dio media vuelta y corrió por el pasadizo oculto en uno de los rincones desapareciendo por el con la joya.
"¡Espera!" Él intentó seguirla pero unos brazos le detuvieron. "¿Eh?"
"Alto ahí" el guarda real que acababa de entrar, por el pasillo por el que había llegado Kikyo, seguido de 10 hombres más señalo en la dirección en que la mujer se fue "¡seguidla y ejecutarla!"
"¡No, espera!" El egipcio de mayor rango del grupo le desvió la cara de un puñetazo.
"La has dejado escapar con la joya. Has incumplido tus funciones" se giró y vio a los guardias parados "¿qué creéis que hacéis? ¡Moveos!" El guarda le tomó por el mentón aprovechando que estaba sujeto por ambos brazos por dos hombres. Inuyasha enseñó los colmillos y emitió un gruñido de advertencia.
"Sabes esa sacerdotisa tuya...es una lástima que vaya a ser ejecutada. Era muy buena en el dormitorio." Inuyasha gruño más aun. "El faraón lamenta tener que deshacerse de su mejor concubina, y nosotros también lo lamentamos" le guiñó un ojo y soltó una carcajada. Inuyasha se revolvió de su agarre, pero recibió un fuerte golpe con la empuñadura de la espada en el estomago. EL guardia le agarró del pelo obligándole a levantar la cara hasta quedar a pocos centímetros de la suya "Será momificada viva" luego escupió a su cara "¡Matadle!"
Inuyasha rió "Soy semidiós, no puedes matarme"
Una brisa helada cruzó el cuarto e hizo vibrar la llama de las antorchas. Un aullido resonó en la lejanía. Todos guardaron silencio mirando el cada vez más débil fuego hasta que finalmente se apagaron todas las antorchas. El miedo se hizo presa de los cuerpos de los mortales. Las respiraciones se hicieron pesadas y fuertes. Los corazones tamborilearon a toda velocidad, audibles para el desarrollado sentido auditivo del semidiós. Las pisadas resonaron por el pasillo, lentas pero cada vez más cercanas. El pánico se hizo notable y el sudor bañó los cuerpos de los guardias. Inuyasha permaneció en silencio, expectante. Un débil resplandor de un segundo de duración, permitió ver las feroces fauces de un animal alzado sobre sus patas traseras. Las uñas del ser repiqueteaban contra el duro suelo pintado y su caliente aliento enloqueció a los tres guardias reales. Las patas del animal no encajaban con el cuerpo humano de este, y su cabeza claramente de un perro negro, resaltaba sobre los anchos hombros del cuerpo humano, paralizando el corazón de los presentes.
"Anubis" susurró Inuyasha.
El resplandor, dio paso a la oscuridad total, antes de volver a encenderse las antorchas de la estancia. Allí no había ningún ser sobrenatural. Los guardas se giraron buscando algún signo de los que acababan de ver, pero su respiración se entrecorto al descubrir una estatua de mármol sedente donde debería estar la figura de Inuyasha.
"Se ha convertido en piedra" dijo uno de los guardas con voz temblorosa
"No, Anubis le ha castigado"
XXXX
Los presurosos pasos de Kikyo se alejaban por el estrecho pasillo caliente inundado por un aire rancio y caliente, que dificultaba su respiración. Apretaba la joya entre sus manos, y las lágrimas manchaban su cara por le negro Kohol que se entremezclaba con ellas. El pánico apresaba su cansado cuerpo. Los pasos tras ellos cada vez se acercaban más y no puedo reprimir un grito desesperado cuando escucho pasos hacia ella también por delante. La cerraban el paso. Corriese hacia donde corriese se toparía con la guardia real. Se detuvo bruscamente y tanteó por las paredes buscando una salida, pero no paso mucho tiempo hasta que fuertes brazos la apresaron por la espalda y la levantaron en vilo. Pataleo, grito y mordió intentando soltarse, pero con el forcejeo soltó la perla sin darse cuenta, la cual rodó por le oscuro pasillo perdiéndose en el.
Los guardas la golpearon hasta que dejó de moverse y la llevaron al embalsamatorio subterráneo del palacio. La tumbaron en una camilla pese a sus gritos constantes. Analmente, la inyectaron mediante unas jeringas aceite de cedro y le taponaron el orificio para evitar que el liquido saliese. El aceite descompondría todos sus órganos internos con el pasar de los días. Después vendaron todo su cuerpo con un sinfín de vendas impregnadas de goma, dejando los orificios para respirar. Le ataron piernas y manos, y no le colocaron el escarabajo en el pecho entre los vendajes. Sus gritos fueron amortiguados por las vendas. Tras esto la introdujeron aun viva en un ataúd de madera, que cerraron y maldijeron. Por último enterraron el ataúd bajo el suelo de la cámara oculta, donde se encontraba la joya, para que nunca fuese descubierto.(6)
La joya nunca fue recuperada y con los siglos el palacio desapareció bajo la arena de Tell el-Amarna(7)
Continuará...
Este pequeño prologo de mi próximo fic se lo dedico q ele-chan, mi compi, mi amiga y una de las personas más majas que he conocido. Que pena ir al mismo colegio y no hablarnos hasta encontrarnos aquí de frikis XDDDDD pues mi niña, que muchas felicidades guapa, que ya tienes los dos patitos. Que tengo muchas ganas de que vuelvas de jugar con los canguros y los koalas y darte un pedazo de achuchón que no te vas ni a imaginar.
Mariiiiiiiiiiiiiiiiii aquí esta ese fic egipcio, o intento de ellos que te prometí. Espero que te guste, y no tengas en cuenta mis fallos históricos, que no me apetece andar ahora rebuscando por los libros. Ahiiii la friki egipcia esta, que deberías haber nacido en el imperio nuevo pendón!
Nejbet(1): brazalete donde la diosa buitre del alto Egipto, sostiene un signo shen en cada una de sus garras, lo que simboliza la protección del faraón.
kohol(2): Colorante de sulfuro de plomo, que además de su función estética para el contorno de los ojos, protegía los mismos dela luz solar y actuaba como antiséptico.
Akenaton(3): Es el Faraón Amenofis IV. Tomó el nombre de Akenaton tras instaurar el culto a un dios único, Aton, representado como un disco solar del que salían brazos que terminaban en manos con el símbolo del Ank. Su reinado duró de 1553 a 1535 a.C es nombrado sumo sacerdote de clero de Aton. Se preocupó poco de las cuestiones políticas y humanizó la figura del Faraón como dios. Sus representaciones se hicieron más humanas y reales.
Nefertiti(4): Fue la esposa de Amenofis IV y su papel no se limitó a ser la esposa real, sino que Akenaton la asoció al poder y su influencia llegó a ser tan grande que se la representó con la doble corona(del alto y del bajo Egipto). Participó activamente en la política del país, golpeaba a su s enemigos con una maza y conducía su propio carro, hechos más propios de un faraón. Su pueblo la adoraba yen ocasiones se la representó como una diosa. Se trataba de una mujer de inmensa belleza, con una deformidad del cráneo (apepinado) y que hacía el año 1352 desaparece todo rastro de ella. Se cree que en 1335 reinó como faraón con el sobrenombre de Smenkhare
Anubis(5) Dios que presidía la momificación y guardián habitual de la necrópolis. Se le representa como un chacal negro, o un hombre con cabeza de chacal o de perro. Guiaba el alma del difunto en el más allá.
Momificación(6)acto de enterramiento y conservación del cuerpo en la cultura egipcia. Había tres formas de momificación, según el estado social y monetario de las familias. Cuando moría una mujer se entregaba tras pasar 4 0 6 días, una vez que ya se había empezado el estado de putrefacción. Esto era para evitar la necrofilia. Para saber mas sobre la momificación os dejo un enlace del que he tomado información, aunque las páginas con dicho contenido son numerosas. http/www.step.es/jms/egipto/momificacion.htm
Tell el-Amarna(7):Capital de Egipto durante el imperio nuevo que eligió Amenofis IV
