Lujuria
.-.
.-.
¿Cómo no sentir esta lujuria cuando nuestros cuerpos están tan cerca el uno del otro?
Cada movimiento hace que nos fundamos más en un abrazo de pasión. Sus gemidos eran como un canto celestial que me hacía sentir en el paraíso, su cuerpo me hacia fantasear con más de una forma de poseerlo, me hacía suspirar como un niño ante sus delicados labios, que cada vez que tocaba deseaba volver a tocar.
Aún siendo hermanos, estar con ella en este momento me hacia olvidar cualquier unión social o biológica. Sólo me importaba que ella era una mujer y yo un hombre, y que solo dejaríamos volar nuestros más bajos instintos. Cada vez que la penetraba gemía de placer, mientras que sus manos y piernas se abrían a mí para que no me alejara de ella.
Se veía en su cara una mezcla de satisfacción y seducción que me volvía loco, pero aún me volvía más loco de pasión cuando ella me decía hermano. Sentía que al fin estábamos demostrando nuestro más profundo amor, el cual nunca compartiríamos con nadie. Si el mundo no fuera tan retrógrada y con un pensamiento tan cerrado, notaría que nuestro amor es más profundo que una simple aventura.
Seguimos con lo nuestro: nuestros padres no tardaran en llegar. Y para cuando lo hagan tendremos que volver a comportarnos como dos hermanos. Pero por el momento somos amantes en un remolino de lujuria y pasión casi bestial. No puedo evitar pensar de vez en cuando que yo fui el que inició esto. Pero… ¿eso importa en verdad?, me pregunto, para responderme yo mismo ¿qué importa quien empezó, si los dos gozamos con el resultado?
Siento que el clímax está cerca. Siento como su cuerpo empieza a retorcerse. Será un orgasmo maravilloso: aún recuerdo su primer orgasmo, la dejó completamente cansada en mis brazos, temblando con una mezcla de gemidos y llanto que me hizo sentir culpable por haber llevado a mi hermana a ese extremo. En medio de esos pensamientos ella me toma del cuello y me inclina para darme un tímido beso, mientras de sus ojos salen unas lágrimas cristalinas, para después decirme "gracias por haber cumplido el sueño que siempre alimenté en mi interior"
Esos momentos todavía me hacen sonrojar. ¿Quién diría que mi pequeña hermanita me haría sentir eso? Siento como trata de aguantar un poco más para disfrutar por más tiempo. Creo que tiempo es lo que no tenemos. La vida es solo un suspiro y quien sabe cuanto nos dure esta lujuria. La acerco hacia mí para volver a sentir esos lindos y suaves labios con los míos, lo cual me hace estremecer de pasión. Cada vez que recuerdo quiénes somos, y qué tan cerca pasamos la mayoría del tiempo. Dormir en el mismo cuarto es una cosa maravillosa. Veo cuando se levanta con esas pijamas de niña buena para tratar de ganarme el baño. Todavía parecemos niños chiquitos, peleando de vez en cuando, pero cuando tenemos un tiempo para nosotros lo aprovechamos hasta el cansancio.
Siento como sus labios se posan en los míos mientras su cuerpo se vuelve a estremecer, y como si fuera contagioso el mío empieza al instante. Estamos cerca del orgasmo, no podré prolongarlo más, sólo disfrutaré el momento. Un momento que me gustaría congelar en el tiempo para poder gozar más de él, pero parece como un brisa en medio del mar: rápido, pero en el fondo hermoso.
Ha terminado, por el momento. Todavía siento como mi corazón late a mil por hora. Podría apostar que el de ella late igual. Lentamente me voy alejando de ella para, por fin, quedar a un lado de ella. Sus ojos me ven fijamente, como si trataran de leer mis más oscuros pensamientos. Debo decírselo antes que este momento se rompa, antes que volvamos a ser hermanos, antes que nuestro amor vuelva a dormir hasta el próximo momento que sea liberado por el demonio de la lujuria.
-Te amo- dijo Tai.
-Lo sé- dijo Kari.
Mientras esas palabras todavía resuenan en el viento, nuestros cuerpos se vuelven a fundir en un mar de caricias y pasión sin barreras
