A/N: Bueno, este es mi primer fic. Acepto toda clase de críticas. Uh…la verdad estoy nerviosa. Es la primera vez que hago esto. Si encuentran algún error ortográfico o gramatical, háganme saber. Español no es mi primer idioma así que tratare lo mejor que pueda para que se pueda entender. La canción que use fue "Abraham's Daughter" de "Arcade Fire".

Disclaimer: Death Note no me pertenece. Si me perteneciera L estaría vivo y Light se estaría quemando en las llamas del infierno.


A veces me pregunto que habría sido si mis padres no hubieran muerto. Si no hubiera conocido a aquel niño de cabello negro. Si no hubiera estado en Wammy's.

Hace 5 años deje Wammy's atrás; me volví una espía profesional y una detective, trabajando para diferentes gobiernos. Me hago llamar "R" para proteger mi identidad. Me pregunto qué habrá sido la vida de este hombre si no se hubiera convertido en criminal, ¿La verdad? No me importa. Aprendí que la vida no es justa y que los sentimientos son una debilidad. En este momento el hombre al que le apunto está sentado y bebiendo una bebida alcohólica. En fin, lo tengo que asesinar. Un disparo directo a la cabeza.

"Oh no…" Murmuré.

Justo cuando le dispare entró su compañero. Agarré mi rifle y subí al helicóptero.

"Eso estuvo cerca." Dijo el piloto del helicóptero cuando ya estábamos en el aire.

Tenía que dirigirme al aeropuerto para tomar un vuelo hacía Japón. Me habían informado que había un supuesto criminal llamado "Kira" que asesinaba a las personas causándoles un ataque al corazón. Cuando recibí el informe me sorprendí. Yo sabía que solo existía una forma para hacer eso. Pero, había un 75% de posibilidades que fuera cierta mi deducción.

Así que le pregunte a mi shinigami, Nu, si era posible que 3 Death Notes tocaran el mundo humano.

"Sí es posible" Respondió Nu. "Pero para que haya una tercera se necesita una Life Note." Sonreí sabiendo que yo poseía una Death Note y una Life Note. Honestamente, me parecía estúpido que existieran ambas. ¿Cómo recibí ambos cuadernos? Larga historia.


El jet aterrizó en Japón muy lentamente. Estaba lloviendo como si no hubiera un mañana. Había tomado un jet privado. La idea de estar en un avión lleno de personas no era muy atractiva. Normalmente, no llevaba equipaje conmigo además de un arma y una daga. No trabajaba en equipo a menos que fuera necesario.

Bajé del jet y me dirigí hacía el bar del aeropuerto. No estaba muy lleno. Era un bar elegante. Había copas de vino colgando del techo. Las paredes eran de color vino tinto. La colección de botellas, que descansaban en el escaparate de vidrio era, muy tentadora. Cada botella colocada delicadamente a la par de la otra. El vino era mi bebida alcohólica favorita. Nada evitaba que disfrutara de una copa de dicha bebida.

Me senté en uno de los sofás rojos que se encontraban en el lugar y me quité ambos guantes negros. Estaba tan preocupada pensando en cómo encontraría al tal Kira que no note la pequeña pelota roja que había chocado contra una de mis botas. Cuando finalmente la noté, la tomé con una de mis manos y la observe cuidadosamente. Mientras observaba dicho objeto, llegó un mesero para entregarme la copa de vino que había ordenado. Me llevé la copa de vino a los labios mientras intentaba averiguar la procedencia de la pelota.

No tuve que esperar demasiado. Una niña de al menos unos 5 años se acerco y extendió sus diminutas manos hacia mí. Era muy tierna. Tenía el pelo castaño y ojos verdes. Le sonreí mientras le entregaba la pelota.

"Gomen'nasai" Se disculpó la niña.

Simplemente asentí con la cabeza. Supuse que la niña se marcharía cuando le entregará la pelota. Pero no lo hizo. La observé esperando a que mencionara algo.

"Anata wa totemo utsukushīdesu." Me dijo la niña.

Yo entendía perfectamente el japonés. Junto con el ruso; el italiano; el español; el francés; el inglés; el mandarín; el portugués y el alemán. La niña me había dicho que era muy hermosa.

"Arigatō." Le agradecí sonriendo.

La niña se acerco a mí y tomó un mechón negro de mi cabello entre una de sus manos. Lo acarició y luego me observó fijamente. Pude ver mis propios ojos reflejados en los de ella. Azul contra verde. Mis ojos eran azul marino. Un color anormal, en mi opinión. Luego, la niña se alejó corriendo hacia su familia.

Observé la familia por unos momentos, imaginando la vida que nunca tendría. Nunca me consideré una mujer que se quedaría en casa cuidando a los niños. El padre de la niña la tomó en sus brazos y la abrazó, seguido por la mamá quién se unió al abrazó. La inocencia.

Mientras divagaba en mis pensamientos recibí una llamada. Coloqué la copa de vino en la mesa y contesté la llamada. La voz de la persona que estaba al otro lado era muy ronca per suave. Una voz cansada por los años. Watari.

"Es un gusto volver a oír su voz, R." Dijo Watari.

"Podría decir lo mismo." Comenté sonriendo.

"Estoy esperándola en el estacionamiento." Informó.

"No era necesario, Watari. Lo agradezco de todas maneras. Voy en camino." Añadí.

"De acuerdo." Dijo Watari colgando la llamada.

Reí entre dientes mientras sacudía la cabeza y bebí lo que quedaba de la copa. Me levanté y le dí una última mirada a la familia. Les deseé lo mejor y me retiré de aquel lugar.

Cuando llegué al estacionamiento encontré a Watari junto al auto. Corrí hacia él y lo abracé. Consideraba al anciano mi padre, mi mentor, mi familia. Enterré mi rostro en su cuello y le abracé aún más fuerte. Finalmente, lo solté y le dejé respirar. Sonreí y él me regreso la sonrisa. Abrió la puerta del auto y me indicó que entrará. Seguí sus órdenes y disfruté la vista que Japón ofrecía mientras nos dirigíamos a los cuarteles de la Fuerza Especial.


Entré a la sala de investigaciones del edificio y encontré a varios policías. Dos de ellos demasiado jóvenes para serlo. Luego, identifiqué a un joven de cabello negro sentado en una posición qué, seguramente para cualquier otra persona, sería incomoda. Tenía su pulgar pegado a sus labios y me estaba observando fijamente. Me estaba estudiando. Y yo lo estudiaba a él. Obviamente él había cambiado mucho alrededor de los años. Era más alto de lo que recordaba. Aunque sus ojos eran igual de negros. Sus ojos parecían no tener un fin. Un abismo oscuro.

"Es un gusto volver a verte, R." Saludó tomando un sorbo de la taza de té que tenía en sus manos.

"Lo mismo digo, L." Sonreí maliciosamente.

A juzgar por lo que recolecté mientras estudiaba a cada persona, llegué a la conclusión de que ese caso sería una gran aventura.


A/N: ¡Finalmente! No estaba satisfecha con el primer episodio así que lo reescribí. Son libres de juzgar. Espero que lo hayan disfrutado.