Holaaass! Aqui vengo con otra historia que se me ocurrió en clase de matematicas mientras me explicaban álgebra jajaja.
Continuaré la otra historia (Siempre te protegeré), solo que quizá le dedique algo menos de tiempo ya que no tengo mucha inspiración, pero no la dejaré abandonada.
Este fic estará narrado siempre desde la perspectiva de Amu.
Y bueno, aqui esta el primer capitulo de La magia en mi corazón, espero que les guste mucho mucho y dejen reviews =D

Capítulo I

Voy a contaros la historia de cómo cambió mi vida. Cómo cambió solo con tres palabras. Las nuevas personas que conocí. Mi extraño talento oculto. Y, sobretodo, un mundo nuevo, lleno de cosas que ahora mismo no comprenderéis, hasta que cuente mi historia. Por eso mismo, ahora mismo voy a comenzar a contároslo...

- Amu -me llamó mi madre- ven, tu padre y yo tenemos que hablar contigo.

Vale, ya me estaban asustando. ¿Había hecho algo malo? No. Bueno, suspendí un examen de matemáticas hace unos días, pero no pueden haberse enterado, yo no les he dicho nada. Mientras pensaba en si había hecho algo como para que me dieran una charla, fui acercándome a la cocina con pasos lentos, donde encontré a mis padres sentados en la mesa, esperándome con un sobre en las manos.

- ¿Que pasa? -pregunté yo, con cara de "nunca he roto un plato"
- Siéntate hija, tu madre y yo tenemos que contarte algo acerca de ti -mi padre tenía la cara más seria que había visto nunca.
- Bien, contadme lo que sea -dije mientras acercaba otra silla y me sentaba
- Bueno, Amu, la verdad es que... eres adoptada -dijeron mis padres al unísono. Estoy segura de que me puse pálida en ese momento. No podía hablar, estaba muda, asique esperé que más tenían que decirme

Mi padre empezó a contarme toda la historia:

- Verás, Amu, hace justamente catorce años, cuando tu madre y yo nos habíamos casado tan solo hacía un par de años, sonó el timbre. Al abrir, solo te encontramos a ti, dentro de una cesta, y con una carta. Si lees la carta, no creo que hagan falta muchas más explicaciones

Me extendió un sobre amarillento, y yo lo cogí con mano temblorosa. Lo abrí y comencé a leer:

"Queridos señores Hinamori:

Si están leyendo esta carta, es porque ahora mismo, tienen una gran responsabilidad a partir de este momento. Han sido elegidos especialmente para cuidar de la pequeña pelirosa que hay en la cesta donde han encontrado esta carta. Estoy seguro de que ustedes no se negarán a cuidar de esta pequeña, ya que les he investigado, y se que son buenas personas, siempre dispuestos a ayudar. Por eso, les encargo cuidar a la pequeña, de nombre Amu, hasta este mismo día de dentro de cartorce años. Seguro que ahora mismo están confusos, por eso les explicaré lo que deben hacer.

Amu no proviene de este mundo, sino de el mundo mágico. Bien, ya se que suena de locos, pero léanlo hasta el final. Esta niña es muy importante, hija de padres desconocidos, pero con un gran poder en su interior. Estoy hablando de la magia, si, y no es ninguna broma.
Cuidenla como si fuera su hija de verdad, y dentro de catorce años, deben contarle la verdad, y mostrarle esta carta.
También deberán llevarla a la mansión Tsukiyomi, donde se encargarán de ella, y desde donde la transportarán hasta su verdadero mundo. Les adjuntaré la dirección en otro papel, pero no vayan hasta la fecha indicada, o no verán nada. Puede que cuando tengan que despedirse de ella, sea triste para ella y para ustedes, pero es lo que deben hacer. Una vez que ella domine sus poderes, podrá ir a visitarles en cualquier momento, asique solo tengan paciencia.

No se olviden de entregarle esta carta a Amu el día en que le cuenten la noticia.

Firmado: Tsukasa, del consejo del mundo mágico."

No tenía palabras. Simplemente no tenía.

- Amu, nosotros nos hemos encargado de preparar tu equipaje, y tenemos que irnos ya. Lo siento -dijo mi padre, reteniendo las lágrimas.

Pero, dentro de mi, aunque sabía que eso solo parecía una broma de mal gusto, o una tontería, dentro de mi, estaba segura de que todo era cierto. No se porque, pero siento que es así, que hay un poder dentro de mi que pide ser liberado.

- Pues, vámonos, entonces. -dije sin pensar

Automáticamente, como si alguna fuerza extraña nos controlara, nos levantamos de la mesa, mis padres cogieron las llaves del coche, y yo cogí mi maleta, y nos fuimos. Así, sin más.

Llegabamos a la mansión, que a cada metro que recorría el coche, parecía más grande. Delante de una gran verja había un hombre de pelo azul que parecía esperarnos. Pulsó un botón que había en la pared y la gran puerta se abrió. Le hizo un gesto a mi padre, que conducía para que bajara la ventanilla, y dijo:

- Buenos día, me llamo Tsukiyomi Aruto, ustedes son los Hinamori ¿verdad? -mis padres asintieron. Yo iba en el asiento de atrás, y estaba muy nerviosa, todo era muy extraño. -Bueno, pues siento mucho decirles que deben despedirse ya de Amu, ya que a esta mansión no pueden entrar los humanos sin poderes, simplemente hay una barrera que no les dejará pasar. Así que, Amu, vamos.

Yo sin el control de mis acciones, me despedía de mis padres, y salí del coche, siguiendo a Aruto. Mis padres después de verme entrar a la mansión, se fueron.

Entramos por una gran puerta de madera, que daba paso a un gran recibidor. Unos metros más adelante, había unas escaleras recubiertas por una alfombra roja, como las de los palacios de los cuentos de hadas.

- ¡Ikuto, Utau, bajad a ver a nuestra invitada! -gritó Aruto

Segundos después, una chica rubia bajaba corriendo las escaleras, seguida de un peliazul que tenía la mejor sonrisa que había visto en toda mi vida, una tierna pero seductora sonrisa. Supuse que el era Ikuto, y la rubia de ojos morados, Utau. Y entonces noté que me había quedado mirando descaradamente a Ikuto, y que sus preciosos ojos color zafiro estaban clavados en mi, recorriéndome una y otra vez con la mirada.
Utau se acercó a mi, muy feliz:

-¡Hola! Me llamo Utau, ¿y tu?
- Hola Utau, encantada, yo me llamo Amu -dije con una sonrisa, tratando de disimular que Ikuto acababa de pillarme mirándolo. Vale que era el chico más guapo que había visto en mi vida, pero no me gustaba. Y sin embargo su mirada hacía que mi corazón latiera más rapido.

Cuando lo ví acercarse a mi, y coger mi mano, para después besarla, sentí que no podría sostenerme en pie.

- Encantado, Amu, yo soy Ikuto -me dijo con su preciosa voz.
- Bueno, bueno, dejala tranquila Ikuto, no ves que se ha puesto como un tomate -dijo Aruto divertido- Amu, estoy seguro de que ahora mismo tendrás muchas dudas sobre todo lo que está pasando, pero te irás enterando de todo poco a poco. Mientras tanto, tendrás que instalarte. ¿Algún voluntario para enseñarle su habitación a la señorita?

-Yo -dijo Ikuto con una gran sonrisa

Y de repente, volvió a coger mi mano, y me guió al subir por las escaleras, conduciéndome después por un largo pasillo.