-¿Dónde esta mamá?- pregunta la inocente niña jalando un poco de la bata de su padre.
-Ella ya no esta, cariño- dijo sin mirarla.
-¿Papá?- pregunto, dos hombres con uniformes se acercaron y se pararon al lado de ella, su padre aun no volteaba.
-Llévensela…- dijo sin un tono de voz.
Solen retrocedió, los hombres voltearon y ella corrió a la puerta y comenzó a golpearla pidiendo ayuda a gritos, pero era inútil. Estos la cogieron por los brazos.
-¡Sueltenme! ¡Papá! ¿Por qué?- gritaba agitándose.
-Lo lamento- dijo.
Su padre, sumiso, se sentó. Solen dejo de moverse, solo lo observo con la inútil esperanza de una explicación, la cual nunca llego. La sacaron de la habitación y la llevaron a una pequeña pero ordenada sala donde una mujer vestida de blanco la recibió. La dejaron aquí y salieron, asegurándose de que puerta estuviese bien cerrada.
-Solen, querida, solo te daré algo que usar, no te preocupes…- dijo la joven mujer ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
-¿Qué me harán?- dijo rechazando su ayuda.
-Veras…- dijo esta alejándose y acomodando algunas cosas –Tu padre ha estado trabajando en un tal 'proyecto' como ya sabías, este consiste en mejorar nuestra especie, aunque hasta ahora los intentos han sido fallidos, al parecer tú no.
-¿Yo?- dijo confundida.
-Estas aquí porque hace unos días, por error te hiciste un pequeño corte en el dedo, de algún modo, la sustancia del virus entro a tu cuerpo y no te a hecho nada- se acerco a ella –Por eso debes quedarte, debemos observar como tu cuerpo asimila el virus.
-¡No me pueden mantener aquí!-
